miércoles, 11 de junio de 2014

CAPITULO 230




Paula 
 
Cuatro semanas. He estado en Las Vegas cuatro semanas y aún siento como si solo he estado aquí un par de días. Todo ha ido muy rápido, es como que parpadeé y días enteros han desaparecido. Nada grande ha sucedido a lo largo de las cuatro semanas, además de Pedro proponiéndome y ganando su primera pelea profesional. Esta pelea, la de esta noche con Dom, es la primera vez en la historia MMAC que un luchador profesional de MMA peleará con un luchador amateur en una arena de esta escala. Mandalay Bay... Echo un vistazo alrededor de la gran arena. Tiene la capacidad para doce mil personas y estoy segura que todos los asientos están tomados para ver la revancha entre los dos rivales. El aire está cargado de expectación. Puedo oír las risas y risas de los espectadores en mi fila.


Está crepitando a lo largo de los asientos y vibrando por mi cuerpo. No estoy emocionado, no como todos los demás. 


Hay una oleada de calor que pulsa a través de mí con cada ataque de náuseas y mi pecho se aprieta con ansiedad.


Vanesa pega una bolsa de papas bajo mis narices y retrocedo lejos con un movimiento de mi cabeza. La idea de comer en estos momentos revuelve mi estómago ya violento. 


La silla de al lado me sacude mientras un hombre grande se deja caer a sí mismo junto a mí. Nunca lo había visto antes, pero está vistiendo una camisa de color negro que dice “DOM” y decido, con bastante rapidez, que no me gusta. 


Cualquiera que proceda de alguien como Dom es un idiota. 


Miro hacia mi propia camisa y sonrió. Estoy feliz de que llevo mi camisa “PEDRO”. No la he usado desde su primera pelea en Portland, Maine y pensé que le gustaría verla en mi otra vez. Podría aliviar algo de su ansiedad, teniendo en cuenta que no podía verlo antes de esta pelea.


Damian quiere a Pedro tenso y en el borde para esta pelea. 


No me preguntes por qué, no tengo ni idea. Ninguno de ellos comparte ninguno de sus pensamientos acerca de las peleas conmigo, no es que me importaba, hasta esta noche. 


Pedro refutó a Damian, negándose a abandonar su vestuario hasta que entré, pero Damian todavía me despidió. Sabe que Pedro no renunciará a enfrentarse con Dom Russell y él quería “volver a la vieja escuela”, teniendo a Pedro relajándose con bolsas de boxeo y cuerdas de saltar... con el fin de calentar antes de la pelea. Si eso tiene sentido... que en realidad no tiene mucho sentido para mí, pero me fui con ello, de cualquier forma. Estoy fuera mientras los locutores están hablando, pero al segundo un golpe familiarizado empieza a jugar, mi cuerpo me obliga a sintonizar de regreso.


Mi sangre burbujea y pulsa a través de mi cuerpo al ritmo de la música y sutilmente aprieto juntas mis manos sudorosas. 


Con impaciencia escaneo la multitud, esperando que aparezca Pedro y cada segundo que se reproduce su canción y no veo su figura feroz arrasando aquí, más de mi emoción se funde en la preocupación. Entonces, oigo el rugido de la multitud cuando todo el mundo salta a sus pies, enviando a mis nervios a tambalearse y mi corazón latiendo con fuerza. Aquí viene.


Los vítores crecen más cerca, cuanto más se acerca a la plataforma y no lo puedo ver por encima de los cuerpos sacudiéndose y gritando sobre los otros espectadores. Veo la parte superior de su sudadera negra primero, y como él dobla en la esquina, todo su cuerpo glorioso está a la vista. Su boquilla obliga a sus labios a sobresalir, dándole una ventaja más oscura, que no necesita. 

Sus ojos escanean sobre mi fila y mis labios se separan como que respiraciones pesadas se me escapan. Cuando su mirada cae sobre mí, dejo de respirar.


Con una contracción de sus labios, desvía su mirada de mí y encoge sus hombros fuera de su sudadera. Luciano la lanza por encima de su propio hombro y le da una palmada en la espalda mientras salta por las escaleras y en la jaula.

Mis pulmones duelen y libero el aliento que estaba conteniendo mientras Pedro hace su círculo habitual en el anillo, rebotando en la punta de los dedos de sus pies y moviendo sus muñecas. No hay engreimiento en sus movimientos, se mueve con un propósito absoluto. Esta noche no es un juego. Esta noche es la oportunidad de Pedro para eliminar a Dom de su vida, de nuestra vida. 

La música de Pedro se corta y el locutor dice en voz alta el peso del Dom, alcance y altura antes de arrastrar su nombre. Una canción de metal fuerte explota a través de los altavoces y me estremezco. Tanto ira y odio tiene este chico. 


Niego con la cabeza. La multitud chilla y aplaude, pero la intensidad de la misma no es como lo fue con Pedro. El público respeta a Pedro. La mayoría de ellos siguen su carrera y fueron testigos de que venció a su oponente con experiencia hace dos semanas. Dom muy deprisa da vuelta en la esquina, en topless y con ganas. Está decidido a recuperar todo lo que Pedro tomó de él. Los ojos de Dom se mueve rápidamente hacia mí y me frunce el ceño mientras me guiña un ojo, fruncir los labios hacia mí por encima de su boquilla.


 ―Maldito infierno ―Vanesa se ríe entre dientes―. Ese tipo tiene deseos de morir. 

Pedro ve que Dom me mira y veo sus dedos apretando a sus costados. Roda su cuello sobre sus hombros y mientras Dom salta por las escaleras y en el anillo, Pedro da un paso adelante, consiguiendo estar justo en su cara. Mi corazón se acelera cuando parte del público se vuelve loco,alimentando la relación ya tensa entre los dos luchadores. El árbitro está sobre ellos de inmediato, pidiéndoles que vuelvan a sus esquinas. A medida que se separan, la multitud suspira una amarga decepción.


―Damas y caballeros, hay mucha animosidad en la jaula esta noche, ¿pueden sentirlo?


La multitud estalla con vítores y aplausos. No pueden esperar un segundo más para que empiece la lucha. 


Quieren derramamiento de sangre y lo quieren ahora. El equipo de cámaras y el locutor salen de la jaula y me empiezo a masticar mis uñas. Ojalá papá estuviera aquí ahora... sabría que decirme para facilitarme esta lucha. 


Necesito que me asegures que Pedro va a ganar. Necesito ver la emoción en su rostro cuando la campana golpee y Pedro dé el primer golpe. 

―Dom tiene a este ―murmura el gran hombre a mi lado. Giro mi cabeza para mirarlo y él me sonríe.


―Si piensas así. 

Sus brillantes ojos azules brillan.  

―Lo sé.


Rodo mis ojos y regresó mi atención de nuevo a la jaula. 


Realmente espero que Pedro gane ahora, así puedo frotarlo en el rostro del extraño y gordo. 

El árbitro llama a los dos luchadores en el centro del anillo. 


Cada árbitro es diferente. Algunos prefieren que toquen los guantes antes de que suene la campana, otros prefieren que los toquen después de que suene la campana. De
cualquier manera, la lucha no puede comenzar hasta que toquen guantes. 

Dom y Pedro se reúnen en el centro. Veo los labios del árbitro moverse, sin duda, diciéndoles que se toquen con los guantes. Ninguno de los dos se mueve.


Hay una guerra silenciosa pasando entre ellos y la multitud observa en silencio...esperando la guerra a punto de estallar. 

Juro que puedo oír el rápido latido del corazón de cada espectador, incluido el mío, y un crepitar de emoción fluye sobre nosotros mientras Dom extiende su mano primero. 


Pedro golpea a su manera y una ingesta aguda unánime de aire se oyó por todo el estadio. El árbitro da pasos entre ellos, enviándolos de vuelta a sus esquinas. Señala a cada uno y asienten con su cabeza. Entonces, suena el timbre y mi visión vacila con el repique. Doy un suspiro largo y lento y cierro los ojos en un intento de calmarme a mí misma. 


Paupy, relájate. Es sólo una pelea, me digo a mí misma, fingiendo que es la voz de papá. Nadie se va a morir.

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