viernes, 6 de junio de 2014

CAPITULO 213




Mis dedos caen de su espalda antes de enterrarse en su cabello. Aprieto mis manos y ella jadea por el dolor mientras tiro su cabeza hacia atrás y ruedo mi cuerpo por encima suyo, asegurándome de que me sienta en todas partes. La aprieto con fuerza contra el colchón, uno de mis muslos descansando firmemente entre sus piernas y contra su dulce y cálido lugar. Mi boca se demora a menos de una pulgada de la suya y su respiración golpea mi cara de una manera rápida,ansiosa.  


—¿Crees que tus labios me pueden ayudar? —pregunto. 


Hace pucheros, sus labios como malvaviscos rizándose.  


—Sé que pueden.


Aplasto mis labios en los suyos y su boca se abre de buen grado por debajo de la mía. Tan pronto como su lengua se desliza contra la mía y envuelve sus manos alrededor de mi cuello, me he perdido. Voy a la deriva de mi intención original... que estoy seguro de que era para demostrarle que estaba equivocada.  


Sin embargo, aquí estoy, completamente cautivado por su sabor y la sensación. 


Quizá tenga razón. No debería alejarla cuando estoy enojado. Debería tirar de ella más cerca y dejar que me calme.  


Trazo la curva de su pequeño cuerpo suave con la mano antes de agarrar su muslo y engancharlo por encima de mi cadera. Olvido el hecho de que estaba escondiendo mi erección de ella y me presiono descaradamente, haciéndole saber exactamente lo mucho que la deseo.


—Fácil... —Paula se ríe contra mi boca, presionando sus manos firmemente contra mi pecho. Rastrillo mis dientes sobre su labio inferior y lo libero—Tenemos una cena a la que ir esta noche y dormir es una opción más viable que
el sexo.


Tiene razón. Ya es mañana y estoy más allá de cansado... Quiero dormir,pero a ella la quiero más.


—Puedo asegurarte que vamos a terminar esto mañana por la noche. —Dejo caer mi boca a su cuello, lamiendo sus carnes y obteniendo un medio gemido medio risita de su parte.



Se empuja contra mí, obligándome a alejarme de su cuerpo. Paula se ríe una vez en voz baja.  


—Te estoy diciendo que te bajes y vayas a dormir, no preguntándotelo.


Empujo de vuelta. Soy incapaz de ver su rostro en la oscuridad, pero estoy seguro de que escucho su sonrisa. Pequeña descarada. Ruedo lejos de ella y sobre mi espalda. Al instante, se derrite contra mi costado, pasando un brazo por encima de mi cintura. La atraigo más cerca, pero todavía se siente como si estuviera muy lejos.


—¿Cómo está el sabor de tu propia medicina? —Ella se ríe, terminando con un rápido bostezo soñoliento.


—Amargo, como esa mierda sabor cereza con la que eras alimentado a la fuerza cuando eras un niño.


Ella se ríe y vibra en mi caja torácica, también haciéndome sonreír. Paula tiene la más divertida, más linda, más extraña risa que he oído nunca. Está a medio camino entre una risa y una carcajada real, y la mayoría de las veces, parece un poco nerviosa. Me encanta y el sonido es adictivo. 

Pronto, la habitación queda en silencio y siento que su brazo se vuelve más pesado mientras cae profundamente en su sueño. Mis ojos están pesados mientras la sigo rápidamente.  


Esta noche, vamos a asistir a una cena formal en el salón de actos. No tiene ningún fin que no sea dar la mano y conocer a otros luchadores, pero estoy emocionado (y un poco nervioso) por la bienvenida oficial en la comunidad profesional. La cena de esta noche no se trata solo de mí, tampoco. Se trata de Damian y Luciano.

Después de esta noche, van a ser reconocidos formalmente como legítimos entrenadores y miembros del equipo de la MMAC, algo que sé que ambos han estado esperando. Se lo merecen.  

La pesada respiración de Paula se filtra a través de mis oídos y erradica mis pensamientos. Me adormece y me desplazo más cerca de ella, absorbiendo el calor de su piel suave.  


Nunca ignoraré a Paula de nuevo. Voy a hacer mi mejor esfuerzo para compartir mis emociones con ella, me digo a mí mismo antes de caer sobre el borde del sueño. Ya le he dicho que la amo, ¿cuán difícil puede ser el resto?

CAPITULO 212



La puerta cruje un poco cuando la abro y me deslizo a través de ella,encerrándonos en una habitación oscura.


—¿Pau? —susurro, casi tropezando con un montón de ropa al azar mientras hago mi camino hacia la cama—. ¿Estás despierta?


—Yo... creo que sí —bosteza y oigo las sábanas de la cama removerse antes de un grito ahogado y finalmente, una exhalación de alivio—. Mierda —respira—Casi me caí de la cama.


Me río entre dientes.

  
—Espera, ya voy. 


Me inclino hacia adelante con los brazos extendidos, en busca de la cama gigante. Mis dedos rozan el colchón y me empujó hacia adelante hasta que las palmas de mis manos están firmemente plantadas. Enderezo mi postura y jugueteo con mis botones, incapaz de sacarme mis vaqueros lo suficientemente rápido.  


Cuando los bajo a mis pies, los pateo hacia algún lugar y me deslizo en la cama. Por mi parte, la tela se mantiene fresca y virgen, pero cuando me deslizo debajo de las mantas y voy hacia Paula, es cálido y acogedor. Extiendo la mano y toco la piel desnuda de su estómago. Se ha quitado su vestido y el pensamiento de ella yaciendo junto a mí en su ropa interior me tiene duro y listo. Mi sangre se acumula en el único lugar que sabe hacerlo cuando está cerca y la presión duele. Me pongo sobre mi costado, enganchando una pierna por encima de la manta y escondiendo mi polla dura. Ella se retuerce hacia delante, empujando su cabeza en el hueco entre mi cuello y hombro, ajena a lo duro que estoy tratando de mantener una parte bastante ansiosa de mi anatomía lejos de ella. 

—Dijiste que ibas a decirme todo. 

Asiento, besando su oreja.  

—Lo hice.  

—Entonces, por favor empieza... tú eres el único que puede quitar la sensación de malestar de mi estómago... o empeorarla.


Mi pobre chica. Ha estado tan preocupada todo este tiempo. Tengo que hacer que se sienta mejor. Necesita saber que es la única mujer que amo, la única mujer que he amado y la única que alguna vez amaré.

—Realmente desearía que esta noche no hubiera sido así... quería que te divirtieras.


—Y me divertí —replica—. Hasta que llegamos al club de estriptís. Creo que voy a permanecer lejos de ellos a partir de ahora. Solo parecen arruinar mi noche,no mejorarla.


Ya veo que no hay punto decirlo despacio, directamente por ello entonces.  


—La chica era mi hermana.


—¿En el club de striptease? —La incredulidad en su voz es evidente—¿Tu hermana?


—Sí. Maca... resulta que ella es una estríper en el Spearmint Rhino. — Exhalo—. Acaba de salir aquí... le di dinero, con la esperanza de que nunca se quite la ropa por dinero de nuevo.


Paula se aleja de mí y puedo sentirla tratando de descifrar mi expresión en la oscuridad. Cuando se da cuenta de que está demasiado oscuro para ver algo,sus manos vuelan a mi cintura y se presiona contra mí.


—Pensé que…


—No importa lo que hayas pensado —le digo. No quiero escuchar lo poco que piensa de mi lealtad hacia ella y no creo que pueda manejar el oír esas palabras dudosas de su parte en cualquier etapa de nuestra relación. Los niveles de confianza de Paula son naturalmente bajos y supongo que no la culpo. Todos sabemos que Ramiro era un imbécil, con un nombre idiota para arrancar y si tengo que pasar el resto de mi vida ganando su confianza a causa de él, ya tengo que ir empezando. Me gustan los retos y me encantará la expresión de su cara cuando esté en mi lecho de muerte y ella vea que le he sido fiel cada segundo de nuestra relación—. Lo que importa es que está resuelto ahora y estoy aquí contigo. 

—¿Voy a conocerla? —pregunta Pau, su voz un poco vacilante. Quiero decirle lo cerca que llegó de conocerla, pero decido no hacerlo.


Me encojo de hombros.  


—Tarde o temprano. 

—¿Es ella algo como tú?


¿Es Maca como yo? Es dura y con demasiada actitud para su propio bien. Tiene exceso de confianza hasta el punto de ser locamente egoísta y ella…


—Ella es un infierno de parecida a mí —me río, dándome cuenta de lo similares que somos.


—Entonces creo que vamos a llevarnos muy bien.

Sonrío al pensar en Maca y Paula teniendo “tiempo de chicas”, haciendo cosas de chicas como ir de compras y cualquier otra cosa que hagan las mujeres cuando pasan el rato juntas. Conociendo a Maca, será con mimosas y juegos de béisbol o algún festival de música hippie. Paula tendrá sus esfuerzos cortados mientras intenta mantenerse al día con mi hermana. Ella está llena de vida, nunca rechaza una oportunidad y nunca toma un respiro. Creo que Paula apreciará mi estilo de vida mucho más después de experimentar el de Maca.


Cambio el peso de mi cuerpo hacia delante, descansando contra Paula.   


—Lo siento por asustarte... y por no hablar contigo. —Tuerzo la punta de mi dedo índice en su cabello, haciendo que los extremos se envuelvan alrededor de mí—. No estoy acostumbrado a expresarme... sería más fácil para mí, pero a veces no puedo. —No sé por qué. No tengo una razón para ser como soy... no todo el mundo tiene una historia de fondo horrible. ¿Necesito una? ¿Necesito tener un pasado horrible de oscuridad para ser como soy? ¿Por qué soy así si crecí bien? No tengo ni puta idea, pero lo que sí sé es romper cosas, maldecir, follar,dar puñetazos, todo eso me ayuda. Me ayuda cuando estoy enojado, triste,ansioso y deprimido. ¿Eso me hace un psicópata, porque no viví un pasado torcido? Mierda. No tengo ni idea.


—No está bien —murmura—. No es sano y deja demasiado margen para la falta de comunicación. Si me hubiera ido esta noche…


Me estremezco por dentro al pensarlo.


—… Porque no hablabas conmigo... ¿qué hubiera pasado entre nosotros? ¿No te parece que una situación como esa infligiría demasiado daño en nuestra relación?


—Pero no me dejaste —le digo, mi voz toma un borde oscuro y frío, a propósito, para hacer un punto. Ella no puede irse, no la dejaré—. ¿Por qué?


—Es muy sencillo, te amo, pero eso no significa que sea invencible a las cosas hirientes que haces. Y es porque te amo que estas cosas me duelen más de lo debido.


Desenredo mi dedo de su cabello y lo arrastro por su espalda y hasta la parte baja de su tibia.


—La última cosa que quiero hacer es hacerte daño, pero hay ciertas formas en que manejo las cosas —confieso—. Cuando estoy enojado, necesito tiempo y espacio. Tengo que sacarlo de mi sistema.


—Entonces sácalas de otra manera, no sé, besándome o algo que no sea lo que haces ahora, cualquier cosa.


—Besar no va a funcionar —le digo—. Necesito algo rápido, sacar la ansiedad y la ira de mi sistema. 

Paula se aleja de mí. 

 
—¿Besarme no va a funcionar? 

—No. —Y realmente no creo que llegue a hacerlo. Estoy tan acostumbrado a hacerlo a mi manera, es demasiado tarde para intentar algo nuevo.


Sus cálidas manos femeninas se deslizan hasta mi estómago desnudo y mis músculos se contraen cuando sus delicados dedos descansan sobre mi pecho.  

—Pero cuando te toco, ¿te sientes mejor?


Un zumbido tranquilizador y fresco se funde a través de mis venas calientes bajo sus dedos.  


—Sí, pero eso es cuando me siento ansioso, no excepcionalmente cabreado.


—Vamos a intentarlo.


Paula, no va a…


—Pedro—responde ella, imitando mi tono—. Hazlo.


—Pero no va a fu…


—Hazlo.


Ella está pinchando mis niveles de frustración y sé que lo está haciendo a propósito. Es terriblemente engreído de su parte pensar que sus labios son la respuesta a todo, pero si quiere que la bese, entonces está bien, voy a besarla con todo lo que tengo.

CAPITULO 211



En la planta baja, Maca todavía pega un atracón a las uvas y me ignora mientras los pela de su piel. Los viejos hábitos nunca mueren. Separo la pluma de mi chequera y echo el librito contra la superficie de la mesa. Le daré treinta mil dólares. Eso debería mantenerla fuera de los clubes durante un par de semanas y cuando se acabe, le daré más y más y más hasta que ella se dé cuenta de que Brian y su estúpido sueño no van a ninguna parte y abandone su perdedor culo.

—¿Qué estás haciendo? —me pregunta Maca con curiosidad cuando escribo las decenas de miles de dólares.

—¿Qué te parece que estoy haciendo? Te voy a dar dinero.

—No es por eso que vine aquí. 


Ignoro el tono ofendido en su voz.  


—Tal vez no, pero ya que lo hiciste, no te irás de aquí hasta que retires el dinero y me prometas que dejarás de desnudarte. 


—¿Y si no tomo el dinero?


Maca. Sacudo la cabeza, ella siempre malentiende mis demandas por preguntas como Paula.



—Toma el dinero, deja de desnudarte y no voy a decirle a Brian sobre tu lapso temporal de juicio.


Rasgo el papel del libro y lo doblo una vez, luego dos veces, antes de que lo extienda hacia ella. No lo toma de mi mano, solo me mira.


—¿Me estás chantajeando seriamente para que tome tu dinero?


—Si lo tomas, no voy a tener que hacerlo.


Sus ojos marrones se quedan trabados en los míos durante unos largos segundos antes de que ella expulse una exhalación y tome el dinero. Tan pronto como el dinero sale de mis dedos, se quita un peso de mis hombros.


—Sabía que vendrías por mí... con el tiempo. Siempre lo haces. 

Asiento.  


—No más silencio entre nosotros. Quiero que sepas que puedes ponerte en contacto conmigo cuando quieras y no quedarte relegada a un lado.


Siento su movimiento de cabeza contra mí mientras me da unas palmaditas en la espalda. Me doy cuenta de que sus ojos marrones están nadando en lágrimas cuando se aleja y tercamente las limpia. Es bonito. Me gusta ayudar a mi hermana pequeña cuando no estoy siendo un idiota total y haciendo caso omiso de ella, es decir. 

—¿Quieres ir a buscar algo de comer? Hay un buen lugar de pizza a unas cuantas calles de distancia de aquí.


Paso los dedos por mi cabello y miro al reloj. Tres minutos es todo lo que tengo hasta regresar con Paula y tener que explicárselo todo. No quiero que espere un segundo más de lo que tenga que hacerlo.  

—Tengo que ir al piso de arriba...


La cara bonita de Maca se contorsiona hasta encogerse, como si le hubiera dado demasiada información.


—Lo siento, debería haber sabido que tendrías compañía.


—No es esa clase de compañía.


Ella sonríe, tirando de una uva del montón y pelándola entre sus largas uñas.  


—Siempre es ese tipo de compañía cuando se trata de ti.


—No esta vez —le respondo y hasta sonrío un poco—. Ella es diferente.


Inclina la cabeza hacia un lado, como un perrito adorable.  


—¿Mi hermano mayor finalmente va a establecerse? ¡Quiero conocerla! —Deja caer los restos de su uva, rebota delante de mí y va hacia las escaleras, pero engancho su pequeño brazo y la tiro de vuelta antes de que haga algún progreso real. Paula no sabe de Maca. Solo sabe que es una estríper y tener esa misma chica corriendo por las escaleras para decir “hola” no va a ayudar a nadie.


—Puedes conocerla cuando ya no esté en la caseta del perro por tratar de sacar a una estríper de un escenario.


Maca frunce el ceño.

  
—¿Ella no sabe que yo soy tu hermana?


—Todavía no, pero voy a decirle en… —Echo un vistazo al reloj—. Cuarenta segundos. —Muestra sus palmas hacia mí, dando un paso hacia atrás. 

 
—Entonces déjame abrazarte de nuevo. —Sus labios se rizan en una sonrisa de adoración—. Me alegra que te encontraras conmigo esta noche. Es bueno limpiar el aire.


Le sonrío y ella camina por delante de mí.


—¿A dónde vas? —pregunto—. Es tarde, quédate en el sofá esta noche.


Ella niega con la cabeza, sin ralentizar su ritmo hacia la puerta. 

—No puedo —dice Maca sobre su hombro mientras abre la puerta—Tengo que encontrarme con Brian a las tres a.m. Te quiero, hermano.


Ella sale y cierra tras de sí y me deja con siete segundos de margen. Sin pensarlo dos veces, me arranco mi camisa sobre mi cabeza y trepo por las escaleras. Las subo en un, dos no, tres pasos a la vez y me detengo de golpe antes de llegar a la puerta. Me tomo un segundo para mí, trago saliva y dejo caer mi camisa al suelo. En el bolsillo de atrás, siento que mi teléfono vibra. Ha vibrando toda la noche. 


Damian sabe que no debe aparecer aquí esta noche. Él sabe que Paula es la única persona con la que quiero estar en este momento y cuando duermo, mi teléfono queda sin contestar, él sabrá que estoy bien porque estoy con ella.