miércoles, 5 de noviembre de 2014

CAPITULO 255



Cuando dejo a Paula de regreso en nuestra habitación, está vacía. La cocina está limpia y Luciano no está por ningún lado. En mi pecho, siento algo que no siento muy a menudo: mal. Me siento mal por atacarlo y luego salir, pero él tenía que oírlo. Mientras corríamos, Paula y yo no hablamos. Ella me permitió procesar todo lo que pasó esta mañana por mi cuenta. El jadeo constante que cayó de sus labios fue todo el apoyo que necesitaba.


―Nos vemos más tarde ―dice Paula mientras rebota hacia arriba de las escaleras, entrando para la ducha―. Diviértete.


Cierro la puerta y me dirijo por el pasillo. Meto mis manos en los bolsillos de mi sudadera con capucha negra y saco mis hombros, agachando la cabeza. Una diminuta anciana atrapa mi atención desde siete pies de distancia y la miro desde debajo de mi capucha. Sus ojos me rastrillan con temor de juicio, y cuando paso en el camino hacia el ascensor, le sonrío y asiento hacia ella. Ella se aleja mucho
más rápido de lo esperado para alguien de su edad y se apresura a golpear su tarjeta de acceso. Su puerta se abre y se lanza hacia el interior, cerrando la puerta detrás de ella. Arqueo una ceja ante su puerta cerrada. Es muy crítica para ser una señora mayor que se hospeda en Las Vegas. Poco sabe ella (o le importa saber) que soy el tipo de persona que le ayudaría a cruzar la calle o llevar sus bolsas si eran demasiado pesadas. Me río para mis adentros.


Son las pequeñas cosas de la vida.



*****



Absorbo toda la arena iluminada y pulida desde la última fila hasta la jaula.


Si hay una cosa que voy a extrañar, es la sensación de todo el entusiasmo que mi trabajo me trae. Hay un remolino de aprehensión en la boca de mi estómago y me hace volver a mi decisión a renunciar... después de épico sexo, le hace eso a un hombre, ya sabes, meterse con tu cerebro.


¿Quiero realmente renunciar? ¿Puedo existir sin mi pasión? ¿Puedo funcionar sin él? Las preguntas se acumulan en el fondo de mi mente, de todo tipo que se te puede ocurrir.


―Es hermosa, ¿no es así? ―pregunta Damian, sonriendo ampliamente en el espacio abierto frente a nosotros. Su voz me saca de mis pensamientos, por suerte alejó las preguntas que llenan mi cráneo y amenazan con estallar de mis oídos.


Miro la arena, y lo que es más importante, la jaula. Sus gruesas cuerdas negras envían calor surgiendo a través de mi cuerpo y la imagen perfecta de la piel de porcelana de Paula contra ellas.


Asiento, colocando las manos en mis caderas.
―Sí que lo es.


Es agradable estar con Damian. No lo he visto mucho, no fuera del entrenamiento, de todos modos. Su esposa está en Las Vegas para pasar unas pocas semanas y han estado pasando tiempo de calidad. Eso o me está evitando porque no nos hemos estado juntado mucho recientemente.


―Escuché sobre el club anoche. Esta por todo Internet, incluso en las noticias.


Con las manos en los bolsillos, troto por las escaleras, por lo que poco a poco hago mi camino a la jaula masiva en el centro de la habitación.


―Sí, bueno, fue todo un espectáculo. Tiene suerte de que no le pateara el culo en ese mismo momento.


Damian resopla.


―No tenías que hacerlo. Paula lo hizo por ti.


Sonrío y ni siquiera trato de ocultarlo. Damian se detiene y se apoya en una silla de plástico que recubre las escaleras. 


Dejo que mis ojos recorran la arena antes de volver a él.


―Hazme un favor y evita las noticias por el próximo par de días. No te van a gustar las historias que están girando.


Por supuesto que han encontrado una manera de hacer de anoche la edición más grande en Las Vegas.


―¿Qué dicen?


―De acuerdo con todos los demás, Paula los está golpeando tanto a ti como a Dom.


Mis puños aprietan y me río una vez.


―Apuesto a que Dom está amando eso.


―Puedo garantizarlo, y él va a utilizarlo para entrar aún más en tu cabeza.Tienes que ser más cuidadoso, Pedro ―dice, cruzando los brazos―. Él puede tomar todo de ti.


Me burlo.


―Él puede intentarlo.


Sacude su cabeza, pasándose la mano por su cara.


―No es frecuente que te dé un sermón, pero es muy importante que escuches lo que voy a decir.


Doy un paso atrás y me apoyo en la silla de plástico frente a él, abriendo la planta de arriba para que él diga lo que piensa.


―Matt Somers sabe lo que está haciendo. Él ha estado en el juego durante mucho tiempo y sabe exactamente lo que genera dinero. Hay tres cosas que venden boletos en esta industria: sexo, la rivalidad y resentimientos partidos. ¿Quién crees que está girando las historias? Él sabe que no soportas a Dom, sabe que Dom quiere golpear a tu esposa, y él sabe que apenas necesitas una mirada de Dom en su dirección para hacer que desees matarlo.


―Entonces, ¿qué quieres que haga?


―Necesito que aprendas a alejarte. Necesito que puedas aprender a tolerar imbéciles y no dar a esta empresa la información que necesita para hacer dinero contigo.


―¿Cómo? ¿Cómo hago para evitar que Dom y Matt se introduzcan en mi cabeza?


―En primer lugar, deja la mierda de alfa-cavernícola “mío”. El cerebro de Dom funciona como un niño. Si le dices “no”, solo quiere más. En segundo lugar, y más importante, entrena duro, come, duerme, y vive bien. ―Hace una pausa y parpadea hacia mí, asegurándose de que estoy tomando todo―. Y, por último, quédate en casa.


Arrastro mis dientes sobre mi labio inferior ante el pensamiento. Cuando me quedo en casa, tengo los sueños, los sueños de Dom y mi padre. Cuando estoy fuera de casa, me agoto a mí mismo hasta que estoy demasiado cansado para soñar siquiera. Prefiero eso.


―No puedo quedarme en casa. Estoy ocupado.


El rostro de Damian se aprieta junto con una mueca de frustración.


―¿Haciendo qué? Lo único que tienes que hacer es prepararte para tu próxima pelea.


Me parece bien.


―¿Y Paula? ¿Esperas que la obligue a quedarse en casa, también?


―Ella hace lo que quieres que haga. Todo lo que tienes que hacer es preguntar y batir esas bonitas pestañas tuyas y ella se comprometerá a no salir nunca a la calle de nuevo.


Soplo aire de mis labios con escepticismo.


―Ella es mucho más terca de lo que crees.


―Para todos los demás, tal vez, pero tienes a esa chica envuelta alrededor de tu guante. Ella haría cualquier cosa por ti, incluso si eso significa no salir.


Me giro de Damian y continúo por las escaleras. Paula es la única que sabe acerca de los sueños, la que me tranquiliza, me reconforta con sus palabras, y me apacigua con el sexo, pero tal vez Damian puede ayudar. Además de Luciano, nadie me conoce como Damian. Él sabe cómo trabajo y sabe mi próximo movimiento antes de que lo haga.


Oigo sus zapatos golpeteando contra el hormigón mientras pasea hacia la jaula. Está por encima de mí ahora, se cierne sobre mí, provocándome. Mi pecho se aprieta y mi corazón late en mis oídos. Una pizca débil, familiar de pánico se apodera de mi pecho y aprieto los dientes, negándome a dejar que me supere. En mis sueños, esta es la jaula exacta donde consigo que me pateen el culo y mi cuerpo quede roto. Nunca he sido de los que analizan la mierda loca que mi mente sueña... pero esta vez me pregunto si hay un mensaje subyacente. ¿Si renuncio a esta vida y elijo una más lenta con Paula... haría que mi padre se sintiera orgulloso?


Hacer a mi padre orgulloso significa perder con Dom, destruyendo mi propio orgullo en el proceso. Vencer a Dom significa decepcionar a mi padre y le doy a la MMAC exactamente lo que quieren. Pierdo algo, no importa qué camino escoja... y pensándolo bien me importa una mierda lo que haría a mi padre orgulloso.


―Él puede tomar todo por lo que has trabajado tan duro, Pedro ―murmura Damian, alejándome de mi propia cabeza.


Echo un vistazo alrededor. Estoy en la jaula, de pie en el centro, mientras que Damian se apoya en el cable desde el exterior. Hay una sinceridad en sus ojos y le creo. Creo que Dom tiene la capacidad de tomar todo de mí. No porque sea más fuerte, más rápido o más malo, sino porque sabe cómo jugar sucio.


―He estado teniendo estos sueños ―le digo, dando un paseo al borde de la jaula―. Estoy a punto de luchar con Dom, el público se está volviendo loco, la gente está gritando y animando, estás allí, y Paula y Luciano, también. La campana suena y empiezo a ir hacia Dom, golpe tras otro... pero no le afecta, y cuando miro hacia arriba, es mi padre mirándome con aquellos pequeños y brillantes ojos de juicio. ―Paso mis dedos a lo largo de la jaula, sintiendo el alambre fresco bajo mis dedos―. Él me habla, me dice que soy una mierda. ―Me río una vez en voz baja―. Ya sabes, lo de siempre, y mientras estoy hablando con él, Dom sigue golpeándome desde todas las direcciones antes de desaparecer en el aire. Papá me da una bofetada, desaparece, y de repente la sala se llena de nuevo. Todo el mundo está gritándome para levantarme y hay una fuerte presión sobre mi brazo. Dom me tiene en una llave de brazo y no puede liberarme. ―Mis dedos se arrastran sobre el lugar donde me declaré a Paula y maldigo los calores de metal debajo de mi piel. Mis labios se contraen y me vuelvo a Damian―. Él rompe mi brazo y entonces me despierto.


Él me mira de cerca, su rostro vacío de cualquier emoción, ya sea divertida o preocupado.


―¿Quieres saber lo que significa?


Asiento.


―Absolutamente nada.


―¿Nada?


―Absolutamente nada ―repite con firmeza―. Te conozco, amigo. Sé cómo te pones cuando las peleas se acercan y te diré lo mismo que siempre te digo cuando te pones ansioso. No es la gran cosa. Ganes o pierdas, no importa. Si pierdes, Paula todavía estará aquí mañana, así como yo y Luciano, también. Lo mismo ocurre si ganas. ―Una amplia sonrisa se extiende por su rostro―. Lo lograste en las grandes ligas. Le ganaste a todos tus oponentes en el torneo y le ganaste a Júnior Moset en su propio juego con una llave de brazo. Tienes que empezar a darte cuenta de su propio potencial. Dom es nada. No es más que un hombre solitario que paga el MMAC para aumentar las ventas. Ellos realmente no quieren que gane. Tú eres su posesión más preciada.


―Correcto ―digo con absoluta tranquilidad. ¿Qué es en un sueño, de todos modos? Me siento lleno de energía, como una nueva persona en su totalidad.


Antes de venir aquí, estaba cansado y no estaba entusiasmado de ver la arena.


Ahora, cada célula de mi ser está viva y animada, como si estuviera sosteniendo un paraguas después de que un rayo lo haya golpeado.


No he terminado con mi carrera.


Gobierno esta arena.


Este es mi reino y yo soy el rey.

No hay comentarios:

Publicar un comentario