Me pongo en la puerta del gimnasio, pero no se abre.
Extraño. Papá nunca cierra temprano jamás. Uso la llave de repuesto que cuelga junto a mi llave del auto. Papá dice que puedo venir y usar el gimnasio cuando quiera, incluso si está cerrado. Supongo que esta es una de esas veces.
Entro y cierro la puerta detrás de mí. Cuando me giro doy un brinco, viendo al menos ocho pares de ojos sobre mí. Están alrededor del ring de boxeo y mi padre es uno de ellos. Mis ojos se centran inmediatamente sobre Pedro. Está dentro del ring,sudando y jadeando. Es una vista asombrosa y mis rodillas tiemblan un poco.
Quiero pegarme una palmada.
Siento que mis mejillas se calientan por la vergüenza ante su mirada. Él me rechazó anoche. Trago el sabor amargo.
―Lo siento ―anuncio, haciendo contacto visual con papá―. No sabía que había alguien aquí. Puedo ir…
―No seas tonta, Paupy. ―Me llama papá, caminando hacia mí. Genial,ahora Pedro sabe mi apodo―. Este es tanto tu gimnasio como lo es mío.
Lo considero curiosamente. Está optimista lo cual es extraño en él y hay una enorme sonrisa extendiéndose sobre su rostro. Me tira en un abrazo y el olor paternal ha sido sustituido por el sudor.
―Hueles. ―Me río mientras se aleja.
Él me ignora.
―Cariño, tengo buenas noticias.
Echo un vistazo a Pedro que ahora está apoyado en los antebrazos sobre la tercera cuerda mirándonos, mirándome, para ser más exacto.
Las otras personas que rodean el ring son personas que nunca he visto antes y dos de ellos están usando cascos y guantes de boxeo, obviamente compañeros de contienda de Pedro. Otro está usando ropa deportiva y una gorra blanca que se bajó sobre la frente complementando su oscura tez. Alrededor de su cuello hay un cronómetro y en sus manos un portapapeles. Los otros llevan trajes. Miro a papá y estoy oficialmente confundida.
―¿No estás vendiendo el gimnasio? ―le susurro.
Papá se ríe a carcajadas.
―Nunca, ni en un millón de años.
Me mete bajo su brazo y me dirige a la gente. Lucho contra el impulso de enterrar mis pies. No quiero ir a ninguna parte cerca de Pedro.
―Pedro me ha contratado como asesor de táctica.
―¿Y qué es eso? ―le pregunto, volviéndome hacia mi padre y evitando que él me empuje más cerca. Nunca lo había visto tan feliz. Sus mejillas prácticamente revientan de tanta felicidad.
―Tu padre tiene un buen ojo cuando se trata de MMA―dice el chico con el cronómetro―. Un asesor de táctica ayudará a Pedro a identificar ciertos movimientos antes de un takedown o una sumisión. El asesor de tácticas también identificará los puntos débiles en un asimiento o de una sumisión de modo que Pedro sea capaz de explotarlos.
Siento que él ha aprendido de memoria un pasaje de un manual y me lo repitió. Sí, todavía sigue siendo igual de aburrido.
―Papá, no tienes formación en nada de eso. ―La preocupación engruesa mi voz. Sé que él no necesita más estrés en su vida y puedo prever que esta adquisición será muy agotadora para él… o tal vez sólo estoy amargada porque Pedro está involucrado.
―¿Cuántos DVD de Mixed Martial Arts poseo? ¿Cuántas peleas he grabado o descargado? Todas. Las he visto de atrás hacia adelante y sé todo lo que hay que saber. Este deporte es mi pasión y siempre he querido trabajar en un equipo detrás de un luchador y tengo uno de los mejores aquí en mi gimnasio. ―Hace un gesto a Pedro y ruedo los ojos.
Lo último que él necesita es su ego inflado aún más―. Esto es lo que estoy destinado a hacer con mi vida.
―¿Y qué tiene que decir mamá acerca de todo esto?
Papá se frota la parte posterior de su cuello.
―Esa es la cosa… no se lo he dicho aún.
―Papá…
―Lo haré esta noche. La voy a llevar a ese lugar de fantasía que le gusta, uh… ―Él estalla los dedos tratando de recordar el nombre.
―Phillip´s Gourmet ―respondo por él.
―Exacto.
Sus enormes ojos marrones me miran fijamente, esperando que le diga algo más.
―Bueno ―empiezo―. Si esto te hace feliz, entonces yo soy feliz.
―Beso su mejilla caliente y cabeceo hacia el baño para cambiarme la ropa de gimnasia. No voy permitir que la presencia de Pedro me impida ejercitarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario