Nos subimos en la camioneta de Damian y nos transporta la corta distancia de vuelta al hotel. Hay unos cuantos guardias de seguridad defendiéndose de algunos fans ansiosos y cuando ven que Pedro no está con nosotros, se dan la vuelta y se van.
Nos adentramos en el vestíbulo glamoroso. Había estado demasiado cansada para apreciarlo anoche. Es abierto, permitiendo a nuestro gran grupo caminar sin chocar con nadie. Las alfombras rojo profundo y las columnas de mármol color rojo espeso, con bordes de oro dándole una vibra tan sensual y sexy. Si no lo supiera, asumiría que estoy en un país exótico.
Nos amontonamos en los ascensores y Vanesa y yo estamos presionadas firmemente contra la pared del fondo.
―¿Vas a salir? ―me pregunta y sacudo la cabeza.
―Voy a esperar a papá y Pedro.
Asiente y veo que tiene tantas preguntas que hacerme sobre papá y Pedro, pero no quiere preguntar delante de todos, lo que es una primera vez para ella y se lo agradezco. Tan pronto como salimos del ascensor al pasillo las preguntas fluyen.
―Entonces, ¿están tú y Pedro juntos?
―No, sólo nos estamos divirtiendo.
―Él eligió llevar a tu papa a jugar golf sobre festejar con su equipo… eso parece bastante serio.
Vanesa saca la llave de la habitación de su bolso y desbloquea la puerta.
―Papá tiene presión arterial alta.Pedro está pasando tiempo con él esta noche para que no beba ni se ponga demasiado excitado o estresado, no sé cómo funciona.
Entro en la sala de estar de la suite y su frente se arruga.
―¿Ibas a decirme si no te lo preguntaba?
La amargura en su tono no se me escapa. Ella deja caer su bolso en el brazo del sofá y cruza los brazos sobre el pecho.
―Sí, es decir, iba a hacerlo en algún momento. ―Doy un paso hacia ella―. No quiero que te preocupes.
―Conozco a tu padre desde que era una niña. Es importante para mí,también.
Ella tiene razón, cien por ciento de razón.
―Lo siento… simplemente nunca surgió en la conversación y no quiero que sepa que vine aquí por él, no por Pedro.
Se deja caer en el sofá marrón. Sus dedos largos y finos peinan su cabello alisado.
―¿Crees que le diría?
Levanto mis cejas acusadoramente porque sé que le habría dicho.Vanesa repite todo para todos. No quiere hacer ningún daño con ello, pero siempre es en los momentos más inapropiados. Sus ojos verdes llegan en sus cavidades. Ella sabe muy bien que tiene una lengua suelta.
―¿Qué vas a hacer? No puedes seguirlo alrededor por siempre.
―Puedo mantener un ojo en él cuando está cerca de Pedro y los chicos.El resto del tiempo, mamá lo estará vigilando. Estoy segura de que tiene algún tipo de plan.
Ella juega con las puntas de su cabello brillante y rubio, como si estuviera absorta en sus pensamientos.
―¿Están tú y Luciano juntos? ―pregunto, tirando su pregunta de regreso a ella.
Vanesa se encoge de hombros y una sonrisa tira de sus labios.
―Por el momento sólo estamos divirtiéndonos, pero hemos hablado de ello. Queremos esperar hasta que el torneo de Pedro este fuera del camino y podamos pasar más tiempo juntos.
No puedo evitar sentir celos. Vanesa y Luciano han pasado menos tiempo juntos que Pedro y yo, y ya están contemplando volverlo oficial… ¿Qué diablos estoy haciendo mal? Nada, me aseguro. Ni siquiera estoy
segura de que quiero estar en otra relación. Es demasiado pronto, ¿no?
―Voy a ir a la habitación de Luciano. No traje ningún vestido así que esto es lo que voy a tener que llevar al bar.
―Ella tira de su chaqueta de punto blanco y se encoge―. Te veré más tarde.
―Ella tira de su chaqueta de punto blanco y se encoge―. Te veré más tarde.
Aprieta mi brazo y sale de la habitación. Agarro mi vestido por la base y tiro de él por encima de mi cabeza.
Después de esta noche, lo único que va a ayudarme a dormir es una ducha de agua fría.