miércoles, 28 de mayo de 2014

CAPITULO 183




A menos de dos días para Las Vegas


 
Mi cuerpo está cargado de emoción y un sentido de auto-realización mientras nos alejamos del aeropuerto en una camioneta alquilada por Pedro. ¡Me monté en un avión por primera vez! No me importa lo infantil que sueno, fue increíble y cuando Pedro se fue al baño, incluso me asomé por la ventana.


Plano. Sereno. Surreal.  


Esas son las únicas palabras que tengo para describir lo que vi. Quiero verlo de nuevo y quiero tomar fotos de esto, para recordar exactamente lo perfecto que era. Bajo el tapasol y reviso mi cabello en el espejo, no está mal teniendo en cuenta  que estuve aplastándolo contra el reposa-cabezas de una silla por un par de horas.  


Miro de reojo a Pedro, sus ojos centrados en la carretera y me doy cuenta de que sus manos sueltan y agarran el volante, una y otra vez.  


—¿Nervioso? —le pregunto, poniendo una mano en su muslo revestido de vaquero.


Deja caer su mano del volante y toma mi mano en la suya. Extrañamente, el gesto envía un millón y un revoloteos por mi brazo y directamente a mi pecho. 


—No lo sé. —Humedece sus labios y mantiene su mirada en el parabrisas delantero—. Esto puede ir muy bien en verdad... o puede ser una mierda total.


—¿Si va bien? —pregunto en voz alta.


—La llevaremos a casa con nosotros. 


—¿Y si es una mierda?



Reflexiona por un segundo y su mandíbula se aprieta imperceptiblemente.  


—Ella se queda.


Analizo su rostro. No le gusta esa idea y puedo decir que está en conflicto.


Quiere traer a su madre a casa, pero no hasta que ella esté mejor y yo ruego por su bien que lo esté.

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