miércoles, 16 de abril de 2014

CAPITULO 44



Me hundo más bajo en mi silla usando una mano para escudar mi cara y la otra está curvada en mi estómago. Delante de mí dos hombres están peleando. Oigo puños chocando contra carne y oigo los combatientes jadear mientras el viento se ve forzado de sus pulmones. El olor salado del sudor y la esencia cobriza de la sangre me envuelve. No sé cuánto tiempo más podré sentarme aquí. Esta es la tercera pelea por la que me he sentado. Vanesa desapareció de su asiento un rato para ir en busca de un carro de botanas, Dios sabe cómo puede comer en estos momentos. Mi estómago está amenazando con vomitar la tostada de jamón y queso que tuve para la cena. La adrenalina, así como miedo,desgarran por mis venas cada vez que oigo la piel conectar con piel. A mi alrededor, la multitud se enloquece, pidiendo más. La tribuna tiembla bajo mis pies y la  multitud ruge. Por curiosidad, me asomo a través de mis dedos. El árbitro, con el traje negro completo, empuja la mano del ganador en el aire.
―¡El ganador de este combate, damas y caballeros, Dominic Russeeeeelllllll!  
Mientras la multitud grita, miro hacia el perdedor, aunque víctima parece más apropiado. Está fuera de combate. Su ojo izquierdo está cerrado por la hinchazón y la sangre brota de su frente, irritando más sus ojos.
Incluso estando golpeado la decepción es evidente en su rostro. Sus ojos revolotean abiertos y con inquietud tira de él mismo para descansar sobre sus rodillas y el personal médico llega para revisarlo. Una bola de algodón grande en un palo es presionada contra la frente para detener el flujo y me encojo mientras mis costillas aprietan mi corazón. El combate de Pedro es el próximo… ¿y si termina con él en el piso? El pensamiento por sí solo es suficiente para enviar mis nervios ya hechos polvo a través del techo. Esto es malo. A mi lado, papá está de pie, gritando y saltando. Mi silla de plástico vibra mientras pisotea en su lugar.
Pedro es el siguiente. ―Él me sonríe
La sonrisa que le doy se siente falsa. Ojalá pudiera estar tan emocionada como papá… pero no lo estoy. Tengo miedo. Miro al ganador,Dominic Russell, dar una entrevista. Su calva cabeza se adapta a su rostro fuerte,angular y hay una sombra de barba de tres días a lo largo de la línea de su mandíbula cincelada. Pasa la parte de atrás de su mano a través de la ligera capa de sudor que brilla en su frente. Las marcadas líneas gruesas y negras de su tatuaje de dragón se envuelven alrededor de su bíceps abultado y se contraen mientras clava sus puños en el aire en la celebración. Él me molesta y no tengo ni idea de por qué. A juzgar su apariencia y la forma en que se comporta, voy a suponer que es arrogante y orgulloso, pero es sólo para enmascarar su propio trauma como Pedro. Tal vez todos los combatientes tienen una historia triste que los fuerza a luchar. Una tela oscura abarca mi vista. Tiro de ella lejos y miro a Vanesa que se sienta en el asiento de al lado. ―Te traje algo. ―Ella mete un hot dog en su boca y una gota de salsa cátsup se derrama sobre el borde y en su vestido blanco. Ella boquea hacia mí con los ojos muy abiertos, como si fuera mi culpa―. ¡Este es blanco ―resopla―. Nunca voy a conseguir sacar esto. Me entrega el hot dog y lo sostengo lejos de mí. La última cosa que quiero es conseguirlo en mi suéter limpio. De su bolso, saca otro pedazo negro de tela y tira de ella sobre su cabeza. Es una camiseta, una grande. Cubre todo el vestido y “PEDRO” está impreso en grandes letras blancas a través del centro. Toma su hot dog de regreso.  
―Te conseguí una. Sólo tenían grandes. Abro la camisa en frente de mí y no puedo pretender que no me encanta. ―Póntela ―dice papá, animándome.



No hay comentarios:

Publicar un comentario