Me encojo lejos de la ventana de la sala de entrenamiento cuando Pedro golpea su puño demasiado duro en las costillas de su compañero. Veo su piel ondear y sus costillas doblarse, reaccionando a la fuerza de Pedro. El chico cae a sus rodillas y Damian golpea en la jaula, lanzando su sujetapapeles a través de la habitación. Rechinando mis dientes, abro la puerta de la sala de entrenamiento.
Pedro sabe que debe mantener las ventanas oscurecidas mientras está entrenando, no quiero verlo, no a menos que tenga que.
—¡Estas lesionado! —grita Damian—. Si continuas yendo a fuerza completa, va a tardar más en curar, ¿entiendes?
En el lateral, Luciano sacude su cabeza hacia mí, advirtiéndome, pero voy de todos modos.
—¿Lo tomarías despacio? —demando, acercándome al ring y cruzo mis brazos.
Pedro gira su cuerpo cubierto de sudor en mi dirección, haciendo que mi respiración se acelere al instante. Su pecho se mueve rápido y sus ojos son oscuros, como carbón fresco.
—No puedo continuar contratando compañeros de entrenamiento porque rompes a los viejos. ¡Son humanos, no juguetes!
Me observa por un rato, sus ojos intensos nunca cediendo, antes de girarse. Cuando su compañero recupera el aliento y se levanta, se enfrentan de nuevo.
Para impulsar mi punto, me quedo arraigada en mi lugar y los observo rodear al otro. El chico se lanza hacia adelante y Pedro lo esquiva, conduciendo su puño dos veces en el costado de su compañero y el otro directo a su cara. Mis adentros se tensan, enviando olas de miedo doblándose a través de mí.
Como un árbol cortado de la base, se balancea minuciosamente antes de caer al suelo con un ruido sordo. Pedro casualmente gira para mirarme y trago las náuseas que siento en el fondo de mi estómago cuando se acerca al borde de la jaula. Se agacha, acercándose a nivel de mis ojos tanto como puede.
—Cuando estés lista, voy a necesitar a uno nuevo, y si no es mucho que pedir,consígueme uno que en verdad pueda tomar un golpe.
Y solo así soy transportada a la primera vez que conocí a Pedro. ¡Que malcriado, idiota agresivo! Olvidé completamente que enorme idiota puede ser.
—Hazlo tú mismo.
Salgo furiosa de la sala de entrenamiento, golpeando el botón para oscurecer las ventanas antes de salir. No miro sobre mi hombro, incluso cuando lo escucho decir mi nombre. Quizás nuestro juego ha ido demasiado lejos. Nos estamos empujando el uno al otro ahora, profundizando un desacuerdo que pudo ser resuelto antes de que despertáramos esta mañana, y a menos que esto termine hoy, quien sabe que va a suceder con nosotros a largo plazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario