miércoles, 29 de octubre de 2014

CAPITULO 238




PAULA



Sus manos golpean los grandes guantes en patrones rápidos y todo mi cuerpo vibra, tarareando con excitación. Es fascinante. Cada contracción y golpe me cautiva, prohibiéndome mirar hacia otro lado. Mis labios se abren cuando sus grandes y firmes brazos se extienden hasta que están totalmente rectos, mostrando todas sus deliciosas cuerdas de músculos que conforman esas extremidades jodidamente fantásticas. Hombre, si me hubieran dado un dólar cada vez que me inutilizaba con solo mirarlo, sería millonaria... y luego me gastaría ese dinero construyendo un gimnasio en casa para mirarlo desde la comodidad de mi propio hogar. Eso es vida.


―Deberías tomar una foto, dura más tiempo ―se burla Pedro desde la jaula.


Suspiro y miro sus gruesos dedos enrollándose alrededor del alambre de la jaula. Espera, ¿qué? Parpadeo rápido y arrastro mi mirada hacia él. Sonríe hacia mí con maldad, y siento mis mejillas arder. Me trago mi vergüenza por haber sido sorprendida mirándolo y la cubro con una sonrisa.


―Eres demasiado arrogante para tu propio bien, lo sabes. ―Cambio mi peso sobre la pierna derecha y doblo mis brazos―. Solo estaba viendo tu técnica.
No pareces golpear tan duro como antes.


Estoy jugando con él. Pedro está siempre tratando de impresionarme, y por supuesto, siempre lo hace, pero hoy estoy de humor para atormentarlo. Se lo merece. Esta mañana, en la ducha, dijo que había una enorme araña en el desagüe.


Por supuesto que no lo había, pero aun así me hizo llorar. 


Debería haber sabido que solo estaba jugando conmigo, todo el tiempo se estaba riendo. La sonrisa de Pedro se desvanece y sus cejas se arquean.


―¿Estás cansado? ―le pregunto, empujando aún más―. ¿Has comido suficiente en el desayuno?


―Estoy bien ―espeta, girando sobre sus talones y saltando de nuevo al centro del ring. Levanta sus guantes, acercándolos a la cara. Él asiente con la cabeza hacia Luciano, que niega hacia mí. Me encojo de hombros. Si Luciano no puede tomar uno de los golpes de plena potencia de Pedro, entonces tal vez no debería entrar en la jaula con él. Luciano ha sido nominado como nuevo
compañero de entrenamiento de Pedro. Cuando Pedro comenzó su campo de entrenamiento, la MMAC le proporcionó ocho nuevos compañeros de batalla,
pero Pedro siendo Pedro, los rechazó a todos. Él no confía en la MMAC. Matt Somers ha estado jugando a ambos lados del campo desde que se anunció la tercera y última lucha hace meses.


―Realmente, no deberías haber dicho eso ―suspira Damian, paseando junto a mí.


Doblo mis brazos.


―Tenía que conseguir que dejase de mirarme así, de alguna manera.


Nuestra conversación termina cuando los puños enguantados de Pedro chocan contra los anchos, guantes negros de Luciano con un fuerte golpe.


Golpe.


Golpe, golpe.


Golpe.


Golpe tras golpe, mi corazón tartamudeaba cada vez, y pronto caí de nuevo extasiada, viendo a mi esposo caliente-como-el-infierno agacharse y esquivar los combos que le lanzaba Luciano. Pedro se ve increíble, mejor que increíble, se ve impecable, más perfecto que nunca, lo cual es un logro por sí solo. No todo el mundo puede mejorar la perfección. Sus músculos son más prominentes, sus brazos más amplios, sus piernas más gruesas y su determinación más fuerte que nunca. Dom Russell tomó de Pedro y a Pedro no le va bien cuando toman sus cosas.


Damian exhala y garabatea notas en su libreta verde.


―Supongo que no le haría daño empujarlo con más fuerza. Sus tiempos holgazanean desde su última pelea.


―También está teniendo problemas para dormir ―le confieso, mirando brevemente a Damian que ensancha sus ojos hacia mí, ofendido. Se podría pensar que es un mejor amigo al cual le he estado guardado secretos―. No es su culpa.


―Sí, bueno, tiene que ordenar su mierda antes de conseguir lo mejor de él.
Si pierde esta pelea, su tiempo en la MMAC habrá terminado antes de comenzar.


Asiento, mirando a Pedro y la forma en que su sudor brilla en su duro torso.


Sabemos las repercusiones de esta lucha final... sabemos que la MMAC está explotando la relación entre Pedro y Dom para su propia ganancia monetaria, pero también están pescando para ver quién es el mejor luchador. Damian piensa que hay algunas personas en la junta de la MMAC que creen que Dom es mejor luchador y les encantaría verlo reemplazar a Pedro.


―Habla con él sobre ello, Damian. Tú eres su entrenador.


Se ríe una vez.


―Eso ya no significa nada. Eres la única a la que él escucha, y además, somos del mismo sexo. Él me va a dar un puñetazo en la boca mucho antes de que te golpee a ti.


Ruedo los ojos. Fantástico.





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