Cuando me cambio por un par de leotardos y una camiseta sin mangas,salgo de un pequeño cubículo y Pedro con toda su gloriosa transpiración se apoya contra la pared por los espejos. Su presencia fuerza a una masa de mariposas en mi estómago, haciéndome sentir náuseas. Me detengo en seco y tomo mi bolsa un poco más apretada contra mí.
Dejo que mi mirada se arrastre para encontrarme con él y trato de no abrir la boca en la perfección pura de su aspecto.
Su cabello negro está desordenado y húmedo en la frente. Su piel está recubierta de una fina capa de sudor y por no mencionar los músculos que se ondulan debajo de su piel impecable. Es injusto que alguien pueda ser tan guapo y deseable, cuando lo único que quiero hacer es olvidarme de ello.
Trago una y otra vez, tratando de librarme de la sequedad repentina en la parte posterior de mi garganta cuando lo miro cuidadosamente.
―¿Estás bien conmigo contratando a tu padre? ―Su voz es baja y gruesa, enviando una ola de escalofríos por mi espina dorsal.
―¿Me estás preguntando ahora? ¿Después de que ya lo has contratado?
―No tenía ni idea de que era tu padre hasta que entraste y lo llamaste papá.
―Sí, está bien. Eso es un poco demasiado una coincidencia, ¿no crees?
Él no me responde, sólo mira y sigo.
―La lucha es su pasión y eso le hace feliz así que… gracias.
Él asiente.
―Me preocupaba que pudieras pensar que lo estoy usando para llegar a ti.
Me río en seguida.
―No, está bastante claro que no estás contratando a mi padre para entrar en mis pantalones teniendo en cuenta que me los quite anoche y tú lo rechazaste.
Él me está sonriendo ahora, pero hay algo crudo y hambriento en sus ojos. Está confundiéndome y lo odio.
Paso junto a él rápidamente, pero su mano agarra mi brazo, girándome de nuevo hacia él. Jadeo mientras mi espalda es presionada contra la pared y su rostro está a centímetros del mío.
Sus labios carnosos están separados, como si estuviera a segundos de devorarme y odio que yo también lo quiera. La mirada en sus ojos se oscurece y presiona sus labios en una delgada línea.
―¿Estás enojada porque no me acosté contigo?
―No, estoy enojada porque me humillaste. Dejé que me tocaras…―Me estremezco―. Y luego te fuiste―Ruborizada y renuente, me deslizo fuera de su alcance―. Me alegro que no tuviéramos sexo. Puedes usar a mi padre para tu entrenamiento, siempre y cuando mantengas tu pecho firme y brazos gruesos… y tú… ―¡Concéntrate mujer! Me aclaro la garganta y la comisura de los labios dan un tirón―. Sólo mantente alejado de mí.
Él me agarra de nuevo, tirando de mí hacia atrás contra la pared. Sus fuertes brazos se apoyan en el hormigón a cada lado de mi cabeza y su rodilla se impulsa entre mis piernas, dominándome por completo. ―Déjame resarcirte. Ven a cenar conmigo esta noche.
―No.
Sus labios dan un tirón y sus ojos de repente son más brillantes. Le gusta que le digan que no y en secreto me emociona porque disfruto diciéndoselo.
―Confundes mi demanda con una pregunta.
―¿Tu demanda? ―Me burlo y le empujo, pero él no se mueve.
―Paula ―Su voz áspera se envuelve alrededor de mi nombre y me lo imagino gimiéndolo en mi oído. Mis labios se separan y exhalo lentamente―. Ven a cenar conmigo
―No. ―Quiero sonar molesta, pero mi voz se quiebra y él sonríe. Va a romperme. Voy a ceder y él lo sabe. Voy a tener que cortarlo de raíz antes de que gane.
Desde mi bolso,saco mi teléfono y marco el número de Vanesa. Lo puse en mi oído mientras Pedro me mira con curiosidad.
―¿Hola? ―contesta.
―Está bien ―digo, manteniendo mis ojos trabados con los de Pedro―Salgamos esta noche.
Ella chilla y alejo el teléfono de mi oído, hasta que ha terminado. Los ojos de Pedro se estrechan en mí y puedo ver sus músculos contraerse y relajarse.
―Estaré allí a las nueve. ¡Te quiero! ―Ella cuelga.
Sonrío burlonamente.
―Lo siento, pero estoy ocupada esta noche.
Maldita sea. ¿Por qué soy tan terca? Quiero alejarme, pero su cuerpo está impidiéndome ir a cualquier parte.
―Estás jugando un juego peligroso. ―Él casi me gruñe―. No voy a parar hasta que…
―¿Hasta qué? ―interrumpo―. Tú no me quieres.―Enfatizo cada palabra.
―¡Joder, Paula! Te he deseado desde el momento en que te atrapé mirándome hace días. ―Su dedo traza mi mandíbula y luego mi labio inferior antes de que lo deje caer a su lado―. ¿Quieres saber por qué no puedo dejarme tenerte? Debido a que durante todos nuestros encuentros al azar descubrí que eres el tipo de chica que no pueden separar las emociones del sexo y eso es todo lo que quiero de ti. ―Frunzo el ceño ante sus palabras,pero al menos gana puntos brownie por honestidad―. Y por alguna extraña razón… No quiero hacerte daño. Eres buena y no quiero arruinar eso para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario