miércoles, 11 de junio de 2014

CAPITULO 226



Vanesa y yo saltamos cuando la puerta de la habitación se balancea abierta y se estrella contra la pared de hormigón. 


Hurras y vítores llenan la, de otra manera, silenciosa habitación mientras montones de gente se atiborran hasta rebosar. Vanesa me deja en el segundo en que Luciano se hace presente, pero yo decido permanecer en la parte de atrás en el sofá. Estoy sentada sobre mis manos para detener la excitada, ansiosa energía que todavía fluye a través de mí. ¿Me acostumbraré alguna vez a este estilo de vida? No me gusta sentirme así, como si estuviera en el borde de un ataque de pánico, pero en el séptimo cielo también.


—Gané. —Su áspera, cansada voz me golpea y se adhiere a mi piel. Como resultado, piel de gallina se forma. Elevo la vista hacia él desde la parte inferior de mis pestañas y descaradamente dejo que mis ojos se arrastren hasta su delgada cintura y anchos hombros, incluso cubiertos con la sangre de alguien más, causa un charco líquido entre mis piernas.


—Lo vi.  —No puedo evitar la sonrisa que tira en la esquina de mis labios. 

—¿Te gustó?


Frunzo el ceño. Mi agitado cuerpo me dice que asienta, pero mi sobre afectado cerebro me dice que sacuda mi cabeza.  

—Él empezó a sangrar…


Pedro mira abajo a su cuerpo manchado con sangre.

  
—Creo que sé eso mejor que nadie. 

—¿Te gustó? —pregunto, escurriéndome a través del sofá, sutilmente invitándolo a sentarse.


Él cae en el sofá y sus manos sin guantes llegan a mí. 


Sujetan mi suéter y me tiran cerca de su húmedo cuerpo. 


Sujeto sus rígidos antebrazos para estabilizarme mientras mi cuerpo presiona contra él. Sangre de su piel empapa la tela blanca, pero estoy muy cautivada por su crudo poder para preocuparme. Trago saliva mientras mi mirada se posa en su labio partido.

—¿Te doy la respuesta que quieres o te digo la verdad?


—Siempre la verdad.


Mis ojos se encierran en sus labios y los sigo todo el camino hasta mi mejilla antes de que desaparezcan en mi cabello, justo por mi oreja.  


—Joder, me encantó. 

El retumbo de su pecho vibra por mi espalda y en mi interior, amenazando con sacudirme hasta los cimientos.

—¿Por qué? —susurro hacia él. 

—Sentir que alguien se quiebra bajo tu control es adictivo, dominar a alguien que desesperadamente quiere vencerte es apasionante, y destruir a alguien que piensa que es mejor que tú es satisfactorio.


Lucho contra el deseo de rodar mis ojos. ¿Todo esto, todo lo que él pone por medio, es solo para probar que es el mejor en lo que hace? ¿Alguna vez entenderé la lógica masculina? 

—¿Haces todo esto para ser el número uno? 

Se encoge de hombros. 

 
—Bueno, seguro como el infierno no me voy a conformar con ser el segundo mejor.


—¡Whoooo! —Luciano grita, interrumpiéndonos—. Iremos a la ciudad esta noche, damas y caballeros. ¿Les interesa? 

Prácticamente retrocedo ante sus palabras. De ninguna manera en el infierno iré afuera esta noche. He terminado con los clubs y el alcohol, definitivamente.


Bueno, he terminado con los clubs, de cualquier forma. 


Alcohol, puedo hacerlo unas pocas veces más.


Como en mi boda. 

¡Mi boda! 

Frunzo mis labios contra los “chillidos” en voz alta. Salto, saliendo completamente de mis pensamientos de mi posible vestido de boda cuando Pedro  golpea su mano en mi muslo y me aprieta.


—¿Qué?


—¿Quieres ir afuera? 

Sacudo mi cabeza.


—He tenido más que suficiente… emoción —sus ojos destellan—, por una noche.


Pedro levanta la vista hacia Luciano.  


—Lo siento, hombre. Iremos directamente a casa. 

Luciano pestañea unas pocas veces. Y luego unas pocas veces más.  

—Entiendo que ella quiera estar en casa, pero no hay forma en el infierno en que deje que tú te quedes en casa.


Vanesa sacude su cabeza hacia mí, todo mientras sonríe como “soy el más interesante espécimen en el planeta”.


—Tu ganaste tu primera pelea profesional, hombre. Ven conmigo esta noche, diviértete un poco y mañana volveremos a entrenar.


Doy un empujón a la rodilla de Pedro con la mía.  


—Ve, diviértete. Yo todavía voy a estar ahí cuando llegues a casa.

Sus ojos café vagan sobre mí y veo ruedas dentadas en sus ojos cuando decide su próximo movimiento. En el fondo, secretamente estoy esperando que él tome la oferta de Luciano. Finalizar el libro que estoy leyendo y obtener una noche de sueño completo es justo lo que ordenó el doctor.

—Está bien —exhala Pedro—. Iré contigo. 

—¡Genial! —Luciano gira alrededor sobre su talón y se zambulle en la locura de los emocionados compañeros de equipo y sobre el otro lado de Damian. Vanesa  se deja caer en el sofá a mi lado. 

—¿Estás segura de que no quieres salir?


Sacudo mi cabeza.

—Necesito dormir.


Ella hace pucheros. 

 
—No iremos a ningún club de striptease.

—Clubs de striptease o no clubs de striptease, yo quiero tomar una ducha,leer mi libro e ir a la cama.


Vanesa rueda sus ojos y se inclina sobre sus codos. 

 
—Escogiste a una persona dura de verdad, Pedro.


Pedro hace una cálida sonrisa, obteniendo una en retorno de mí. Y de la nada,tira hacia adelante, plantando sus labios en los míos. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello sin pensar y lo presiono más fuerte contra mí. Detrás de mí, Vanesa hace un quejido y siento presión al elevarme sobre la silla.  

—Ustedes dos son sucios. 

Sonrío, no solo porque eso es extremadamente suntuoso viniendo de ella, sino porque nosotros somos sucios y no hay nadie más en el mundo con quien preferiría ser sucia. Solo Pedro. Solo el hombre que me ayudó a poner un fin a mi relación sin salida, que me respaldó durante la repentina muerte de mi padre, y me llevó más alto de que lo que cualquier cohete jamás podría. Lo amo y a cada sucia demostración de afecto en público que me da, y si eso significa que soy sucia… entonces nunca, jamás quiero ser limpia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario