miércoles, 16 de abril de 2014

CAPITULO 46



Le entrega su sudadera a Damian. Damian se interpone en la cara de Pedro para motivarlo. Él golpea a Pedro en el hombro un par de veces antes de que abandone el ring. Pedro rebota en sus dedos de los pies para mantenerse en calor.
Ignora todos los gritos y aplausos de los espectadores y su mirada circula el centro, antes de aterrizar en mí. Siento el calor subir a mis mejillas e hincharse profundamente en mi interior. Ve la camisa y la comisura de su boca da un tirón hacia arriba en una sonrisa arrogante. Me guiña un ojo y lo único que puedo hacer es devolverle la sonrisa. Los músculos sobresalen del brazo de Pedro mientras lo atraviesa en el aire. La multitud se vuelve loca.
Chillidos agudos, rugidos varoniles y comentarios traviesos se lanzan en su dirección. Él me mira y mueve rápidamente sus cejas como si acabara de demostrar algo. Ruedo los ojos. Él quiere que vea cuántas personas lo quieren. Incluso las chicas de promoción que circundan el ring en sus bikinis no pueden apartar sus ojos de él. Y no es como si no pudiera deducir eso por mí misma. Veo las playeras y los carteles que estas personas han comprado para apoyarlo. Ellos lo aman. Él es puro hombre y domina el ring con su mera presencia. Su música se corta y la voz del locutor inunda la habitación. Yo no alejo mis ojos de Pedro. Su fachada arrogante se funde en una de aspecto más serio. Sus ojos se oscurecen y se estira en toda su estatura. Es como una pared de ladrillos de sexo y músculos.―Presentando al concursante final para esta noche, luchando a través de la jaula en la esquina azul en su primera competición amateur, luchando desde su ciudad natal aquí en Portland, Maine, ¡Fredrick Kennneedddyyyyy!  
En la fila, la multitud aplaude y anima. Es ruidoso, pero no tan fuerte como lo fueron para Pedro. Quiero hundirme en mi silla, pero la mano de Vanesa se envuelve alrededor de la mía. Sus rodillas están rebotando y se muerde el labio inferior.
―¿Nerviosa? ―Río hacia ella.
―Un poquito…
La música suena en el fondo y de inmediato la reconozco como Raining Blood de Slayer. La canción me pone nerviosa, pero no tanto como el propio Fredrick Kennedy. Él sale enfurecido por el pasillo en el lado opuesto de la habitación, se aproxima rápidamente como un tren de carga. Está en topless,vistiendo un par de pantalones similares a los de Pedro. Su cabeza está rapada y reluce bajo las luces brillantes. No sé de qué otra forma describir posiblemente este tipo, es duro, probablemente criado en el lado equivocado de las vías y tiene un brillo muy decidido en sus ojos.
―Ay, no me aprietes tan fuerte. ―Vanesa se queja, jalando su mano de la mía.
Fredrick va a su esquina, haciendo caso omiso de la multitud por completo. 
Él quiere ganar. Pedro sonríe perezosamente y rueda sus hombros hacia atrás y hacia adelante. Mientras el locutor recita todos los patrocinadores y directores, Pedro golpea sus pies contra el poste acolchado y pasea alrededor. Damian y los otros se levantan contra el ring, con la cabeza mirando justo sobre el borde. El equipo de Fredrick está haciendo lo mismo.
―Y el árbitro encargado de dirigir la acción ―dice el locutor―.Harrison Logan.  
El árbitro hace señas a los dos luchadores para entrar en el centro del ring. Mi respiración se profundiza inmediatamente y me estoy inclinando hacia delante en mi silla. Pedro y Fredrick se paran a sólo unos centímetros de distancia el uno del otro. Ni una sola vez rompen el contacto visual. Un micrófono cae desde el techo y el árbitro habla en él con su acento sureño.
―Está bien ustedes dos, quiero una pelea limpia. No voy a tolerar nada menos. Toquen los guantes, vamos a hacer esto.
Los guantes nunca se tocan. El público se queda en silencio mientras Pedro y Fredrick se miran el uno al otro. Hay mucha tensión y no tengo ni idea de dónde viene.
―Dije toquen sus guantes ―repite el árbitro.
Oigo una exhalación unánime provenir de la multitud mientras se tocan los guantes y vuelven a su esquina. Un fuerte “ding” suena alrededor de la arena, penetrando en mi pecho y obligando a mi corazón a detenerse.
Estoy petrificada. Emocionada. Enferma… No sé qué hacer. No puedo ver,pero al mismo tiempo no puedo apartar mis ojos cuando Pedro y Fredrick se rodean entre sí. Mis manos están levantadas y cubren la mitad inferior de la cara cuando Fredrick se sumerge en las piernas de PedroPedro logra esquivarlo y le da tiempo al chico de precipitarse en sus pies. Antes que Fredrick se dé cuenta de lo que está sucediendo Pedro entrega dos golpes en su cara. Fredrick levanta su guardia, bloqueando los puños entrantes. Pedro sigue bajando, cerrando los puños con fuerza en las costillas del hombre. La multitud enloquece.Están saltando de sus sillas,de pie sobre ellas, están haciendo todo lo posible para estar más cerca de la pelea. Incluso Vanesa está de pie, pero no lo estoy. Soy la única que no puede salir de su asiento para animar a Pedro. Fredrick se recupera y se lanza a Pedro de nuevo, esta vez lo lleva hacia abajo. Veo que trata de envolverse alrededor de Pedro, pero Pedro lo combate y entrega un duro codazo en su cara. La sangre mancha el codo puntiagudo de Pedro y cubro mis ojos. No puedo hacerlo. No puedo ver. A mi lado, papá está gritando un embrollo técnico balbuceante que Pedro no puede oír y Vanesa esta… siendo Vanesa.  
―¡Sí! ¡Termina con esta mierda! ¡Whoooooooo! ―grita.
Mi corazón late tan fuerte que puedo escuchar cada latido de tambores en mi cabeza con un ritmo ensordecedor. No sé lo que está pasando y estoy demasiado asustada para echar un vistazo. Papá golpea ligeramente mi hombro y me asomo hacia él. Señala hacia el ring y de mala gana miro por encima. Pedro está inclinando contra la jaula, mirando directamente a mí y jadeando como si hubiera corrido un kilómetro. Fredrick está siendo revisado por los médicos. Su ceja está cortada bastante mal y tiene una hemorragia en el ojo.
―Están deliberando si es capaz de continuar la lucha ―me informa papá.
Arrastro mi mirada de vuelta a Pedro. Está cubierto de sangre y sudor.
Él apunta hacia mí y luego a los ojos y luego a su pecho. Él quiere que lo vea… Niego. No puedo. Es demasiado. Hace los gestos otra vez. Y otra vez.
―Sólo ve, Pau. Nadie se va a morir. ―Vanesa se ríe en mi oído.
Echo un vistazo alrededor y hay cientos de ojos en mí. Algunos contemplándome como un bicho raro, y Dios sabe que me siento como uno.
Sólo puedo imaginar lo estúpida que me veo. ¿Quién viene a ver una pelea cuando no puede soportarlo? Yo, soy ese quién. Dejé una exhalación lenta salir de mi nariz y asiento, tragando la bilis que se arrastra hasta la garganta.
Rezo por que los médicos no le permitan a Fredrick pelear, pero cubren con más Vaselina su frente y se levanta de un salto. Sé que este no va a ser el caso.
Los peleadores toman su posición en su lado del ring y la campana suena otra vez. Agarro los bordes de mi asiento y aprieto con fuerza. Por favor, deja que esto se acabe pronto. Pedro sin perder tiempo ataca a Fredrick y con un golpe duro a la mandíbula, el cuerpo de Fredrick se pone rígido y se cae hacia atrás. Pedro salta a Fredrick, pero el árbitro le interrumpe.
Eso es todo.

1 comentario: