Miro hacia atrás a Pedro y no recibo ningún indicio de calidez o simpatía por lo que acabo de presenciar, lo que demonios fuera eso. Confiando en Pedro, me acerco a él, con la esperanza de que me va a dar algún tipo de explicación sensata dentro del taxi. Me agacho y subo al taxi y me sigue, cerrando la puerta con fuerza tras de sí.
Después de que gruñe la dirección del hotel al conductor del taxi, no se mueve, ni siquiera trata de explicar lo que acaba de suceder y no sé si debo ser la que inicie la conversación.
El taxista persa me sonríe por el espejo retrovisor y decido que arrastrarle hacia esto no es una buena idea. Puedo oír la alta y rápida respiración de Pedro,pero no hago nada para consolarle. Me siento con mi postura recta y miro las luces pasar rápido. Mantengo mis manos en mi regazo, entrelazadas para luchar contra el impulso de tocarle.
Pedro baja la ventana, dejando entrar más aire fresco y puedo escuchar sus dedos tocando a un ritmo desigual en contra de sus vaqueros mientras se vuelve más y más ansioso.
Me estremezco cuando por fin habla.
—Ya sé lo jodido que probablemente parecía para ti, pero lo explicaré todo...una vez que llegue a un acuerdo con esto.
Asiento sin mirarle. Espero que me lo explique pronto, porque me temo que estoy a punto de romper a llorar en cualquier momento. Mientras las brillantes luces del boulevard de Las Vegas comienzan a pasar rápido, me muerdo el labio inferior y hago la misma pregunta que Vanesa me estaba preguntando antes.
¿Quién coño era esa y qué coño acaba de pasar?
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