miércoles, 29 de octubre de 2014
CAPITULO 241
Después que Pedro nos trajo de vuelta al hotel y se duchó en la seguridad de nuestra propia habitación (solo, podría añadir) se fue para asistir a una conferencia de prensa, y resolver las cosas con Matt Somers. Él no estaba demasiado interesado en asistir a la conferencia. Ignorando el hecho de que Dom también estará allí, resulta que mi boxeador seguro de sí mismo es un pequeño tímido para las entrevistas y realmente odia hablar de sí mismo. ¡Ja! ¿Quién lo hubiera pensado?
Cuando se fue, me tumbé en el sofá y me quedé dormida, solo para ser despertada una hora más tarde por los golpes excitados en la puerta.
―¿Paula?
Abro los ojos y los entrecierro alrededor de la habitación del hotel. ¿Tal vez estoy escuchando cosas? Cierro los ojos y jalo mis rodillas contra mi pecho, acurrucándome más en el sofá.
―¿Paula?
Sea quien sea, está cantando la palabra en una aguda voz de ópera antes de estallar en ataques de risa.
¿Paula? ¿En serio? Creo que tengo un montón de apodos y definitivamente prefiero “Pauly” sobre “Paula”. Levanto mi cabeza y mi cerebro gira en mi cráneo.
Mis ojos se sienten pesados y la fuerza que se necesita solo para mantenerlos abiertos es suficiente para agotarme a otra siesta.
―¡Pauuuuulllaaa! ¡Abre!
Gruño. Tengo que cortar esto de raíz antes de que se extienda a alguien que disfruta atormentándome como Pedro o Vanesa. Me arrastro fuera del sofá, sintiéndome peor de lo que lo hice antes de mi siesta.
Tiro de la puerta y frunzo el ceño de inmediato cuando veo la cara de la hermana de Pedro sonriéndome.
―¿Qué estássss haciendoo? ―Sonríe perezosamente, pasando sus dedos finos por su cabello oscuro.
Incluso borracha hasta las tetas ella es irritantemente hermosa... igual que su hermano. Hombre, ¿su familia tiene buenos genes o qué?
―¿Paula? ―Ella se ríe, agarrando el marco de la puerta y mirándome como si yo fuera una loca certificada.
―Estaba durmiendo la siesta, gracias por eso.
―¿Siesta? Diablos, incluso estas empezando a actuar como mi hermano.
Ella se empuja más allá de mí, y mientras voy a cerrar la puerta detrás de ella, Vanesa atasca su mano dentro.
―Cristo, P ―maldice mientras jalo la puerta abierta―. Estoy aquí, también.
Abro la puerta un poco más y la dejo entrar ―Lo siento ―digo. Atrapo un pequeño rizo entre mis dedos y tiro de él―. No te vi.
Vanesa me golpea alejándome mientras Maca se pavonea con entusiasmo hacia los banquillos de cocina y se desliza directamente en un taburete. Cuando Vanesa se une a ella, observo su apariencia. Maca está usando jeans ajustados que se aferran a las curvas de su trasero y sus piernas. Su camisa blanca sin espalda se sumerge bajo en la parte delantera complementando su bronceado muy bien y
los blancos parecen más brillantes con su cabello negro cayendo por sus hombros.
Trato de no mirar fijamente, pero una buena parte de los pechos de Maca están en exhibición para que todos los vean. Cuando ella no está mirando, les doy un vistazo un par de veces, tratando de decidir si son reales o no. Creo que lo son, pero a menos que los toque, nunca lo sabré. En vez de jeans ajustados, Vanesa opta por una blusa azul real brillante que se aferra a su cuerpo antes de ser escondida bajo la cintura de su falda lápiz. Se ve inteligente y sexy, todo lo que una mujer de negocios debería ser. Lo único que le falta es un negocio. Miro hacia abajo a mis pantalones cortos y camiseta de tirantes.
―¿Me estoy perdiendo algo aquí? ―pregunto, rascándome la cabeza y ahogando un bostezo a la vez.
―No lo estarás si te vistes. ―Vanesa me sonríe, pero la sonrisa no hace que sus ojos se plieguen como lo hacen normalmente.
―¿Vestirme para qué?
―Una noche fuera, solo las chicas.
Oh diablos no. Sacudo la cabeza. No he salido en Las Vegas desde el Spearmint Rhino y no estoy a punto de cambiar eso esta noche. Si el pasado año me ha enseñado algo es que no lo hago bien en los clubes. Cada vez que estoy en uno, el karma se las arregla para localizar mi ubicación exacta y afilar toda su energía en mí.
―No, gracias.
―No puedes decir que no, Paula ―replica Maca―. Solo seremos nosotras y voy a llevarte a uno de mis lugares favoritos. Conozco al dueño, al gerente, la seguridad, a todo el mundo. Podemos beber y divertirnos sin ningún tipo de molestias, y además, Vanesa realmente necesita un trago en estos momentos.
―O dos ―añade ella mansamente.
―¿Por qué? ―pregunto.
―Luciano y yo estamos pasando por una pequeña mala racha y lo eché de nuestra habitación. ―Ella lo dice como si no fuera nada del otro mundo y rápidamente se encoge de hombros.
Mi boca se abre. ¿Debo estar ofendida, de que apenas estoy enterándome de esto ahora? ¿Después de Maca?
―¿Ustedes terminaron?
Se encoge de hombros otra vez, desplomándose.
―Sí… no… no lo sé. Ni siquiera sé si estábamos saliendo en primer lugar.
Doy un paso hacia adelante.
―Vane, ¿por qué no me llamaste?
―Porque pensaba que él lo arreglaría para ahora.
―Luciano siempre ha sido difícil ―dice Maca, deslizándose de su taburete―. Y él es fácilmente el tipo más jodido que conozco, pero no lo descartes por completo. Él también es apasionado y cariñoso. Nunca haría nada que pudiera perjudicarte a propósito, eso lo sé a ciencia cierta.
―¿Cómo lo sabes? ―le pregunta Vanesa en un tono esperanzado.
―Solo lo sé, ahora, ¿vamos a sentarnos y hablar o vamos a salir?
Maca me sonríe, sus ojos castaños brillando. ¿Cómo puedo rechazarla? Ella es mi cuñada, después de todo, y estoy segura que a Pedro no le importaría que salga con Maca por la noche. No puedo dejar a Vanesa lidiar con esto sola, tampoco. Ella necesita mi apoyo y si eso significa pasar un rato en un bar en contra de mi voluntad, entonces que así sea.
Exhalo y me giro.
―Dame diez minutos.
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Buenísimo, seguí subiendo!!!
ResponderEliminarBuenísimos los 4 caps!!!!!!!!!!!!!
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