sábado, 7 de junio de 2014

CAPITULO 216




Pedro 

 
La sala está inmaculada y a mi lado escucho a Paula contener la respiración.


Tomo nota de todas las cosas en las que sus ojos permanecen más de cinco segundos, los candelabros de cristal con forma de gota de agua, los grandes ventanales y los bordes dorados de una pintura de algún paisaje. Todas esas cosas las iba a encontrar y a ponerlas en nuestra casa. 


Quiero ver su sonrisa y oírla contener la respiración cada vez que entre a nuestra casa. Rápidamente noto que tampoco soy el único mirando a Paula. Hay un montón de mujeres aquí vestidas más provocativas y radicales que Paula; y sin embargo, todas las miradas indiscretas de los hombres están sobre ella. Cada ojo en esta habitación está sobre ella, devorando cada depresión y curva de su cuerpo, pero ella no les presta atención. Me mira y siento la tensión abandonando mis hombros una vez que nuestros ojos se encuentran. Bajo mi codo y agarro su cintura, guiándola con mi mano fuera del centro del salón antes de arremeter contra alguien que no debería.  


Vanesa y Luciano inmediatamente desaparecen y Damian va a hacer sus rondas, presentándose a todas las personas “correctas”, personas que podrían ayudar a mi carrera profesional con sus conocimientos, habilidades, e interminable cantidad de dinero. No necesito nada de eso, pero Damian piensa que siempre es bueno tener contactos. 
"Nunca sabes cuando las cosas se pondrán feas y si lo hacen, es bueno para ti tener personas poderosas detrás de ti". Damian siempre dice eso y quizás tenga razón.  


Una mujer, sosteniendo una gran bandeja con copas de vino, se detuvo en frente de nosotros, Paula y yo nos alejamos, sintiendo los efectos de la noche pasada, técnicamente, de esta mañana. Hay una razón por la que evito el alcohol...la resaca. El peso de mi cerebro contra el frente de mi cráneo duele.


Mis ojos se mueven hacia un traje gris claro, empujando en el mar de trajes negros y vestidos coloridos. Reconozco al hombre alto y gordito al instante.


Matthew Somer, el CEO de la MMAC. Lo está haciendo muy bien para alguien tan joven, cuarenta y tres quizás. Se pasa rápidamente los dedos por su cabello negro/gris y se acerca a nosotros. Paula se desliza un poco de mi agarre, pero aprieto mi mano y la sostengo contra mí. No la quiero caminando al rededor sin mí.


 —¡Paula! —saluda Matt, aplaudiendo dos veces antes de extender su mano hacia mí—. Es bueno verte, hombre.  


—A ti también —le digo. Solo me encontré con Matt una vez y fue cuando estábamos firmando mi contrato de seis cifras de la MMAC. Sus ojos pasan sobre mí hacia Paula. 


—Soy Matt —dice, con una sonrisa amplia y lobuna,haciendo su piel arrugarse alrededor de sus ojos.


Paula sonríe de regreso, tan amigable y hermosa como 
siempre.  

Paula —le dice mientras extiende su mano hacia ella.


Paula, es agradable conocerte. —Se aclara su garganta y sacude sus manos brevemente—. ¿Te importaría si Pedro y yo tenemos una rápida discusión privada?


Bajo mi mano, siento su cuerpo ceder con alivio, pero nunca lo muestra en su cara.


—No hay problema. —Se gira hacia mí—. Encuéntrame luego. 

Asiento y toma toda mi fuerza sacar mis dedos de su cómoda posición en su cadera. Matt observa a Paula alejarse, disfrutando sin reparos el modo en que mueve sus caderas al irse.

 
Sacude su cabeza y se gira de nuevo a mí. 


Afortunadamente para él, otra bandeja con copas de vino pasa y agarro una para mantener mis manos ocupadas
y evitando que arremetan contra él. 

—Las mujeres de este deporte te vuelven loco. Jodidas nueve y diez, lo juro.


Como si supiera algo de nueve y diez. Para él, nueve y diez eran las chicas que todos habían tenido, las chicas que todos querían. Esas no eran nueve y diez, un diez es una chica que se respeta, que no arruina su cuerpo con vanidades y una interminable cantidad de penes.


—Ella era mi mujer antes de que me hiciera profesional —le digo, evitando el contacto visual. Llevo el vaso a mis labios y le doy un trago. No puedo creer que este bebiendo jodido vino para evitar golpear a mi jefe. Odio el vino. Odio el vino, y todavía dejo en líquido afrutado permanecer por unos segundos en mi lengua antes de tragarlo


—¿Querías una discusión privada? —lo apuro, deseoso de deshacerme de él,deshacerme del vino y encontrar a Paula

Me sonríe y su mirada llamea hacia mi

—Vaya, tú realmente eres el no-tan-sutil idiota arrogante del que todos me han estado advirtiendo.


Me encojo de hombros. Por lo menos va directo al punto. 
Puedo admirar eso.  


—Lo soy.


—Autoproclamado, ya veo.  


Le sonrió.  

—Si el zapato te queda, ¿por qué no usarlo?


—Me gustas —dice Matt, ajustándose los puños de su traje—. Y es porque me gustas que estoy eligiendo no sacar el tema de que destrozaste tu habitación del hotel anoche. —Cruza sus brazos—. Eres un luchador, estás lleno de testosterona, energía e ira, lo entiendo.Cambia su peso, inclinándose más cerca de mí.   

—Pero si reflejas algo negativo de este deporte o mi compañía, te acabare tan rápido como te hice ¿Entiendes?

Acerco la copa de vino a mis labios para ocultar una sonrisa. Ya había molestado al jefe y todavía ni siquiera había empezado a trabajar. Sorbo el líquido asqueroso y lo trago. En todo el tiempo la mirada de Matt nunca deja la mía.


—Entiendo. 

 
—Bien. —Se da vuelta y luego regresa—. Oh, a propósito, si quiero que pelees con Dom, pelearas con Dom. Soy el que hace las reglas de este juego. Las creé y puedo cambiarlas. —Se frota los dedos juntos, haciendo el gesto de todo el dinero que podría hacer con nosotros—. Piensa dos veces antes de ir contra la MMAC. Dom puede fácilmente terminar en la cima, tu no.

CAPITULO 215



Me lleva fuera de la habitación, bajó las escaleras, y otra vez a la puerta principal. Él no pierde el tiempo abriendo la puerta y exponiendo a nuestros amigos glamorosos. Vanesa le echa un vistazo a mi vestido y se lanza hacia delante, tirando de mí en sus brazos.


—¡Oh Dios mío, Pau! —chilla—. Te ves increíble. 

 
El vestido de seda negro de Vanesa tiene Las Vegas escrito por todas partes.


Ella me suelta y se ajusta a uno de sus pequeños pendientes de perlas. Su cabello dorado está atado en un elegante moño en la parte superior de su cabeza con mechones estratégicos que se derraman. Admiro su vestido, que es un cuello top con un escote. Se adhiere a su cintura y se va fuera de la falda. Desde la mitad del muslo hasta el piso, hay una enorme hendidura, dejando al descubierto la mayor parte de su bronceada, delgada pierna.


 —Wow, mírate, la Sra. Angelina Jolie —digo, dando un paso atrás.



Creo que Vanesa incluso parecería increíble en una bolsa de plástico con dibujos de tartán. Se ve elegante, pero al mismo tiempo casual, y me pregunto si ella pasó la mitad de tiempo que yo use preparándome. ¿A quién estoy engañando? Probablemente ella pasó todo el día preparándose para la cena. 

—Así que, ¿esa chica era la hermana de Pedro? —me susurra Vanesa cuando Damian y Luciano tiran de Pedro a un lado y lo regañan en silencio por la noche anterior.  


Asiento con la cabeza y jugueteo con la fina pulsera de plata en la muñeca.  


—Sí, Maca. ¿Te lo dijo Luciano?  

—Síp. Apuesto a que nunca lo vio venir.


Me río una vez. 

 
—¿Has visto su reacción? Por supuesto que no lo vio venir.  

Ella se inclina unos centímetros más cerca de mí. 

 
—Damian tenía un limpiador viniendo hoy y limpio todos los vidrios. —Miro por encima de mi hombro. Toda la destrucción se ha ido. No hay rastro de lo que pasó anoche, cuando Pedro y yo llegamos a casa—. ¿Estás bien? 

  
—Estoy bien. ¿Cómo sabe Damian que él rompió las cosas?  
Se encoge de hombros. 

 
—Él sabe cómo es Pedro.  

Jesús. ¿Con qué frecuencia tiende a romper cosas? 

 
—Hay una cuenta grande que Pedro tiene que pagar cuando nos vayamos de aquí, sin embargo. El hotel no está impresionado e incluso se contactaron con la MMAC. Damian se disculpó en nombre de Pedro desde anoche. 

Niego con la cabeza. Supongo que eso es lo que Damian y Luciano están hablando con Pedro. Lo miro, tiene el más leve indicio de una sonrisa en los labios y Damian lo observa con exasperación. No hay manera a través de Pedro. Me encuentro a mí misma sonriéndole. Él hace lo que quiere y no se explica ante nadie, excepto a mí. Soy su excepción y supongo que en el fondo, me encanta discutir con él. Me
gusta irritarlo y verlo convertirse en agresivo y exigente. Por supuesto, no es elhobby del que estoy más orgullosa, pero sin duda es uno que me entusiasma sobre todos los demás. 


Con un gesto rápido de la cabeza, Pedro pasa a Damian y  
Luciano, centrando su mirada en mí. 

Debo estar todavía sonriéndole porque inclina su cabeza muy ligeramente,sus ojos queman un exceso de confianza. 


Siento una piscina de calor en mis mejillas e inundaciones en la parte posterior de mi garganta antes de establecerse
en lugares al azar, enviando olas de sofocos a través de mí. 


No me gusta que me atrape mirándolo. Él nunca me deja superar la vergüenza. Afortunadamente, no dice una palabra delante de los demás. No podría soportarlo si empezaban a señalarlo, también.


Sé que miro a Pedro mucho, pero ¡dame un descanso! Él es un poco difícil de ignorar y yo soy solo humana. No puedo ser considerada responsable de las decisiones que mis hormonas hacen mientras ellos tienen mi cerebro a punta de pistola. 

 
Vanesa, Damian y Luciano están de pie en la habitación y una vez más, Pedro extiende el codo para mí.  


—¿Estás lista, nena? —me pregunta con voz ronca.  


No tomo el codo de inmediato y no contesto porque esto no es sobre mí. Esto se trata de él. Solo estoy aquí para el apoyo moral.

  
—¿Estás tú listo? Porque esto es todo, todo por lo que has trabajado tan duro, ha llevado a este momento.


Sus ojos nunca dejan los míos mientras reflexiona sobre mis palabras.  

—Esta noche cambiará nuestras vidas. Necesito saber si estás lista para eso.Si no lo estás, cierro la puerta ahora mismo y podemos volver a la cama. Pero si estás lista... —Él mira hacia abajo al codo extendido—. Iremos.


Deslizo mis dedos alrededor de su gran brazo, sintiendo todo antes de conectar el codo en torno al suyo.  

—Estoy lista. —Exhalo con una respiración constante. 

 
Él sonríe ampliamente.  

—Yo también

CAPITULO 214




Paula
 
La puerta del baño cruje mientras Pedro apoya su peso contra ella.


—Vamos a llegar tarde. —Suspira, tamborileando sus dedos contra la madera en un ritmo rápidamente lindo.


Ruedo los ojos y ajusto las correas de color púrpura con cuentas. ¿Cómo es que ya está vestido? Apenas he estado aquí cinco minutos. Y la cena es en la planta baja, en la sala de actos de la arena. Saco mi teléfono del mostrador y compruebo el tiempo. ¡Oh! Resulta que he estado aquí más de cuarenta minutos.  


No es mi culpa que me esté moviendo en cámara lenta. 


Pedro y yo fuimos a la cama en algún momento de esta mañana y solo se despertó hace dos horas. Yo no tomo café tampoco, por lo que ser un ser humano normal en la cena de esta noche es cada vez menos realista a cada minuto. Dormimos durante mucho tiempo en la tarde y cuando revisamos nuestros teléfonos, estaban llenos de mensajes y llamadas perdidas desde el resto de la tripulación. Pedro tenía un montón de llamadas de cosas que hacer una vez que se despertó y yo respondí a una infinidad de mensajes de texto exigentes de Vanesa. Ahora, nos estamos preparando para la cena. Nervios mastican su camino a través del revestimiento de mi estómago ante la idea de estar allí del brazo de Pedro. Es por eso que necesitaba el vestido perfecto, así no me veo tan fuera de lugar junto a su más allá hermoso rostro.  


Aliso mis manos sobre la tela de satén contra mis muslos. El vestido es perfecto, por decir lo menos, y mi cabello largo color chocolate lo he acurrucado en ondas sutiles y añadí un toque extra de elegancia. Me recuerda a una barra de chocolate Cadbury. Giro una vez, con cuidado de no pisar mi tobillo en estos ridículamente altos tacones y cuando estoy segura de que he terminado, puedo desbloquear la puerta del baño, encontrándome con Pedro, vestido con su traje negro. La tela es nítida y lineal, siguiendo el mismo tono de su cabello negro como el azabache. Se da la vuelta y visiblemente veo el aire cuando es expulsado de sus pulmones. Sus cejas se levantan y sus labios se separan, la reacción exacta que esperaba. Olvidándome de mí, asimilo toda su forma. La camisa blanca debajo de su chaqueta negro se aferra a su pecho y simplemente sé que hay un cuerpo asesino escondido debajo de ella. Corro con nerviosismo las puntas de mis dedos a lo largo de mi cuello. 


Me siento como si estuviera usando un collar y de repente me asfixia. Él me mira... no hay palabras. En el traje, se ve travieso. Al igual que está listo para ser indecente, cosas malas en un abrir y cerrar de ojos, y se esconden detrás de su traje elegante.


—Ahora me siento mal —dice, finalmente hablando y rastrillando los dedos por su cabello.


Instintivamente, paso hacia adelante, presionando mis manos contra su pecho y debajo de su lazo negro.  


—¿Por qué?  

Él llega a mi pecho y mantiene un solo grueso dedo por debajo de la correa de cuentas. Evita mis ojos, y milagrosamente, sale como indiferente. 

 
—Debido a que gastaste dinero en un vestido que solo voy a destruir. —Sus ojos de golpe van desde mi pecho a mis ojos para medir mi reacción—. Pero te prometo que voy a hacer que valga la pena cada dólar que gastaste.


Ya le había dado un beso de despedida al vestido. Sus manos ásperas, su lengua húmeda y su duro cuerpo se sienten mejor en mi piel de lo que cualquier tela jamás podría, incluso una tan cara como esta.


Llaman a la puerta y mi aliento se atrapa en la garganta. 

Nuestros amigos tienen una sincronización impecable. 


Supongo que aparezcan es una buena cosa.


Cinco segundos más y me habría roto el vestido yo misma.  

 —¿Lista? —Sonríe, extendiendo su codo para mí.


 —Hagámoslo.