La lucha ha terminado.
―Damas y caballeros ―anuncia el locutor emocionado―. ¡El ganador de la última pelea de esta noche es Pedrooooo Alfonsooooooo!
La masa de la gente gritaba y se agarraban unos a otros. Estoy rodeada por cantos, risas y llantos. En lugar de celebrar, me quedo con los ojos abiertos. Fui testigo de mi primer nocaut y es… triste, pero al mismo tiempo es estimulante. Todo mi cuerpo está vibrando y estoy jadeando como si hubiera luchado con el hombre yo misma. Estoy tan excitada, increíblemente excitada. Nunca sentí nada igual y no sé lo que me está pasando. Papá me pone de pie y envuelve sus brazos alrededor de mí. Mi columna duele mientras aprieta y mueve de lado a lado. Sus finos labios colocan dos besos en mi frente y me deja ir, devolviendo su atención a Pedro. Un equipo de cámara se encuentra en el ring y entrevista a Pedro. Está sonriendo y riendo.
Está rebotando y hablando y de vez en cuando su mirada se desvía hacia mí brevemente antes de volver al entrevistador. Se encoge de hombros en su sudadera y se va del ring. Mientras nos pasa chasquea la cabeza en dirección a su habitación y papá no pierde el tiempo tirándonos a mí y a Vanesa de nuestros asientos y arrastrándonos todo el camino a la habitación de Pedro.
Cuando entramos, todo el mundo se vuelve loco, vitorea, aplaude y baila,excepto Pedro. Está sentado en su banco, viéndose tan tranquilo como siempre y desenvolviendo sus manos.
Alguien del equipo de Pedro engancha inmediatamente a Vanesa en una conversación y papá habla con Damian. Me apoyo en la pared y lo observo hablar efusivamente sobre la pelea. No puedo evitar sonreír mientras él utiliza sus manos para imitar los movimientos del combate.
Pedro se desliza fuera de su banco y se me acerca. Mi piel se hace más caliente cuanto más se acerca a mí. Sus ojos son brillantes, adquiriendo un color más caramelo que chocolate. Las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa descarada mientras su mirada baja a mí.
―Me gusta tu camiseta. ―Tira de la parte de enfrente y mi aliento se paraliza mientras me tira un poco más cerca―. Me veo bien en ti.
Siento mi propia sonrisa formarse.
―Podrías tenerla ―digo, recordándole la noche que me dijo que no.
Se ríe de una vez y los ojos destellan con diversión mientras saco mi camisa hacia atrás y doy un paso lejos de él antes de que mi padre nos vea o tenga sangre en mí.
―¿Te gustó la pelea? ―Su lengua se arrastra a través de su labio inferior para humedecerlo y me encuentro mirando. Él también lo sabe,porque ahora está tratando de no sonreír hacia mí.
Me aclaro la garganta y fuerzo mis ojos de nuevo a los suyos.
―No sé cómo alguien puede disfrutar una pelea.
―Estás mintiendo. Vi lo emocionada que estabas cuando lo dejé fuera.
Llevo mi mano a mis mejillas, mi cara se siente como si quemara. ¿Si disfrute viendo a un hombre siendo noqueado? No. ¿Había disfrutado viendo a Pedro dominándolo por completo y ganando? Sí. Me gustó ver a Pedro feliz. Se inclina y puedo sentir su calor corporal flotar sobre mí. Todo mi cuerpo se tensa y se pone alerta.
―Será nuestro pequeño secreto.
Su mano se envuelve alrededor de la mía y lleva mis nudillos a sus labios. Besa a cada uno lentamente y nuestras miradas permanecen trabadas.
Jesús. Cristo.
―Esa pelea fue para ti, Paula.
Me aclaro la garganta y fuerzo mis ojos de nuevo a los suyos.
―No sé cómo alguien puede disfrutar una pelea.
―Estás mintiendo. Vi lo emocionada que estabas cuando lo dejé fuera.
Llevo mi mano a mis mejillas, mi cara se siente como si quemara. ¿Si disfrute viendo a un hombre siendo noqueado? No. ¿Había disfrutado viendo a Pedro dominándolo por completo y ganando? Sí. Me gustó ver a Pedro feliz. Se inclina y puedo sentir su calor corporal flotar sobre mí. Todo mi cuerpo se tensa y se pone alerta.
―Será nuestro pequeño secreto.
Su mano se envuelve alrededor de la mía y lleva mis nudillos a sus labios. Besa a cada uno lentamente y nuestras miradas permanecen trabadas.
Jesús. Cristo.
―Esa pelea fue para ti, Paula.
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