Tiro mis zapatos detrás del sofá y troto por las escaleras. He estado fuera en el balcón en el aire salado y caliente por más de cuarenta minutos. Solo planeaba estar aquí,mientras Paula estaba en la ducha, pero me puse a pensar y no pude parar. Esta noche no debería haber ocurrido. Nunca había estado avergonzado de mi pasado.
Nunca me había parado a reflexionar en todas las decisiones que he hecho, o al menos no lo había hecho hasta que empezaron a volver para morderme en el culo una detrás de la otra. Sabía que volverían a mí, así es como funciona el karma, pero en el momento no me importó. Las diversas emociones que parpadean sobre su cara cuando algo como esto pasa, tristeza, disgusto, celos, todas ellas, retuercen mi estómago en nudos y me siento indigno de ella. Papá siempre me decía que destruyo todas las cosas buenas que obtengo. ¿Estaba destruyendo a Paula? Si esto sigue ocurriendo, ¿la cambiará? ¿Le importaré menos?
Tengo que casarme con ella para que no pueda dejarme... no estoy tratando de atraparla, solo quiero la prueba de que ella va a estar a mi lado para siempre, que ella quiere ser parte de mi existencia.
Paula es la única cosa que sé que mi papá hubiera aprobado. Él no estaba allí para mí y cuando pienso en él, la palabra amor no surge exactamente en mi mente... pero aun así quería que él esté orgulloso de mí. ¿Qué hijo no quiere hacer orgulloso a su padre?
Abro la puerta del dormitorio y mis ojos escanean la habitación en penumbra. No sé lo que esperaba encontrar... ¿una Paula desnuda y cachonda, tal vez? Ella ha atenuado las luces y las luces tenues siempre son una buena señal.
Cierro la puerta tras de mí y cuando hace clic, oigo las sábanas alterarse. En medio de la masa de sábanas y almohadas azul Francia, veo un pequeño pie asomándose sobre el borde de la cama y me sonrío a mí mismo. Ella realmente se fue a dormir. Me puso en mi lugar y luego se durmió sin decir nada más...
extrañamente, estoy orgulloso de ella.
Su obstinación es lo que me atrajo en primer lugar,supongo. Sabe cuándo contestarme y cuándo rendirse. Es como si tuviera un radar para cuando tengo que ser puesto en mi lugar y cuando tengo que estar en control, claro, ella ha
mezclado los dos un par de veces, pero por lo general, da en el clavo.
Botón tras botón, desabrocho mi camisa y la tiro al suelo. Dejo caer mis pantalones y los reemplazo con un par de pantalones flojos de mi maleta que está torpemente esparcida por la habitación. Cuando me arrastro a través de la cama, su olor limpio y fresco me golpea como una tonelada de ladrillos y me doy cuenta de que me he congelado en mi lugar. Su olor fluye a través de mí y cierro
los ojos mientras se filtra por todos mis poros y prende fuego mi sangre.
Obligándome a moverme de nuevo, retiro las sábanas de mi lado y me deslizo dentro. Paula me está haciendo frente, con la mano escondida adorablemente bajo la barbilla y su cuerpo vestido con un fino camisón color gris que está levantado sobre sus caderas, exponiendo el más diminuto par de bragas de encaje blanco que he visto en mi vida. En la penumbra, no puedo decir el tono exacto de su piel, pero sé es todo de un ligero tono rosado. Sonrío, recordando los cuarenta minutos que me acosté junto a ella en la playa.
Tenía mis gafas de sol puestas, por lo que para los transeúntes, los dos estábamos durmiendo, pero en realidad, yo la estaba observando. Memorizando cada centímetro de piel expuesta, creando mapas en mi cabeza… mapas que planeo seguir con mis labios.
Me pongo más cerca de ella, manteniendo mis ojos en su cara pacífica. Sin pensarlo, mi mano se acerca y paso las yemas de los dedos sobre la cara externa de su muslo y sobre el fino material blanco de su ropa interior. Las puntas de mis dedos parecen calentarse cuando nuestra piel se conecta y continúo mi ascenso,deslizando mis yemas sobre su cadera. Sus labios se abren y expulsa una bocanada de aire caliente, enviando un escalofrío de placer a través de mi cuerpo que obliga a mi cabello a pararse en sus extremos cuando piel de gallina hace erupción sobre mi piel. No puedo evitar imaginar el sonido justo junto a mi oído mientras le doy placer. Arrastro mi dedo sobre el borde de su cadera y sobre su estómago. Con otro suspiro, ella rueda sobre su espalda. Espero un poco, no queriendo despertarla, y cuando estoy seguro de que no lo hará, dejo que mis dedos vaguen. En poco tiempo estoy acariciando el dobladillo de su ropa interior.
A pesar de estar sobre su espalda, ella todavía me está enfrentando y puedo oír sus pesadas respiraciones de anticipación. Incluso en su sueño ella quiere que la toque.
Sé que debería simplemente abandonarla y dejarla dormir, pero la atracción que ella tiene en mí es imparable. Deslizo mis dedos sobre la parte exterior de sus bragas de encaje, evitando su punto dulce, para acariciar el interior de sus muslos. La oigo contener el aliento en la garganta cuando el borde de mi dedo roza su centro y ella minuciosamente empuja sus caderas. Su pierna se acerca un poco cuando las separa abriéndolas un poco. Mantengo mis ojos en su
Sé que debería simplemente abandonarla y dejarla dormir, pero la atracción que ella tiene en mí es imparable. Deslizo mis dedos sobre la parte exterior de sus bragas de encaje, evitando su punto dulce, para acariciar el interior de sus muslos. La oigo contener el aliento en la garganta cuando el borde de mi dedo roza su centro y ella minuciosamente empuja sus caderas. Su pierna se acerca un poco cuando las separa abriéndolas un poco. Mantengo mis ojos en su
cara y sus labios entreabiertos mientras deslizo la punta de mi dedo bajo el borde de su ropa interior. Su piel es suave e increíblemente delicada y mientras deslizo mi dedo entre sus pliegues húmedos, ella gime y envía electricidad que crepita a través de mi cuerpo. Ella extiende sus piernas aún más amplias y empujo mi dedo índice dentro. Sus paredes se contraen a mi alrededor, casi enviándome sobre el borde y mi pene ni siquiera la ha tocado aún. Olvídense de tocar, estoy todo dispuesto a saborear. Me empujo sobre ella, teniendo especial cuidado de no despertarla. Me bajo hasta que mi cara está directamente entre sus muslos y justo sobre el tarro de miel que tan desesperadamente quiero probar. Su dulce aroma me abruma, enviando mis sentidos en un frenesí. Mi pene duele por clavarse fuertemente contra el colchón y muevo mis caderas para aliviar un poco la presión.
Tiro de sus bragas a un lado y admiro su perfección en la tenue luz antes de tocarla con mi lengua. Tan pronto como mi lengua toca su piel caliente, ella inhala fuertemente, sus caderas se flexionan contra mi boca y fuerzan a mi lengua más fuerte contra su clítoris. Giro mi lengua lentamente al principio, y su espalda comienza a arquearse mientras su respiración se vuelve lo suficientemente pesada para que yo la escuche. El sonido me estimula y lamo más rápido y más fuerte,hasta que ella está gimiendo y agarrando las sábanas. El calor al rojo vivo se abre paso a través de mis venas y quiero follar su dulce coño… pero no puedo. Esto se trata de compensarla y con mucho gusto me voy a dar un serio caso de bolas azules si esto significa hacerla feliz.
Detengo los remolinos de mi lengua contra su delicioso manojo de nervios y trazo mi lengua hasta su centro y sobre su agujero. Paula se estremece cuando mi lengua envía sensaciones a través de su cuerpo dormido. Escucho tensarse las sábanas por el tirón de sus manos cuando tira de ellas y cambio de nuevo a masajear su clítoris. Un involuntario gemido se libera de mi garganta mientras froto la palma de mi mano por el interior de su muslo antes de dejar caer la punta de mi dedo dentro de ella.Paula suelta las sábanas y levanto la vista para ver que se ha levantado su camisa y expuesto sus senos mientras se busca a tientas a sí misma, pellizcando y rodando sus pezones entre sus dedos.
Maldito.
Infierno.
Muevo mi dedo dentro y fuera, lentamente al principio, hasta que sus manos se caen de sus tetas y rastrillan mi cabello, instando a mis labios con más fuerza contra su cuerpo mientras sus piernas se enganchan sobre mis hombros.
Miro hacia ella y la veo todavía en un estado de sueño. Dejo caer mi atención a lo que estoy haciendo, concentrándome en conseguirla exactamente donde yo quiero que esté.
Miro hacia ella y la veo todavía en un estado de sueño. Dejo caer mi atención a lo que estoy haciendo, concentrándome en conseguirla exactamente donde yo quiero que esté.
—Mmmm...
Mis ojos vuelan de nuevo a la cara de Paula y se traban con sus grandes ojos verdes. Incluso en la tenue luz, puedo ver sus mejillas sonrojadas por su excitación. Su cuerpo se sacude bajo el empuje de mi dedo y los rápidos e irregulares latigazos de mi lengua. Sé que ella ama mis dedos, así que agrego otro y el efecto de ello hace que balancee de sus caderas contra mí.
—Sí —jadea, cerrando los ojos—. Oh, joder sí.
Siento sus paredes comenzando a apretarse mientras ella se acerca al orgasmo. La sensación de ello me tiene follándola con el dedo más fuerte y más rápido. Si se vuelve más apretada, no voy a ser capaz de mover mis dedos en absoluto. Curvo mis dedos hacia arriba y las piernas de Paula se acercan más,amenazando con aplastar mi cabeza entre sus muslos. Casi sonrío al pensar en hacerla correrse y capturar su clítoris entre mis dientes, mordiéndolo suavemente.
—Pedro —gime, mientras su pecho sube y baja rápidamente—. No te detengas…
No voy a hacerlo. Cuando deslizo un tercer dedo, las caderas de Paula se mueven hacia arriba mientras fuertes gemidos salen de sus labios.
—¡Oh! ¡Oh, Dios, mierda!
Sus muslos aplastan mi cabeza, pero no es suficiente como para evitar que la martille con mis dedos.
—¡Sí! ¡Pedro! ¡Pedro —Sus paredes hacen espasmos alrededor de mis dedos y su coño hace un sonido de derretimiento mientras se deslizan dentro y fuera.
Jugos dulces gotean de ella, cubriendo mi dedo y mi lengua. Su cuerpo se retuerce mientras los efectos de su orgasmo desaparecen, dejando todo en un aturdimiento hipersensible. Quito mis dedos y paso mi lengua por encima de su punto dulce una vez más, haciendo que su cuerpo tiemble y su pecho jadee con una risita satisfecha.
Deslizo mi cuerpo por encima de ella, presionando mi dureza en su núcleo blando y ella aprieta mis caderas entre sus muslos. La excitación hace erupción en las profundidades de sus ojos mientras le beso la punta de la nariz y ruedo fuera de ella. Cierro los ojos por un instante, esperando que la palpitante presión en mis pantalones desaparezca. Paula suspira, rodando su cuerpo lentamente hacia mí y metiéndose en mi costado. Sus dedos se arrastran por mi pecho a lo largo de mi estómago antes de bailar sobre el dobladillo. Sigo estando duro, todavía con ganas de sumergirme en su interior, pero no lo haré. No esta noche.
Quiero estar dentro de ella, pero creo que ser desinteresado y darle algo sin recibir nada a cambio es el mejor movimiento que puedo hacer esta noche, en términos de nuestra relación. Ella necesita saber que no es todo sobre sexo conmigo. La amo más que el sexo, y no tener relaciones sexuales con ella esta noche le demostrará (esperemos) que soy capaz de dar sin tomar nada a cambio.
La pongo justo encima de mí, colocando mi barbilla en la parte superior de su cabello húmedo con perfume a fresas.
Cuando su mano se desliza por debajo de la cintura de mis pantalones y acaricia la punta de mi pene, agarro su muñeca y tiro de ella. Siento su sonrisa contra mi piel e imagino sus labios perfectos curvándose vívidamente en mi cabeza. Tan hermosa.
—¿No quieres?
—Oh, sí quiero. —Presiono la palma de su mano contra el duro bulto en mis pantalones y aprieto los dientes contra el impulso de hacerla acariciarlo—. Pero no voy a hacerlo. No esta noche.
Sus dedos se crispan contra mí y cierro los ojos, tragando la masa de saliva que inunda mi boca mientras el sabor de Paula persiste.
—No esta noche —le digo de nuevo, más como un recordatorio para mí mismo que para Paula.
Bosteza, tirando la mano hacia atrás, colocándola alrededor de mi cintura.
—Quién sabe, tal vez te despertaré con una agradable sorpresa.
Me río una vez.
—No lo hagas. Cuando lo hagas, quiero estar muy despierto de principio a fin con las luces tan brillantes como puedan estar. No quiero perderme ni un segundo de ello.
Ella se ríe somnolienta, acurrucándose más cerca.
—¿Quieres filmarlo, también?
—¿Puedo? —pregunto, un poco demasiado entusiasmado lo que debería haber estado.
Paula aplasta mi pecho.
—Estaba siendo sarcástica. No, no puedes filmarlo.
—Ya veremos.
Me la imagino poniendo los ojos en blanco y le aprieto un poco más fuerte.
—Buenas noches.
—Lo son ahora.
Me duermo poco después con el amor de mi vida en mis brazos y el sabor más dulce en el mundo en mi lengua.