Sus iris chocolate cayeron de regreso en mí y le di una tensa sonrisa y un pequeño encogimiento de hombros. Una muy femenina enfermera metió su cabeza en la habitación.
―La hora de visitas terminó ―nos dijo―. Solo uno de ustedes puede quedarse a acompañarlo.
Froté mis palmas sobre mi vestido para remover algo del sudor. Ahora que la conmoción inicial había desaparecido, solo me sentía con nauseas.
―Bueno, Pedro y yo nos iremos, pero regresé a primera hora en la mañana. Si necesitas algo, lo que sea llámame. De inmediato.
Besé a mi mamá y papá, persistiendo un segundo más en la barbilla sin afeitar de mi papá.
―Los amo ―digo mientras envuelvo un brazo alrededor de la cintura de Pedro. Él lanza su brazo sobre mis hombros, llevándome hacia él. No tengo que mirar a mi mamá para saber que no lo aprueba, incluso después que
Pedro básicamente salvo la vida de mi papá, aún no es suficiente.
Unas pocas personas se dispersan en el angosto pasillo mientras se despiden de sus familiares. Miro arriba hacia Pedro y su palillo gira rápidamente entre sus labios mientras juega con él con su lengua.
―Gracias.
―¿Por qué?
Dejo de caminar y me pongo frente a él. Él jala de su boca el delgado palillo de madera y sus ojos se enfocan en mi rostro.
―Por regresar al gimnasio y hablar con mi papá y por salvarle la vida.
Las cejas de Pedro se arrugan un poco, como si estuviera incómodo.
―No tienes que agradecerme…
―Sí tengo. ¿Por qué agradecerte te pone incomodo?
Su mirada revolotea hacia el piso mientras pone el palillo de regreso en su boca. Después de lo que parece un eternidad de estar en silencio, eleva su mirada hacia mí, luciendo incluso más incómodo que antes.
―Porque no estoy acostumbrado a eso.
―¿No estás acostumbrado a que te agradezcan? ―Rozó mi dedo a lo largo de su antebrazo.
―Usualmente soy la causa de los problemas, no la solución.
Frunzo el ceño. Él no se da cuenta lo mucho que me ha ayudado. Me ha ayudado a no regresar a las mismas rutinas con Ramiro. Me salvó de Jose y mejoró mi relación con mi papá. Antes de Pedro, mi papá era mucho más como mi mamá, siempre empujándome a regresar a casa y por todo eso las siguientes palabras salieron a través de mis labios.
―Tú eres mi solución.
Sus labios se crisparon y retiró el palillo mientras la tensión en su expresión se desvanecía. Sus brazos rodearon mi cintura, llevándome más cerca. Verlo relajado y feliz envió un fuerte sentimiento fortaleciéndose a través de mi pecho.
Todo lo que quiero para él es que sea feliz y nunca he
Todo lo que quiero para él es que sea feliz y nunca he
querido algo tanto en mi vida. Pedro me atrajo hacia él, descansando su cabeza en la mía y su mano trazó un sendero reconfortante arriba y abajo en mi columna. Me asusta alejarlo, no quiero hacerlo. No sé lo que está sucediendo, pero no es como nada que haya sentido antes.
Los sentimientos que tenía por Ramiro palidecen en comparación con lo que siento ahora.
¿Amor? No, sí, no lo sé. Estoy confundida. ¿Estar enamorada significa estar tan enferma? Me siento mal,siento que voy a llorar. Siento que debo aplastar a Pedro en mis brazos y no dejarlo ir. Estoy casi inevitablemente segura que me volvería completamente nada sin él. Quiero huir porque estoy absolutamente muerta de miedo.
Le gusto a Pedro, lo sé, pero qué si no hay un futuro allí. No soy una lectora de mentes, pero estoy convencida de que esto no es lo que él estaba esperando después de apenas un día de estar juntos. No lo puedo espantar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario