martes, 8 de abril de 2014

CAPITULO 18



La mano de Pedro deja mi cabello y se envuelve alrededor de mis muslos mientras me levanta como si no pesara nada. 

Rodeo su cintura con las piernas y me vuelvo un millón de veces más excitada ante la idea de que sus músculos están siendo apretados entre mis muslos. 

Él habla contra mis labios.
―No vamos a hacer esto. Chicas íntegras como tú no tienen nada que hacer con chicos como yo. 

―Shh. ―Aplasto los labios con fuerza contra los suyos, sin dudar un momento mientras chupo su labio inferior dentro de mi boca antes de sumergir mi lengua entre sus labios. No quiero ser buena en estos momentos. Quiero ser mala. Él abre la puerta y me alegro de haber dejado las luces encendidas antes de salir para el club, de lo contrario me perdería todo el espectáculo. 

Un pequeño gemido se libera de su garganta enviando ondas de choque de placer a través de mi estómago. 

Me baja en el sofá y su cuerpo viene conmigo, sujetándome con fuerza contra los cojines. Puedo sentir cada centímetro de él y la dura tela de sus jeans me causa piel de gallina a través de cada centímetro de piel expuesta de mis muslos. 

Su obvia excitación presiona firmemente contra mi centro mientras su boca consume con avidez la mía. Gimo contra sus labios mientras sus manos ásperas llegan debajo del dobladillo de mi vestido y agarran mi cadera desnuda. Su mano permanece allí durante unos segundos antes de pasar un dedo por mi estómago y luego bajar a lo largo del borde de mi ropa interior. 

Me estremezco, meciendo las caderas contra él. Quiero que me toque ahí y quiero que me chupe allí. Quiero que haga cualquier cosa y todo. 

Sus ojos parpadean en los míos y fuegos artificiales estallan dentro de mí. 

―Tranquila. ―Respira, su voz gotea como chocolate derretido―. Sólo quiero tocar.

Sonríe victorioso cuando asiento y recorre con su dedo el interior de mi muslo y se desliza debajo de la tela. Extrañas ondas se disparan a través de mi cuerpo mientras acaricia mi centro suave. 

Gime bajo en su garganta, y el sonido me impulsa hacia adelante mientras empujo mis caderas con más fuerza contra él. 

Pedro niega, dejándola caer en mi pecho. Me pellizca el cuello y desliza su dedo entre mis pliegues. 

Me agarro a sus hombros y hundo mis dientes en mi labio inferior para bloquear un gemido. Su respiración es dura y trabajosa cuando levanta los ojos hacia mi cara.

―Quiero hacerte tantas cosas, en este momento, pero no puedo. ―Saca las manos de entre mis piernas y exhala―. No puedo.

Atrapa mi labio inferior con sus dientes y gimo en protesta cuando se levanta. 

Esto no está pasando. 

Estoy demasiado excitada, demasiado ida para parar ahora.

Además, soy la que acaba de romper con su novio de largo plazo, ¿no debería ser yo quien enloqueciera y pusiera fin a tener sexo con un extraño? Soy la que se supone que consiga el repentino ataque de moralidad, no él. Me siento y lo veo caminar a la puerta.

―Pedro, ¿a dónde vas? ―No puedo evitar el tono molesto y decepcionado de mi voz.

Él abre la puerta e inclina la cabeza contra la madera. Abre la boca para decir algo, pero su teléfono suena, cortando todo lo que iba a decirme. 

Por desgracia, creo que tiene algo que ver con que yo soy buena. 

¡Maldición! 
Inmediatamente, lo saca de su bolsillo trasero y lo lleva a su oreja.

―¿Hola? Sí, soy yo. ―Suspira y veo que su mandíbula se aprieta―Está bien. Estaré allí. ―Sus ojos marrones me rastrillan―. Me tengo que ir.―Exhala antes de salir y cerrar la puerta tras de sí.

Qué. Demonios. 
Con un gruñido, me quito mis zapatos y caigo de nuevo en el sofá.

¿Acababa realmente de ser rechazada a tener sexo? Bien, no soy una puta,pero estoy segura como la mierda que no soy una niña tampoco. Tal vez debería haber permanecido en el club con el tipo toquetón. 

No era tan malo y de ninguna manera me hubiera dejado aquí sexualmente frustrada.

Me arrastro desde el sofá al cuarto de baño. Una ducha sería tan fantástica en estos momentos. El agua caliente brota sobre mí y me quedo ahí parada, dejando que me acaricie. 

Mis ojos arden cuando mi maquillaje se corre dentro de ellos. Odio olvidar utilizar un quita maquillaje antes de una ducha, las cosas de Vanesa queman como el ácido. Mi piel aún se estremece y vibra por el toque de Pedro y quiero que vuelva. Quiero que termine lo que empezó. 

Bajo el agua caliente, me vuelvo aún más nerviosa y pensar en lo que pasó en mi sala minutos atrás me está volviendo loca. 

Nunca he querido sexo tanto en mi vida y sólo sé que Pedro es bueno en eso. La forma en que me hace sentir sólo con sus manos es suficiente para que estalle. 
Salgo de la ducha, abatida y muy enroscada con mi toalla rosada envuelta firmemente alrededor de mi cuerpo. 

Mi habitación está oscura y no me molesto en encender la luz. Caigo en mi cama, con mi cabello todavía húmedo de la ducha y cierro los ojos. 

Quiero dormir y olvidar que esta noche alguna vez pasó. Ahora que he reunido mis pensamientos, me siento
avergonzada. Debería haber actuado con un poco más de clase o al menos mostrado cierta moderación teniendo en cuenta que apenas conozco al tipo.

Pero no puedo a su alrededor. Es demasiado magnético, demasiado sexy y seguro, y me gusta. 

Detrás de mis párpados sus labios llenos me sonríen
mientras sus ojos color chocolate me observan. Una eternidad después, todavía estoy despierta y pensando en él. 
―Maldito Pedro―me quejo, apretando play en las opciones del iPod en mi mesita de noche. 
Me imagino que la música me ayudará a ahogar su imagen. La primera canción que se reproduce es Me & U por Cassie y rápidamente golpeo el botón de “siguiente”. Lo último que necesito es una canción cargada de sexualidad para mantenerme despierta. Afortunadamente, Wonderwall de Oasis suena inmediatamente después y soy capaz de quedarme dormida con la voz bella y única de Liam Gallagher.

CAPITULO 17



El resto del viaje es tranquilo y lo miro de reojo de vez en cuando. Sus ojos están siempre pegados a la carretera y una de sus manos agarra el volante con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos. 

El viaje no es largo y estoy tan dolorosamente consciente de su presencia que apenas noto las calles y casas pasando. Afortunadamente, el auto finalmente se detiene rápidamente fuera de mi casa. 

―Gracias ―digo sin mirarle. 

Abro la puerta y me deslizo fuera del auto. Detrás de mí, escucho su puerta cerrarse también y mi estómago se aprieta. ¿Qué demonios se supone que debo hacer ahora? Me sigue cerca detrás de mí, mientras subo las escaleras y abro mi puerta. 

Retraso unos pocos segundos volverme, pero cuando lo hago estoy cara a cara con Pedro. 

Mi sensor de luz tardío se enciende e ilumina sus rasgos: el cabello negro, los ojos oscuros con pequeños ríos dorados y, finalmente, un conjunto de labios deliciosos; y todos están a unos centímetros de mí. 

Mi cuerpo lo sabe también. Todo dentro de mí está firme y en estado de alerta a la espera de que les dé la señal para dejarse ir. 

Doy un paso un poco más cerca de él, animándolo.
Él me está mirando, sus ojos bailan mientras su boca se mantiene curvada en una sonrisa torcida. Tengo una urgencia repentina y salvaje de estirarme y presionar mis dedos contra esos labios perfectos.

―Quise decir lo que dije antes ―dice. Su voz es baja y llama mi atención de sus labios a los ojos―. Eres demasiado buena para gente como él… y yo.

Frunzo el ceño, desafiante. 

―¿Quién dice que soy buena?

Pedro se inclina hacia mí y mi aliento queda atrapado en mi garganta.

Está tan cerca que su olor me atraviesa y el deseo se hincha entre mis muslos. La colonia que está usando me da ganas de cerrar los ojos e inhalar tan profundamente como pueda, pero no lo hago porque sería escalofriante.

No puedo ser normal, aburrida y escalofriante. Sus ojos están enfocados en mí mientras su mano se desliza firmemente alrededor de mi cintura. Mi pulso se acelera y mi piel cosquillea por todas partes. Quiero lamer su pecho y besar sus labios. Quiero sentir sus manos ásperas en todo mi cuerpo. 

Oh,Dios. Lo quiero. Está tan mal, es tan impropio de mí,pero no puedo detener el deseo puro y animal en la boca de mi estómago.

―Sé que eres buena, porque te sonrojas cada vez que me acerco a ti.―Se inclina y puedo sentir su aliento caliente en mi cara, haciendo que mi pulso se escabulla incontrolablemente―. Tu respiración se acelera o desaparece por completo. Y… ―Desliza una mano firme entre mis piernas. 

Jadeo e instintivamente las aprieto, atrapándolo. Sus ojos siguen bailando con diversión diabólica, mientras se burlan de mí―. Digamos, que puedo decirlo por la forma en que reaccionas a mí. 
Me encuentro incapaz de hablar mientras me quedo congelada,completamente fascinada por la mano gruesa y áspera atrapada entre mis muslos. Mi respiración es profunda y rápida. Puedo sentir el calor de mi rubor comenzando a extenderse por mi cuello y mi pecho, y se siente como si mi piel se estuviera quemando. Su mano se siente muy bien donde está y no quiero dejarla ir. 
―¿Y si no fuera buena? ―contesté, un poco sin aliento―. ¿Qué pasaría esta noche?

―Nada. Si no fueras buena, te hubiera tomado en las duchas hace dos días.

¿En las duchas? ¿Vino por el pasillo específicamente para encontrarme?¿Sinceramente había esperado que abriera mis piernas para él en la ducha del gimnasio de mi padre? 

Sus niveles de confianza son irritantemente altos.

De mala gana, abro mis piernas y él saca su mano, pero no antes de deslizar su dedo justo en el centro de mi calor. Un medio gemido, medio jadeo cae involuntariamente de mis labios, pero estoy demasiado excitada para avergonzarme.

Parpadea durante un segundo demasiado largo y su
mandíbula se aprieta notablemente. Puedo ver que está tratando de decidir qué hacer en este momento y rezo porque no me trate como si fuera buena. 
Su mano agarra la parte delantera de mi vestido y me tira contra él. No tengo tiempo para reaccionar adecuadamente antes de que agarre mis caderas y presione los labios, que he querido tan desesperadamente besar,contra los míos. 

Algo encaja dentro de mí, y con un aumento de caliente
excitación, paso mis dedos a través de su cabello y le devuelvo el beso con desenfreno. Su lengua se desliza por mi labio inferior, persuadiéndome de abrir mi boca. Lo hago y no pierde tiempo en lanzar su lengua dentro. 

No voy a parar aquí, de ninguna manera, en mi pequeño mundo, estoy más allá del punto de redención. Lo quiero y lo quiero ahora.

 Tiene un sabor delicioso y es sorprendente teniendo en cuenta que estaba bebiendo cerveza no hace mucho tiempo. Pedro aplasta su cuerpo contra el mío y sus manos se deslizan hacia arriba por mis delicadas curvas y hacia mi cabello,apretándome más duro contra él. 

Mi corazón se acelera y el deseo entre mis piernas se vuelve más fuerte. Pedro está en el fondo de mi mente todo el
tiempo. Me siento culpable, pero estoy demasiado excitada para parar.

Tengo que recordarme una y otra vez que no soy de Ramiro. Él no es mi novio. Soy mi propia persona. 
Soy libre

CAPITULO 16


Pedro me mira, con la ceja levantada. Gracias a Dios que el callejón no está iluminado de lo contrario todo el mundo vería más mi rostro, sin duda, de color escarlata. 

Asiento rápidamente, suplicante. La última cosa que quiero es parecer estúpida frente a Ramiro. Ya me he visto bastante estúpida por su culpa. 

―Sí. ―La gran mano callosa de Pedro se envuelve alrededor de mi muñeca y me tira un poco por detrás de él. Suspiro ante el contacto de nuestra carne. 

Ramiro cruza los brazos sobre el pecho sin lucir en lo más mínimo impresionado.

―¿Dónde te encontrabas tú cuando estaba prácticamente follando a un tipo en la pista de baile? 
Pedro se encoge de hombros.

―Dando una vuelta. ―Casi puedo oír la sonrisa en sus labios―. Me gusta mirar.

Los ojos azul hielo de la mirada furiosa de Ramiro van de Pedro y luego a mí.

―Tú sí que sabes cómo elegirlos, Paula. 
Me las arreglo para sonreír, cada vez más cerca de Pedro, tan cerca que mis pechos se frotan contra su brazo.
―Tú eres la prueba de eso ―contesté, recordando respirar.
Da un paso más y me pongo rígida.Pedro aplastaría absolutamente a Ramiro y aunque él es un idiota, no quiero que lo lastime. 

Una sonrisa confiada se extiende sobre los labios de Pedro, desafiando a Ramiro intentar algo.Ramiro tiene su inteligencia con él esta noche porque no hace nada para provocar a Pedro. En cambio, gruñe:  
―No te pongas demasiado cómodo porque seguimos juntos. Sólo estamos teniendo un desacuerdo.
―No ―exclama Vanesa―. Han terminado.
Ramiro se aleja enojado y lo observamos hasta que desaparece del callejón. Pedro suelta mi muñeca y me dirijo a Vanesa. Ella envuelve sus brazos alrededor de mis hombros de nuevo, tirando de mí en ella. Me sostiene por un rato.

―No te preocupes por él.
Me aparto de ella y limpio mis ojos. 
―¿Quieres ir a casa? ―me pregunta.

―Sí. ―Mi noche está arruinada. No hay vuelta atrás de esto y más alcohol sólo lo hará peor. 
―Yo puedo llevarla ―ofrece Pedro. 
Abro la boca para protestar, pero Vanesa me interrumpe.  
―¿Cuánto has bebido?

―Una cerveza. Estoy bien para conducir.

Doy un paso lejos de Vanesa e intento volverme hacia Pedro, intento es la palabra clave. Mi zapato se atora en algo y me caigo. Cierro los ojos con fuerza y me preparo para el impacto que nunca llega. Cuando me doy cuenta que no he golpeado el suelo noto la mano de Pedro envuelta alrededor de mi cintura y la otra que tiene un firme control sobre mi brazo. Está tan cerca de mí que su delicioso aroma hace que mi cabeza esté aún más atontada.

Vanesa está desplomada y riendo porque casi me caigo. Típico.
―… gracias ―murmuro mientras me ayuda a volver a estar de pie.

Miro cualquier parte menos su rostro, que estoy segura que está sobre mí con diversión. 
―Puedes llevarla. Si ella va conmigo probablemente nos romperemos el cuello antes de que lleguemos a casa. ―Selena tiene una sonrisa en su rostro y yo amplío mis ojos hacia ella, tratando de insinuar que no quiero estar a solas con Pedro. Apenas puedo mantener mi mierda junta en público. 
Si estamos en un auto solos, Dios sabe lo que haré.
Vanesa pone los ojos en blanco hacia mí y me besa en la mejilla.

―Gracias por venir conmigo esta noche. Te llamaré mañana.

―Vanesa, pero… yo… nosotras… ¡maldición! ―Ella se desliza a través de la puerta del club y me tengo que quedar afuera con Pedro.

Después de unos segundos, gano el coraje para mirarlo. Él mete las manos en los bolsillos de sus jeans mientras sus ojos oscuros siguen cada uno de mis movimientos como si me fuera a caer de nuevo. 
―Bueno ―comienza―. Tu ex-novio es un idiota.
―Eso es decirlo agradable. ―Me quejo, pasando mis manos sobre mi cara―. ¿Podemos irnos? Realmente no estoy de humor para pasar el rato por aquí.

Él saca un juego de llaves de su bolsillo trasero y hace gestos para que lo siga. En comparación con el aire en el club, el exterior es fresco y sopla refrescante a través de mi piel. 

Mis pies duelen en mis zapatos mientras camino detrás de Pedro por la calle y hacia su auto. ¿Quién conduce a un club de todos modos? Cuando Pedro desbloquea y se acerca a una gran tracción blanca de cuatro ruedas, tengo que decir que estoy sorprendida. 

Me imaginaba a Pedro conduciendo una motocicleta o un auto deportivo, o algo completamente peligroso innecesario. 

En su lugar, conduce una hermosa Range Rover. Es grande, fuerte y totalmente no lo que yo esperaba. Él abre la puerta para mí. 
―Gracias. 
Sus labios se contraen bruscamente hacia arriba, moldeado su boca en una impresionante sonrisa, un poco torcida, y siento que mi pecho se contrae mientras intento, sin éxito, apartar los ojos de sus labios carnosos.

―No me des las gracias ―dice cuando estoy cómoda en mi asiento―Es lo que hacen los novios. ―Su sonrisa se ensancha en una arrogante en toda regla, y cierra la puerta. 

Mis manos vuelan automáticamente a mi cara para cubrir mi vergüenza. Nunca debí haber intentado provocar a Ramiro.
Ahora me veo como el bicho raro que va por ahí diciéndole a la gente que Pedro es mi novio cuando en realidad sólo hemos hablado un puñado de veces. Abre la puerta del conductor y se sube. Aparto las manos de mi cara,pero no me atrevo a mirarlo mientras acelera lejos del club. 
―Lo siento mucho… ―Pido disculpas después de un tiempo. La honestidad es la mejor política, ¿no?―. Él me preguntó si nos estábamos viendo y para molestarlo no lo negué. 
Él se ríe.

―No es gran cosa. Me alegro de haber estado allí para ayudarte a salir de esta tormenta de mierda.

―Sí, yo también.

―Sin embargo no lo culpo por estar enojado. ―Se pasa la mano por el cabello rápidamente, mirándome antes de volver su atención a la carretera―. Te hubiera sacado de ese hombre yo mismo, si tu ex no hubiera aparecido.
Me mofo.
 
―Lo habrías hecho, ¿verdad?

―Maldición, por supuesto que lo habría hecho. Ese tipo era un idiota de mierda. Eres demasiado… no sé… buena para dejar que un tipo como él ponga sus manos sobre ti.
Estoy molesta por sus palabras. Odio cuando la gente actúa como si me conociera… pero, al mismo tiempo, estoy asombrada y no puedo evitar que una estúpida calidez se propague a través de mi estómago. 
―¿Buena? 
Él asiente. 
―Sí, quiero decir, ese vestido está un poco en el lado malo, pero puedo decir que eres una chica buena en el fondo.
¿Él puede decir? Hasta ahora todo lo que he hecho en su presencia es mirarlo fijamente, tocarlo y dejar que un tipo baile conmigo en un club. Eso no grita exactamente “chica buena”. Cruzo los brazos y decido no continuar con la conversación porque uno, probablemente diré algo estúpido. Dos, me siento como para vomitar y tres, porque cualquier hombre que te dé ganas de quitarte la ropa y permitir que él haga algo para ti dentro de los primeros minutos de conocerlo es definitivamente el tipo de hombre que deseas evitar.

Las “MALAS NOTICIAS” no vienen más claras que eso. 

Pedro es sexy como el pecado y hace el término “Satanás con un sombrero de domingo” más literal.