sábado, 19 de abril de 2014

CAPITULO 55




Él recita toda la mierda que Vanesa le dijo: el roofie, el estacionamiento con Jose, Pedro y que él contrató a mi papá. Me quedo mirando la consola central, escuchando cada palabra. No estoy sorprendida de que Vanesa le haya contado, eso es lo que se esperaba. Ella tiende a abrir la boca… mucho.
Estoy un poco sorprendida de que Pedro besara a la chica morena. Frunzo el ceño, sin saber si debería creer en Ramiro o no. No es conocido precisamente por su honestidad. Vanesa me dijo que la morena apareció, pero nunca mencionó nada acerca de un beso. Ella me habría dicho que si lo hubiera visto… Sé que lo hubiera hecho. Mi única opción es confrontar a Pedro, pero incluso entonces, ¿tengo derecho a hacerlo? Él dijo claramente ayer por la noche que no está listo para una relación y eso está bien porque no estoy segura si yo lo estoy, tampoco. Me dijo que no me haría daño… y le creo.
Creo. Frente a Ramiro trato de jugarlo como si no fuera gran cosa. No quiero que vea que me ha molestado.
―Me has descubierto. Así que no estoy saliendo con Pedro. Lo inventé para sacarte de mi espalda hasta que pueda aclarar mi cabeza y puesto que Pedro y yo no estamos juntos realmente, puede meter la lengua en quien quiera.
Por delante, veo la señal de mi trabajo y suelto mi cinturón de seguridad.
―No quería molestarte. Sólo quería que supieras que él es igual que yo… y mereces algo mejor.
Mi frustración alcanza el pico máximo. Su única misión esta mañana era “romper” mi corazón.
―Ve a tirar tu mierda en otro lugar, Ramiro. No soy tonta. Apuesto a que no podías esperar para traerme la noticia de que Pedro se besó con otra chica anoche. Te has levantado temprano, ¿cuándo te has levantado temprano alguna vez? ―En los últimos seis años, Ramiro nunca se levantó de la cama antes de las nueve. Me duele saber que la única motivación que tuvo para salir de la cama temprano fue para herir mis sentimientos.
Salgo del auto, mientras él dice mi nombre. Cierro la puerta de un golpe y mis tacones bajos suenan rápidamente contra el hormigón. Cuando mi mano se pone en contacto con la fría puerta metálica de la oficina, él se va. Dentro, no hay pacientes (esperado para un sábado) y la cabeza de Carlos se asoma alrededor de la puerta de su oficina. Su enorme y amplia sonrisa se desvanece cuando ve mi expresión. Supongo que no me veo feliz.
―¿Mañana dura?
No hago contacto visual con él mientras enciendo la computadora.
―Algo por el estilo ―contesto.
―¿No quieres hablar de ello?
―Nop.
―Estoy aquí si lo necesitas.

CAPITULO 54



Mi coche hace un ruido extraño de golpeteo cuando giro la llave. Es como si el motor quisiera girar, pero no puede.
―¡Genial! ―grito, golpeando mi cabeza contra el volante con fuerza―¿Cómo demonios se supone que voy a llegar al trabajo ahora?
Un sedán blanco se detiene frente a mi casa y no sé si es un regalo de Dios o del Diablo en sí mismo cuando Ramiro sale del auto y ajusta el cuello de su camisa de polo verde. Me descubre en mi auto y sonríe, destellando esos hoyuelos juveniles. No puedo dejar de sonreír cuando salgo de mi auto.
―Te ves bien.
Miro mi vestido color violeta oscuro. Es uno de mis favoritos. ―¿Estás a punto de ir a trabajar?
Cierro de un golpe la puerta de mi coche y me apoyo contra ella.
―Lo estaba, pero mi auto no enciende.
Sus zapatillas de deporte rozan el hormigón a medida que camina cerca de mí.
―Te puedo llevar, si quieres.
Muerdo mi labio inferior. No sé si ir con Ramiro es una buena idea, pero miro a mi alrededor, no creo que tengo opción en este momento. He hecho mucha mierda para Carlos en las últimas dos semanas y no puedo permitirme el lujo de no llegar a tiempo.
―Um...M ―me planteo la idea de conducir con Ramiro―. Me llevarás directamente a trabajar, ¿no?
―Lo prometo.
Deslizo mi teléfono en el bolsillo de mi vestido y camino hacia él.
―Está bien, pero tenemos que irnos ahora si quiero llegar a tiempo.
Es como una rutina. Ramiro y yo nos metemos en el auto e incluso bajo el freno de mano por él, como siempre lo hacía. Él lo nota también y me sonríe.
Es una sonrisa tan dulce y mi corazón se aprieta en mi pecho. No tenía ni idea de lo mucho que echaba de menos a Ramiro. Su aroma familiar llena mi nariz e inhalo. Esta es una estúpida idea. Todavía es Ramiro, me digo. Él te hizo daño.
―Tu madre me ha dicho que fuiste a una pelea anoche ―dice,haciendo charla trivial. Odio que él y mi mamá estén hablando―. Eso algo bastante grande para ti. Pedro debe ser un buen tipo.
―Lo es ―respondo automáticamente.
Miro mis dedos mientras los froto con nerviosismo. Entonces, la mano de Ramiro cubre la mía
―Te extraño, Paupy.
―Ramiro…
―Sólo escúchame. Estuvimos juntos durante seis años, Paupy, seis años.Eso es mucho tiempo.
Tiro mis manos de debajo de la suya, pero él deja la suya en mi regazo.
―Y los tiraste por la ventana por sexo, mucho sexo. Lo que has hecho no es algo que pueda ser olvidado o perdonado. ―Lo siento, la jodí.
―Dijiste eso después de la primera vez… y la segunda y la…
―Está bien lo arruiné un montón de veces, pero créeme cuando digo que he cambiado y no va a volver a ocurrir.
¿Cuántas veces he oído eso? Innumerables.
―No puedo… No te creo.
Retira su mano y la pasa a través de su cabello rubio.
―¿Cómo puedo probártelo? ¿Cómo puedo compensarte?
―No hay vuelta atrás, Ramiro. Te di todo y tú elegiste darlo por sentado.
―¿Así que eso es todo? ¿Seis años, tirados, así como así?
Mi pecho se contrae, llevando un bulto enorme a mi garganta.
―Sí. ―Me estremezco con la finalidad de mi voz.
―No voy a parar, Paupy. Te necesito.
Cierro los ojos por un momento, tratando de frenar mi corazón latiendo rápido.
―Lo dije en serio cuando dije que no te amo más ―digo cuando abro los ojos.
―Y lo llamo mierda. Sé que estás tratando de asustarme y está funcionando, pero te amo… nunca dejaré de amarte.
―No importa, estoy con Pedro ahora ―contesto, jugando la carta de Pedro de nuevo―. Él no hará nada para hacerme daño.
―Paula―Miro hacia él. Su tono grave me da náuseas―. Me encontré con él y Vanesa en Heaven’s anoche. Tenía la lengua tan adentro de la garganta de la chica morena que me sorprende que no hiciera arcadas, y sabes lo habladora que es Vanesa cuando está borracha. Me dijo lo mucho que me odia y que tú no estás realmente con Pedro. 

CAPITULO 53



Paseo fuera de la cocina y voy a la ducha. Me paso más tiempo allí pensando… sobre Pedro en su mayoría. Quiero que seas mía y planeo hacerte mía,pero en este momento no estoy listo. ¿Entonces tiene sentimientos por mí,también? Yo diría que sí. Una sensación de vértigo se eleva en mi pecho y no puedo dejar de sonreír. Puedo ver la borrosa cabeza de Vanesa asomándose a través de la puerta del baño. De alguna manera, el aire frío se abrió camino
hacia la ducha, enviando un escalofrío por mi espalda.
―¿Paula?
―Entra y cierra la puerta.
Ella entra, cierra la puerta y se desliza por la pared. Sus dedos presionan contra el cristal de la ducha.
―¿Ya has tenido sexo con Pedro?  
Frunzo el ceño y fuerzo mis oídos para oírla sobre el agua torrencial.
―No ―respondo con curiosidad―. ¿Por qué?
―Mira, sé que recientemente rompiste con Ramiro y te estás divirtiendo y todo eso, pero creo que Pedro es la última persona con la que debes pasar tiempo.
Estoy sorprendida por sus palabras.
―¿Qué te hace pensar eso?
―Bueno, estoy recordando retazos de ayer por la noche…
Sus palabras envían zarcillos de miedo a través de mi pecho.
―¿Sí?
―Esta chica se acercó a él. Ella afirmaba que durmieron juntos hace unas semanas, cosa que él no negó, y ella estaba realmente tratando de volver, pero él la rechazó fríamente.
Enjabono mi esponja rosa de exfoliación y comienzo a limpiar mis senos y axilas, escuchando cada palabra de lo que dice.
―Fue brutal, Pau. La chica dejó el club llorando.
―¿Sí? ―Poco sabía ella, he sido testigo de dos chicas yendo por Pedro en el gimnasio. Me había ido demasiado temprano para ver lo que sucedió con la morena, pero la rubia dejó el gimnasio llorando. Pedro dijo que no quiere herirme así y le creo. No confío en él, pero le creo―. No tienes que preocuparte, Vane. Sé qué clase de persona es Pedro y tenemos un entendimiento mutuo.  
―Es sólo que no quiero verlo tirarte a un lado como basura si decides que quieres dormir con él, eso es todo.
―Gracias, Vanesa, pero creo que lo tengo cubierto.
Ella sube perezosamente sobre sus pies y sale del cuarto de baño.
Termino de frotar la esponja áspera sobre mi cuerpo,incapaz de librarme de sus palabras en mi mente. No debería molestarme porque ya sé cómo es Pedro, pero qué pasa si ella tiene razón. ¿Qué pasa si no me quiere después de tener sexo? No importa, yo mantengo todo el poder. Me niego a tener sexo con él hasta que esté segura de que es exactamente lo que quiero… si él es exactamente lo que quiero.