La mano de Pedro deja mi cabello y se envuelve alrededor de mis muslos mientras me levanta como si no pesara nada.
Rodeo su cintura con las piernas y me vuelvo un millón de veces más excitada ante la idea de que sus músculos están siendo apretados entre mis muslos.
Él habla contra mis labios.
―No vamos a hacer esto. Chicas íntegras como tú no tienen nada que hacer con chicos como yo.
―Shh. ―Aplasto los labios con fuerza contra los suyos, sin dudar un momento mientras chupo su labio inferior dentro de mi boca antes de sumergir mi lengua entre sus labios. No quiero ser buena en estos momentos. Quiero ser mala. Él abre la puerta y me alegro de haber dejado las luces encendidas antes de salir para el club, de lo contrario me perdería todo el espectáculo.
Un pequeño gemido se libera de su garganta enviando ondas de choque de placer a través de mi estómago.
Me baja en el sofá y su cuerpo viene conmigo, sujetándome con fuerza contra los cojines. Puedo sentir cada centímetro de él y la dura tela de sus jeans me causa piel de gallina a través de cada centímetro de piel expuesta de mis muslos.
Su obvia excitación presiona firmemente contra mi centro mientras su boca consume con avidez la mía. Gimo contra sus labios mientras sus manos ásperas llegan debajo del dobladillo de mi vestido y agarran mi cadera desnuda. Su mano permanece allí durante unos segundos antes de pasar un dedo por mi estómago y luego bajar a lo largo del borde de mi ropa interior.
Me estremezco, meciendo las caderas contra él. Quiero que me toque ahí y quiero que me chupe allí. Quiero que haga cualquier cosa y todo.
Sus ojos parpadean en los míos y fuegos artificiales estallan dentro de mí.
―Tranquila. ―Respira, su voz gotea como chocolate derretido―. Sólo quiero tocar.
Sonríe victorioso cuando asiento y recorre con su dedo el interior de mi muslo y se desliza debajo de la tela. Extrañas ondas se disparan a través de mi cuerpo mientras acaricia mi centro suave.
Gime bajo en su garganta, y el sonido me impulsa hacia adelante mientras empujo mis caderas con más fuerza contra él.
Pedro niega, dejándola caer en mi pecho. Me pellizca el cuello y desliza su dedo entre mis pliegues.
Me agarro a sus hombros y hundo mis dientes en mi labio inferior para bloquear un gemido. Su respiración es dura y trabajosa cuando levanta los ojos hacia mi cara.
―Quiero hacerte tantas cosas, en este momento, pero no puedo. ―Saca las manos de entre mis piernas y exhala―. No puedo.
Atrapa mi labio inferior con sus dientes y gimo en protesta cuando se levanta.
Esto no está pasando.
Estoy demasiado excitada, demasiado ida para parar ahora.
Además, soy la que acaba de romper con su novio de largo plazo, ¿no debería ser yo quien enloqueciera y pusiera fin a tener sexo con un extraño? Soy la que se supone que consiga el repentino ataque de moralidad, no él. Me siento y lo veo caminar a la puerta.
―Pedro, ¿a dónde vas? ―No puedo evitar el tono molesto y decepcionado de mi voz.
Él abre la puerta e inclina la cabeza contra la madera. Abre la boca para decir algo, pero su teléfono suena, cortando todo lo que iba a decirme.
Por desgracia, creo que tiene algo que ver con que yo soy buena.
¡Maldición!
Inmediatamente, lo saca de su bolsillo trasero y lo lleva a su oreja.
―¿Hola? Sí, soy yo. ―Suspira y veo que su mandíbula se aprieta―Está bien. Estaré allí. ―Sus ojos marrones me rastrillan―. Me tengo que ir.―Exhala antes de salir y cerrar la puerta tras de sí.
Qué. Demonios.
Con un gruñido, me quito mis zapatos y caigo de nuevo en el sofá.
¿Acababa realmente de ser rechazada a tener sexo? Bien, no soy una puta,pero estoy segura como la mierda que no soy una niña tampoco. Tal vez debería haber permanecido en el club con el tipo toquetón.
No era tan malo y de ninguna manera me hubiera dejado aquí sexualmente frustrada.
Me arrastro desde el sofá al cuarto de baño. Una ducha sería tan fantástica en estos momentos. El agua caliente brota sobre mí y me quedo ahí parada, dejando que me acaricie.
Mis ojos arden cuando mi maquillaje se corre dentro de ellos. Odio olvidar utilizar un quita maquillaje antes de una ducha, las cosas de Vanesa queman como el ácido. Mi piel aún se estremece y vibra por el toque de Pedro y quiero que vuelva. Quiero que termine lo que empezó.
Bajo el agua caliente, me vuelvo aún más nerviosa y pensar en lo que pasó en mi sala minutos atrás me está volviendo loca.
Nunca he querido sexo tanto en mi vida y sólo sé que Pedro es bueno en eso. La forma en que me hace sentir sólo con sus manos es suficiente para que estalle.
Salgo de la ducha, abatida y muy enroscada con mi toalla rosada envuelta firmemente alrededor de mi cuerpo.
Mi habitación está oscura y no me molesto en encender la luz. Caigo en mi cama, con mi cabello todavía húmedo de la ducha y cierro los ojos.
Quiero dormir y olvidar que esta noche alguna vez pasó. Ahora que he reunido mis pensamientos, me siento
avergonzada. Debería haber actuado con un poco más de clase o al menos mostrado cierta moderación teniendo en cuenta que apenas conozco al tipo.
Pero no puedo a su alrededor. Es demasiado magnético, demasiado sexy y seguro, y me gusta.
Detrás de mis párpados sus labios llenos me sonríen
mientras sus ojos color chocolate me observan. Una eternidad después, todavía estoy despierta y pensando en él.
―Maldito Pedro―me quejo, apretando play en las opciones del iPod en mi mesita de noche.
Me imagino que la música me ayudará a ahogar su imagen. La primera canción que se reproduce es Me & U por Cassie y rápidamente golpeo el botón de “siguiente”. Lo último que necesito es una canción cargada de sexualidad para mantenerme despierta. Afortunadamente, Wonderwall de Oasis suena inmediatamente después y soy capaz de quedarme dormida con la voz bella y única de Liam Gallagher.