jueves, 15 de mayo de 2014

CAPITULO 141



Me siento junto a la tumba fresca de mi padre, silenciosas lágrimas rodando por mis mejillas. El sol se pone sobre el puerto y el color rojo-naranja abriga el matiz completo en una luz rosa. He estado sentada aquí durante horas, temiendo al pensamiento de volver a casa. Agustin se fue esta mañana para regresar a Pakistán. Se comprometió a conseguir más tiempo por Skype, lo que hizo su salida más llevadera y mi mamá no va a estar en casa tampoco.

Ella decidió pasar un poco de tiempo a solas en una escondida cabaña por dos noches. Al parecer, ella y papá se quedaban allí todo el tiempo. No sé cómo voy a soportar estar en la casa sola. No he estado realmente sola con mis pensamientos todavía. Siempre había alguien flotando alrededor del lugar, pero por los próximos dos días estoy por mi cuenta. 

Me levanto y me doy la vuelta de la tumba de papá. Quiero evitar estar en el cementerio sola en la noche, así que camino el kilómetro hacia mi auto y me alejo manejando. 

Cuando llego a casa, no hay autos en el camino de
entrada y entro, estacionando, justo en frente del garaje.

Aspiro profundamente, preparándome mentalmente y salgo del auto. Me acerco a la pequeña puerta blanca y mis dedos se detienen en el pestillo. No puedo quedarme aquí sola. No esta noche. La puerta chilla cuando la dejo ir y me giro de vuelta a mi automóvil. Me quedaré en mi apartamento.

―No vas a dejarme aquí solo, ¿verdad?

La voz de Pedro me sobresalta, y me giro rápidamente hacia la casa. Un movimiento por el árbol me llama la atención, y ahí está, apoyado en el árbol de roble en el patio delantero. 

Su cabello está en un salvaje desorden más de lo normal, dándole un atractivo sexual devastador mientras se asoma más o menos sobre su frente. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho y las mangas cortas de su camisa negra aferrándose firmemente a él, acentuando los fuertes, musculosos, antebrazos desnudos. Se ve positivamente delicioso y los pezones se endurecen contra mi sujetador de encaje cuando mi mirada se posa sobre su boca. Sus labios carnosos se curvaron en una pequeña sonrisa arrogante, como si supiera lo que estoy deseando. Miro sobre mis hombros. No puedo ver su auto en cualquier lugar.

 ―¿Cómo? 

 ―Me estacione a la vuelta de la esquina.

Olvidando el pestillo, salto la puerta y corro hacia él. Él abre sus brazos y encajo perfectamente, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura y estampo mis labios contra los suyos.Pedro me aprieta contra él con una presión devastadora, pero no me atrevo a quejarme. No quiero que me suelte, nunca. Alejo mis labios, jadeando sin aliento.

 ―No tenía idea de que ibas a estar de vuelta hoy. 

 ―Fue doloroso evitar deliberadamente tus llamadas, pero quería darte una sorpresa. 

 Me río. ―Misión cumplida. Estoy feliz, realmente feliz. Si alguien puede llevarse la angustia y las dudas, ese es Pedro. Siempre es Pedro. Me deslizo de él y tiro de su mano. Me sigue al porche y saco la llave del bolsillo trasero de mis vaqueros. Abro la puerta y lo llevo al interior. 

Enciendo las luces del cuarto de estar y cierro la puerta detrás de él. ―¿Tu mamá está…?   

―Ella no está en casa.―Corté ansiosamente. Tiro de él hasta el pasillo y lo llevo a mi antigua habitación. Enciendo la luz y Pedro casi se encoge. ―Es tan rosa. ―Lo sé. No sé en qué demonios estaba pensando. Pedro agarra mis caderas en un firme e inquebrantable agarre, capturándome con la guardia baja. Una emoción se dispara por mi espalda con su toque. Un segundo más tarde, me está empujando hacia atrás sobre la cama. Aterrizo en mis codos,deslizándome hacia arriba mientras se sube encima de mí. Su cuerpo pega el mío firmemente contra la cama. 

Gimo cuando sus labios llenos chocan con los míos y su lengua sale rápidamente deslizándose contra mi labio inferior. Sus dedos se mueven constantemente por debajo de mi camisa, rozando la delicada piel de los costados.

Extrañamente, su dedo se desliza sobre un punto específico en mis costillas y me encojo. Apartándome de su boca me reí y él sonríe hacia mí. 

 ―¿Cosquillas? 

 ―Por supuesto que no. Acaricia el lugar con su dedo de nuevo y me retuerzo, mordiéndome el labio. Me las arreglo para detener el flujo de risa lo suficiente como para que él se rinda y plante un beso en la nariz. 


 ―Te extrañé como loco, ¿sabes?
   
Me burlo, juguetonamente.  

―Sí, claro, vi todas esas muchachas bonitas promotoras. Apuesto a que tuviste el momento de tu vida.

Él apoya la barbilla en mi pecho y me mira a través de esas espesas pestañas oscuras.

―Fue un infierno, en realidad. ¿Quieres saber cuántas chicas se presentaron en mi habitación prácticamente desnuda? ―Niego. Algunas personas no tienen vergüenza y me da rabia―. ¿Te importaría si te dijera que le di a cada una de ellas la espalda? ―Miro sus ojos y los remolinos de oro en sus iris destellan―. Fui un chico muy bueno, no me tente por nada durante un segundo. 
Está sonriendo ampliamente, como si estuviera muy orgulloso de sí mismo. Estoy orgullosa de él. Ha recorrido un largo camino desde la persona que solía ser.

―Bueno, hubo una falta de hombres desnudos arrojándose hacia mí en tu ausencia, por desgracia, así que no tengo nada para ayudarte a aumentar tu confianza, no es que necesites a nadie para aumentar ese ya increíblemente alto ego tuyo.

Soltó la carcajada que tanto amo y eso me obliga a unirme a él.  
―Eres muy hilarante. Debo de estar estrujándome sobre ti.
La palabra “estrujar” enciende algo en lo profundo de mi estómago y ahueco su cara entre mis manos, arrastrando su boca hacia la mía.  
―Hablando de estrujar… ―Me reí entre dientes contra sus labios.

―Estoy un paso por delante de ti. ―responde él,deshaciendo el botón de mis pantalones vaqueros con facilidad. Mis caderas se flexionan contra él mientras su dedo se desliza debajo de mis pantalones y la tela de mi ropa interior. Me río una vez más antes de que su lengua se deslice en mi boca y me disuelvo en él. Sus dientes atrapan mi labio inferior, rudamente y yo jadeo. 
―Te amo, nena. ―Susurra. 
Le sonrío.  
―También te amo.


CAPITULO 140



Pedro deja que Dom llegue hasta él primero, sin duda tratando de medir su ritmo de juego, la mano favorable, y cuál pie le gusta presentar primero.

Dom se balancea hacia Pedro, pero él esquiva inclinándose hacia atrás rápidamente. Cuando Dom tira su brazo hacia atrás, Pedro se dispara hacia adelante pegándole con la mano abierta sobre su sien izquierda. Dom sacude su cabeza y los comentaristas adoran que Pedro esté jugando con su competidor. Uno de los comentaristas incluso lo llama “suicida” por tratar de molestar a Dom Russell. Pude ver la mandíbula de Dom contrayéndose furiosamente mientras él lanza implacables golpes hacia Pedro. La mano  
izquierda de Pedro se levanta, bloqueando cualquier golpe que Dom está lanzando, mientras su puño derecho lanza un gancho al exterior, dándole un puñetazo en el estómago. 

Dom balancea su pierna para patear las piernas de Pedro por debajo de él, pero Pedro bloquea la pierna con la suya, enviando un gancho asesino directo a la mandíbula de Dom. Conecta y envía el rostro de Dom a un lado. Me estremezco ante el poder en su puño y casi salto de mi asiento, incapaz de contener mi emoción. Dom tropieza hacia atrás, aturdido Pedro sigue el golpe con un pie en las costillas. Dom se recupera rápidamente y se lanza hacia Pedro, aterrizando un buen y fuerte golpe a un lado de su cabeza. Mis manos vuelan hasta taparme la boca mientras Dom envuelve sus brazos alrededor del pecho y los hombros de Pedro, llevándolo hacia atrás y en la jaula. 

Dom atrapa a Pedro y deja sus puños volar.  

Repetidamente, golpeando a Pedro en la cabeza una y otra vez. Los sonidos horribles me cubren poniéndome la piel de gallina.

―¡No! ―rugí, tratando de mantener la voz baja, para no despertar a mamá. Cada vez que los puños de Dom conectaban me estremezco. Puedo escuchar el sonido escalofriante de hueso chasqueando contra la carne, y los cabellos de mi cabeza hormiguearon de miedo. Veo a Luciano más abajo de Pedro, gritándole y Pedro presiona los talones en el pie de Dom, forzándolo a perder el equilibrio. Pedro empuja a Dom de espalda y va al nivel bajo, envolviendo sus brazos alrededor de las piernas de Dom y derribándolo. Él no malgasta el tiempo en lanzarse hacia Dom. Se monta a horcajadas presionando los muslos en la sección media de Dom y comienza a llover golpes en la cabeza y la cara. Los brazos de Dom surgen para proteger su rostro de los golpes, por lo que Pedro se inclina hacia atrás para lanzar golpes en las costillas de Dom. 

Puedo ver el sudor corre por la espalda de Pedro y su  
pecho subiendo y bajando con dificultad. Dom mueve rápidamente sus caderas, tirando a Pedro de él justo cuando los comentaristas juraron que el árbitro iba a terminar la pelea. Cuando Dom intenta rodar lejos, Pedro agarra su brazo y envuelve sus piernas alrededor de Dom, enderezando su brazo.

―¡Oh, no! ―Un comentarista grita, sobresaltándome―. Pedro tiene a Dom en una barra de brazo. ―Pedro tira con fuerza hacia abajo y el rostro de
Dom se contrae. Él no quiere darse por vencido. El árbitro se pone cerca de la cara de Dom, hablando con él.

Cada pocos minutos Dom sacude la cabeza, negándose a rendirse. Pedro ajusta su posición y jala aún más fuerte. 

Dom no puede mantener los ojos abiertos. Es demasiado dolor y de pronto me siento mal por él. Hay una sonrisa sardónica en la cara de Pedro, él sabe que lo tiene. Todo lo que tiene que hacer es aplicar un poco más de presión y el brazo de Dom se romperá,pero él quiere que Dom se someta a él. Quiere que Dom golpetee ligeramente y sea humillado. Cierro los ojos mientras la cámara se acerca a la forma incomoda del brazo de Dom. El público se vuelve loco, rogando porque Pedro lo rompiera. Cuando abro los ojos, soy testigo de la palma de Dom palmear el suelo del ring salto de mi silla. ¡Pedro lo hizo! Derrotó a Dom. 

Bailando alrededor de mi sala de estar después de una pelea no es algo que alguna vez admitiré de hacer, pero lo hago. Lo hago de felicidad, por orgullo,infierno, incluso lo hago por la excitación, porque me es imposible sentarme sin retorcerme. Nuevas olas de gritos rasgan entre la multitud, forzándome a volver mi atención a la pantalla. Los equipos están en el ring, separando a los dos combatientes.

Ellos están gritándose el uno al otro, muriéndose por ir
a otra ronda ente ellos. Dom está enojado, con el rostro al rojo vivo. Pedro sonríe hacia Dom y eso le molesta aún más. Seguridad vuela al ring para ayudar al equipo de Dom a contenerlo. No puedo oír nada por encima del rugido de la multitud o las voces molestas de los comentaristas y nerviosamente muerdo mis uñas. Pedro observa con las manos sobre sus caderas mientras arrastran a Dom del ring.

Cuando se fue, el árbitro levanta la mano de Pedro y la gente enloquece.

Ellos gritan, aúllan, cantan, aplauden y pisotean fuerte sus pies. La energía fluye a través de mí cuando el director general de la MMAC da un paso al ring. El locutor le entrega un micrófono y se dirige a la multitud.

Mis ojos están puestos en Pedro, no prestando atención a una sola palabra de lo que el director está diciendo. Pedro está sonriendo modestamente así que sé que tiene algo que ver con sus dotes impresionantes. El director le tiende a Pedro un contrato enmarcado y se toman fotos. Y los comentaristas pasan por los aspectos más destacados de la pelea, cierro el navegador y apago el monitor con una gran sonrisa en mi cara.

Pedro logró su sueño. Lo persiguió y lo consiguió. Eso me deja pensar en mi sueño, el sueño de convertirme en una autora de romance. En los últimos meses, sin duda me he desviado de lo que quiero hacer. Por lo menos ahora tengo suficiente material para escribir ese, felices para siempre en el que he estado pegada. Tal vez manejar el gimnasio me dará tiempo para escribir Si no, voy a tener que hacer tiempo.

No puedes llegar a tu sueño, a menos que lo intentes, ¿verdad?

CAPITULO 139



Han pasado exactamente siete días después de la última vez que vi a Pedro. Mamá y Agustin se fueron a la cama hace media hora. Me siento en el escritorio, acercándome a la pantalla de la computadora tanto como puedo. 

Abro el navegador web y escribo "Pedro vs Dom Las Vegas" en el buscador. De inmediato me lleva a la página web de la MMAC y la transmisión en vivo de la pelea. El edificio en el que están luchando es enorme, fácilmente albergando a decenas de miles de personas. La cámara exploraba sobre la rugiente muchedumbre antes de mostrar una repetición más destacada de otras luchas antes esa noche. Cuando esta terminó, se mostró un resumen de la ceremonia del pesaje entre Pedro y Dom. Los patrocinadores se alineaban en la pared del fondo como lo hacían las chicas de promoción, con pantalones cortos de color rojo y bikinis. 

Escuché atentamente a los comentaristas mientras recapitulaban las directrices del torneo.

―Es un formato de lucha de ocho hombres. El último hombre en pie recibe cien mil dólares, un contrato con la MMAC y el título de Campeón Amateur. La pelea de campeonato requiere de un profesional del pesaje dentro. 

Ninguno debe de superar los ochenta y seis kg.


Sintonizo a los comentaristas y veo la báscula de pesaje dentro. Dom va primero. Él tira de su camisa, dejando al descubierto su espeluznante tatuaje del dragón, y se la entrega a su entrenador. Dom dio pasos a la báscula y pesa ochenta y seis exactos. Sorprendente, considerando el tamaño de él.

Damian sostiene la camiseta de Pedro mientras él pasa a la báscula, ocho-seis-con-cinco. Mi pulso aumenta y empiezo masticar mis uñas. ¿Qué significa eso? ¿Quiere decir que está descalificado? Veo a Dom sonreír y quiero darle una bofetada a través de la pantalla.

Luciano le da a Damian una toalla y el CEO de la MMAC ayuda a Damian a cubrir el frontal de Pedro mientras se desliza de sus pantalones cortos. Los ojos de Pedro se bloquean con la cámara y sus labios se curvan en una sonrisa arrogante. El calor atraviesa mi cuerpo, porque sé que es para mí. La toalla está un poco baja y puedo ver la forma de "v" del musculo oblicuo de Pedro.  

Estoy sonriendo mientras otros sofocos me atraviesan y exprimo mis piernas juntándolas. Me fijo en los ojos de las chicas detrás de él permanecer en su parte trasera y no pueden contener las sonrisas de sus caras tampoco.

Frunzo el ceño a la pantalla, luchando contra el impulso de gruñir "mi precioso".

Él da un paso de vuelta en la báscula y no baja en absoluto. 

Oigo a los comentaristas decir que Pedro tiene una hora para cortar ese medio kilo. ¿Es eso posible? Da un paso atrás en sus pantalones cortos y la toalla cae.

La película se corre al segundo pesaje de Pedro. La toalla sale y sus pantalones cortos caen. Cuando él da un paso de vuelta en la báscula, está en el peso ideal para la pelea. 

Pedro y Dom se paran cerca el uno del otro, con los puños levantados hasta que la gente toma las fotos. Cuando vi esto en el pasado, papá siempre me dijo que es sólo diversión y que en realidad no se odian entre sí, pero estoy viendo a Dom y a Pedro y veo el odio. Lo siento.  

La imagen nos lleva de vuelta al ring vacío y oigo la canción de introducción de Dom. Es una canción que nunca he oído antes y estoy el noventa por ciento segura de que es en alemán. Las cámaras lo siguen desde su pista, todo el camino al ring. Hay un destello de arrogancia en sus ojos. 
Esta exactamente donde quiere estar. Dios sabe cuánto tiempo ha querido luchar con Pedro sin las restricciones y ahora puede. Dom entra en el ring y se detiene en su esquina. No ofrece ninguna reacción a la multitud y a ellos les encanta. Los comentaristas hablan al fondo del boxeo de Dom y sus ocho a cero en las estadísticas de lucha, afirmando que está invicto. Odio cada segundo que la cámara se detiene en su cara enojada.

Mi estado de ánimo al instante se ilumina cuando escucho la canción de introducción de Pedro. Un pequeño cuadro aparece en el lado de la pantalla que me dice que la canción es "Somos los dueños" de Wiz Khalifa. 
Hago una nota mental de comprarlo más tarde. Es fácilmente mi canción favorita ahora. La cámara sigue a Pedro de cerca, incluso mostrando fragmentos de Damian y Luciano detrás de él. Sus rostros eran duros,determinados.

Una vez en el ring, la música de Pedro se corta y me doy cuenta de que he estado aguantando la respiración. 

Durante la conversación del locutor, las manos de Pedro se aprietan en puños. Se aflojan y luego se aprietan de nuevo.

Él rebota sobre las puntas de sus pies un par de veces antes de inclinar la cabeza hacia el techo, los ojos cerrados.

Su pecho cae mientras sopla un suspiro largo y lento. El árbitro llama a ambos chicos al centro del ring. Él exige una pelea limpia y los envía de regreso a sus esquinas. Con una palmada de sus manos, comienza la lucha.