martes, 10 de junio de 2014

CAPITULO 225





Paula 

 
Inhalo una bocanada de aire pero no grito como quiero. Cada célula en mi cuerpo presiona contra mi piel,instándome fuera de mi silla y en dirección a él.


Cada átomo que me compone exige que proteja a mi prometido… y todavía permanezco en mi asiento, silenciosa y obsesionada, mirando cada espasmo de sus músculos, contracción de sus labios, y cada tirón de su mandíbula mientras Junior endereza su brazo. Estoy en el borde de mi silla, absorbiendo toda la energía y ansiedad dentro de la enorme área en mi pequeño cuerpo. Yo habría mascado mis uñas si no las hubiera ya mordido hasta el hueso. Vamos, Pedro, golpea.



No me importa si él pierde, pero me preocupa que resulte herido. Veo el codo de Pedro comenzar a doblarse en la otra dirección y el dolor en su cara envía una afilada flecha de pánico a mi pecho. Sudor nervioso empieza a gotear en mi piel y yo paso los dedos a través de mi cabello. Presencio exactamente cuatro segundos más del dolor de Pedro antes de que pueda seguir con esto y protejo mi cara con mis manos.



La campana suena y yo miro a través de mis dedos.


—¡Santo infierno! —Vanesa se ríe con nerviosismo, prácticamente rebotando en su silla—. ¡Eso estuvo como un demonio de cerca! 

Ella sacude su escuálido hombro cerca del mío y doy un tirón hacia el lado, ignorándola.Luciano tiene un taburete en la esquina de Pedro antes de que la campana detenga su molesto repique, pero Pedro permanece en el piso, aturdido. 

Como si no pudiera creer que aún esté en la pelea. Él se sacude y se pone de pie, y se mueve hacia su equipo antes de dejarse caer en su banquillo. Mientras Damian habla, Luciano verifica su cuerpo y le pasa una botella de agua. 


Pedro toma un rápido trago del agua y me ojea sobre su hombro. Me acaloro bajo su mirada y no puedo precisar lo que está pensando exactamente. Luciano arroja una bolsa de hielo bajo sus hombros y Pedro apenas se encoge de dolor. Echo una ojeada al equipo de Junior y ellos parecen realmente felices con su primer round… no hay duda en mi mente de que ellos lo ganaron. Pedro necesita finalizar esto antes de que vaya a los jueces. Él ya ha perdido un round.

Los banquillos son apartados y los compañeros de equipo dejan el cuadrilátero. 

Ring. 

El round dos comienza. 

La expectación cruje a través de mí, poniendo mi sangre en llamas. Apoyo mis codos en mis rodillas y presiono la punta de mis dedos en mi frente.


Ellos rodean viéndose, esperando por una grieta. Junior es el primero en romper y se lanza en contra con una dura patada.Pedro agarra su tobillo y lo hace perder su balance, halando su pierna más allá de su torso y luego lanzándolo hacia adelante, dándole un puñetazo directo en la nariz. 


Sangre sale a borbotones casi instantáneamente y de repente me siento bajo el clima. El temor se arremolina en mi estómago, mezclándose con las náuseas y me hundo en mí misma. ¿Por qué me hago esto?


Junior limpia su nariz con la parte posterior de su guante, pero nunca deja caer su mano. Él se balancea hacia Pedro, pero él esquiva y arremete hacia Junior.


Él sujeta su cuello con su mano izquierda y comienza a repartir una serie de devastadores puñetazos hacia el estómago de Junior. Junior intenta traer sus rodillas para proteger su torso, pero falla y Pedro lo hace retroceder hasta que está presionado contra la jaula. Las cejas de Pedro están recogidas, sus labios separados de una forma agresiva, exponiendo su blanco protector bucal. Mis ojos comienzan a escocer y me están gritando que parpadee, pero no lo hago. No quiero perderme un segundo de esta pelea.


Con un segundo aire, Junior cae bajo y se apresura hacia Pedro con venganza. 

Sus gruesos brazos tatuados se envuelven alrededor de las piernas de Pedro y los dos golpean la lona con una bofetada. Hay un frenesí de puños y piernas antes de que Pedro ruede rápidamente, llegando a descansar en lo alto de Junior. Este bloquea su cabeza cuando Pedro comienza una dura lluvia de puñetazos y codazos sobre él.


El referee se acerca, listo para terminar la pelea a favor de Pedro por el resultado de un TKO en cualquier momento. 



Luciano y Damian le gritan indicaciones e instándolo para continuar. La multitud es tan ruidosa que no puedo descifrar sus palabras exactas, pero cuando miro a la esquina de Junior, veo una mirada de pánico en los ojos de su equipo. 


Ellos no esperan que un experimentado luchador como Junior Moset pierda contra un aficionado como Pedro. Casi sonrío. Ellos estaban equivocados al subestimar a mi hombre. Pedro es feroz y rápido, como un tren. Cuando él alcanza máxima velocidad es imparable y tú mejor sales del camino. Con terrorífica velocidad, él golpea a Junior una y otra y otra vez.


Cuando Junior bloquea su cara, Pedro deja caer sus puños en su estómago. Él lo golpea con salvaje abandono, sin mostrar delicadeza, ni ritmo en sus golpes. Él quiere ganar y lo quiere hacer en el más arrasador modo posible. Tirito, mirando lejos de Pedro mientras domina a Junior. No creo que Junior vaya a tener mucho de una cara después de esto. El pecho de Pedro sube y cae rápidamente, como si estuviera corriendo una maratón y media. Está rociado con la sangre de su oponente y miro cómo el carmesí salpica reluciente bajo las brillantes luces. Pedro retrocede su brazo y Junior se rehúsa a bloquearlo, él yace ahí respirando pesadamente, esperando que el referee termine eso. Antes de que él golpee a Junior una última vez, sus ojos se mueven rápidamente hacia mí y mi corazón golpea fuerte contra mis costillas. Sus oscuros ojos se detienen en mí, esperando que yo haga algo. Noto que estoy sacudiendo mi cabeza hacia él… porque entiendo qué es lo que quiere. Él me está pidiendo permiso para golpear a Junior una vez más, un indefenso, herido Junior, y sacudo mi cabeza porque eso está mal. Él ya se ha rendido. Con un ligero asentimiento, Pedro balancea una pierna sobre la cabeza de Junior, atrapa su brazo y cae hacia atrás.


Junior no golpea al principio, pero cuando Pedro mueve rápidamente su cadera, Junior abofetea la lona tan dura que los espectadores de atrás
probablemente pueden oír.


El referee termina la pelea y la multitud enloquece con vítores y alaridos. 

Vanesa indudablemente chilla lo más alto y me hala hacia mis pies. Sus brazos me rodean y ella me sacude de lado a lado. No puedo hacer mucho con mis brazos forzados hacia abajo contra mis costados, así que miro atrás hacia el cuadrilátero. 

Este está repentinamente lleno con la prensa, compañeros de equipo y reporteros.


No puedo ver a Pedro en absoluto y probablemente no lo haré por un rato. 

—Vamos a esperarlos atrás en los vestidores —Vanesa sonríe, enganchando su brazo alrededor del mío y arrastrándome de mi fila.


La dejo guiarme porque mi cuerpo todavía está en shock. 


Qué revoloteo alrededor… apuesto a que todos pensaron que Junior iba a tomar este. Por no hablar de Pedro… y la mirada en su cara cuando estaba dominando por completo a Junior. Hambre pura. Él quería ganar, y lo hizo. Ciertamente lo hizo.

CAPITULO 224



El frío cemento del suelo del pasillo provoca un hormigueo en mis pies mientras marcho por el corredor. Mis manos se aprietan en puños, los aflojan y luego los aprietan de nuevo mientras muevo de un lado a otro la punta de mis pies un par de veces. Cuando me detengo detrás de unas puertas dobles y después de leer el lema del MMAC: “Se fuerte. Se inteligente. Se grande”. Inclino mi cabeza hacia el techo con los ojos cerrados y suelto un largo y lento suspiro. 


En ambos oídos, Damian y Luciano están hablándome, dándome palabras de aliento y consejos útiles, pero luego no les escucho. Mi mente está en otra parte, me centro en los cuadriláteros y la multitud. En poco tiempo, el bajo de la canción de entrada de Pedro comienza a salir a través del sistema de sonido y la puerta delante de mí se abre. Doblo los músculos de mis hombros a los muslos y salgo del corredor inclinándome hacia la multitud haciendo mi mejor esfuerzo para parecer tan confiado como siempre.


La gente se aferra a mí y les ignoro, concentrándome solo en el cuadrilátero que me acerco vacío. Paso la lengua por mi protector para sentir de forma segura su lugar y como la adrenalina sacude mi cuerpo y hierve mi sangre, enviándolo a la velocidad de la luz a través de mis venas. Me encanta esto. Mis nervios están electrificados, como si estuviera sentado en el borde de una severa tormenta, rogando por no ser golpeado por los relámpagos que golpean el suelo a mi lado. 

Al acercarme a los escalones del cuadrilátero, un miembro del personal del MMAC comprueba mis guantes y protector bucal mientras Damian llega alrededor mío y abre la cremallera de mi sudadera con capucha color negro. Me encojo de hombros agachándome y obligándome a ir por las escaleras al cuadrilátero. El rugido de la multitud es tan fuerte que es ensordecedor y estoy absolutamente anonadado por la cantidad de gente que ha venido a verme a mí y Junior pelear. 

Ni en un millón de años me hubiera pensado que la gente inundaría la arena para verme pelear. Paso mis dedos desnudos atreves del cuadrilátero de vinilo,  haciendo una vuelta al ring. Cuando pongo mis manos en una parte del cuadrilátero, me detengo por un momento. Vuelvo la cabeza hacia la izquierda y de inmediato encuentro a Paula en la multitud. Está en la parte de enfrente, sentada muy bien con sus piernas cruzadas y los dedos en su boca mientras
muerde nerviosamente sus uñas. Ella se centra en el suelo cuando Vanesa le habla al oído, pero cuando mira por debajo de sus gruesas y largas pestañas y me ve mirándole mientras toco el lugar donde folle con ella hace dos semanas los dedos caen de su boca y no hay duda en mi mente sus mejillas se están calentando. 

Flashback me siguen, perfectos y rosados pezones, brillante cabello, un coño mojado con labios hinchados. Tengo casi decidido correr a todos de la arena y arrastrarla aquí.

Me da una mirada de advertencia, como si pensara que alguien aquí sabe lo que hicimos y sonrió… nadie sabrá nunca lo que hicimos. Ella se mete el dedo de nuevo en su boca y veo su anillo de compromiso brillar bajo las luces, el anillo que le compré, el que me llevo seis horas elegir. Con que facilidad se me olvidó que no somos más novia y novio, le prometí el resto de mi vida a ella… y ella me prometió la suya a cambio. Y pensar que todo sucedió justo bajo mis pies.

Continúo con mi círculo en el ring hasta que estoy de vuelta en mi esquina.


Normalmente me gusta mostrarme un poco a la multitud, pero esta noche quiero que vean que hablo en serio.


Una canción desconocida explota en los altavoces y la multitud se vuelve loca, una vez más. Una punzada de anticipación cursa atreves de mí y vuelvo la cabeza para ver a Junior Moset trotando por la pasarela con una amplia sonrisa en su rostro. Está acostumbrado a esto. Este es su mundo en el que estoy entrando y no me gusta que le dé una ventaja sobre mí. Junior entra al ring y hace su vuelta antes de entrar al lado opuesto del ring.


—Recuerda, trata de mantenerte en pie. Evita ir al suelo si te puedes ir por un K.O. Es tu mejor opción —dice Luciano mientras el locutor habla introduciendo al árbitro y los luchadores. 

Parece extremadamente confiado en mí, pero lo que no sabe, es que es más fácil decirlo que hacerlo. Es casi imposible mantener a un luchador de pie durante la mayor parte de la pelea. Cuando las cosas se ponen demasiado rápidas, van por derribar. Cuando llegan en picada, se van para el derribo. Demonios incluso van por el derribo si golpean con éxito. No voy a ser capaz de mantener esa posición por mucho tiempo… y espero que mi pelea en el suelo sea lo suficientemente buena para evitar cualquier ataque devastador. 

Junior y yo nos observamos el uno al otro desde lados opuestos del cuadrilátero y cuando el árbitro, Marty Quim, camina en el interior, el ruido de la audiencia disminuye. Junior se agacha un poco, sus fosas nasales se ensanchan mientras respira con dificultad.Controlando la forma en que sus puños se aprietan cuando se levanta hacia delante con su cuerpo y el conocimiento me cubre.Sé el objetivo de cada músculo de mi cuerpo y posiciono cada uno preparándome para lo que está por venir. Este es mi elemento, también me recuerdo a mí mismo. Este es mi show. 

Mi vida.
Mi pasión. 
Y no voy a perder esta mierda. 


—¿Junior, estás listo? —grita Quim y Junior chasquea engreídamente,levantándome una ceja oscura.


—¡Sí!


Pedro, ¿estás listo? 

Asiento, entrecerrando mis ojos a Junior. Es un buen tipo, pero esta noche él es el único que se interpone entre mí y el respeto que merezco… eso lo hace mi enemigo. Suena la campana y nos empujan fuera de nuestros rincones y nos reunimos en el centro a tocar guantes. Tan pronto como nos damos nuestro toque de manos, dejamos caer nuestras posturas y nos cuadramos. 

Poderosos sentimientos me envuelven y no pierdo el tiempo en arremeter.


Nunca estuvo en nuestro plan de trabajo lanzar golpes de poder de buenas a primeras, pero quería medir el tiempo de reacción de Junior, porque una vez que encuentre mi fluir, él será un maldito fracaso. Toma un par de pasos rápidos hacia atrás mientras mis puños llueven sobre él. Trae sus manos para cubrirse el rostro, pero no sirve de nada. Dejo caer bajo y cierro mis nudillos en las costillas,escuchándole forzar el aire en sus pulmones. Con cada golpe aterrizando, me siento a mí mismo volviéndome más y más relajado, ya no más ansioso. Y debido a eso, me encuentro dando movimientos más rápidos, con más confianza. Junior no es rival para mis golpes. Él también lo sabe, y mete mis piernas para evitar mis golpes. Me expando, envolviendo mis brazos alrededor de él y empujándole lejos de mí. Doy un paso hacia atrás mientras, salta sobre sí mismo  y lleva sus manos atrás para proteger su rostro. La frente de Junior esta fruncida y sé que él no esperaba que fuera tan agresivo. 


Regla número uno, nunca me subestimes. Nunca
subestimes mis debilidades porque cuando las utilizo para alimentar mis puntos fuertes, es mejor mirar hacia otro lado. 


Junior viene rápido con golpes en el estómago. Dejo caer mis manos para proteger mi estómago, las dos manos, un error de novato y me golpea la boca. Un dolor punzante en mi labio (el mismo lugar exacto que esta sanando de la paliza de Dom) y me gusta la sangre. Junior retrocede cuando escupo sangre en la lona.


—Golpe de suerte —gruño, con lo que mis puños los pongo asegurándome y avanzo hacia él. Así su impaciencia está terminada, Junior comienza a golpearme otra vez desde la derecha. Dejo que me de dos golpes y finge un tercero que viene. Cambia su ángulo, como esperaba y me voy a la derecha, golpeando a Junior otra vez, dos veces, no, tres veces en las costillas. Junior lo intuye y lo agarro del cuello, subiendo mi rodilla y la conduzco directamente a su pecho.

Oigo que la muchedumbre se vuelve loca y sé que el paso rápido de la pelea los vuelve dementes. Engancha su brazo alrededor de la rodilla y se retuerce, haciendo que me dirija a un ángulo incómodo y caigo a la lona con una explosión.  


Libero mi tobillo y rodo rápido me nuevo de un tirón a mí mismo sobre los talones de mis pies cuando el puño de Junior vuela hacia mi rostro. En el último momento, giro pero no es lo suficientemente rápido y el clip de los nudillos de Junior dan en el lateral de mi cabeza, envía un timbre alto a través de mi oído. Me tomo unos pasos hacia atrás para despejar mi cabeza y Junior no pierde ni un segundo y se lanza hacia mí casi al instante. Agarra mis piernas y me
lleva hacia abajo. Lucho contra él, casi no llego a ninguna parte. Es un bastardo pesado, eso es seguro.


—¡No te dejes atrapar! —oigo el grito de Damian—. ¡Cuida tus brazos! 

Aprieto mis manos y le agarro con fuerza, Junior hace su mejor esfuerzo para separarlos y envolverse alrededor de uno de ellos. Mueve su cuerpo sobre el mío, consiguiendo montarme y atrapando mis brazos bajo su peso. Gruño mientras giro mis caderas en un intento de sacármelo de encima, pero fallo. Estoy en posición plena de guardia, envuelvo mis piernas alrededor de él para evitar que se ponga de pie. De alguna manera, el pasa mi guardia y se levanta. Todo mi cuerpo se tensa cuando veo levantar su codo antes de caer hacia abajo en mi pecho.  Un gemido se libera de mi garganta mientras lo hace una y otra vez,
acercándose a mi rostro. Separo mis manos y empujo contra su pecho. Mi pecho duele por la fuerza de su codo estrellándose contra él y aprieto los dientes en guardia. El copia mis movimientos, empujando hacia abajo a mi pecho.

—¡No, Pedro! —escucho a Luciano gritar y siento a Junior sobre mí. ¡Oh mierda!  Su pierna se balancea sobre mi rostro mientras retuerce su cuerpo.


¡Mierda! Agarra mi brazo y cae con él hacia atrás, enderezando el brazo hasta que doblo en su dirección opuesta. Aprieto la mandíbula mientras el dolor se dispara hasta el antebrazo y en el codo. Junior hala más duro y me hace gruñir en voz alta.


—¡Aguanta! ¡Tres! —escucho a Damian gritar—. ¡Dos!


Un segundo más tarde, los golpes de campana y la presión disminuye. 

Junior me deja ir y trota hasta su esquina. ¿Qué mierda? Parpadeo un par de veces, todavía tendido en el suelo, aturdido. Casi se me adelantó. Sacudo la cabeza y me levanto sobre mis pies. Sacudo y aprieto mi codo. Se siente magullado y tenso… casi me tuvo por un puto maldito brazo. 

—Estas bien —dice Damian cuando caigo en mi taburete—. La próxima vez prueba con el suyo


Damian y Luciano están sobre mi rostro. Trato de concentrarme en lo que están diciendo, pero mi corazón late con fuerza en mis oídos. Eso estuvo jodidamente cerca. Casi me tenía y me hubiera tenido si la campana no hubiera sonado. 

—Agua —demando y Luciano me la da.


Chupo el agua hasta llenar mi boca y hago gárgaras en mi boca seca antes de tragarla. Damian detalla nuestro plan de pelea con detalles, pero eso es demasiado tratar de escucharle, miro por encima de mi hombro y la busco. Los grandes ojos verdes de Paula se asoman a través de los huecos de los dedos. Su cabello largo, chocolate oscuro, está desaliñado, como si estuviera dirigiendo sus dedos atreves de él, incluso con las manos protegiendo la mayor parte de su rostro puedo decir que está preocupada por mí y tengo que cambiar eso. La próxima ronda es mía. 

No voy a perder. Hoy no.

CAPITULO 223



Pedro 


Noche de pelea: Pedro Alfonso vs Junior Moset 


 
Una silla plástica golpea la pared de cemento y me trajo a mis sentidos. 


Ondas de ansiedad atraviesan mi cuerpo y aprieto los puños, ya que se apoyan en mi pecho y me amenazan con asfixiarme. ¿Dónde está? Mande a Damian a la habitación del hotel media hora antes de encontrarla.Paula quería esperar hasta el último minuto para venir. Estas cosas de la lucha todavía le ponen nerviosa y trato con todas mis fuerzas de respetar eso, pero sin ella aquí conmigo ahora no creo que pueda hacerlo a través de mi calentamiento. 


Quiero ver sus calmantes ojos verdes mirándome, con toda calma y preocupación.


Doblo mis dedos y los contemplo desnudos. Se pegan a partir del material grueso y vuelvo la palma de la mano hacia abajo para evaluar los guantes. En la parte superior de mi guante derecho, sobre la almohadilla de los nudillos, se lee “MMAC” en grandes letras blancas. Lo hice. Estoy aquí, listo para mi debut profesional… Esta pelea, gane o pierda, será recordada por el resto de mi carrera.


Las primeras peleas siempre lo son.


Ser inmortalizado como un aficionado perdedor en mi primera pelea profesional no es la única cosa que comerá de mí la multitud, también. Decenas de miles de espectadores todos sentados y esperando la pelea principal. Junior es el favorito del público, algo que conozco desde hace semanas. Su record profesional es de nueve a uno, perdiendo solo por descalificación en su primera pelea por el acercamiento repetido al cuadrilátero para mayor soporte. Mi record profesional es cero tanto en victorias como en derrotas. Ellos no se preocupan por mi record de aficionado o que he tenido veintidós peleas oficiales y no he perdido ni una sola. Lo que cuenta es el ahora. Tengo que ganar esta pelea, y solo necesito tener la cabeza clara y en el juego. Un error y Junior puede tenerme un brazo bloqueado o una llave de candado o incluso una guillotina. He visto sus peleas.


Sabe exactamente como bloquear los movimientos hacia abajo y salir de ello va tomar más que toda la energía que tenga. 

La puerta se abre, obteniendo mi atención. El resto del equipo se desvanece y mi vista se centra únicamente en mi mujer. Cuando su mirada se posa en mí, la ansiedad en mi pecho disminuye permitiéndome un suspiro de alivio. Incluso en este entonces no podía determinar lo mucho que me relaja ella… Tal vez es porque ella siempre está tan nerviosa que me obligo a mí mismo hacer algo para que se sienta mejor. Mi equipo se filtra desde la habitación y cierra la puerta detrás de ellos. Hemos hecho esto las suficientes veces ya que saben que nos han de dejar en paz cuando viene a verme. No puedo exponer mis pensamientos ante todo el equipo de que soy débil. Solo a ella le he permitido ver ese lado de mí.


Preparo mis manos en el banco a cada lado de mis muslos abiertos mientras da un paso entre ellos y coloca su mano sobre mi hombro y la otra sobre el cuello. Se ve absolutamente impresionante con un pantalón negro con clase y un suéter blanco con estilo. No hay mini faldas. No hay vestido de tubo ajustado. Perfecto. 

Un murmullo relajante vibra en sus dedos y se arrastra sobre mi piel antes de filtrarse por mis poros. Sin querer, traigo mis labios a los suyos y me detengo a mí mismo antes de presionarlos. Su respiración se acelera antes de que ella lo expulse nerviosamente en mi rostro.


—Gracias por estar aquí —murmuro, mirando profundamente en sus ojos—No podría hacerlo sin ti.
 
—Lo estabas haciendo muy bien antes de que llegara.

No, no lo estaba. Estaba dispuesto a tirar la toalla, a renunciar a la lucha. 

Damian lo sabía y Luciano también lo sabía. Pero cuando conocí a Paula, su pasión y su lucha encendió una chispa en mí que pensé que hace mucho se había ido.


Ella me inspira… Y pienso que es por eso que tengo que verla antes de una pelea… Porque me da la motivación que necesito.


—No tienes ni idea —digo, en broma empujando su nariz con la mía. 

Sus dedos serpentean alrededor de la parte de atrás de mi cuello y se unen entre sí mientras saca su frente más duro contra la de ella. 

—Vas  a ganar —dijo ella—. No vas a ganar por mí, o Damian, o el MMAC.Vas a ganar por ti mismo, ya que has recorrido los duros entrenamientos para llegar aquí.


Aquí viene otra vez, siempre sabe decir las cosas correctas. 

—¿Y si no quiero ganar? —le pregunto, en broma.


—Entonces es mejor perder con una sonrisa en el rostro.


Me reí entre dientes. A la mierda esto. No voy a perder ante nadie, mi orgullo no me lo permite.