Él gira su tenedor en el delicioso caos de la pasta y la salsa antes de traerla a mis labios. Abro la boca y él lo pone. Echo un vistazo hacia atrás a él y sus ojos están fijos en mi boca. Ellos observan fielmente mis labios envolverse alrededor de la comida y cogerlo del tenedor.
―¿Estás lista para California mañana?
Asiento con la cabeza, masticando la comida.
―¿Tú?
―Sí. ―Hace girar el tenedor en la pasta, para coger un bocado para sí mismo.
Miro a mi alrededor al patio de la piscina. Realmente es hermoso. Las luces están todas encendidas, dando a la piscina un hermoso brillo prohibido. Ahora mismo, me siento como si estuviera en alguna parte de la selva, cerca de un lugar oculto al margen de cualquier otra persona. Las rocas que albergan las luces parecen reales. El agua azul parece que es brillante, y hay un coro de chirridos de los grillos que hacen que todo sea mucho más creíble.
No terminamos la pasta, lo que hace feliz a Pedro. Resulta que él es un gran fan de los alimentos recalentados, yo no. Es fresco o nada. Cuando él toma las sobras para ponerlas en la cocina, levanto el vestido por encima de mi cabeza y desengancho el sujetador. Cuando vuelva, estaré desnuda y esperando para entrar en la piscina. Al abrir la puerta, se detiene bruscamente, con los ojos completamente pegados a mi cuerpo desnudo. Muerdo una sonrisa mientras su mirada se oscurece y se saca su camiseta en un solo movimiento fluido. Todos sus duros músculos y tatuajes, están expuestos a mí y me esfuerzo por no desmayarme en la piscina. Sin decir una palabra, él acecha hacia mí su intención clara atravesando sus ojos y no se detiene hasta que su cálido torso se pega firme contra el mío, enviando excitación al rojo vivo a cada punta de mi cuerpo cabeza,
dedos de los pies, los dedos lo que sea, está ahí. Mi cuerpo zumba con sus ojos permaneciendo fijos en los míos, mientras sus gruesos dedos descienden por mi estómago antes de deslizarse en mi humedad. Su brazo libre me rodea, tirando de mí con fuerza contra él, y él baja su boca a mi oreja.
―Estas tan jodidamente mojada ―gruñe, tocándome con firmeza.
Su voz, grave y ronca, vibra a través de mi cuerpo y casi tiemblo. Gimo de acuerdo y se ríe misteriosamente entre dientes. El sonido envía una excitación más fuerte, pura y no igualada por ningún otro sentimiento, disparando a través
de mi sistema.
―No deberíamos estar haciendo esto afuera ―le digo, aunque no tengo ninguna intención de parar.
Esta vez tiemblo, mientras su boca se mueve a mi oído y acaricia el borde con sus gruesos labios.
―Debemos y lo haremos.
El primer golpe de sus dedos me hace gemir. Es ruidoso, bajo e increíblemente descarado. Es un sonido que no debería hacerlo fuera, pero mi atención al factor de poder ser vista o escuchada, de repente está por debajo de cero.
Liberándome de su influencia, doy un paso hacia atrás, haciendo mi camino por las escaleras de la piscina. El agua arremolinándose en mis tobillos y luego en mis espinillas. Me muevo hacia atrás, manteniendo el contacto visual con la bestia que espera al margen, mirándome de cerca, como si fuera su próxima comida.
Cuando me llega el agua sobre mis hombros me detengo, esperando que Pedro haga su siguiente movimiento. Hay una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios mientras se saca su correa y la arroja a un lado. Cojo mi labio entre mis dientes mientras suelta el botón de sus vaqueros y arrastra hacia abajo la cremallera. Me hundo más en el agua, hasta el cuello- hasta que mi respiración difícil hace que la superficie se rice.
En un movimiento rápido, Pedro está desnudo, todo él es un espectáculo, y le gusta. Rápidamente y con un propósito absoluto, él hace su descenso hacia el agua, apenas inmutándose por la temperatura fría. Cuando esta profundo hasta los hombros y a una corta distancia de mí, mi cuerpo se calienta y el agua no es suficiente para enfriarme. Estoy segura de que si Pedro no pone sus manos sobre mí en este momento, voy a explosionar.
Cuando por fin me alcanza, me doy cuenta de que he hecho todo mi camino hacia la pared y ahora mi espalda está presionada con fuerza contra los cantos rodados. Pedro reduce su altura para estar al nivel de mis ojos y sus manos se agarran el borde de la piscina, a cada lado de mi cabeza.
El resplandor de la piscina oscurece su rostro y arrastro mi mirada sobre su cabello negro azabache, ojos oscuros, el corte curándose en su mejilla y,finalmente, al conjunto de sus labios, llenos a sólo unos dolorosos pocos centímetros lejos de mí. Por suerte, decide cerrar la distancia y llevar su boca a la mía. Sorprendentemente, el beso es a un ritmo mucho más lento de lo que yo esperaba, es sensual y aviva las llamas pequeñas dentro de mí. Sin romper el beso,sus manos bajan desde el borde de la piscina y se deslizan sobre mi nuca. Tan pronto como tocan mi carne, comienzan su descenso sobre mis hombros, por mis brazos, y el círculo de mi cintura. Me acerco más a él, disfrutando de la sensación de estar desnudos, con sus manos ásperas sobre mi piel expuesta. Incluso en la sedosa agua, sus manos se sienten ásperas y vigorizantes.
Un pequeño temblor rueda por mi espina dorsal y siento sus labios temblar,antes de que el tire la cabeza hacia atrás para mirarme.
―Me encanta la forma en como reaccionas a mí. ―Muy lentamente, las manos que sostienen mi cintura se deslizan más arriba otra vez, hasta que su dedo pulgar roza el oleaje de mi pecho.
―¿Sí?
Él asiente con la cabeza una vez, sonriendo con su hermosa sonrisa.
―Sí.
Pedro se inclina más a mí, trayendo sus magníficos labios justo a mi oído.
Escucho atentamente y gime su propio nombre, imitándome, y una sacudida de vergüenza me atraviesa. Empujándolo hacia atrás.
―Pedro ―chillo, sintiendo mi cara calentarse―. ¡No!
Puedo verlo en su cara la forma en que su expresión juguetona me mira con lascivia, le encanta la reacción que le estoy dando.
―Oh, Pedro —dice con su mejor voz 'Paula’—. Me encanta esa mierda. Hazlo de nuevo.
―Pedro ―Trato muy duro para que suene amenazante y no divertido con su burla, pero simplemente no funciona.
―Eres el mejor que he tenido nunca ―continúa, aumentando su ego al alto cielo—. Más duro. Más rápido.
Él sabe que es el mejor que he tenido y le encanta. Me lanzo hacia delante,envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y lo tira contra mí.
―Tienes que parar antes de que te ahogue.
―¿No te gusta oír lo sexy que suenas? ―Sus manos viajan a mi espalda y me levanta, obligándome a envolver mis piernas alrededor de sus caderas.
―No es sexy, al menos no cuando me imitáis a mí, en ese tono horrible.
―¿Tono horrible? Soy tan bueno en hacerme pasar por ti, que hasta me di una erección.
Casi me ahogo con una risa y trato de empujarme fuera de él, sólo que me aprieta con más fuerza contra él y no puedo escapar.
―Eres una obra de arte, ¿lo sabías? No sueno nada así. Tu…
Sus gloriosos labios me cortan y mis ojos se cierran revoloteando por instinto. Tan típico movimiento de Pedro, pensando que puede hacerme callar con
su boca. Yo le mostraré…
En un minuto...
Cuando su boca deje de sentirse tan condenadamente increíble.
Mi cerebro quiere disputar a Pedro, para pelear con él por ser tan impertinente, pero mis partes femeninas quieren otras cosas y saben exactamente cómo silenciar mi cerebro.
Mis manos azotan a través de su cabello, siguiendo las órdenes de mis hormonas en lugar de mi cerebro. Se deslizan sobre sus fuertes hombros, los músculos definidos de su espalda y sus brazos sólidos. Me besa en el cuello y continúa su ruta familiar por mi clavícula Me encanta cuando besa mi clavícula.
En la cúspide de mis muslos, puedo sentir su longitud esperando pacientemente para conseguir el espectáculo en la carretera. En cualquier momento... No creo que pueda resistir durante mucho más tiempo.
Pongo mi cabeza a un lado y veo el resplandor del agua en las marcas oscuras de tatuajes de Pedro. Mis brazos rodean su cuello de nuevo, y lo mantengo cerca de mí. Debajo, siento que él se alinea y no más de un segundo más tarde, se empuja a sí mismo dentro de mí. Yo grito en shock eufórico mientras mi cuerpo se anima con las sensaciones eróticas. A pesar que de que sabía lo que iba a venir, se
me había olvidado la sensación indescriptible que viene cuando soy llena completamente por él. Mantiene su boca en mi cuello mientras me agarra el culo,tirando nuestras caderas lo más cerca posible.
Es tan profundo, que golpea todos los acordes de mis profundidades,provocando estallidos de calor explotando por todo mi cuerpo.
―Maldito... infierno... ―respira contra mi piel antes de colgar la cabeza hacia atrás.
Lo observo, totalmente hipnotizada por sus labios entreabiertos y su musculoso pecho que palpita con su tensa respiración.
Una ola de lujuria me golpea con la fuerza de un tsunami y sin pensarlo me inclino hacia delante y presiono mi boca abierta en su cuello. Lamo su piel y siento su garganta vibrar debajo de mi lengua.
―Muérdeme ―rechina Pedro y no lo dudó. Ni por un segundo.
Le muerdo en el cuello y el gruñido que entra en erupción desde Pedro, envía calor rodando a través de mis venas, en ráfagas constantes. Mis músculos se encogen y grito en su hombro mientras mi estómago se aprieta en ondas conocidas, y juro por Dios que luces blancas ciegan mis ojos.
Cuando vuelvo, me doy cuenta de que estoy presionada contra el borde de la piscina. Libero a Pedro, inclinándome hacia atrás y descanso los codos en los bordes oscuros del hormigón. Tiene mis caderas y lo miro, mientras el agua revolotea sobre nuestros cuerpos mientras el empuja dentro de mí. Sus ojos oscuros están en mis senos antes de ir sobre mi cara.
Él medio sonríe, medio atrapa el labio entre los dientes.
―Tan sexy.
Pedro pone su cuerpo más cerca del mío y mi espalda roza contra las rocas con cada golpe, enviando nuevas oleadas de lujuria a través de mí. Comienza a gemir y jura por lo bajo cada segundo cuando empuja. Puedo decir por su cara y sus movimientos erráticos que él está cerca.
―Joder, nena ―Pedro se apodera de mi hombro, tirándome fuera del borde de la piscina y derecha en él. Logro una fuerte entrada de aire antes de que él golpee su boca sobre la mía y el momento en que nuestras lenguas se apresuran a entrelazarse, gime con dureza, aplastándome. Sus caderas se mueven a un ritmo inestable, sus dedos se clavan bruscamente en mi carne. Escucho sus gruñidos
ablandarse y finalmente se extinguen a gemidos aliviados y suspiros saciados.
Como mis propias ondas de felicidad comienzan a desvanecerse, la sola idea de acurrucarme con Pedro en la cama suena como una idea increíble.
Su boca se desliza de la mía y acaricia mi cuello, besándolo suavemente.
Cuando su agarre en mí se afloja, me deslizo lejos de él, plantando los pies en el suelo de la piscina. Trato de pasarlo, para salir del agua y recoger mi vestido, pero antes de llegar a ninguna parte, me agarra del codo y me tira de nuevo cerca de él.
Sus labios se separan, sortea mi mirada, y los aprieta en el pensamiento.
―¿Estás bien? ―le pregunto, confundida.
―Sí, yo sólo… ―Casi sonríe, pero detrás de la sonrisa veo la frustración―Eso puede esperar.
Siento que mis cejas se unen.
―¿Estás seguro?
Parecía bastante en conflicto un segundo atrás, pero ahora todo rastro de ello se ha ido.
―Positivo.
Me libera y me detengo por unos segundos antes de continuar mi camino hacia las escaleras.
Cuando salgo del agua, el aire caliente esta repentinamente fresco y no deseado. Echo un vistazo por encima del hombro a Pedro. Está completamente sumergido bajo el agua y en el tiempo que tarda en resurgir, ya he deslizado mi cuerpo en el vestido. Se adhiere a la piel húmeda mientras me inclino perezosamente contra la cerca con las manos metidas con fuerza debajo de mis axilas, en un esfuerzo por entrar en calor.
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