He cambiado de atuendo como un millón de veces ya y Pedro debería llegar en cualquier momento.
Primero, oscilé entre cuatro maxi-vestidos,pero decidí que eran demasiado seguros, de modo que me moví a los jeans y suéteres.
Unos minutos más pasaron y no tengo más remedio que usar un par de jeans ajustados con un pequeño par de zapatos negros de tacón.
Me saco un suéter lila y le doy una patada hacia el armario. El púrpura y cualquier variación del color no le sientan bien a mi tez blanca. Saco un top de encaje negro de las profundidades de mi armario, maldiciéndome por ser floja en la colada.
No tiene mangas, un top de corte alto, deteniéndose justo antes de mi cuello. El tejido sólido cubre mi estómago y mis pechos. Desde el pecho para arriba es de encaje, dándole un estilo sofisticado, pero no de demasiado buena chica.
Sonrío para mis adentros y entro en el cuarto de baño. Seco y aliso mi cabello sin problemas y en el segundo que termino mi maquillaje hay un golpe firme en la puerta que me tira todo el camino hacia ahí.
Enderezo mis jeans y muevo rápidamente mi cabello sobre mis hombros. Humedad inunda la palma de mis manos y siento náuseas.
Oh, Dios. ¿Qué estoy haciendo?
Agarro la manija y abro la puerta. Pedro se apoya contra el barandal, jugueteando con las llaves del auto en su mano.
Doy un suspiro de alivio sutil cuando veo que está vestido de manera informal con un suéter negro que esta enrollado hasta los codos.
Se ve tan deliciosamente guapo y mi interior aletea. Sus ojos rastrillan mis jeans ajustados y el top de encaje con aprobación.
Una suave brisa empuja su aroma en mi dirección y me envuelve. Es una deliciosamente atrayente, nada como la loción que Ramiro acostumbraba usar.
Me aclaro la garganta nerviosamente y salgo de mi casa,cerrando la puerta detrás de mí.
―Te ves bien ―dice, sonriéndome.
Jesús. Ni siquiera hemos salido de mi casa todavía y ya quiero arrojarme sobre él.
―¿No te gustó el vestido que usé la otra noche? ―bromeo.
―Veo ese tipo de vestidos todo el tiempo. ―Su mano se envuelve alrededor de la mía y el gesto causa que mi corazón se acelere―. A veces, más es menos.
Me ayuda a bajar las escaleras y trato de controlar mi pulso bajo su toque. Pedro no me parece que sea un agarrador de manos lo que me lleva a mi siguiente pregunta, ¿a qué está jugando? No hace lo de novias y para alguien que está preocupado porque no puedo separar mis emociones del sexo, con seguridad está haciendo todo lo posible para asegurarse de trabajar su camino bajo mi piel.
Abre la puerta del auto para mí, como lo había hecho la noche en el club y me subo.Pedro cierra la puerta y salta en el asiento del conductor antes de alejarse de mi apartamento.
El viaje hasta el restaurante es breve y me estremezco cuando rodamos dentro del estacionamiento de Salsa´s. Me duelen los músculos faciales por mantener una sonrisa amable en mi cara. No quiero volver a comer comida mexicana de nuevo, nunca.
Me deslizo desde el auto y caminamos hacia el restaurante, de la mano. Estamos sentados inmediatamente en un lugar apartado de la esquina trasera y escondidos de los ojos evaluadores.
Parece que mucha gente sabe quién es Pedro y las miradas empiezan a ponerme nerviosa.
Me deslizo sobre el plástico negro sobre la mesa junto a mí mientras una joven viene y toma nuestra orden.
Pedro ordena un gran plato de tacos de bistec, una ensalada y una porción de papas fritas mexicanas para nosotros dos.
Cuando ella se va, su atención esta únicamente en mí y juego con mi tenedor, girándolo con mis dedos,pretendiendo que no estoy incómoda por su mirada cautivadora. Pedro parece un poco ansioso, su pecho subiendo y bajando un poco rápido y cada pocos minutos rastrilla sus dientes sobre su labio inferior.
―Probablemente te estés preguntando por qué te invité a cenar ―dice,eventualmente.
La camarera vuelve y coloca dos vasos en la mesa, llenándolos de agua. Pedro se inclina hacia atrás en su silla, poniéndose cómodo y con su dedo índice acaricia lentamente el borde del vaso. Asiento.
―Estoy tratando de hacer las paces contigo.
Nerviosa, alcanzo mi vaso y lo llevo a mis labios. Por desgracia, el agua fría no hace nada para aliviar el fuego ardiendo dentro de mí.
―¿Para qué?
―Parece que has tenido una semana difícil y probablemente la hice empeorar.
―Lo hiciste ―respondo. Realmente no quiero sonar como una perra,pero por alguna razón no puedo sacudirlo. Estar de vuelta en este restaurante me pone ansiosa. Se inclina hacia adelante en su silla.
―Mira, no puedes seguir manteniendo un rencor contra mí porque no dormí contigo y antes de que tu cerebro de chica sobre-analice lo que estoy diciendo, no eres fea, no eres gorda y no es porque te lanzaste a mí.―Frunzo el ceño hacia él y la comisura de sus labios se tuerce antes de volver a ponerse serio―. Si te permito tenerme estoy casi seguro que no serías capaz de manejarme, ni siquiera me conoces y mira lo enojada que te pongo. Soy un desastre. Soy terco, egoísta, malcriado y un poco demasiado orgulloso. Actúo como si me importara un carajo, y la mayoría de las veces no lo hace, pero hay una pequeña parte de mí que se preocupa demasiado y por alguna razón… caes en esa parte. No me preguntes por qué, porque no tengo ni idea y me ha estado volviendo jodidamente loco. ―Se inclina hacia atrás en su silla y saca un palillo de su bolsillo. Se lo mete en la boca y lo muerde mientras piensa. Antes de que hable sus cejas se elevan―. No puedo tener algo bueno… porque no me merezco lo bueno.
Frunzo el ceño un poco, pero nunca le quito los ojos de encima. Así que, ¿todo esto es realmente acerca de él, no de mí? ¿Por qué caigo en esa parte? ¿Por qué se preocupa por mí? Desde donde estoy sentada, parece tan vulnerable y joven.
―Continúo tocándote porque no puedo parar y como he dicho antes,voy a hacerte daño y pronto vas a ser tú la que tenga que decirme a mí que retroceda porque mi resistencia se está acabando. ―Sus ojos se estrechan―.Si no me rechazas y te decides a dejarme entrar… Recuerda que no tengo novias y no creo sentimientos. Si sales lastimada, está en ti. No en mí.
El peso de sus palabras descansa sobre mi pecho y me siento frustrada porque piensa que le iba a dejar entrar después de todo lo que acaba de decir. Tal vez debería decirle que retroceda ahora… eso me ahorraría la molestia de hacerlo cuando decida dejarse ir tras de mí.
―No quiero ser una de esas chicas ―digo en voz baja. Él levanta una ceja y continúo―: Las chicas en el gimnasio que vienen por ti y las alejas…No quiero ser una de ellas. Ofendes a las mujeres.
Sus ojos brillan y una amplia sonrisa se extiende por su rostro. Él realmente encuentra lo que dije divertido.
―No, las trato como quieren que las trate. Ellas quieren follar, así que las follo. Eso es todo.
―¿Y si una de ellas quiere más de ti?
―Tendrían que ser muy especiales para cambiar mi postura de las relaciones. ―Lanza su palillo de dientes en la mesa―. Nadie ha tratado de llegar a conocer el verdadero yo, pero puedo tomar toda la culpa por eso.
―Así que, háblame de tu verdadero yo.
Él me guiña un ojo.
―Buen intento.
―Me trajiste a cenar pero, ¿no podemos hablar de ti?
Niega.
―Te traje a cenar para disculparme y para darte una advertencia. Eso es todo.
Presiono el tenedor en mi dedo para aliviar un poco de mi ira.
¡Dios! ¡¿Por qué este hombre es tan difícil?!
―Bueno, mensaje recibido. ―Dejo caer el tenedor, agarro mi bolso de mano y me levanto, pero antes de irme me giro hacia él―. No necesito a un tipo como tú en mi vida.
―¿Un tipo como yo?
―Sí. Ya he tenido a alguien que se acuesta con todo lo que se mueve y, francamente, no creo que pueda soportar otro. Puedes tomar tu cena, tu disculpa y tu advertencia y te las puedes meter por el culo porque no te quiero. No te quiero ahora y no te voy a querer la próxima semana. Me odio por pensar que puedo tener un pequeño bocado de diversión después de romper con mi novio de seis años.