miércoles, 28 de mayo de 2014

CAPITULO 184




El instituto no es nada como lo que imaginé. Me imaginé un cubo frío, blanco, como edificio, no me esperaba un balneario en la playa. Conducimos por un camino largo y recto, bordeado con hermosas palmeras y arbustos. Yo bajo mi ventana y el coche se inunda con el olor de flores diferentes. Qué lugar encantador.



El esquema de color de los edificios, los marrones y los carboncillos,contrastan bien con el cielo azul y la arena casi blanca, no es nada como la prisión sin brillo que preveíamos. Contemplo soltar una broma acerca de convertirme en un alcohólico sólo para quedar atrapada en un lugar como este, pero decido no hacerlo. En un sentido es demasiado pronto para hacer bromas como esa.

Aspiro el aroma fresco de la sal del mar y esta hace cosquillas en la parte posterior de mi garganta. Me encanta estar aquí.

California se siente a mundos de distancia de Portland, Maine.


Estoy paralizada de asombro ante la serenidad de la institución, desde el camino de entrada al estacionamiento, todo esto me sorprende y no es hasta que siento los labios llenos de Pedro presionados rápidamente contra mi mejilla, que me doy cuenta de que hemos parado. Cuando lo miro, me sonríe, pero es una sonrisa falsa que asumo se supone que me haga sentir mejor. Sus ojos son oscuros, nublados, y los hermosos ríos de oro son apenas distinguibles. 

Sin decir una palabra, me deslizo de mi asiento y cierro la puerta. Mientras nos rodeamos la parte trasera del coche, Pedro mete las manos en sus bolsillos. Yo lo estudio de cerca mientras él respira profundamente, preparándose para el reencuentro con su madre. Su camisa azul cielo se estrecha alrededor de su pecho con cada inhalación y me acerco a él, pasando mis brazos por las duras aristas de sus bíceps y hacia su nuca. Suelta aire de sus mejillas.

—Me siento estúpido. 

Yo frunzo el ceño. 

 
—¿Por qué te sientes estúpido? 

Encoge sus anchos hombros. 

 
—Porque estoy nervioso... —Sus párpados caen una fracción y por alguna razón, su repentina vulnerabilidad perfora mi corazón—. Hay una sensación de malestar en la boca de mi estómago y siento ganas de vomitar.


En este momento, veo un vislumbre de lo que Pedro podría haber parecido como un niño, con toda su inocencia aún intacta, grandes, brillantes ojos marrones, labios rectos, y un pequeño surco de preocupación entre las cejas.


Adorable. 

—No te sientas estúpido —le digo, incapaz de ocultar una sonrisa.


Bajo mis brazos y engancho uno alrededor del suyo. Poco a poco, lo acerco más a la puerta principal. 

 
—Tú tienes todo el derecho a estar nervioso y si termina en una buena nota o una mala nota, todo esto se acabará pronto. Entonces, los dos podemos sentarnos y estar de mal humor o podemos ir a la playa, lo que quieras hacer, lo haremos.


Asiente con la cabeza y el movimiento me mantiene ligada a su infancia.


Tan jodidamente adorable.

CAPITULO 183




A menos de dos días para Las Vegas


 
Mi cuerpo está cargado de emoción y un sentido de auto-realización mientras nos alejamos del aeropuerto en una camioneta alquilada por Pedro. ¡Me monté en un avión por primera vez! No me importa lo infantil que sueno, fue increíble y cuando Pedro se fue al baño, incluso me asomé por la ventana.


Plano. Sereno. Surreal.  


Esas son las únicas palabras que tengo para describir lo que vi. Quiero verlo de nuevo y quiero tomar fotos de esto, para recordar exactamente lo perfecto que era. Bajo el tapasol y reviso mi cabello en el espejo, no está mal teniendo en cuenta  que estuve aplastándolo contra el reposa-cabezas de una silla por un par de horas.  


Miro de reojo a Pedro, sus ojos centrados en la carretera y me doy cuenta de que sus manos sueltan y agarran el volante, una y otra vez.  


—¿Nervioso? —le pregunto, poniendo una mano en su muslo revestido de vaquero.


Deja caer su mano del volante y toma mi mano en la suya. Extrañamente, el gesto envía un millón y un revoloteos por mi brazo y directamente a mi pecho. 


—No lo sé. —Humedece sus labios y mantiene su mirada en el parabrisas delantero—. Esto puede ir muy bien en verdad... o puede ser una mierda total.


—¿Si va bien? —pregunto en voz alta.


—La llevaremos a casa con nosotros. 


—¿Y si es una mierda?



Reflexiona por un segundo y su mandíbula se aprieta imperceptiblemente.  


—Ella se queda.


Analizo su rostro. No le gusta esa idea y puedo decir que está en conflicto.


Quiere traer a su madre a casa, pero no hasta que ella esté mejor y yo ruego por su bien que lo esté.

CAPITULO 182





Me inclino perezosamente contra su coche y bostezo mientras Pedro paga el metro. Al parecer, puedes dejar tu coche en el aeropuerto, ¿quién lo sabía? Yo nunca lo haría, no en estos días, de todos modos. Pedro, sin embargo, no tiene problemas dejando su coche. No tiene por qué, sin embargo. Luciano se ofreció a dejarnos y recogernos, pero Pedro insistió en que lo hagamos solos. No es de  
extrañar, nunca ha sido una persona de querer ayuda.
Después de que paga, entramos en el aeropuerto,cumplimos con todas las obligaciones aburridas, que consumen mucho tiempo, como esperar en la fila y registrarnos, tan bien como esperar una hora y media antes de que podamos abordar el gigantesco avión. Mientras me siento en el avión a la espera de despegar, mi pulso se acelera. Se aceleró cuando llegamos al aeropuerto, aceleró aún más cuando tuvimos nuestros necesarios documentos de identidad verificados y estaba golpeando violentamente contra mis costillas.


Embarcábamos en el avión. A pesar de todo, Pedro me frotó la espalda baja y me dio pequeños apretones de tranquilidad y esto ayudó un poco.  


Volar a otro estado es agotador, el empacar, la mañana temprano, el conducir, la espera, todo es demasiado. A mi lado, Pedro se desplaza más cerca,poniendo su mano sobre la mía.



—Relájate —me dice, dándome una sonrisa ladeada ligeramente—No puede haber dos desastrosos ansiosos en el avión.


Estudio su rostro y el lento ascenso y descenso de su pecho. No traicionó ningún signo de la ansiedad que al parecer él siente por dentro. 

—¿No te gusta volar?


—Dios, no. Preferiría tener ambos pies firmemente plantados en el suelo,pero a veces, tenemos que hacer cosas que odiamos. —Su sonrisa se ensancha—Y esta es una de esas cosas. 

Una azafata alta y desgarbada, con hermoso cabello castaño, nos pasa inadvertidamente y se desplaza hacia una pequeña habitación en la parte delantera del avión. 

—Trata de no enloquecer o ellos te tiran del avión.

Me apoyo en él, susurrando.  


—¿Qué? ¿Ellos me sacarán? ¿Así de fácil?


Pedro está disfrutando de esto. La expresión divertida en su rostro lo dice y él se lame los labios para ocultar una sonrisa.  


—Sí, así que compórtate.


Me relajo de nuevo en mi asiento y trato de comportarme indiferente y fría,pero no puedo dejar de golpetear la punta de mis dedos a lo largo del dobladillo de mi falda, de vez en cuando tocando mi muslo desnudo. Pedro eligió mi atuendo para hoy, una apretada, falda de negocios negra y una blusa de seda de color rosa claro con un cuello con volantes. Planeaba guardar este traje para la cena si
salíamos, pero Pedro no podía esperar tanto tiempo para verme en él y exigió que lo usara hoy. Yo sería más feliz en un par de pantalones de chándal y una camiseta normal. ¿No es eso lo que la gente usa en los aviones? ¿Ropa cómoda?


Tomo una inhalación profunda y estiro la mano para abrir la ventana. Aún no estamos en el cielo, pero me imagino que si me enfrento al miedo en mi cabeza y veo nuestro ascenso, entonces voy a estar lista para el vuelo. Antes de que mis dedos se enrosquen alrededor de la manija de la persiana, Pedro se lanza a través,agarrando mi muñeca. Yo jadeo mientras aleja mi mano de esta.  

—Cálmate, temeraria. —Se ríe—. Puedes desear conquistar tus miedos, pero estoy bien escondiendo el mío. —Me deja ir—. Por favor, no abras la persiana. 

¿Estoy tratando de ocultar una sonrisa escéptica? Creo que lo estoy.  


—¿Estás así de asustado? Estoy segura de que es hermoso.  

Asiente con la cabeza, sin vergüenza.  

—Sí, estoy así de asustado. Vamos a estar muy, muy alto, a decenas de miles de metros, y no me importa lo bonito que es, es un espectáculo que nunca quiero ver.


Estoy con ganas de abrir las persianas ahora. Quiero ver las nubes... mis pensamientos de las mullidas nubes blancas son interrumpidos por la voz del piloto. Apenas presto atención a lo que está diciendo. Todo en lo que puedo concentrarme es en el errático pulso de mi corazón. A los pocos minutos y una docena de anuncios de seguridad más tarde, estamos corriendo por la pista y oficialmente en nuestro camino a California.

CAPITULO 181




Parpadeo un par de veces con el fin de mantenerme despierta. Mis ojos amenazan con cerrarse y lo único que los mantiene abiertos es la masa imponente de músculos que se eleva desde la piscina. Juro que mi mundo va a cámara lenta mientras lo veo deslizar sus dedos por el cabello, haciendo que se vea todo despeinado y sexy. Eso no es todo lo que me llama la atención. Mis ojos recorren
su perfecta forma, como lo hicieron la primera vez que puse los ojos en él. Mi boca se seca y quiero pasar mis labios sobre su húmeda garganta. Soy consciente que de pronto un extraño calor abrasador me traspasa la parte trasera de mi cuello y una corriente eléctrica  hormiguea en mi cuello como nunca antes he conocido.


Sonrío. Es agradable ver que nada ha cambiado. No creo que nunca me acostumbre a su perfección sin adulterar.



―Sigue mirándome así y te llevaré a la segunda ronda. 

 
Me empujo fuera de la cerca y lamo mi labio inferior. Me siento fría y entumecida. Realmente espero no estar azul.

  
―Tenemos que levantarnos temprano mañana,¿recuerdas?  

Se encoge de hombros.  


―Si lo perdemos, reservaremos otro vuelo. ―Sonríe con una sonrisa arrogante—. Estoy seguro de que valdrá la pena.

Me agacho, recuperando la camisa de Pedro del suelo y se la arrojó.  


—Nunca he estado en un avión antes y estoy emocionada, así que, si tú me haces perderlo, voy a matarte. 

Termina con la camisa y alcanza sus pantalones vaqueros, mete una pierna después de la otra. Los jala hacia arriba y los abotona bajo en sus caderas. Cuando termina, extiende su mano hacia mí y la tomó. Mi piel se calienta en la suya y no puedo esperar a llegar arriba y tener el calor de todo su cuerpo irradiando hacia mí.

En la habitación de Pedro, tiro el vestido en el cuarto de baño y rápidamente paso una toalla sobre mi cuerpo, secando todas las pequeñas gotas de agua que me están helando hasta mis huesos. 

Dejo caer la toalla y camino de regreso hacia la habitación, deteniéndome a medio camino de la cama. Mis ojos se abren una fracción cuando se colocan sobre Pedro y toda su gloriosa humedad recostada casualmente en la cama. 

—Estás mojado.


Mojado es un poco exagerado. El aire casi lo había secado por completo antes de entrar en la casa, a excepción de una pequeña salpicadura de gotas sobre su pecho y brazos.


Me lanza otra de esas sonrisas. 

 
—Creo que esa es mi línea. 

Trato de no sonreír, pero estoy segura de que el torpe puchero en mis labios,mientras niego con la cabeza, ya había mostrado de hecho lo que yo quiero.


Pedro se ríe mientras enrolla las sábanas hasta sus caderas desnudas.  

—Entra aquí. 

Voy corriendo rápidamente hacia el interruptor de la luz y lo apago antes de sumergirme en la cama. Los brazos de Pedro me circundan, inmediatamente me arrastro hacia él y mi pecho palpita. 

Me gusta esto. 

Me gusta la forma en que estamos conectados. Cuando estábamos peleados y acostados en la cama, ignorándonos el uno al otro, me sentía vacía y nunca quiero sentirme así de nuevo. Con Ramiro, me quedaba dormida sola y enojada más veces de las que puedo contar... eso no es una relación. Lo que teníamos era una rutina incómoda de la que no podíamos sacudirnos y voy a estar condenada si dejo que otra relación se vaya por ese camino. Cuando estoy en la cama con Pedro, quiero tocarlo, sentir su piel contra la mía. Quiero sentir amor, tan abrumada que me agote y me quede dormida en sus brazos. Eso es una relación. Eso es amor.


Pedro entierra su cara en mi cabello húmedo y me besa.

  
—Te amo —susurra y hace que mi corazón tartamudee. 

Tan tonto como suena, olvido que él me ama. Es difícil de creer que alguien que camina alrededor atrayendo tanto la atención con su sutil engreimiento, músculos duros, y tatuajes, alguna vez dejaría que alguien como yo lo pusiera de rodillas, y no nos engañemos, yo lo hago ponerse de rodillas. Lo pongo de rodillas, con fuerza. 

Me muevo hacia atrás, presionando mi cuerpo con más fuerza contra el suyo. 

 
—Yo también te amo.


En el silencio que sigue, pienso en nuestro viaje a California. Nunca he estado en un avión antes, siempre he querido ir en uno, pero lo creas o no, yo era una trabajadora muy dedicada antes de que Pedro llegara. Nunca tomé un día libre por nada. No sé lo que pasó... Pedro caminó hacia mi vida y mi revolvió mi cableado interno. Desde entonces, no he sido la misma y estoy de acuerdo con eso. Cuando te encuentras con alguien que hace que todo tu cuerpo zumbe con sólo una curva de sus labios, no puedes escapar de esto. Te sientes atraído por esto, olvidando todo lo que se supone que te importa.Pedro se convirtió en mi sol y gravité alrededor de él, aun lo hago, y como el sol, todavía hay mucho que aprender acerca de Pedro. Ya sé que es grande y hermoso, pero también sé que es ardiente e impredecible. 


En California, creo que voy a estar viendo mucho más del vehemente y negativo Pedro. Siempre está de mal humor cuando se trata de su madre, o al menos lo estaba cuando lo conocí. Siempre estaba en el gimnasio,golpeando sus frustraciones.


Su madre, Julia, es una mujer muy difícil de leer. Sólo la he visto una vez y en ambas ocasiones estaba demasiado borracha, confundiéndome y frustrándome con sus violentos cambios de humor, por no mencionar el hecho de que ella me llama por el nombre de una chica diferente cada vez que la veo. Una sensación nerviosa retuerce mi estómago. 


Julia va a estar molesta de que Pedro la hubiera alejado... 


¿Tal vez yo pueda retirarme y visitarla? No. No puedo hacer eso. Pedro va a necesitar mi apoyo y es por eso que voy...  


Por él.


La necesidad de dormir se desvanece y me encuentro bien despierta mucho tiempo después de que la respiración de Pedro se nivela y mi cuerpo soporta el peso de su brazo.


 Su respiración es lenta y pesada, sonando totalmente en paz.  


Desearía que el repentino ataque de náuseas ansiosas se fuera para así poder dormir. La última cosa que quiero es verme como una mierda visitando a la mamá de Pedro mañana. Quiero gustarle, que piense que soy digna de su hijo. 


Diablos, yo incluso voy a ir tan lejos como para decir que quiero que esté orgullosa de Pedro por encontrar a una chica como yo. No soy una presumida, pero comparándome con Cassie (la chica que dormía con Pedro antes que yo), soy un premio. Claro que ella era ardiente, pero es apenas la clase de chica que puedes traerle a casa a tu mamá, no, a menos que quieras ser acusado de contratar una cita de un servicio caro de acompañantes. 


Pedro suspira adormilado, sacándome de mis pensamientos, y sofoco un bostezo mientras el sueño me reclama lentamente. Me muevo hacia adelante, con la esperanza de rodar sobre mi estómago, pero la mano de Pedro lo aprieta,manteniéndome en mi sitio. Sonrío. Incluso en su sueño él tiene que tenerme cerca.  


Me gustaría que me pidiera casarme con él ya. Sé que eso es lo que ha estado tratando de hacer las últimas semanas. 


La única pregunta que pone a un chico nervioso. Pedro no tiene control. Dice lo que quiere, cuando quiere y me parece lindo que tenga miedo de mi respuesta. No sé por qué, seguramente él sabe que va a ser sí, ¡un millón de veces sí! Estoy impaciente. Yo quiero que sea todo mío. 
Quiero su apellido, que lo lleven sus hijos, tú nómbralo, yo lo quiero. 


Y todo lo que tiene que hacer es preguntar.


CAPITULO 180



Él gira su tenedor en el delicioso caos de la pasta y la salsa antes de traerla a mis labios. Abro la boca y él lo pone. Echo un vistazo hacia atrás a él y sus ojos están fijos en mi boca. Ellos observan fielmente mis labios envolverse alrededor de la comida y cogerlo del tenedor.


―¿Estás lista para California mañana? 

 
Asiento con la cabeza, masticando la comida. 

 
―¿Tú?  


―Sí. ―Hace girar el tenedor en la pasta, para coger un bocado para sí mismo.



Miro a mi alrededor al patio de la piscina. Realmente es hermoso. Las luces están todas encendidas, dando a la piscina un hermoso brillo prohibido. Ahora mismo, me siento como si estuviera en alguna parte de la selva, cerca de un lugar oculto al margen de cualquier otra persona. Las rocas que albergan las luces parecen reales. El agua azul parece que es brillante, y hay un coro de chirridos de los grillos que hacen que todo sea mucho más creíble.  

No terminamos la pasta, lo que hace feliz a Pedro. Resulta que él es un gran fan de los alimentos recalentados, yo no. Es fresco o nada. Cuando él toma las sobras para ponerlas en la cocina, levanto el vestido por encima de mi cabeza y desengancho el sujetador. Cuando vuelva, estaré desnuda y esperando para entrar en la piscina. Al abrir la puerta, se detiene bruscamente, con los ojos completamente pegados a mi cuerpo desnudo. Muerdo una sonrisa mientras su mirada se oscurece y se saca su camiseta en un solo movimiento fluido. Todos sus duros músculos y tatuajes, están expuestos a mí y me esfuerzo por no desmayarme en la piscina. Sin decir una palabra, él acecha hacia mí su intención clara atravesando sus ojos y no se detiene hasta que su cálido torso se pega firme contra el mío, enviando excitación al rojo vivo a cada punta de mi cuerpo  cabeza,
dedos de los pies, los dedos  lo que sea, está ahí. Mi cuerpo zumba con sus ojos permaneciendo fijos en los míos, mientras sus gruesos dedos descienden por mi estómago antes de deslizarse en mi humedad. Su brazo libre me rodea, tirando de mí con fuerza contra él, y él baja su boca a mi oreja.  

―Estas tan jodidamente mojada ―gruñe, tocándome con firmeza.  

Su voz, grave y ronca, vibra a través de mi cuerpo y casi tiemblo. Gimo de acuerdo y se ríe misteriosamente entre dientes. El sonido envía una excitación más fuerte, pura y no igualada por ningún otro sentimiento, disparando a través
de mi sistema. 

―No deberíamos estar haciendo esto afuera ―le digo, aunque no tengo ninguna intención de parar.


Esta vez tiemblo, mientras su boca se mueve a mi oído y acaricia el borde con sus gruesos labios. 

 
―Debemos y lo haremos.  


El primer golpe de sus dedos me hace gemir. Es ruidoso, bajo e increíblemente descarado. Es un sonido que no debería hacerlo fuera, pero mi atención al factor de poder ser vista o escuchada, de repente está por debajo de cero.


Liberándome de su influencia, doy un paso hacia atrás, haciendo mi camino por las escaleras de la piscina. El agua arremolinándose en mis tobillos y luego en mis espinillas. Me muevo hacia atrás, manteniendo el contacto visual con la bestia que espera al margen, mirándome de cerca, como si fuera su próxima comida.


Cuando me llega el agua sobre mis hombros me detengo, esperando que Pedro haga su siguiente movimiento. Hay una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios mientras se saca su correa y la arroja a un lado. Cojo mi labio entre mis dientes mientras suelta el botón de sus vaqueros y arrastra hacia abajo la cremallera. Me hundo más en el agua, hasta el cuello- hasta que mi respiración difícil hace que la superficie se rice.


En un movimiento rápido, Pedro está desnudo, todo él es un espectáculo, y le gusta. Rápidamente y con un propósito absoluto, él hace su descenso hacia el agua, apenas inmutándose por la temperatura fría. Cuando esta profundo hasta los hombros y a una corta distancia de mí, mi cuerpo se calienta y el agua no es suficiente para enfriarme. Estoy segura de que si Pedro no pone sus manos sobre mí en este momento, voy a explosionar.


Cuando por fin me alcanza, me doy cuenta de que he hecho todo mi camino hacia la pared y ahora mi espalda está presionada con fuerza contra los cantos rodados. Pedro reduce su altura para estar al nivel de mis ojos y sus manos se agarran el borde de la piscina, a cada lado de mi cabeza.


El resplandor de la piscina oscurece su rostro y arrastro mi mirada sobre su cabello negro azabache, ojos oscuros, el corte curándose en su mejilla y,finalmente, al conjunto de sus labios, llenos a sólo unos dolorosos pocos centímetros lejos de mí. Por suerte, decide cerrar la distancia y llevar su boca a la mía. Sorprendentemente, el beso es a un ritmo mucho más lento de lo que yo esperaba, es sensual y aviva las llamas pequeñas dentro de mí. Sin romper el beso,sus manos bajan desde el borde de la piscina y se deslizan sobre mi nuca. Tan pronto como tocan mi carne, comienzan su descenso sobre mis hombros, por mis brazos, y el círculo de mi cintura.  Me acerco más a él, disfrutando de la sensación de estar desnudos, con sus manos ásperas sobre mi piel expuesta. Incluso en la sedosa agua, sus manos se sienten ásperas y vigorizantes.


Un pequeño temblor rueda por mi espina dorsal y siento sus labios temblar,antes de que el tire la cabeza hacia atrás para mirarme. 

―Me encanta la forma en como reaccionas a mí. ―Muy lentamente, las manos que sostienen mi cintura se deslizan más arriba otra vez, hasta que su dedo pulgar roza el oleaje de mi pecho. 

―¿Sí? 

 
Él asiente con la cabeza una vez, sonriendo con su hermosa sonrisa. 

 
―Sí.  

Pedro se inclina más a mí, trayendo sus magníficos labios justo a mi oído.
Escucho atentamente y gime su propio nombre, imitándome, y una sacudida de vergüenza me atraviesa. Empujándolo hacia atrás.


Pedro ―chillo, sintiendo mi cara calentarse―. ¡No!  


Puedo verlo en su cara la forma en que su expresión juguetona me mira con lascivia, le encanta la reacción que le estoy dando.  

―Oh, Pedro —dice con su mejor voz 'Paula’—. Me encanta esa mierda. Hazlo de nuevo.  

Pedro ―Trato muy duro para que suene amenazante y no divertido con su burla, pero simplemente no funciona.


―Eres el mejor que he tenido nunca ―continúa, aumentando su ego al alto cielo—. Más duro. Más rápido.  


Él sabe que es el mejor que he tenido y le encanta. Me lanzo hacia delante,envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y lo tira contra mí.  


―Tienes que parar antes de que te ahogue.


―¿No te gusta oír lo sexy que suenas? ―Sus manos viajan a mi espalda y me levanta, obligándome a envolver mis piernas alrededor de sus caderas.


―No es sexy, al menos no cuando me imitáis a mí, en ese tono horrible.  

―¿Tono horrible? Soy tan bueno en hacerme pasar por ti, que hasta me di una erección.


Casi me ahogo con una risa y trato de empujarme fuera de él, sólo que me aprieta con más fuerza contra él y no puedo escapar.


―Eres una obra de arte, ¿lo sabías? No sueno nada así. Tu… 

Sus gloriosos labios me cortan y mis ojos se cierran revoloteando por instinto. Tan típico movimiento de Pedro, pensando que puede hacerme callar con
su boca. Yo le mostraré…


En un minuto...


Cuando su boca deje de sentirse tan condenadamente increíble.


Mi cerebro quiere disputar a Pedro, para pelear con él por ser tan impertinente, pero mis partes femeninas quieren otras cosas y saben exactamente cómo silenciar mi cerebro.

Mis manos azotan a través de su cabello, siguiendo las órdenes de mis hormonas en lugar de mi cerebro. Se deslizan sobre sus fuertes hombros, los músculos definidos de su espalda y sus brazos sólidos. Me besa en el cuello y continúa su ruta familiar por mi clavícula Me encanta cuando besa mi clavícula.


En la cúspide de mis muslos, puedo sentir su longitud esperando pacientemente para conseguir el espectáculo en la carretera. En cualquier momento... No creo que pueda resistir durante mucho más tiempo.


Pongo mi cabeza a un lado y veo el resplandor del agua en las marcas oscuras de tatuajes de Pedro. Mis brazos rodean su cuello de nuevo, y lo mantengo cerca de mí. Debajo, siento que él se alinea y no más de un segundo más tarde, se empuja a sí mismo dentro de mí. Yo grito en shock eufórico mientras mi cuerpo se anima con las sensaciones eróticas. A pesar que de que sabía lo que iba a venir, se
me había olvidado la sensación indescriptible que viene cuando soy llena completamente por él. Mantiene su boca en mi cuello mientras  me agarra el culo,tirando nuestras caderas lo más cerca posible.  

Es tan profundo, que golpea todos los acordes de mis profundidades,provocando estallidos de calor explotando por todo mi cuerpo.


―Maldito... infierno... ―respira contra mi piel antes de colgar la cabeza hacia atrás.


Lo observo, totalmente hipnotizada por sus labios entreabiertos y su musculoso pecho que palpita con su tensa respiración.


Una ola de lujuria me golpea con la fuerza de un tsunami y sin pensarlo me inclino hacia delante y presiono mi boca abierta en su cuello. Lamo su piel y siento su garganta vibrar debajo de mi lengua.


―Muérdeme ―rechina Pedro y no lo dudó. Ni por un segundo.  


Le muerdo en el cuello y el gruñido que entra en erupción desde Pedro, envía calor rodando a través de mis venas, en ráfagas constantes. Mis músculos se encogen y grito en su hombro mientras mi estómago se aprieta en ondas conocidas, y juro por Dios que luces blancas ciegan mis ojos.


Cuando vuelvo, me doy cuenta de que estoy presionada contra el borde de la piscina. Libero a Pedro, inclinándome hacia atrás y descanso los codos en los bordes oscuros del hormigón. Tiene mis caderas y lo miro, mientras el agua revolotea sobre nuestros cuerpos mientras el empuja dentro de mí. Sus ojos oscuros están en mis senos antes de ir sobre mi cara.


Él medio sonríe, medio atrapa el labio entre los dientes.  

―Tan sexy. 

 
Pedro pone su cuerpo más cerca del mío y mi espalda roza contra las rocas con cada golpe, enviando nuevas oleadas de lujuria a través de mí. Comienza a gemir y jura por lo bajo cada segundo cuando empuja. Puedo decir por su cara y sus movimientos erráticos que él está cerca.


―Joder, nena ―Pedro se apodera de mi hombro, tirándome fuera del borde de la piscina y derecha en él. Logro una fuerte entrada de aire antes de que él golpee su boca sobre la mía y el momento en que nuestras lenguas se apresuran a entrelazarse, gime con dureza, aplastándome. Sus caderas se mueven a un ritmo inestable, sus dedos se clavan bruscamente en mi carne. Escucho sus gruñidos
ablandarse y finalmente se extinguen a gemidos aliviados y suspiros saciados.


Como mis propias ondas de felicidad comienzan a desvanecerse, la sola idea de acurrucarme con Pedro en la cama suena como una idea increíble.


Su boca se desliza de la mía y acaricia mi cuello, besándolo suavemente.


Cuando su agarre en mí se afloja, me deslizo lejos de él, plantando los pies en el suelo de la piscina. Trato de pasarlo, para salir del agua y recoger mi vestido, pero antes de llegar a ninguna parte, me agarra del codo y me tira de nuevo cerca de él.  

Sus labios se separan, sortea mi mirada, y los aprieta en el pensamiento.


―¿Estás bien? ―le pregunto, confundida.


―Sí, yo sólo… ―Casi sonríe, pero detrás de la sonrisa veo la frustración―Eso puede esperar. 

Siento que mis cejas se unen. 

―¿Estás seguro?  


Parecía bastante en conflicto un segundo atrás, pero ahora todo rastro de ello se ha ido.


―Positivo.


Me libera y me detengo por unos segundos antes de continuar mi camino hacia las escaleras.
Cuando salgo del agua, el aire caliente esta repentinamente fresco y no deseado. Echo un vistazo por encima del hombro a Pedro. Está completamente sumergido bajo el agua y en el tiempo que tarda en resurgir, ya he deslizado mi cuerpo en el vestido. Se adhiere a la piel húmeda mientras me inclino perezosamente contra la cerca con las manos metidas con fuerza debajo de mis axilas, en un esfuerzo por entrar en calor.