Boston es enorme comparado con Portland. Los edificios son más altos y más nuevos. Prácticamente aplasto mi rostro contra el frío cristal mientras trato de conseguir una mirada más cercana. Nunca he estado fuera de Portland.
¿Por qué no he viajado? Ver nuevos lugares es increíble y es genial. Aunque la gente está recorriendo afanosamente las aceras para llegar a sus citas y reuniones importantes, siento que este lugar está intacto, como si acabara de descubrirlo. Pedro se detiene frente a un hotel muy lujoso y un hombre con un adorable sombrero negro me abre la puerta.
―Buenas tardes, señora ―me saluda, extendiendo una mano con guante blanco.
Echo un vistazo torpemente hacia Pedro, quien me está mirando con una expresión satisfecha. Tomo la mano del hombre y me ayuda a salir del coche. Pedro me separa del hombre y le habla de los bolsos.
Afortunadamente, el hombre asiente y recupera el equipaje del coche.
Entramos al edificio a través de una puerta giratoria dorada y Pedro mantiene sus dedos trabados con los míos mientras nos acercamos a su equipo en el vestíbulo. Damian, Luciano y los otros tres a cuyos rostros me he acostumbrado, pero no tengo ni idea de cuáles son sus nombres, están absolutamente encantados de ver que Pedro y yo llegamos a tiempo.
―Voy a registrarme ―dice Pedro, besando la parte superior de mi cabeza.
Admiro el vestíbulo mientras Damian explica los planes para esta noche y mañana. El vestíbulo es muy amplio y bien decorado con estatuas de mármol y adornos dorados. No hay alfombras que adornen el piso y los tacones de los zapatos hacen ruido contra las baldosas a mi alrededor. Hay un olor agradable, como vainilla y romero y la música clásica sonando suavemente a través de los altavoces ocultos me hace sentir ligera y relajada.
Este hotel es sin duda el lugar más agradable en el que me he alojado. Oh, e imagina cómo el baño va a verse suponiendo que tengo uno.
―¿Dónde se están quedando Dom y Josh? ―le pregunta Luciano a Damian, sentado en la parte superior de su propia maleta y restregando sus manos sobre sus pantalones vaqueros.
―Josh y Dom están al otro lado de la ciudad en el hotel Plaza. Sus preparadores me han asegurado que no deberíamos tener ningún roce antes de la pelea. Es una gran ciudad. Las posibilidades de encontrarnos con ellos
esta noche son escasas.
―¿Esta noche? ―pregunto, viendo el sueño de un largo y caliente baño escaparse de las manos.
―Sí, todos vamos a salir esta noche ―responde Luciano―. Incluso Pedro.
Mierda. La idea de asistir a los clubes en una ciudad extraña me asusta mucho. Los clubes de Portland son malos y siempre llenos, lo que significa que los de Boston son probablemente el doble de malos y el doble de llenos.
La última vez que salí golpeé a una chica en la cara y no estoy muy dispuesta a pasar por eso otra vez. Sin mencionar que no empaqué nada para salir de noche.
―No vamos a estar fuera por mucho tiempo ―dice Pedro, llegando a pararse a mi lado. Su brazo se engancha alrededor de mi cintura,presionando mi costado contra el suyo―. No puedo beber y necesito dormir tanto como pueda para mañana.
―Bien. ―Se ríe Luciano―. Necesitamos un conductor designado y puedes irte una vez que lleguemos a Polaris.
―¿A qué hora? ―pregunta Pedro.
―Queremos estar allí a las diez u once. En realidad no importa. Los buenos programas no se inician hasta la medianoche.-
¿Las discotecas en Boston hacen presentaciones? Me relajo un poco. Tal vez vamos a un teatro o algo similar a eso. Ruego a Dios que sea el caso.