viernes, 30 de mayo de 2014

CAPITULO 190



Tiro mis zapatos detrás del sofá y troto por las escaleras. He estado fuera en el balcón en el aire salado y caliente por más de cuarenta minutos. Solo planeaba estar aquí,mientras Paula estaba en la ducha, pero me puse a pensar y no pude parar. Esta noche no debería haber ocurrido. Nunca había estado avergonzado de mi pasado. 


Nunca me había parado a reflexionar en todas las decisiones que he hecho, o al menos no lo había hecho hasta que empezaron a volver para morderme en el culo una detrás de la otra. Sabía que volverían a mí, así es como funciona el karma, pero en el momento no me importó. Las diversas emociones que parpadean sobre su cara cuando algo como esto pasa, tristeza, disgusto, celos, todas ellas, retuercen mi estómago en nudos y me siento indigno de ella. Papá siempre me decía que destruyo todas las cosas buenas que obtengo. ¿Estaba destruyendo a Paula? Si esto sigue ocurriendo, ¿la cambiará? ¿Le importaré menos?  


Tengo que casarme con ella para que no pueda dejarme... no estoy tratando de atraparla, solo quiero la prueba de que ella va a estar a mi lado para siempre, que ella quiere ser parte de mi existencia.


Paula es la única cosa que sé que mi papá hubiera aprobado. Él no estaba allí para mí y cuando pienso en él, la palabra amor no surge exactamente en mi mente... pero aun así quería que él esté orgulloso de mí. ¿Qué hijo no quiere hacer orgulloso a su padre?


Abro la puerta del dormitorio y mis ojos escanean la habitación en penumbra. No sé lo que esperaba encontrar... ¿una Paula desnuda y cachonda, tal vez? Ella ha atenuado las luces y las luces tenues siempre son una buena señal.

Cierro la puerta tras de mí y cuando hace clic, oigo las sábanas alterarse. En medio de la masa de sábanas y almohadas azul Francia, veo un pequeño pie asomándose sobre el borde de la cama y me sonrío a mí mismo. Ella realmente se fue a dormir. Me puso en mi lugar y luego se durmió sin decir nada más...  

extrañamente, estoy orgulloso de ella. 

Su obstinación es lo que me atrajo en primer lugar,supongo. Sabe cuándo contestarme y cuándo rendirse. Es como si tuviera un radar para cuando tengo que ser puesto en mi lugar y cuando tengo que estar en control, claro, ella ha
mezclado los dos un par de veces, pero por lo general, da en el clavo.


Botón tras botón, desabrocho mi camisa y la tiro al suelo. Dejo caer mis pantalones y los reemplazo con un par de pantalones flojos de mi maleta que está torpemente esparcida por la habitación. Cuando me arrastro a través de la cama, su olor limpio y fresco me golpea como una tonelada de ladrillos y me doy cuenta de que me he congelado en mi lugar. Su olor fluye a través de mí y cierro
los ojos mientras se filtra por todos mis poros y prende fuego mi sangre.


Obligándome a moverme de nuevo, retiro las sábanas de mi lado y me deslizo dentro. Paula me está haciendo frente, con la mano escondida adorablemente bajo la barbilla y su cuerpo vestido con un fino camisón color gris que está levantado sobre sus caderas, exponiendo el más diminuto par de bragas de encaje blanco que he visto en mi vida. En la penumbra, no puedo decir el tono exacto de su piel, pero sé es todo de un ligero tono rosado. Sonrío, recordando los cuarenta minutos que me acosté junto a ella en la playa. 


Tenía mis gafas de sol puestas, por lo que para los transeúntes, los dos estábamos durmiendo, pero en realidad, yo la estaba observando. Memorizando cada centímetro de piel expuesta, creando mapas en mi cabeza… mapas que planeo seguir con mis labios.


Me pongo más cerca de ella, manteniendo mis ojos en su cara pacífica. Sin pensarlo, mi mano se acerca y paso las yemas de los dedos sobre la cara externa de su muslo y sobre el fino material blanco de su ropa interior. Las puntas de mis dedos parecen calentarse cuando nuestra piel se conecta y continúo mi ascenso,deslizando mis yemas sobre su cadera. Sus labios se abren y expulsa una bocanada de aire caliente, enviando un escalofrío de placer a través de mi cuerpo que obliga a mi cabello a pararse en sus extremos cuando piel de gallina hace erupción sobre mi piel. No puedo evitar imaginar el sonido justo junto a mi oído mientras le doy placer. Arrastro mi dedo sobre el borde de su cadera y sobre su estómago. Con otro suspiro, ella rueda sobre su espalda. Espero un poco, no queriendo despertarla, y cuando estoy seguro de que no lo hará, dejo que mis dedos vaguen. En poco tiempo estoy acariciando el dobladillo de su ropa interior.


A pesar de estar sobre su espalda, ella todavía me está enfrentando y puedo oír sus pesadas respiraciones de anticipación. Incluso en su sueño ella quiere que la toque. 


Sé que debería simplemente abandonarla y dejarla dormir, pero la atracción que ella tiene en mí es imparable. Deslizo mis dedos sobre la parte exterior de sus bragas de encaje, evitando su punto dulce, para acariciar el interior de sus muslos. La oigo contener el aliento en la garganta cuando el borde de mi dedo roza su centro y ella minuciosamente empuja sus caderas. Su pierna se acerca un poco cuando las separa abriéndolas un poco. Mantengo mis ojos en su
cara y sus labios entreabiertos mientras deslizo la punta de mi dedo bajo el borde de su ropa interior. Su piel es suave e increíblemente delicada y mientras deslizo mi dedo entre sus pliegues húmedos, ella gime y envía electricidad que crepita a través de mi cuerpo. Ella extiende sus piernas aún más amplias y empujo mi dedo índice dentro. Sus paredes se contraen a mi alrededor, casi enviándome sobre el borde y mi pene ni siquiera la ha tocado aún. Olvídense de tocar, estoy todo dispuesto a saborear. Me empujo sobre ella, teniendo especial cuidado de no despertarla. Me bajo hasta que mi cara está directamente entre sus muslos y justo sobre el tarro de miel que tan desesperadamente quiero probar. Su dulce aroma me abruma, enviando mis sentidos en un frenesí. Mi pene duele por clavarse fuertemente contra el colchón y muevo mis caderas para aliviar un poco la presión.


Tiro de sus bragas a un lado y admiro su perfección en la tenue luz antes de tocarla con mi lengua. Tan pronto como mi lengua toca su piel caliente, ella inhala fuertemente, sus caderas se flexionan contra mi boca y fuerzan a mi lengua más fuerte contra su clítoris. Giro mi lengua lentamente al principio, y su espalda comienza a arquearse mientras su respiración se vuelve lo suficientemente pesada para que yo la escuche. El sonido me estimula y lamo más rápido y más fuerte,hasta que ella está gimiendo y agarrando las sábanas. El calor al rojo vivo se abre paso a través de mis venas y quiero follar su dulce coño… pero no puedo. Esto se trata de compensarla y con mucho gusto me voy a dar un serio caso de bolas azules si esto significa hacerla feliz.


Detengo los remolinos de mi lengua contra su delicioso manojo de nervios y trazo mi lengua hasta su centro y sobre su agujero. Paula se estremece cuando mi lengua envía sensaciones a través de su cuerpo dormido. Escucho tensarse las sábanas por el tirón de sus manos cuando tira de ellas y cambio de nuevo a masajear su clítoris. Un involuntario gemido se libera de mi garganta mientras froto la palma de mi mano por el interior de su muslo antes de dejar caer la punta de mi dedo dentro de ella.Paula suelta las sábanas y levanto la vista para ver que se ha levantado su camisa y expuesto sus senos mientras se busca a tientas a sí misma, pellizcando y rodando sus pezones entre sus dedos.


Maldito.  

Infierno. 

Muevo mi dedo dentro y fuera, lentamente al principio, hasta que sus manos se caen de sus tetas y rastrillan mi cabello, instando a mis labios con más fuerza contra su cuerpo mientras sus piernas se enganchan sobre mis hombros. 


Miro hacia ella y la veo todavía en un estado de sueño. Dejo caer mi atención a lo que estoy haciendo, concentrándome en conseguirla exactamente donde yo quiero que esté.


—Mmmm...


Mis ojos vuelan de nuevo a la cara de Paula y se traban con sus grandes ojos verdes. Incluso en la tenue luz, puedo ver sus mejillas sonrojadas por su excitación. Su cuerpo se sacude bajo el empuje de mi dedo y los rápidos e irregulares latigazos de mi lengua. Sé que ella ama mis dedos, así que agrego otro y el efecto de ello hace que balancee de sus caderas contra mí.


—Sí —jadea, cerrando los ojos—. Oh, joder sí.


Siento sus paredes comenzando a apretarse mientras ella se acerca al orgasmo. La sensación de ello me tiene follándola con el dedo más fuerte y más rápido. Si se vuelve más apretada, no voy a ser capaz de mover mis dedos en absoluto. Curvo mis dedos hacia arriba y las piernas de Paula se acercan más,amenazando con aplastar mi cabeza entre sus muslos. Casi sonrío al pensar en hacerla correrse y capturar su clítoris entre mis dientes, mordiéndolo suavemente.


—Pedro —gime, mientras su pecho sube y baja rápidamente—. No te detengas…


No voy a hacerlo. Cuando deslizo un tercer dedo, las caderas de Paula se mueven hacia arriba mientras fuertes gemidos salen de sus labios.


—¡Oh! ¡Oh, Dios, mierda! 

Sus muslos aplastan mi cabeza, pero no es suficiente como para evitar que la martille con mis dedos.


—¡Sí! ¡Pedro! ¡Pedro —Sus paredes hacen espasmos alrededor de mis dedos y su coño hace un sonido de derretimiento mientras se deslizan dentro y fuera.


Jugos dulces gotean de ella, cubriendo mi dedo y mi lengua. Su cuerpo se retuerce mientras los efectos de su orgasmo desaparecen, dejando todo en un aturdimiento hipersensible. Quito mis dedos y paso mi lengua por encima de su punto dulce una vez más, haciendo que su cuerpo tiemble y su pecho jadee con una risita satisfecha.


Deslizo mi cuerpo por encima de ella, presionando mi dureza en su núcleo blando y ella aprieta mis caderas entre sus muslos. La excitación hace erupción en las profundidades de sus ojos mientras le beso la punta de la nariz y ruedo fuera de ella. Cierro los ojos por un instante, esperando que la palpitante presión en mis pantalones desaparezca. Paula suspira, rodando su cuerpo lentamente hacia mí y metiéndose en mi costado. Sus dedos se arrastran por mi pecho a lo largo de mi estómago antes de bailar sobre el dobladillo. Sigo estando duro, todavía con ganas de sumergirme en su interior, pero no lo haré. No esta noche.


Quiero estar dentro de ella, pero creo que ser desinteresado y darle algo sin recibir nada a cambio es el mejor movimiento que puedo hacer esta noche, en términos de nuestra relación. Ella necesita saber que no es todo sobre sexo conmigo. La amo más que el sexo, y no tener relaciones sexuales con ella esta noche le demostrará (esperemos) que soy capaz de dar sin tomar nada a cambio.

La pongo justo encima de mí, colocando mi barbilla en la parte superior de su cabello húmedo con perfume a fresas.

Cuando su mano se desliza por debajo de la cintura de mis pantalones y acaricia la punta de mi pene, agarro su muñeca y tiro de ella. Siento su sonrisa contra mi piel e imagino sus labios perfectos curvándose vívidamente en mi cabeza. Tan hermosa.


—¿No quieres?


—Oh, sí quiero. —Presiono la palma de su mano contra el duro bulto en mis pantalones y aprieto los dientes contra el impulso de hacerla acariciarlo—. Pero no voy a hacerlo. No esta noche.


Sus dedos se crispan contra mí y cierro los ojos, tragando la masa de saliva que inunda mi boca mientras el sabor de Paula persiste.  


—No esta noche —le digo de nuevo, más como un recordatorio para mí mismo que para Paula.  


Bosteza, tirando la mano hacia atrás, colocándola alrededor de mi cintura.


—Quién sabe, tal vez te despertaré con una agradable sorpresa. 

Me río una vez.

—No lo hagas. Cuando lo hagas, quiero estar muy despierto de principio a fin con las luces tan brillantes como puedan estar. No quiero perderme ni un segundo de ello. 

Ella se ríe somnolienta, acurrucándose más cerca.


—¿Quieres filmarlo, también?


—¿Puedo? —pregunto, un poco demasiado entusiasmado lo que debería haber estado.


Paula aplasta mi pecho.


—Estaba siendo sarcástica. No, no puedes filmarlo.


—Ya veremos.  

Me la imagino poniendo los ojos en blanco y le aprieto un poco más fuerte.


—Buenas noches.  

 
—Lo son ahora.


Me duermo poco después con el amor de mi vida en mis brazos y el sabor más dulce en el mundo en mi lengua.

CAPITULO 189




Ella atrapa su regordete labio inferior entre los dientes y lo libera,iluminando mi cuerpo como un maldito árbol de Navidad. Paula siempre ha sido indiferente cuando se trata de chicas hasta ahora, y el pensamiento de ella reclamándome hace que mi cuerpo se encienda con fiera pasión. Ella engancha su muslo sobre mi cadera, apretándome contra ella.


—No me gusta oír tu nombre en los labios de otras chicas. —Sus dedos serpentean alrededor de mi cuello y lleva mi cabeza más cerca hasta que sus labios acarician mi oído—. Tu nombre saliendo en jadeos de excitación debe solo caer de mis labios y los labios de tus espectadores, no de chicas al azar en restaurantes. 


Su tono es agresivo y posesivo, un tono que nunca pensé que iba a oír venir de mi dulce “hago lo que me dicen” Paula. Quiero desabrochar mi camisa para poder respirar un poco mejor, pero tengo que esperar y ver, esperar a lo que ella va a decir a continuación. Sus ojos se estrechan. 


—No desaparecerás con otra chica nunca más. Incluso si estoy llorando y mi pecho está hipando con sollozos, no me dejarás, maldición.


Abro la boca para estar de acuerdo con todo lo que quiera, pero ella da un tirón de mi cuello, deteniendo la formación de mis palabras y tirando de mis labios con fuerza contra los suyos. Sus manos empujan con fuerza contra mi pecho y dejo que me gire sobre mi espalda. Ella está a horcadas sobre mí, su cálido centro cerniéndose directamente sobre mi longitud que presiona con fuerza contra mis pantalones. 


Puedo sentir su calor irradiando a través de la tela,provocándome. Su lengua se desliza contra la mía y este beso no es como nuestros besos habituales, la clase de besos donde yo lidero. Ella me está reclamando,diciéndome exactamente cómo van a ir las cosas y no puedo estar más atento. 

Demonios, estoy de acuerdo en cualquier cosa que quiera que haga si eso significa que ella tomará control de mí así todo el tiempo.

Su mano corre por mi estómago antes de deslizarse entre nuestros cuerpos y presionar su palma derecha contra mi pene duro. 

—Podría hacer que te olvides donde estás… olvides tu nombre y te olvides de ella con un golpe de mi lengua. —Su dedo se contrae nerviosamente contra mi pene y yo sutilmente flexiono las caderas contra su mano. Ella nunca ha puesto su boca en mi pene antes. He pensado en eso un millón de veces y he querido que lo hiciera, pero nunca he presionado—. Pero me gustaría mucho más que te sientes y te cocines a fuego lento, culpándola por no conseguir nada esta noche. 


Paula se desliza fuera de mí y yo de repente me apoyo sobre mis codos. Mi cabeza gira mientras el oxígeno inunda mis pulmones, descuidando mi cerebro. 

Sus dedos se arrastran hacia arriba por un lado de su cuerpo antes de curvarse alrededor de la cremallera y arrastrarla hacia abajo a lo largo de la longitud de su torso. Cuando la cremallera se acerca el final, el vestido cae de ella, quedando en un charco junto a sus altos tacones cristalinos. Las palabras me fallan ante la vista de ella y toda su maldita perfección desnuda cuando mis ojos se arrastran por su cara bonita, sobre sus delgados hombros y se detiene en sus perfectos pechos redondos. Miro fijamente durante unos segundos mientras ella se queda allí parada, dejándome admirar su forma completa. Mi mirada finalmente deja sus pechos antes de hacer su descenso hacia su ombligo suave y hacia la hendidura desnuda entre la brecha en sus muslos. Jodido. Jesucristo. Cierro mis ojos por un instante en un intento de evitar un accidente prematuro. Ella no tiene que tocarme y estoy listo para correrme. Quiero que se acaricie mientras me toco y quiero que ella lo haga con esos tacones. Ella se gira y camina hacia el cuarto de baño. 


Yo me siento de golpe. ¿A dónde se cree que va?


Ella se vuelve hacia mí, protegiendo su cuerpo con la puerta del baño. 

—Voy a ducharme y luego me voy a la cama. 

¿A la cama? ¿Ahora? ¿Después de que me llevó al borde? No lo creo. Me lanzo fuera de la cama, listo para unirme a ella en la ducha, pero ella niega con la cabeza, deteniéndome en mi camino de guerra al éxtasis.

—No. 

—¿No? —No puedo creerlo. ¿Cuándo me ha dicho que no a mí? ¿Es posible fruncir el ceño con una sonrisa? Estoy bastante seguro de eso es lo que estoy haciendo—. Eres sádica. 

Con un movimiento de sus cejas, ella cierra la puerta del baño, dejándome solo en el dormitorio. Miro los paneles color chocolate de la puerta, mis dedos pican de ganas por alargar la mano y girar la manija dorada de la puerta. Si no la hubiera cabreado esta noche, tiraría la puerta debajo de una patada y le mostraría exactamente quién está en control aquí, pero ya que ya soy el malo, voy a dejarlo. 

La lastimé, así que puede tener el control de la noche y solo por esta vez. Suspiro, girando sobre mis talones y saliendo del dormitorio. Va a ser una larga puta noche.

CAPITULO 188



Pedro
 
Ella se deja caer sobre la cama y comienza a quitarse los zapatos, mientras me apoyo contra la pared con los brazos cruzados firmemente sobre mi pecho. 


Observo mientras tira de los grandes aros de sus orejas y uno después el otro, los arroja a la mesita caoba. Ella está preparándose para la cama, pero no hay manera en el infierno de que vaya a dejarla ir a dormir aún, no hasta que derrumbe cada pensamiento que tiene y le asegure que ella es todo lo que quiero. Voy a reponer el amor que haya perdido conmigo esta noche y algo más, no voy a tomar nada menos que ciento cincuenta por ciento.


—Dime las dos pequeñas palabras que te dije en Boston.

Ella niega con la cabeza. Sé que no quiere entrar en esto ahora, pero le daré opción.


—Pedro… 


—Dime —exijo, dando un paso adelante—Quiero escucharte decirlo. 


—Te amo —murmura. 


Bastante fácil.


—Ahora pregúntame a cuántas chicas se las he dicho, aparte de ti.


Olivia suspira, su actitud de repente irradia de ella en olas.

—No quiero…


—Pregúntame. —Mi voz sale mucho más agresiva de lo que pretendía, pero la asusta lo suficiente como para responderme.


—¿A cuántas? —espeta.


—Ninguna. 

Ella me mira y la vista de su rostro es casi suficiente para hacerme fallar y olvidar toda la situación.


—Pero eso ya lo sabías, entonces ¿por qué estás molesta?

Ella mira hacia abajo, a sus manos.


—Porque… 

—¿Por qué una chica con la que tuve sexo en el pasado se acercó a nosotros en la cena? ¿Por qué la acompañé lejos de la mesa porque me di cuenta de lo mucho que te estaba molestando? —Descruzo mis brazos—. No podía dar dos mierdas sobre esa chica y me duele que pienses que significa algo para mí.Rápidamente paso mis dedos por mi cabello. Necesito que crea que la chica no era… no es nada para mí—. Ella era tan extraña para mí como lo fue para ti.


Me acerco a la cama y me dejo caer de rodillas delante de ella. Su cuerpo está tenso, a la espera de que yo haga algo. 


Deslizo mis manos por sus lisas pantorrillas hasta los lados de sus muslos. Sus magníficos ojos verdes se fijan en
los míos y la intensidad de ello hace que mi corazón se acelere. 

—¿Qué más puedo decir? ¿Tuve sexo con esa chica? Sí, dos veces, pero te puedo decir con un cien por ciento de honestidad que ni siquiera recuerdo cómo fue… Ya no me acuerdo de mi vida sexual antes de ti. No lo hago. Tú eres mi resolución, O. Tú eres la persona con la que estoy aquí… la persona con la que elijo estar aquí. —La agarro, acercándola más a mí—. Te amo. Joder, te amo más
de lo que nunca sabrás y sé que esta noche te hice daño, pero te juro por Dios que pasaré el resto de mi vida compensándote.

Sus ojos se mueven rápidamente entre los míos mientras absorbe lo que dije.

—Ni siquiera puedo decirte su nombre —añado, con sinceridad—. Pero puedo decirte tu nombre. —Siento mis labios sacudirse—. Puedo decirte tu color favorito, comida favorita, libro favorito y tu marca favorita de perfume. Puedo descargar tu canción favorita en este momento y no tener que pensar dos veces en ella. Sé que te gustaría que nunca hubiera conocido a ninguna otra persona. —Me acerco unos centímetros, llevando mi cara a la de ella—. Si pudiera volver atrás y cambiar las cosas, lo haría, sin dudar. Pero no puedo. Por lo tanto, todo lo que estoy pidiendo es que confíes en mí. Nunca podría ni te haría daño de esa manera. Nunca. Eres buena y te mereces algo bueno. Sé que estoy lejos de eso,pero lo que soy es todo lo que tengo para ofrecerte. Si me quieres, tendrás todo: mis problemas, mis pasiones, mi pasado, todo. 

No necesito una respuesta de ella para saber que está contenta con lo que he dicho y obtengo la reacción que quiero al sentir las yemas de sus dedos subiendo por mis brazos. 

Paula es la clase de persona que se cierra cada vez que está molesta. No tocará o hablará. Ella prefiere la soledad, revolcarse en sus propios pensamientos. 

Al diablo con eso. La idea de dejarla sola durante un segundo cuando está molesta me mata y es aún peor cuando sé que soy el que la puso molesta en primer lugar. 


No hay filtro en mi boca o mis acciones. Lo hago y veo los químicos reaccionar. Es un experimento científico, la verdad. 

Los dedos de Pau se enroscan alrededor de mi cuello y me tira sobre la cama.

De buen gusto la sigo, dejando de lado sacarme los zapatos. Su cuerpo suave y sensual se amolda perfectamente al mío, y me encanta lo suave y femenina que es.

Bajo mi boca a la de ella y puedo sentir su aliento rápido y nervioso en mi cara,pero antes de que la toque le digo: —Malditamente te amo, con todo lo que tengo... y no voy a tomar nada menos de ti.

—Y yo también te amo.

Paso la mano sobre la parte superior de su cabeza, alisando los mechones oscuros mientras la miro a los ojos.

—Dime cuánto me amas.

Quiero oírlo. Quiero que ella use metáforas ridículas y líneas débiles. Lo necesito. Tengo que estar tranquilo porque jodidamente no la perderé, no esta noche. 

Su mirada se mueve nerviosamente sobre mi cara.

—No puedo...

Siento que mis cejas se juntan.

—¿Por qué? 

—Porque no hay palabras que describan lo que siento por ti. —Ella traga fuerte—. Puedo decirte que te amo hasta la luna ida y vuelta, pero en lo que a mí concierne, no es suficiente. Puedo decirte que te amo hasta otro universo ida y vuelta y la distancia aún no es suficiente para describir lo que siento. Te amo. Te amo más que cualquier palabra, cualquier objeto, cualquier emoción y cualquier medida de distancia que esta vida pueda representar alguna vez. 

Los grandes ojos verdes de Paula siguen fijos en los míos y ella se aclara la garganta.


—Reaccioné exageradamente... —La esquina de su deliciosa boca se tuerce—Tal vez, pero es solo porque te amo y eres mío. 

Estoy de acuerdo. 

—Soy tuyo. 

Líneas abren camino a través de su la cara de otra manera suave, como si quisiera sacar algo fuera de su pecho. 

—No quiero que otras chicas te toquen.