jueves, 29 de mayo de 2014

CAPITULO 187



Paula
 
Miro las hermosas chicas con vestidos glamorosos que prácticamente se deslizan por el restaurante. Las envidio a ellas y a su piel de porcelana. Envidio la forma en que se mecen con fluidos movimientos, movimientos tan elegantes, haciendo que el movimiento de las flores con el viento queden en vergüenza.


Definitivamente me siento como que estoy abajo en la escala atractiva esta noche,especialmente con la leve quemadura de sol que recibí después de estar en la playa con Pedro todo el día. Por qué me dejó dormir en el medio de una playa californiana al medio del día, está más allá de mí. Aparentemente, lucía “demasiado cómoda” para despertarme. Me sonríe desde el otro lado de la mesa y ruedo mis ojos hacia él. No me importa lo cómoda que parecía, no me siento cómoda ya, mi piel pica un poco y estoy cansada como el infierno.


El vestido negro ajustado con escote profundo que he decidido ponerme esta noche puede hacerme parecer más delgada, pero no hace nada para disminuir el tono rosado en mi piel.  


 —¿Asumo que has estado en California antes? —digo, deslizando un pedazo de ravioli en mi boca. 


Pedro ha sido más que atento aquí en California. Él sabe a qué playas ir,cuales restaurantes hacen la mejor carne y todavía no he tenido que sacar mi billetera para pagar por cualquier cosa, lo cual es muy extraño para mí. Con Ramiro, yo pagaba por casi todo. No me gusta depender de la gente, me hace sentir incómoda. Depender de otra persona no es natural para mí, pero Pedro no tiene ningún problema con deslizar su tarjeta en cualquier lugar que vayamos. 

 
—Luciano y yo solíamos venir aquí cada verano durante un par de años. 

 
Me sonríe antes de tomar un largo sorbo de su agua helada. Admiro la forma en que su camisa formal negra se estrecha alrededor de sus gruesos brazos mientras baja el cristal de la mesa.  


—¿Difícilmente una visita inocente, supongo?

 
Sus ojos estallan, dejándolos caer brevemente a mi pecho antes de arrastrarlos de vuelta a mi cara. Curva sus labios en una sonrisa pícara.  


—¿Cualquier cosa que hago es inocente?


Maravillada por mis mejillas ardientes y la rapidez con que las hizo arder,respondo:  
—Nunca.


Me sostiene en su mirada y de repente tengo la boca seca. Trago saliva y sus ojos oscuros caen a mi garganta. La forma en que me mira fijamente, como si quisiera llevarme ahora mismo, envía una gran cantidad de calor a través de mi cuerpo y late en todas partes. Corro rápidamente la lengua por mis labios para humedecerlos. Tengo que hacer algo, cualquier cosa, para saciar mi deseo por él y para contenerme a mí misma de no saltar sobre la mesa y correr mi boca sobre él.


Mira a mis labios con tanta ferocidad, la intensidad erótica antes de que finalmente me mire a los ojos. 

 
—Vamos a salir de aquí.



No hay pregunta en sus palabras. Quiere salir de aquí, ahora. Dejo caer el tenedor contra mi tazón con una adherencia, asiento con la cabeza. ¿Quién necesita la cena cuando el postre me espera? Pedro se apresura a ponerse en pie a toda prisa, sacando dinero de su bolsillo de atrás y dejándolo caer sobre la mesa.  

Mientras empujo mi asiento hacia atrás, una hermosa chica alta, en un bello traje rojo viene graciosamente hacia nuestra mesa. Sus ojos están sobre mí primero y miro hacia Pedro, quién me miraba con un brillo de cuestionamiento en sus ojos.


Arqueo una ceja. Es extraño que piense que ella está aquí por mí, yo no he hecho ningún amigo en California y Vanesa es mi única amiga verdadera, chica, de todos modos. Le doy un “Ella no es mía” sacudida de la cabeza y miro de nuevo a la chica, que ha cerrado la distancia entre ella y la mesa. 


Una vez que está aquí, su mirada se desplaza a Pedro y ya no soy digna de su atención. Asimilo su vestido rojo ajustado. Se adhiere a las curvas sutiles de su cuerpo y no me gusta que se vea tan jodidamente bien en ella.


 —¡Pedro! —vitorea ella, dando un paso hacia adelante y envuelve sus brazos alrededor de su cuello—. ¡No puedo creerlo, ha pasado tanto tiempo! 

 
Observo, con curiosidad, mientras su cuerpo se pone rígido y coloca una mano en la parte baja de su espalda, devolviendo el abrazo, más o menos. Cuando ella se aleja, parece casi frustrado.


 —¿No me digas que no te acuerdas de mí?


Me mira con una expresión facial de fusión molesto-preocupado. Hay una burbuja en mi pecho... ¿Celos? Creo que sí. Estoy molesta, pero no quiero que lo sepa. 


Frustración surge en medio de mis costillas y me siento de nuevo en mi silla.


Me olvidé de que Pedro tiene una miríada de damas seguidoras, recuerdo las que vinieron por él en el gimnasio con claridad. 

 —No, lo siento. 

 
 Ella cambia el peso, plantando firmemente una cuidada mano en su cadera.  


—¿Jesica? Nosotros estuvimos en la fiesta de la playa de Newport del año pasado. —La forma en que ella dice “estuvimos” me enferma. Realmente espero que deje de restarle importancia mis sentimientos, de todos modos, ¿qué edad tiene?


—¿Cuántos años tienes? —dejo escapar, inclinándome hacia delante en mi silla. 

Pedro mira de golpe hacia mí, advertencia clara en sus ojos. No estoy insinuando a Pedro voluntariamente tener relaciones sexuales con alguien por debajo del límite legal, pero no hay forma de esta chica sea mayor de diecisiete.


—Veintiséis.


Aprieto los dientes para evitar que mi boca caiga abierta. ¿Veintiséis? ¿Cómo es más vieja que Pedro y yo? Su cara es como una muñeca y tiene una masa de rizos dorados que se atan en un moño elegante. Tiene pómulos altos y enormes ojos azules. Diecisiete. Lo juro por Dios que es diecisiete.  

—De todos modos —exhala ella, volviendo su atención a Pedro—. ¿Hasta cuándo vas a estar en California?  

—No mucho... —Él mira de reojo—. Tal vez deberíamos hablar de esto en otro lugar.  

La sonrisa de labios rojos que se extiende sobre su cara me pone enferma.


Mientas camina hacia él, éste se vuelve hacia mí. 

 
—Ya vuelvo. Quédate aquí.  

Estoy mirándolo con furia, puedo sentirlo. Con una mandíbula apretada, Pedro vira y sigue a la chica a alguna parte. Cuando desaparecen de la vista, me desplomo sobre mí misma.


Golpeo mis dedos a lo largo del mantel blanco por lo que se siente como mi cuarta hora. Saco mi teléfono de mi bolso. Solo ha pasado once minutos. Suspiro, lo dejo caer de nuevo en el interior, colocando mi bolsa sobre la mesa. 


¿Qué demonios es esto? Vamos de cenar en un momento y a punto de ir a casa y desgarrarnos el uno con el otro. Y en el próximo, se va con una chica con la que ha jodido y estoy sola en la mesa. Eso no está bien, ¿no? Mierda. No sé. ¡No sé lo que es aceptable y lo que no lo es! ¿Por qué no pudo decirle que se fuera? ¿Por qué no podía decirle que nos íbamos? ¿Por qué estoy tan enojada? Puedo sentirlo envenenando mi estado de ánimo.


 En cuanto pasan estos pensamientos, Pedro aparece de nuevo en el borde de la mesa. 

 
—¿Lista para irnos?  


Sin decir una palabra, agarro mi bolso y me levanto. Mantengo mis ojos en el suelo a medida que dejamos el restaurante. Cuando llegamos al coche, abre la puerta para mí y subo. Cuando se desliza en el asiento del conductor y cierra la puerta, mi cerebro envía palabras para salir por mi boca antes de obtener la aprobación de mi lengua.  

—¿Tuviste sexo con ella la última vez que estuviste aquí? —Estoy orgullosa de la indiferencia en la voz.  


—Sí. —No hay un segundo de vacilación por su parte, y no sé si debo estar inquietada u orgullosa por su honestidad—. ¿Estás molesta?   

Me planteo la pregunta, rastrillando mis dientes sobre mi labio inferior con nerviosismo.  


—No sé... ¿Es que siempre va a ser así?  

No responde y lo tomo como un gran y gordo sí. 

 
—Paula, te dije que esta parte de mi vida fue complicada. 
No es complicada con drama y oscuros secretos. Es complicada con las muchachas y sus parejas que quieren patear mi culo. Quiero decirte que no pasará de nuevo, pero eso sería una mentira. —Exhala—. No soy bueno... y no tengo ninguna historia de fondo emocional que te hará simpatizar con mi comportamiento. Me gusta el sexo,amor-sexo, me encanta la forma en que se siente. Simple y llanamente. Soy malo,te dije eso antes... y todavía me querías

.  
Tiene razón, lo sé, pero las cosas eran diferentes antes de que me enamorara de él. En aquel entonces, solo quería divertirme. Solo quería devolvérselo a Ramiro,pero ahora, quiero estar con Pedro para el resto de mi vida. Quiero estar orgullosa de él... No quiero sentirme enferma cada vez que una chica habla con él porque han jodido. No es una sensación agradable.  

—No quiero pelear, solo llévanos a casa —le digo, mi espalda apoyada en el reposacabezas y cerrando los ojos contra el dolor de cabeza que amenaza con venir. Sé que va a tratar de resolver esto antes de dormir y espero que podamos.


No quiero que nuestro tiempo sea arruinado debido a esto.


Me gustaría decir que estoy feliz con mis propios pensamientos, pero en este momento, mis pensamientos apestan. Sigo imaginándolos teniendo sexo... su cabello oro que fluye por todas partes, sus fuertes manos agarrando sus caderas mientras se mete dentro de ella.


Abro los ojos, desesperada por escapar de las visiones mentales.


—Disfruta el silencio mientras puedas —refunfuña—Debido a que apenas lleguemos vamos a hablar.


Miro por la ventana mientras el temor me llena el estómago. Las conversaciones con Pedro son siempre intensas... él no cree en el mal humor y hacer caso omiso de la cuestión. Se enfrenta a las cosas de frente y no se detiene hasta que se tome una conclusión. No sé si me gusta ese enfoque... o absolutamente lo detesto. De cualquier manera, iba a suceder.

CAPITULO 186




Pedro  


 
Mi cara pica, pero he sido golpeado por cosas diez veces más grandes y más fuertes que la 120 libras de mi madre. No me importa, no es como si no me lo mereciera. La había alejado de su sueño y la envié al otro lado del país para la rehabilitación. Yo también estaría enfadado.


—¿Estás bromeando? —chilla Paula, caminando hacia delante. Levanto una mano, presionándola firmemente contra su estómago. Lo último que quiero es una pelea entre mi madre y mi novia, mamá es alta y tiene alcance por su parte,pero no subestimes a la fiereza de Paula. La chica puede lanzar un golpe cruel,también. 


—Es tu hijo —continua Pau y siento su estómago apretarse debajo de mi mano.


Paula... 


—Y yo soy su madre —interrumpe mamá. Ella golpea su largo cabello hacia detrás de su hombro y endereza su blusa azul—. Y aun así me ha enviado a California contra mi voluntad, pateando y gritando.


A pesar de los enfadados gestos que contorsionan su cara, ella parece saludable. Su piel está libre de ese sudor inducido por el alcohol y sus ojos están abiertos y en alerta. 


Realmente es una mujer maravillosa y no aguanto el golpe
contra ella. 


—Te ves bien, mamá —le digo, incapaz de esconder mi sonrisa.


Puedo sentir la mirada confusa de Paula ardiendo. No creo que ella incluso me comprenda. Soy impredecible, el mejor tipo de impredecible. Las lágrimas anegan los ojos de mamá y sé que ella ya me ha perdonado por echarla de aquí.


—¡Oh, Pedro! —solloza antes de lanzarse hacia delante y abrazarme con sus brazos alrededor de mi cuello. Le devuelvo el abrazo. No sé cuánto tiempo nos abrazamos, pero es agradable. Con un abrazo, todas las aprehensiones y nervios que tenía por su llegada se han ido. Han sido reemplazadas por sentimientos de felicidad. Quizás funcionó esta vez y ella está mejor. Quizás puedo llevarla a casa.




Mamá se aparta cuando Paula habla. 

 
—Te esperaré en el vestíbulo cuando estés listo. —Veo sus labios ligeramente haciendo un mohín, aún está un poco enfadada y es bonito que ella se molestara por protegerme.

Asiento hacia ella y se gira alrededor de sus talones antes de dirigirse de vuelta por el camino que llegamos.


—Veo que trajiste a Nata...  

Miro a mamá y frunzo el ceño. ¿Por qué no puede recordar su nombre? No es difícil. Es el único nombre que quiero que recuerde y ella ni siquiera puede hacer eso. 

—¿Sara... Juana?  

Aguantando mi frustración.

Paula.  

Paula, cierto. Aún está alrededor, ya veo. —Mamá se gira alrededor y entra en su habitación.  

La sigo y cierro la puerta detrás de mí. La habitación de mamá está inmaculada, definitivamente vale la pena el dinero que suelto para esto. 

—Debe ser buena en la cama para que la mantengas alrededor tanto tiempo.


Las otras chicas que venían a casa entraban y salían en el mismo día.

Paula es buena en la cama, genial en la cama, pero ese no es el por qué la mantengo alrededor. Me apoyo contra la pared y doblo mis brazos sobre mi pecho cuando mamá deja caer una dura mirada al sillón. 

—Ella está alrededor porque la quiero. 

Las cejas de mamá se elevan y saca una pequeña bola de relleno de sus negros rizos. 

—¿Tú? ¿Enamorado? Vamos, Pedro, ambos sabemos que eso no es cierto. El amor no está en ti.


Me encojo de hombros.


—Ahora lo está.


He estado un largo camino en un muy corto periodo de tiempo que mi madre ni siquiera sabría quién soy ahora y eso es por una chica. Mi chica.


—Voy a casarme con ella.


Sus labios se retuercen hacia arriba. 

—Suenas seguro.


—Lo estoy.


Ella comienza a buscar en sus uñas, un hábito que realmente llega debajo de mi piel. 

—Estás muy confiado, ¿por qué no se lo has preguntado aún?


Aprieto mis dientes, frustrado. Es la misma maldita pregunta que me he estado haciendo cada noche antes de dormir. Los labios de mamá se vuelven a retorcer en una completa sonrisa.


—¿Quieres casarte con ella? ¿Necesitas mi bendición? 

Sacudo mi cabeza.  

—No necesito la bendición de nadie. Solo te estoy informando de mi plan.  

—¿Y niños? La última vez que te oí nunca quisiste niños. ¿Eso ha cambiado?


—Sí, quiero niños. Tres... todos chicos —se lo digo sin dudar. 

¿Cuándo demonios decidí eso? Los niños solían ser una zona a dónde “no ir”, pero, ¿ahora sé cuántos quiero y el sexo que quiero que sean? Si no soy cuidadoso, estaré escribiendo nombres de bebés en una libreta al final de la semana. Escalofriante.


—No puedes elegir su sexo, Pedro. ¿Por qué no quieres una niña?  

—Karma, ese es el por qué.


Mamá ríe y el sonido es un ruido bienvenido a mis oídos. Ha pasado mucho tiempo desde que oí su risa con hipo liberada.


—De todas formas, tenemos tiempo limitado. Cuéntamelo todo. ¿Cómo fue tu torneo? 

—Gané —respondo—. Estoy en los profesionales ahora.


Ella se mueve hacia delante en su asiento, excitada y eso me hace sentir todo cariñoso y una mierda por dentro.

—¡Eso es genial! Sabía que podías hacerlo. ¿Cómo está Maca?


¿Cómo está Maca? Debería haber asumido que una conversación sobre mi éxito desataría uno sobre los suyos.


—No lo sé —digo inexpresivo. Y no lo sabía. He estado ignorando sus llamadas desde que se trasladó a Las Vegas—. No hemos hablado desde que la golpeaste.


Mamá se encoge por el recuerdo y se echa hacia atrás en su silla.


Inmediatamente me siento mal. No debería haber sacado el tema. Fue hace años.

Antes de trasladarnos a Portland, mamá vino a casa bastante borracha y Maca y yo estábamos viendo una película. En esa escena, no era inusual para mamá permitirse alcohol después del trabajo y nosotros no se lo reprochábamos,considerando que papá se había ido. 


Maca le habló a mamá sobre sus planes para abandonar la carrera de Derecho e irse a Las Vegas con el cretino de su novio, Brian y mamá perdió su mierda. Tiró cosas, maldijo, juró y lloró, fue a través de las habituales desmesurando emociones de borracha antes de insolentarse y atacar a Maca. Sabía que mamá había cruzado la línea, pero la dejé golpear a Maca repetidamente con la esperanza de que Maca volvería a sus sentidos, infiernos, yo quería golpearla. 


No me gusta Brian. No me gusta la manera en la que mira a mi hermana, o la manera en la que la toca. Llena su cabeza con esperanzas y sueños, y si por algún condenado milagro, su banda consigue mejorar, no quería que Maca se convirtiera en algo secundario para él. Ella tiene que ser la primera, siempre. No quiero nada excepto lo mejor para mi hermana pequeña. Él la follará y sé que lo hará... porque es como yo. La diferencia es que yo follé antes de conocer a la chica de mis sueños. He experimentado todo. Él no y cuando las mujeres empiecen a tirarse hacia él... me preocupa que mi hermana salga herida.


De todas formas, volviendo al tema. No debería haberme sentado y dejar que mamá golpeara a Maca. Debería haber hecho alguna condenada cosa.


—Fue hace mucho tiempo —murmura mamá—. No era yo misma.


Doy un paso más cerca.  

—Pero lo eres ahora y pareces estar bien. Déjame llevarte a casa.  

Una repentina lágrima sale desde los ojos de mamá y cae a lo largo de su mejilla. Ella la limpia.   

—No estoy lista para ir.


Bueno, no me esperaba eso. Me agacho despacio, poniéndome al nivel de sus ojos. ¿La he oído correctamente?


—Aquí es dónde necesito estar ahora mismo. Estoy demasiado cerca de patear el hábito. Quiero ir a casa, pero todo en lo que pienso ahora mismo es en ir a un bar para un Cosmo. Quiero ponerme mejor, Pedrito, y tengo que estar aquí para hacerlo. 

Ella mete un mechón de cabello negro detrás de su oreja.


—Estoy bien físicamente, pero mentalmente, estoy drenada. No puedo volver al mundo real aún. Todavía no.


Quiero que venga a casa, pero no voy a presionarla. Si ella siente que necesita más tiempo, entonces eso es exactamente lo que le daré durante tanto tiempo como quiera.


—Puedes tener más tiempo, pero en el segundo que realmente creas que estás lista para ir a casa, llámame y estaré en el primer vuelo, pese a dónde esté en el mundo.


Mamá levanta una mano y acuna mi cara.


—Oh, mi niño. —Aspira por la nariz y parpadea las lágrimas—Lamento que tuvieras que cuidar de mí. Has hecho mucho por mí... yo soy la madre, no tú,y aún refuerzas el plato y me mantienes avanzando.


Oír que admite todo lo que he hecho me golpea directamente en el corazón. 

Hace que todo lo que he hecho valga la pena. Hace que todo el estrés, todas las noches sin dormir y los miedos que he sufrido valieran la pena.


Su labio inferior tiembla y quiero retroceder. Ver a tu madre llorar es lo peor en el mundo. Eso te hace sentir pequeño e indefenso, como un niño.


—Ahora que he pasado la etapa oscura en la que estaba, puedo admitir para mí misma y para ti que quise morir. 
Antes de dormir todas las noches, rezaba para morir. 
Suplicaba a Dios para que no me dejara despertar, sabiendo que tendría que repetirlo una y otra vez, caminar sola, conducir al trabajo sola, comer sola, todas esas cosas que estaba tan acostumbra de hacer con tu padre, tenía que hacerlas sola y eso me afectó.


Ella se inclinó hacia delante, plantando un rápido beso en mi frente.


—Nunca quiero sentir eso otra vez. Nunca quiero que mis hijos me vean así otra vez. Ahora estoy mejor, no perfecta, pero mejor.


Realmente nunca he tenido una conversación profunda y significativa con mamá. No así, de todas formas. Ella deja caer sus manos de mi cara y le sonrío.  

—Nunca has estado sola y nunca lo estarás.  

Un pitido distractor sobre la P.A. nos saca de nuestra conversación y mamá se limpia su cara rosa con el dorso de su mano, y aspira por la nariz con tristeza...no, felicidad, quizás ambas.  

—Atención invitados, la hora de visita se está acabando ahora. Por favor digan sus despedidas. Son más que bienvenidos a volver en cuatro horas cuando las horas de visita empiecen de nuevo. Gracias.

Me pongo de pies y recorro mis dedos brevemente a través de mi cabello.


—¿Cuánto tiempo vas a estar en California? —pregunta mamá,levantándose del sofá.


—Hasta mañana por la mañana. Llevaré a Paula a la playa esta tarde, pero volveré y te visitaré en su lugar.


Ella se burla y me golpea alejándome.


—No seas tonto. Lleva a la chica a la playa. California es demasiado maravillosa para estar metido dentro.


—Pero...


—Nada de peros. —Sus largos, delgados brazos me rodean cuando me empuja para un abrazo y su olor familiar me envuelve—. Llévala a la playa.Estaré bien.


Después de un rápido adiós, cierro su puerta detrás de mí y tomo una profunda inhalación. Cuando exhalo, me siento diferente, renovado. Mamá está bien. Por primera vez en mucho tiempo, no está jugando con mi mente y estoy completamente liberado cuando pienso en ella. Han pasado muchos años desde que me sentí de esa manera y desde que conozco a Paula, los viejos capítulos de mi historia se han cerrado uno por uno, Carlos, mamá, todas las chicas casuales e,incluso, Dom. Desde aquí, nuevos capítulos serán escritos y presentarán a Paula en cada simple frase de cada simple párrafo. Sin ella en mi historia no puede avanzar y no puede estar completo. La amo. Ella es lo único bueno que me he permitido tener desde que dejé a papá meterse en mi cabeza, y hasta ahora, todo bien. Quizás soy bueno. Si no lo fuera, ¿por qué infiernos me darían a Paula? No pondrían a alguien tan inocente como ella en un camino dañino.


Quizás papá estaba equivocado conmigo