martes, 3 de junio de 2014

CAPITULO 202




Agarra los tragos y me entrega uno antes de que él vuelque el suyo por su garganta. Siguiendo su ejemplo, me tomo de un trago el mío y aprieto los dientes para soportar el sabor mientras tiro mi vaso en el sofá.Pedro me agarra la cara y
aplasta su boca contra la mía. Tequila inunda mis papilas gustativas y jadeo en su boca mientras su lengua fuerza más del sabor dentro de mi boca. Aparece una lima de la nada y mi mirada pesada cae a su boca mientras su lengua húmeda sale de entre sus labios. Lame la lima lentamente y la lleva a mi boca. Lo observo,aturdida, mientras la frota a lo largo de mi labio inferior. Separo mis labios y lo chupo en mi boca, ahora él es el que me observa con una mirada pesada llena de lujuria. Muerdo y el jugo amargo inunda mi boca, mezclándose con mi saliva.


Sigo mirándole mientras agarra el salero y abre la tapa, hundiendo su dedo mojado de lima en él. Dirige su dedo a mi boca, mientras recupera la lima con la otra mano. Frota la punta de su dedo salado a lo largo de mi labio inferior y tomo todo su dedo en mi boca, chupando la sal de él. Me aseguro de girar mi lengua para conseguir cada grano. No es una coincidencia que él haya querido que chupe la sal de su dedo. Sé que está sonsacándome para ver si sé lo que estoy haciendo cuando se trata de "otros" actos sexuales. 


No he tomado a Pedro en mi boca aún, y sé que está curioso por experimentarlo conmigo. Probablemente piensa que estoy evitándolo porque no lo he hecho antes. Lo he hecho antes y diría que soy bastante buena en ello. Cada vez que lo he hecho, he recibido la respuesta adecuada, pero no lo he hecho con Pedro porque, bueno, en comparación con Ramiro, su pene es mucho más grande. 
Como, bastante más grande. Estoy nerviosa,o al menos lo estaba hasta que me bebí una copiosa cantidad de tragos y él puso su dedo en mi boca con esa mirada sexy en sus ojos. Bajo la influencia del alcohol,no estoy nerviosa. Puedo hacerlo esta noche… lo haré esta noche.


CAPITULO 201




No quiero estar atrapada sola esperando a que hable. Sé que él odia eso, así que, en un movimiento rápido y sorprendentemente sobrio, me uno a él en el sofá.


Nos miramos el uno al otro por unos segundos, midiendo el estado de ánimo del otro. Él se mueve primero, inclinándose hacia adelante para llevar su boca hacia mi oído. Mi mirada sigue sus labios carnosos y entreabiertos hasta el lado de mi cara.  


—No tenemos que ir. Si quieres dejarlo todo, te llevaré a casa ahora mismo. 


—Su voz cerca de mi oído provoca escalofríos agradables se apresuren a través de mí.


Niego con la cabeza.   


—Pero los otros…  


—Olvídate de ellos. Irán contigo o sin ti. Dime ahora si está dispuesta a hacerlo. Si es así, me callaré la boca y seguiré asegurándome de que estás teniendo un buen momento. Si no es así, iremos a casa. 


Reflexiono por un rato. Me está dando una salida de todo este escenario,pero no sé si quiero tomarla.

  
—Pero si me voy a casa... tendré que caminar con estos zapatos de tacón y mis pies me están matando. 


Sonríe.  


—Yo te llevaré.  


—¿Me llevarás? ¿Sabes lo lejos que estamos de… espera, ¿dónde estamos?


Los rasgos de Pedro se enderezan y él mira alrededor el club en busca de una señal o algo que nos diga dónde demonios estamos. Echo un vistazo a la mesa,hay algunos portavasos, pero todos están rasgados o tan mojados que la escritura es ilegible. Creo que él tampoco sabe dónde estamos. 


—Vamos —le digo, poniéndome de pie.



Me balanceo vacilante por un momento y Pedro se estira, envolviendo un brazo alrededor de mi cintura. Él me estabiliza tirando de mí hacia abajo y sobre su regazo, a ras contra su pecho. Incluso en el club puedo oler su colonia, es jodidamente sexy, la que demonios sea. Nunca la he olido antes de ahora y es embriagadora. Me envuelve y me parece que hace que los pelos de mi cuerpo se levanten. 


Por otra parte, podría ser el alcohol o el aire acondicionado soplando directamente hacia la parte de atrás de mi cuello. 


Siendo la romántica que soy,voy a reducirlo a su olor.  

—¿Nueva colonia? —le pregunto en voz alta. 

Asiente y una sonrisa emocionada tira de sus labios.   

—La compré ayer. ¿Te gusta?

—Segu… es geni… sí —tartamudeo mi respuesta. Exhalo y asiento en su lugar... cuán carismático de mí parte. Los ojos de Pedro destellan ante mi respuesta y hago una nota mental para llenar la bañera con su perfume cuando regresemos y sumergirme en ella.


Me aclaro la garganta.  


—¿Al Pepper Albino?


Pedro se ríe a carcajadas, dejando caer la cabeza hacia mi hombro y mi cuerpo tiembla mientras se ríe sobre mí. ¿Dije algo gracioso?  


—¿Qué?

—¿La Pepper Albino? —Se ríe, apartándose de mí. 

En la tenue luz, veo el destello de felicidad en sus ojos y quiero saber que le hizo tan feliz para poder hacerlo de nuevo. Y otra vez. Y otra vez y… bueno, te haces una idea.

—¿Qué demonios, Pau? ¿De dónde sacaste ese nombre? 

—¿Qué? —Me encojo de hombros—. Eso es lo que él dijo.  

—El Spearmint Rhino, es lo que dijo.


Lo miro por un rato. ¿El Spearmint Rhino? ¿Es eso correcto? No suena correcto.


 —Oh. —Es lo único que logro decir. Ahora me siento como una idiota.


Mi pecho hipa mientras al azar dejo salir una carcajada y rápidamente levanto mi mano para cubrirme la boca.


—Por siempre llamaré a ese lugar el Pepper Albino.


Trato de darle un golpe, pero retrocede y se las arregla para evitarlo. Agarra mis manos, tirando de mí de nuevo hacia él. 
 

—Y creo que te mantendré borracha —dice, besando mi nariz.


—¿Por qué es eso?


—Porque eres graciosa y no piensas.


Arqueo mi ceja hacia él.

—Vaya. Sólo tú puedes decirle a alguien que es tonto y hacerlo sonar como un cumplido. 

Me pone sus ojos marrones en blanco. 

 
—Eso no es lo que quise decir. Cuando estás borracha, no hay ruedas dentadas en tus ojos mientras tratas de descifrar tu próximo movimiento. Haces y dices cosas justo desde la parte superior de tu cabeza y eso me encanta. Deberías hacerlo más a menudo.


Sonrío

.  
—Mira, eso no va a funcionar. No podemos tener a las dos personas en esta relación tirando las prevenciones al aire. Alguien tiene que ser el responsable.


Se muerde el labio inferior y luego rastrilla sus dientes sobre él. 

 
—Eso es cierto, pero por esta noche, ambos vamos a ser imprudentes y estúpidos.


—¿Imprudentes y estúpidos? Me gusta. ¿Deberíamos añadir "locos" y "emocionantes" a la lista ya que estamos en ello? —Sugiero, acercando poco a poco mi rostro al suyo y ubicando mi cuerpo encendido por la excitación.

Él asiente.

  
—Y dramáticos y apasionados.  

—Fácil, ahora. No hagas promesas que no puedas cumplir...  

—Nunca he roto una promesa en mi vida y no voy empezar esta noche.

CAPITULO 200



El aire está cargado como una tormenta eléctrica. Casi puedo saborearlo, así como puedo sentirlo. ¿Qué trago es este? El ocho. Tal vez el siete. Me lo tomo de un trago y aprieto los ojos cerrados contra el sabor a regaliz que quema en la parte posterior de mi garganta. Hay música a todo volumen en rápidos y resonantes ritmos. Estoy muy por encima de mi límite y mi cerebro está demasiado difuso para registrar la música, pero puedo sentirla hacer vibrar el taburete de metal en el que estoy sentada mientras zumba a través de mi cuerpo. 


No sé en qué casino estoy. Donde quiera que sea, es ruidoso, lleno de gente y bailarinas exóticas en diminutas jaulas y cajas de vidrio. Me encanta el ambiente y la forma en que el entusiasmo y la anticipación cuelgan pesadamente en el aire.


—¿Quieres otro? —Pedro grita en mi oído y le miró por encima de mi hombro.



Ha tomado tantos tragos como yo, pero parece poco afectado por el alcohol,a diferencia de mí. Mi vista se balancea y veo a dos de él antes de que se fundan de nuevo en uno. Si sólo hubiera dos de él... las cosas que haría... Me sonríe, divertido,y me doy cuenta de que no he respondido a su pregunta. Abro la boca, pero me interrumpe.


—Tal vez no. —Su mano caliente envuelve mi codo—. Vamos. 

Me aferro a él mientras me dirige hacia Damian, que está sentado en un sofá que parece de color rosa púrpura, o tal vez es rosado. Demonios, podría ser rojo por lo que sé. Mis ojos no son exactamente mi fuente más fiable en este momento y la iluminación oscura hace que sea un poco más difícil. Mi cabeza se balancea y mis ojos pesados amenazan con cerrarse por lo que me siento en un pequeño sillón compacto, mientras que Pedro se une a Damian en el sofá.

Damian desliza un vaso hacia mí.  

—Para ti.


La idea de tomar otro trago mientras que el último perdura tan recién en la parte posterior de mi garganta me da náuseas, pero no puedo parar ahora.Pedro se recuesta en el sofá, con los brazos extendidos sobre la parte posterior. 


Me mira durante unos segundos antes de asentir. Tal vez no me veo tan borracha por aquí como lo hacía en el bar. Sin dudarlo, me tomo la bebida y sorprendentemente no quema mi garganta. Regreso el vaso a la mesa y dejo que mi cabeza ruede a un lado para descansarla contra la tela de terciopelo. Me siento con sueño, mis ojos pesados por los efectos del alcohol. Dormir sería genial en este momento, pero en lo que tiene que ver con todos los demás, la experiencia en Las Vegas no ha hecho más que empezar. 


Todavía tenemos grandes vasos de los cuales beber, casinos en los cuales tirar el dinero, y taxis que tomar a un lugar cualquiera. Ellos sienten que combinar todas sus experiencias en una enorme experiencia es necesario,pero estoy lista para ir a casa, no es que alguna vez admitiría eso. Yo quería esto.


Todos están bebiendo debido a mí, incluso Pedro y Vanesa. 


Tengo que pasar por esto. Soy mujer de veintitrés años bebiendo alcohol porque se siente mal de que sus amigos lo estén haciendo, ¿cuán patética sueno? Creo que lo principal es que me siento mucho mejor ahora que estoy muy bien bajo la influencia.

De la nada Luciano y Vanesa se pasean hasta nuestra mesa con más bebidas,todas en vasos de un solo trago, algunos con cuñas de limón y un salero. Vanesa pone un trago en la mesa de madera delante de mí y el pensamiento de beberlo me pone enferma. Me mira con entusiasmo, disfrutando cada segundo de mi embriaguez. Sin estar dispuesta a fallar, me obligo a ir hacia adelante y me estiro para alcanzar la pequeña copa de poción adormecedora de mente, que hace girar la cabeza y que induce nauseas. Antes de que mi dedo llegue a unos centímetros de la copa, Pedro se inclina hacia adelante, toma el trago para él y me compra un par de segundos más de consciencia. Le ofrezco una pequeña sonrisa y me la devuelve.  

—La última parada de la experiencia de Las Vegas, El Spearmint Rhino.


Pasaremos el resto de la noche allí y luego caminamos de vuelta al MGM. 

—¿El Spearmint Rhino? —pregunto, sin estar segura de si mi voz está saliendo en un balbuceo o si me lo estoy imaginando. 

—¡Es sólo el más grande club de striptease de Las Vegas, muy posiblemente del mundo! 

Nunca me he sentido tan fuera de onda. Paso mis dedos por mi cabello en un intento de despertarme.  


—Ese es difícilmente un nombre atractivo para un club de striptease...


—No. —Pedro se entromete, reclinándose en su asiento—. Sin clubes de striptease. 

Vanesa se pavonea hacia mí y poco a poco se deja caer en mi regazo. Apoyo la cabeza contra la de ella y miro mientras Luciano cruza sus brazos sobre su pecho.  


—Paula quiere la experiencia de Las Vegas. ¿Qué es Las Vegas sin un viaje al Spearmint Rhino?


Juro que si oigo las palabras "La experiencia de Las Vegas” una vez más voy a vomitar.


Pedro se ríe una vez.


—No estás en posición de decirme lo que ella quiere, Luciano.


Hay una pequeña sonrisa en los labios de Pedro, pero sus ojos están completamente muertos. Tanto Vanesa como yo gemimos al mismo tiempo,rodando nuestros ojos. Aquí vamos.


—Podemos ir —me entrometo, atrayendo las miradas conmocionadas de todos, incluso la de Pedro—. No vale la pena la discusión. Dije que haría todo y si ir a un club de striptease está incluido, entonces lo haré, pero juro por Dios que si una stripper me toca, estoy fuera de allí.


No sé por qué los clubes de striptease y las strippers me asustan. No es nada contra ellas o su profesión… creo que es bastante valiente levantarse y bailar para hombres de mala muerte, aunque yo nunca lo haría.


Nunca. No me gusta que la última stripper invadiera mi espacio personal por dinero. La stripper en Boston nunca me preguntó si estaba bien que me tocara o me besara. Ella tomó el dinero e hizo lo que le dijeron sin mi aprobación.


Tampoco soy una homofóbica. No me estremezco alejándome de las lesbianas en la calle o las trato diferente debido a sus preferencias, pero si una fuera a besarme,me asustaría, porque eso no es lo mío. No beso chicas para impresionar a los chicos. No miro a mujeres, sin importa qué tan caliente sean, y pienso hombre, la besaría. Simplemente no va conmigo.


Ellos tres, Luciano, Vanesa y Damian, están entusiasmados con mi voluntad de ir al Mintyfresh Rhino, o cómo demonios lo llamó. Pedro, sin embargo, me observa desde debajo de sus cejas, sus ojos oscuros e interrogantes. 

—¡Nos encontraremos afuera! —chilla Vanesa y se van, todos ellos, me dejan a solas con Pedro y su estado de ánimo menos que feliz.