Me duelen los brazos para el momento en que pongo a Paula de vuelta en la habitación. Los números que brillan intensamente azules en la mesa de noche significan que son las dos de la mañana, pero no puedo dormir. No puedo dormir sabiendo que mi hermana pequeña está todavía fuera de casa en esta ciudad jodida. No sé dónde está Brian, pero cuando lo vea, es hombre muerto.
Me tiendo en el lado derecho de la cama. Normalmente, ese es mi lado de la cama, pero desde que he empezado a dormir con Paula, he optado por la izquierda, porque a ella también le gusta el lado derecho. Pongo una sábana sobre ella y se pone sobre su costado. Si hago caso omiso del leve surco entre sus cejas,se ve tranquila.
Me alejo de la cama y dejo la habitación. Dejo caer la camiseta en las escaleras y me siento con una exhalación fuerte. Sé que debería estar tratando de dormir un poco ahora, teniendo en cuenta que tengo una cena de gala esta noche (técnicamente), pero no puedo dormir, no después de esta noche, y definitivamente no después de ver a mi hermana desnuda bailando en un tubo. Tengo que volver a por ella. Ninguna hermana mía bailará por dinero, y lo que me molesta más es que todo esto es por mi culpa. No hice caso de sus llamadas y me negué a devolvérselas porque soy demasiado terco para mi propio bien. He estado tan atrapado en la forma en que mi vida iba que no me importaba saber cómo iba la de Maca.
Busco mi camisa y la paso sobre mi cabeza. Está un poco arrugada y húmeda, pero va a tener que funcionar. Hago palanca con la baranda para impulsarme sobre mis pies y andar el resto de la escalera. Cuando llego a la puerta, la abro y al instante mi estómago se hunde en sí mismo, con ira y alivio. Ella está vestida, por lo menos, en una camiseta suelta y un par de jeans ajustados negros. Mis ojos se centran en un pequeño rastro de pájaros de tinta que parecen estar paseando a lo largo de su clavícula.
—No los mires de esa manera —se burla Maca, empujándose más allá de mí y dentro de la habitación—. Son muy cariñosas.
Lucho con el impulso de burlarme de ella mientras cierro la puerta y doy la vuelta, inclinando la espalda contra ella. La observo mientras mete las manos en el bolsillo trasero de sus vaqueros y se pasea por la sala principal, evaluando todo el daño con una sonrisa divertida en los labios.
—Sigues rompiendo cosas cuando estás molesto, ya veo.
—Deja la mierda, Maca —digo bruscamente—. ¿Qué demonios?
Ella mete un lado de su largo cabello negro detrás de su oreja, a la vez que sus ojos marrones me miran.
—¿Ahora quieres hablar? ¿Tengo que aparecer sin anunciarme para que me hables? —Niego—. Diez meses. Durante diez meses, te he estado llamando para pedirte ayuda, pero no me prestaste atención.
Me empujo fuera de la puerta.
—He estado ocupado, mira dónde estás parada. Me llevó un montón de tiempo, dinero y esfuerzo llegar aquí.
Maca se estremece, sus ojos se estrechan en ranuras acusadoras.
—No daría una mierda aún si estuviera de pie en el palacio de la reina en estos momentos. Los elementos materiales que tienes no significan nada para mí. —Ella se pasea hacia la cocina—. ¿No podías incluso prescindir de un segundo para tu hermana? Familia... ¿alguna vez has oído hablar de esa maldita palabra?
Se apoya en la blanca isla de cocina cuadrada y arranca una uva de su racimo antes de hacerla estallar en su boca.
—Conozco esa palabra mejor que tú. Me dejaste solo para hacerle frente a mamá aun cuando sabías que ella y yo teníamos una relación difícil.
Maca sonríe. Ella malditamente me sonríe.
—¿Y cómo va eso para ti?
—¿Cómo va eso? Está en un centro de rehabilitación en California. Eso es lo que está pasando.
Su postura se pone rígida.
—¿Y no pensaste en llamarme y decirme eso?
—No querías tener nada que ver con ella después de que te golpeó. ¿Por qué iba a llamarte? ¿Así podrías decirme que no te importa?
—¡Por supuesto que me importa! Ella sigue siendo mi madre.
Me encojo de hombros y ella rueda los ojos por mi actitud. ¿Por qué siempre me hace sentir como un niño? Dios sabe que discutimos como niños. De todos modos, repasar esto no tiene sentido, no va a cambiar nada. No hará que mamá salga de la rehabilitación o se arreglé mágicamente el problema de Maca.
—¿Dónde diablos está Brian? —le pregunto—. Quiero verlo.
Y así, veo que el color se escapa de su cara. Incluso su pintalabios color rojo brillante disminuye su tonalidad.
—No sé dónde está.
Está mintiendo. Puedo decirlo por la forma en que aparta la mirada y sus párpados aletean.
—No juegues conmigo, Macarena. Voy a salir y buscarlo en cada bar de mierda en esta ciudad hasta que lo encuentre.
Ella no se mueve y dejo pasar unos segundos. Cuando sé que no va a decirme, me muevo hacia la puerta. No estoy jodiendo. Cuando digo que voy a hacer algo, lo hago. Punto. A medida que mis dedos se enroscan alrededor del frío metal de la manija de la puerta, ella se rompe.
—¡Para!
Poco a poco, casi triunfalmente, me doy la vuelta. Ella comienza a descascarar nerviosamente su esmalte de uñas rojo.
—Brian no sabe que me desnudo por dinero.
—¿Qué? —Mi voz sale en una fuerte explosión, por lo que Maca salta y sin duda, despierto a Paula—. ¿Él no lo sabe? ¿Quién te lleva y te recoge del trabajo? ¿Quién te protege?
—Lo hago todo yo misma, ya no soy una niña. Tengo veintiuno.
Oírla decirlo de esa forma suena todo menos maduro. No la veo como de veintiuno. La veo como la niña con la que crecí.
En mi mente, ella no bebe o tiene tatuajes o sexo. Se supone que es la niña buena...
En mi mente, ella no bebe o tiene tatuajes o sexo. Se supone que es la niña buena...
Santa.
Jodida.
Mierda.
¿Me he convertido en el niño bueno?
—¿Por qué? —Respiro, pasando mis manos sobre mi cara—. De todo lo que podrías ser, ¿por qué estríper?
Se encoge de hombros
—Es caro en Las Vegas. Los precios turísticos son ridículos y bien, tengo el cuerpo para ello.
Le frunzo el ceño.
—Es solo temporal —añade—. Hasta que Brian y su banda ascienda.
—Sí... no hay manera de que confíe en que ese idiota sin talento te ayude a salir de esta situación. —Me giro sobre mis talones y marcho por las escaleras,haciendo caso omiso de mi hermana, que llama por detrás. Puedo arreglar esto... todo lo que tengo que hacer es encontrar mi maldita chequera.
Busqué alrededor en mi maleta, por debajo unos cuantos pares de calcetines. Cuando me doy la vuelta, mi mirada roza la cama y veo el rostro cansado de Paula parpadeando ante mí. No puedo evitar sonreír. Me gusta verla aturdida, es lindo. Ella abre la boca para decir algo, pero la interrumpo.
—Si me das diez minutos, volveré con la respuesta a cualquier pregunta que quieras hacerme.
Salgo de la sala antes de que ella responda. Quiero cumplir mi promesa en diez minutos. Paula me ha esperado lo suficiente esta noche y todavía no tieneidea de quién es Maca para mí. La última vez que la vio, yo estaba en el escenario en Spearmint Rhino tratando de sacar a una chica de él y luego me negué a hablar con ella... hombre, ¿voy para el premio del idiota del año o qué?
Wow buenisimo!!!
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