domingo, 8 de junio de 2014

CAPITULO 219




Pedro se detiene una vez que su duro cuerpo roza el mío y su mano se envuelve alrededor de mi muñeca, sujetándola por encima de mi cabeza. Estando a un pie de él, siento mi cuerpo cobrando vida, zumbando mientras pura energía sexual comienza a hacerse cargo. Nuestros ojos permanecen fijos mientras se saca la corbata del cuello de su camisa formal blanca. La suave seda de la corbata se desliza sobre mi piel y frunzo el ceño. ¿Qué está haciendo? 


La tela se clava en mi muñeca y me sacudo hacia adelante, rebotando en su enorme torso y termino al ras contra la jaula de nuevo.


Pedro —jadeo, tirando de mi muñeca, sin llegar a ninguna parte—. ¿Qué estás haciendo?  


Él trabaja el tejido alrededor de los alambres de la jaula, haciéndome caso omiso. Todo el tiempo lo veo, presa del pánico por lo que está pasando, él tiene un travieso resplandor ardiente en sus ojos.


Cuando termina de atarme con éxito a la jaula, él pasa sus dedos ásperos en mi antebrazo sensible, enviando calor produciendo un hormigueo a través de mi cuerpo. Solo puedo distinguir sus rasgos bajo el resplandor de las luces de seguridad y las señales de salida, mientras sus manos se deslizan sobre la nuca de mi cuello y choca sus labios con los míos. Mi cuerpo se derrite mientras él me presiona con fuerza contra el alambre y todo está bien y divertido hasta que sus dedos se deslizan a través de mi cintura, agarrando la cremallera de mi vestido.


Me alejo de él, sin aliento.


La cremallera comienza su descenso muy lento y mis nervios aumentan. Me estremezco lejos de su mano en un intento de conseguir que se detuviera.


—Relájate —me regaña—. Ya estoy tratando fuertemente de no arrancarte el vestido.


—Alguien nos verá...  


Se detuvo y me miró, con sus ojos luciendo entumecidos.


—¿Piensas que te pondría en un show para que otra persona a vea? No. Tú eres toda mía.


Usando mi mano libre, la aprieto entre nosotros y busco desatar su corbata,pero me detengo cuando arranca mi mano. Me retuerzo mientras él la presiona contra la jaula encima de mi cabeza, justo al lado de la otra y su otra mano libre se desliza en mi vestido, sujetando mi cadera desnuda.

—¿Por qué aquí? ¿Por qué no puedes esperar hasta que lleguemos a casa?


Baja su cabeza, acercando sus labios a mi oído. Su aliento golpea mi cara y es como el fuego lamiendo mis nervios, elevándose y quemando mis entrañas.


—¿Por qué esperar? —respira, su mano apretándose alrededor de mi cadera—. Lucho aquí y quiero follar aquí.


No tengo tiempo para reaccionar o incluso fruncir el ceño, antes de que su boca reclame la mía por segunda vez. Me estremezco cuando su mano áspera roza mi piel desnuda. 


Él tira de mi vestido hacia abajo y terminó como un desastre morado a mis pies. Besándome más duro de lo que nunca me han besado antes, sus manos recorren mi cuerpo, con dureza agarrando y apretando todo y provocando gemidos de mí todo el tiempo. 

No puedo decir que alguna vez me imaginé atada a un ring de la MMA en mi ropa interior... pero eso es lo que pasa con Pedro. Si quiere algo, lo consigue, y lo consigue de la manera que lo desee. 

Sus dedos se enroscan alrededor de mi ropa interior y los engancha, rompiendo el tejido frágil, dejándome desnuda. 


Demasiado consumida en su boca, me toma un tiempo registrar lo que está haciendo... hasta que el encaje de mi ropa interior se estrecha alrededor de la muñeca por encima de mi cabeza.


Él captura mi labio entre los dientes y me estremezco mientras que él los rastrilla antes de dar un paso atrás. Sus ojos se deleitan en mis pechos, lo suficiente para que mis mejillas se quemen en el escrutinio que él me admira, sin dar ninguna indicación de si esto es de su agrado o no. 


Pedro da un paso,acercándose de nuevo y llega a mí alrededor, desenganchando el sujetador sin tirantes. Siento que mis ojos se abren mientras las copas caen a mis pies,aterrizando en la parte superior de la tela.


Trato y cruzo mis piernas, pero el aprieta una mano entre ellos, riéndose entre dientes profundamente.  


—No lo creo. No te tenté todo el camino hasta aquí y te até al ring solo para que te alejes de mí.  


Pedro


—Pau, quiero que tomes todos esos pensamientos nerviosos que están deslizándose alrededor de tu cabeza y quiero que los olvide. Nunca haría nada para lastimarte. Nunca haría nada para humillarte... —Sus labios tiemblan—...Intencionalmente. Todo lo que quiero es hacerte sentir bien.


Él quita sus manos de mis muslos, sale de su chaqueta y lo arroja a un lado como si no valiera un centavo.  

—Quiero que te sientas especial, como si fueras la única chica con la quiero estar.


Mantengo mis ojos en los suyos mientras sus dedos se enroscan alrededor de sus botones, uno por uno, dejando al descubierto su seductor cuerpo pieza por pieza. Estoy fascinada por la visión. Cada músculo de su cuerpo perfecto es obvio y esculpido para completar la perfección.


—No gritas para mí cuando estoy luchando, pero vas gritar por mí ahora. — Acaricia su dedo por mi labio inferior y luego lo empuja hacia dentro. Examina su dedo en mi boca antes de arrebatarlo de nuevo, agarra mi mandíbula y se abalanza sobre mí, asegurándome con una respiración pesada. Su lengua me prueba con una pasión agresiva que tiene a mi cuerpo ardiendo. Puedo oír nuestro aliento chocando entre sí y jadeando con fuerza cuando él se retira sin ningún aviso. Él apoya su frente contra la mía—. Y voy a reproducir de nuevo tus gritos una y otra vez en mi cabeza cada segundo que este en este ring dentro de dos semanas. 

 
Asiento de acuerdo con impaciencia, pero no sé si estar petrificada o eufórica. Se encoge fuera de su camisa, dejando al descubierto todos sus músculos de corte limpio y patea la tela a un lado, sin importarle si se arruga. Él no me da mucho tiempo para admirar su topless en un buen par de pantalones. Sus manos se disparan y agarran mis caderas desnudas mientras se desciende sobre mí,bajando su cabeza para aspirar con dureza mi cuello. Con fervor, me presiono contra él, incapaz de tener suficiente. La áspera mano de Pedro se desliza por mi ombligo y entre mis piernas. Me estremezco mientras un gruñido rueda por su pecho como un trueno y arrastra sus labios a mi oído.


—Estas tan jodidamente mojada. —Chupa el lóbulo de mi oreja entre sus labios y lo libera—. No quieres estarlo, pero estás realmente excitada por esto, ¿no es así?  


Él me acaricia y envía una descarga de placer a través de mi cuerpo,haciendo que mis rodillas se debiliten. Muerdo mi labio inferior a través de mis dientes y sacudo la cabeza, negándome a jugar en sus manos de inmediato a pesar de que mi corazón late sangre caliente a través de mis venas.


—Vas a tener que hacerlo mejor que eso, cariño —le digo, no en lo más mínimo poco avergonzada de que mi voz es baja y sin aliento.


Sus ojos estallan. Él sabe que me tiene derritiéndome como mantequilla,pero él juega de lo largo, sin duda, ansioso por ver cuánto tiempo puedo evitar dejarme ir. Sus dedos se deslizan de mí y una punzada de decepción cursa a través de mi cuerpo... o al menos lo hace hasta que escucho la cremallera de sus pantalones. Antes de que tenga tiempo para ver si caen o no, con sus manos apretándose alrededor de mis caderas, de repente estoy siendo empujada hacia
arriba. Él me levanta, obligándome a envolver mis piernas alrededor de él mientras él empuja sus caderas hacia las mías, empujándose contra mí. Pedro sonríe mientras presiona su erección desnuda deliberadamente en el ápice de mis muslos, y me retuerzo mientras mi aliento se escapa en una ráfaga aguda. Su expresión se vuelve depredadora, oscura y hambrienta.


—Te he visto pavonearte alrededor en tu vestido mientras que otros te miraban. —Él toma uno de mis pechos y mi cima se presiona contra la palma de su mano.


Lo aprieto con más fuerza, lo que la obliga incluso a estar más cerca de mí En respuesta, él pasa su lengua lentamente sobre mi labio inferior.  


—He visto a otros hombres coquetear contigo y follándote con los ojos.  — Deja caer una mano para colocarla justo donde yo quiero que este—. Tú estás aquí conmigo ahora, sin embargo —habla con voz baja, influyendo una fracción y enviando un placer candente través de mi núcleo—.  Y todo lo que quiero es que me lo digas.  


Él no empuja más mientras espera que lo diga, sea lo que sea. Doblo mis caderas, lo que lo obliga a ir más profundo, pero él se retira, manteniéndome desesperada y con ganas.  
Pedro... —me quejo.  

Hormigueos frío, espera, hormigueos caliente bailan por la superficie de mi piel mientras empuja un poco más profundo luego se mueve hacia afuera.


—Estabas enojada conmigo arriba —dice él, su aliento sonando terriblemente inestable para alguien que tiene la intención de tener el control. Casi sonrío.


—Lo estaba.


—Nunca fue mi intención humillarte, pero tuve que dejarles saber a esos imbéciles que tú eres mía.  


Siento que mis cejas se fruncieron.  


—Sé que soy tuya. Eso es todo lo que debería importar.


Niega.  


—Durante el tiempo que estás conmigo, me aseguraré de que todo el mundo lo sepa. Quien te hable, te toque o mire sabrá que eres mía y voy a hacer y decir un sin fin de estupideces para lograrlo.  


—¿Por qué?  


Se mueve dentro de mí y quiero desesperadamente agarrar sus hombros contra el estremecimiento que rueda a través de mí.


—Porque te amo y nunca he amado a nadie antes... No quiero que nadie más sienta lo que me haces sentir. Te lo dije cuando nos conocimos que soy malditamente egoísta y malcriado y no estaba bromeando. Quiero que cada una de tus sonrisas, cada risa, cada lágrima, cada maldita cosa, todo ello, lo quiero y lo quiero todo para mí.


Mi corazón se hincha por sus palabras, aunque no lo he elegantemente manifestado, quiero darle todo de mí. Y le daré todo de mí. Quiero romper a través de estas restricciones y deslizar mis manos sobre sus hombros y su cuello para tranquilizarlo.  


—Soy tuya y solo tuya. Las sonrisas que les doy a todos los demás no son como las sonrisas que te doy. Para ellos, sonrío por cortesía. Para ti, sonrío por amor, algo que solo tú me haces sentir.


Sus rasgos se suavizan y veo su lengua deslizarse rápidamente por encima de su labio inferior.  


—¿Por qué me amas?


Miro a sus ojos chocolates-miel y pienso en mi respuesta. 


Después de unos largos segundos, me doy cuenta que no tengo uno y niego.


—No tengo una respuesta... y tal vez eso es lo que es el amor.


Sus cejas se arrugan.  


—Explícate.


—Bueno, tal vez el amor es enigmático por una razón. Piensa en ello, todas las grandes cosas en este mundo son indescriptibles, porque no hay palabras que puedan retratarlas con precisión. —Él sonríe y lo imito—. En resumen,inexpresable más allá de las palabras es mi respuesta para ti.  


Su frente cae suavemente contra la mía.  


—No te merezco... No debería atarte a la intemperie y no debería estar tratándote como si fueras algo más excepto buena.  

Me encojo de hombros, mi mirada cae sobre sus labios. No quiero que detenga esto. Se siente bien. Todo lo que quiero es Pedro en mí, a mí alrededor,dentro de mí, no puedo conseguir suficiente de él.


—Incluso lo bueno puede ser un poco malvado a veces.  


Su boca se levanta hacia arriba en un ángulo adorable.  


—Eso no tiene sentido.  

—No tiene por qué, ahora cállate y termina lo que empezaste.  


—No creo que entiendes cómo funciona esto. —Se muerde una sonrisa arrogante—. Tú eres la atada... lo que significa, que no estás en condiciones de darme órdenes.


Con un golpe de mis cejas, giro mis caderas sobre él y él gruñe profundamente en su pecho, agarrando mis caderas. 


Podría estar cansada, pero aún tenía energía. Hundo mis dientes en mi labio inferior mientras Pedro golpea todo el camino a mi interior, haciéndome tomarlo por completo en una profunda embestida. Cuando me llena, el aire sale silbando de mis pulmones y pica cuando me olvido de respirar. Sus manos me aprietan cuando gime mi nombre. 


Con cada embestida su longitud llena mi núcleo caliente completamente y mi cuerpo indefenso se retuerce contra el alambre cuando grito de éxtasis. Mis entusiastas gemidos incitan a Pedro más incesantemente y golpea dentro de mí con una fuerza sorprendente, hormigueando por mi columna. 

—Estás aquí conmigo—murmura en una sexy voz ronca y no estoy segura si es para mí o para él mismo—. Porque eres condenadamente mía.


Me muerdo el labio severamente y gimo mi aceptación. Mi cabeza gira y momentáneamente, estoy preocupada de que todo esto sea un sueño, que voy a despertar y a encontrar que no está ocurriendo, pero cuando arrastro mis ojos hacia los suyos y veo sus abrasadores ojos y su sexy sonrisa, sé que no hay manera de que esté soñando. Esto es real. Él se siente real... y condenadamente alucinante.


—Libérame. 

Quiero envolver mis dedos en su oscuro cabello. Quiero recorrer mis manos sobre su duro cuerpo y sentir sus músculos temblando por mí.

—¿Quieres tocarme?


Asiento.


—Desesperadamente.


En un instante él levanta su mano y se las arregla para liberar mis manos.


Está claro que eso de atarnos no funciona para nosotros. 


Necesitamos sentirnos mutuamente con nuestras manos cada vez que tenemos sexo, explorándonos y tocándonos mutuamente como si fuese la primera vez una y otra vez.


Inmediatamente, sumerjo mis dedos en su cabello y gime cuando entrelazo mis dedos tensamente a través de sus mechones. Su lengua se zambulle en mi boca, asumiendo todo el control. Estoy segura que tendré marcas en mi espalda por la jaula, pero no me importa, no ahora mismo, de todas formas.


Los movimientos de Pedro se aceleran a un frenético paso y puedo oírle gruñir y refunfuñar bajo su pecho, suplicándome su liberación cuando continua haciéndome el amor. Estoy cerca y comienzo a tirar de su cabello cuando subo más alto a mi cima. Estoy cayendo interminablemente, esperando a que algo explote dentro de mí, pero no quiero llegar aún. 


Quiero quedarme aquí en el borde de la euforia con él. Seth agarra la base de mis muslos, empujando en largos y rápidos golpes.  

—Sí—siseo, cerrando mis tobillos.  

Mi boca y mi cerebro están desconectados el uno del otro. 


Mi cerebro sabe callarse, pero mi boca insiste en suplicar por más. Cuando estoy jadeando por aire, su boca se desliza por mi cuello y lo muerde, succionando fieramente. 


Él libera la piel instantáneamente, dándose cuenta de que un mordisco de amor no es lo más clásico para mostrar en un evento como este y recorre su lengua sobre el punto que succionó. Mis manos lo acarician y mi boca mordisquea y lame cada sección de carne expuesta disponible para mí.


—Dime... —gime él en mi oído—. Dime cuanto te gusta esto.

—Quiero que me tomes fuerte contra la jaula.


Él gime, profundo y ronco, y vibra en cada parte sensitiva de mi cuerpo, aumentando mi placer diez veces. Mi cuerpo se contrae cuando las sensaciones empiezan a aumentar en mí, forzándome a jadear fuerte y pesadamente. Voy a venirme... Intento aguantar, esperando prolongar esta sensación y este momento, pero tan pronto como Pedro desciende entre nosotros y golpea un áspero, duro y espeso dedo sobre mi sensitivo bulto de nervios, todo está perdido. Estoy girando en un espiral sin fin, flotando sobre mi cuerpo. Él está jurando bajo su respiración cuando mis músculos se contraen casi dolorosamente a su alrededor y le estoy ordeñando más y más profundo dentro mí.

—¡Pedro! —Agarro sus hombros cuando la fricción de sus golpes en mí se convierten en demasiado.


—Mejor que grites condenadamente para mí —dice con voz ronca,frotándome más fuerte, golpeando más profundo. 


Muerde mi labio inferior y la sensación de su lengua, el mordisco de sus dientes, el calor de su respiración, la fricción de sus dedos, todo es demasiado y oscuros rollos se despliegan en mi estómago, azotando salvajemente dentro de mí, destrozando mi autocontrol y fragmentándome. 


Hundo mis uñas en la tensa carne de sus hombros y grito
cuando ola tras ola del orgasmo más intenso de mi vida desgarra a través de todo mi cuerpo, causando a mis músculos contraerse y mi respiración flaquea. Las caderas de Pedro se conducen más fuerte y más rápido cuando me sobrepongo a la explosión, sus ojos nunca dejan los míos.


—Joder sí... oh... —gruñe, presionando su frente contra la mía. Nuestras respiraciones discuten en un pesado jadeo y nuestros labios apenas se rozan. Sus embestidas se hacen rápidas e inestables, sus ojos medio cerrados y llenos de lujuria. Ni un segundo después, él fuerza su lengua en mi boca y absorbo todos sus gemidos en la punta de mi lengua cuando la calidez se extiende a través de mi útero. Mucho después de que lo siento ablandarse, continúa besándome. 

Sus labios se mueven despacio contra los míos en un ritmo relajado cuando su lengua me lame y saborea. Me siento derretida en él y soporta la mayoría de mi peso.


Con un pequeño mordisco en mi labio inferior, se aleja.


—Eso estuvo muy bien. —Él sonríe y es una sonrisa mona y perezosa que hace que mi corazón se acelera rápido contra mis costillas.


Él se aleja de mí y el fresco y frío aire se adhiere a mi piel en su ausencia.


Alcanzo mi vestido, pero su voz me detiene.


—Aún no.


Me congelo y retrocedo para levantarme. La excitación burbujea por el pensamiento de hacer lo que acabamos de hacer otra vez, pero cuando Pedro comienza a ponerse sus propias ropas, realmente estoy confusa. Observo, apoyada pensativamente contra el alambre, el alambre que probablemente se marcó en la carne de mi espalda, también. 

 
Cuando se pone la chaqueta sobre sus hombros, se acerca con una amplia sonrisa.


—¿Qué? —pregunto.


—Eres alucinante. —Él ríe, golpea mi pezón con su dedo índice y se pone de punta por atención.


—¿No puedes decirme eso cuando esté vestida?


—Puedo, pero es lo que voy a decirte después de que quiera que estés desnuda.


Frunzo el ceño.


—¿Por qué?


—Porque quiero recordar esto. Cuando pienses cambiar este momento de la vida, quiero que tengas mi nombre por todo él.


Pedro cae ante mí, ¡sobre una rodilla! Mi corazón para y tartamudea,amenazando con explosionar y matarme allí mismo. Cuando continua latiendo,bombea la sangre a través de mis venas a un paso demasiado rápido para que el resto de mi cuerpo se acomode y mi cabeza gire. No te asustes. 


Esto posiblemente no puede ser lo que crees que es.


Él me mira a través de sus espesas y oscuras pestañas.


Oh, mierda.


Sin apartar sus ojos de los míos, él alcanza la chaqueta y saca una maravillosa caja de terciopelo verde. Me congelo. 


Es exactamente lo que creo que es.


Él abre la caja y expone el más maravilloso anillo que he visto nunca. Oro.Esmeraldas. Diamantes. Todas las piedras preciosas están arregladas encima de la banda de oro en una exposición de elegancia que quita la respiración.


Oh, mierda.


—Si no hago esto ahora, sé que me arrepentiré después. Estoy aquí en mi lugar favorito, con mi persona favorita, desnuda, podría añadir, y no puedo pensar en un momento más perfecto aparte de ahora mismo para preguntarte lo que me ha estado matando para preguntarte.

Intento hablar, pero solo patéticas ráfagas de aire salen.


—Antes de preguntarte, quiero que sepas que sé que soy una persona difícil.Sé que soy inmaduro y un millón de otras cosas y quiero en este segundo decirte gracias por quedarte conmigo y gracias a Dios, o a quién sea, cada día por hacerte tan masoquista como yo. —Giro mis ojos hacia él. 


Difícilmente soy masoquista—Sé que mucha gente de la que dependes están más que de acuerdo en estar ahí
para ti y apoyarte, pero nadie puede cuidarte o preocuparse de ti como yo,Pau. Ni tu madre, ni tu hermano, ni siquiera tú, al menos, no como yo puedo y no como quiero hacerlo.


Él se acerca unas pulgadas, sus ojos brillantes y suplicantes.


—Quiero ser el único que te cuide y se preocupe por ti. Quiero que mi apellido sea el único con el que firmes. Quiero ser la persona a la que puedas llamar cuando necesites ayuda o consejo. Quiero ser el amor de tu vida, tu razón para vivir y tu mejor amigo. Lo que estoy pidiendo, Pau, es que me des la oportunidad de cuidarte, de darte todo lo que siempre has querido y todo lo que siempre te has merecido. Quiero casarme contigo. Quiero que tengas mi apellido y lleves a mis hijos. Quiero que compremos una casa juntos, para estar juntos.


Guau. Estas son muchas cosas para querer... mi boca se abre, todavía completamente sorprendida por lo que poco a poco se abre ante mí. Cierro mi boca y aprieto mis dedos contra mi húmeda palma para dejar de temblar. Me siento enferma... pero es ese tipo de enferma nerviosa/excitada. El tiempo desacelera y mi mirada cae en sus labios cuando la pregunta cae de sus labios. 

—¿Te casarías conmigo? 

—¿Me estás pidiendo que me case contigo cuando estoy desnuda en una jaula y tú estás completamente vestido? —Me ahogo, completamente evitando el punto para comprarme más tiempo. He estado esperando a que esto ocurriera... pero ahora que ha ocurrido, soy un ciervo delante de los faros de un coche.  

Él sonríe con malicia. 

—Así es exactamente como lo imaginé, pero no es la respuesta que quiero 


Golpeo mi lengua sobre mi labio inferior para esparcir la sequedad.  


—Sí —le digo, incapaz de esconder mi repentina sonrisa que agrieta mi cara—. Por supuesto que es un sí.



La sonrisa que sale disparada en la cara de Pedro es como ninguna otra y en un movimiento fluido él saca el anillo de la caja, toma mi mano en la suya y desliza el anillo. Sin perder un latido, se lanza hacia mí, barriendo en sus brazos y presionándome fuerte contra la jaula otra vez. Nos besamos. 


Nos besamos otra vez. Nos besamos una y otra vez, incapaces de expresar nuestra felicidad en palabras. Cuando era joven y soñaba con mi compromiso, definitivamente no imaginé que estaría desnuda en una jaula con un luchador. Me imaginaba nieve cayendo del cielo, caballos blancos, rosas rojas, todo el paquete surrealista. Pero esto es mucho mejor. Esto es real y perfecto. Todo esto tiene el nombre de Pedro y nunca lo olvidaré, nunca.