Pedro abre la puerta de la ducha para mí y me deslizo dentro,inmediatamente sumergiéndome en la corriente caliente. Doy un paso fuera del camino cuando Pedro entra para que pueda tener algo de agua. Observo mientras inclina su cabeza hacia abajo, dejando que la corriente se estrelle en su cabeza y hombros y fluya a lo largo de su cuerpo glorioso.
―¿Puedo tener algo de jabón? ―pregunta.
Agarro la botella de gel de baño colocada en el estante superior y se la extiendo. Él no la toma.
―Pon un poco en tus manos.
Haciendo lo que él dice, aprieto una gran cantidad en mi mano y regreso la botella a su lugar.Pedro se para fuera del agua, con los ojos todavía cerrados mientras pequeñas gotas corren a través de sus párpados. Sin decir una palabra,me acerco a él, cubriendo su pecho con una fina capa de jabón. No puedo oír su respiración pesada bajo el choque del flujo de agua, pero puedo ver sus labios entreabiertos, y bajo mis manos su pecho moviéndose a un ritmo lento y profundo. Masajeo su gran y amplio pecho con las yemas de mis dedos antes de aplanar la palma de mi mano y moverme más bajo hacia su seductor estómago.
Atrapo la esquina de mi labio inferior entre mis dientes mientras trazo los surcos poco profundos entre cada músculo y mi cuerpo se vuelve más caliente cada segundo que mi piel permanece en la suya.
―He echado de menos tus manos... ―murmura mientras se desploma sobre sí mismo, completamente relajado bajo mi tacto.
Mis manos siguen deambulando sobre él, arrastrándose entre elevaciones de músculos y hasta sus largos brazos. No estoy segura de cuánto tiempo lo lavo...
minutos.
Horas.
Días.
Quién sabe. Lo que sí sé, sin embargo, es que me siento completamente en paz aquí con él.
Gotas de agua se deslizan sobre su boca y brillan como cristales, mientras reflejan la luz. Las gotas se arrastran juntas, continuando su viaje por su barbilla, y serpentean a través de su garganta, más allá de sus clavículas... Tengo que poner mi boca en esas clavículas.
―Dime, Paula... ―La forma en que habla envía vibraciones a través de mi torrente sanguíneo y directamente entre las piernas. Miro su cara, él me está observando de cerca―. ¿Te tocaste a ti misma cuando no podías tenerme?
Nunca dejo que mi vista vacilé de la suya y espero pacientemente a que sonría, o lo que sea para decirme que está bromeando. No ocurre nada. Sus ojos permanecen en los míos, a la espera de una respuesta honesta. Ignoro su gran amigo apuntando hacia mí y me centró exclusivamente en su cara.
―Sí. ―O al menos lo intenté. Nunca llegué muy lejos,porque quería que él me tocara. Traté de imaginar mis manos como las suyas, pero simplemente no eran lo suficientemente gruesas... o lo suficientemente ásperas. Sus labios se curvan ligeramente y da un paso adelante.
―Eres traviesa. ―Él se ríe oscuramente―. Muéstrame.
Trago fuerte.
―¿Mostrarte qué? ―pregunto, haciéndome la tonta.
Sé exactamente lo que quiere que le muestre, solo estoy comprándome más tiempo para aclarar mi mente.
―Muéstrame cómo te tocas cuando estás pensando en mí.
Doy un paso hacia atrás y las mejillas de mi trasero desnudo se presionan contra el cristal.
―No puedo.
Tocarme a mí misma es algo que sólo he hecho en privado y compartir eso con alguien más parece... extraño. Él se mueve lentamente más cerca y agarra mi muñeca. Jadeó mientras empuja mi mano entre mis muslos y mueve lentamente mis dedos contra mi carne suave, bajo su guía. Casi al instante, me doy cuenta del aumento en mi respiración y mi excitación calibrando la punta sobre el borde.
Pedro trae su boca a la mía y su aliento cálido se estrella con mi cara.
―Quiero que tú lo hagas ―le digo mientras deslizo mi mano de la suya,haciendo que sus duros dedos se presionen firmemente contra mi clítoris.
Es exactamente lo que quiero, rugoso y grueso. La simple idea de sus dedos tocándome causa que mi aliento se desestabilice y mis rodillas casi se doblen.
Presiono las palmas de las manos contra el vidrio, manteniendo mis ojos en Pedro.
Él se inclina cerca, y flexionó mis caderas contra su mano.
―No voy a frotarte ―afirma―. Pero voy a probarte.
Su lengua se mueve rápidamente y corre a través de la base del lóbulo de mi oreja antes de trazar sensualmente a lo largo de mi mandíbula. Mi sangre arde mientras mi piel entera se eriza. Pongo mi cabeza hacia un lado, dándole más piel que lamer mientras él se desliza, mordiendo y chupando. Su fuerte brazo rodea mi cintura mientras su boca se desplaza sobre mi clavícula, por mi pecho, y sobre uno de mis pezones. Trato de cavar mis dedos en el cristal, pero terminan curvándose en mis puños en cambio,mientras mi cabeza cae hacia atrás. Mi pecho es pesado, lleno de vapor, pero no es la única razón por la que estoy respirando tan profundamente.
Rastrillo mis dientes sobre mi labio inferior mientras su mano se desliza suavemente entre mis piernas, rozando lentamente. Mantener mis caderas quietas es imposible, pero me las arreglo para balancearlas a un ritmo lento, casi inexistente. He querido que me toque por tanto tiempo y ahora que está sucediendo, no quiero que termine, no todavía. Cierro los ojos mientras su boca me acaricia por encima del ombligo, a través de mi cadera y hasta mi muslo. Un ligero gemido se desliza de mis labios mientras su mano se curva alrededor de mi rodilla y la engancha sobre su hombro. Abro los ojos y miro hacia abajo. Él está mirando con pasión hacia mí, sus ojos reducidos a la mitad en ranuras lujuriosas.
Pedro abre su boca y mis ojos se hacen más pesados mientras él sensualmente desliza su lengua directamente sobre mi centro.
―Ohhh... ―me quejo, dejando caer mi cabeza hacia atrás contra el cristal―Pedro...
La sensación áspera de su vello facial me hace cosquillas en todas partes,obligando a la sensación a construirse rápidamente. Mis dedos se deslizan a través de mis propias caderas y dentro de su cabello, instándolo más duro en mí.
Sus dientes se mueven a mi clítoris, mordiendo y pellizcando. Tiró de su cabello un poco demasiado rudo, haciéndole gemir y lo siento vibrar en cada centímetro de mi cuerpo excitado. Deslizando una mano de su cabello, la guío entre mis muslos y siento el borde de sus labios presionado ansiosamente contra mi piel suave. Mueve su boca ligeramente, permitiéndome sentir su lengua apuntalarse dentro y fuera de mí.
―Santa mierda... ―me quejo de nuevo.
Mis piernas empiezan a temblar cuando mi orgasmo se construye rápidamente, y mientras está a punto de golpear sobre el borde, Pedro se desliza desde debajo de mi pierna y agarra mi mano, forzando nuestros dedos sobre mi clítoris. Él presiona todo su cuerpo contra el mío, forzando la espalda con fuerza contra el cristal. Su boca se estrella contra la mía, absorbiendo todos mis jadeos mientras nuestros dedos frotan rápidamente mi carne sensible, enviando ondas eléctricas de placer a través de mí. Me sacudo hacia adelante, los gemidos sonando dentro de mi pecho mientras saboreo mi propia excitación en la lengua de Pedro. Su boca no remite hasta que mis piernas tiemblan incontrolablemente y mis gemidos se han reducido a profundas respiraciones lentas. Él succiona mi labio inferior entre los suyos y desliza sus manos por mis costados y alrededor de mi espalda, tirando fuertemente contra él.
―Te vas a frotar tú misma para mí la próxima vez.
Nunca he visto a Pedro tan exigente sexualmente antes y es emocionante.
Estoy lista para venirme otra vez. Asiento con la cabeza, presionando mi boca en la suya saboreándome por segunda vez.
Él se aparta y planta un beso suave en mi nariz.
―Vamos a salir y ayudar a Luciano a desempaquetar.
―Espera. ¿Qué hay de ti? ―Hago un gesto a su evidente excitación y él sonríe, alejándose de mí y bajo el chorro de la ducha antes de apagar el agua caliente. Sus músculos se tensan mientras el agua fría corre por encima de su cuerpo, llevando su erección con ella.
―¿No quieres tener relaciones sexuales? ―pregunto, confundida y decepcionada.
Quiero tener sexo con él. Ahora.
―Quiero tener sexo, pero no en la ducha y no cuando hay gente en la planta baja. Cuando te tome de nuevo, quiero que seas libre para ser tan ruidosa como quieras, y confía en mí, cuando llegue ese momento, serás ruidosa.
Apaga la ducha y lo sigo. Mientras nos detenemos sobre la alfombra de baño, me entrega una toalla y la froto sobre mi cuerpo, secando cada gota y envolviéndola alrededor de mi pecho.
Me apoyo en la ducha y veo a Pedro secarse con la toalla. Él corre la toalla por su brazo y sobre su negro tatuaje, un tatuaje que aún no tengo ninguna idea de lo que representa, pero seguro que es hermoso. No es tribal, eso lo sé con seguridad,pero los remolinos y patrones te llevan a creer que lo es. Mientras más de cerca lo miro, más afilados y enojados parecen los patrones, pero a medida que pasan por encima del hombro, las curvas se vuelven más sutiles y tranquilas. Mi mirada se reduce al que corre a través de su cadera. “Si puedes lograrlo a través de la noche, hay un día más brillante”.
Recuerdo la primera vez que lo vi. Fue la primera vez que vi a Pedro pelear y ganar.
―¿Cuándo conseguiste ese? ―pregunto de la nada.
Pedro mira hacia abajo y luego se vuelve a arrastrar la toalla por su cabello.
―Cuando tenía dieciséis años.
Lo miré boquiabierta.
―¿Dieciséis?
―Sí. Pasé por un pequeño período oscuro... ―Él se ríe―. Y pensé que era genial.
Cambio mi peso sobre la otra pierna.
―¿Te arrepientes?
―No. Nunca conseguiría un tatuaje que iba a terminar lamentando. Todos ellos significan algo para mí.
―¿Todos ellos? ¿Incluso ese? ―pregunto, señalando con la cabeza hacia su hombro.
Él mira su hombro.
―Sobre todo ese.
Arqueo una ceja y él suspira mientras envuelve la toalla en sus caderas.
―Probablemente vas a pensar que es estúpido.
―Esta tatuado en tu piel por lo que obviamente significa mucho para ti y no voy a pensar que algo que significa tanto es estúpido.
―Comencé mi tatuaje del hombro cuando tenía diecisiete años. ―Él señala su bíceps superior y no hago ningún comentario sobre lo absurdo que es que adolescente menor de edad se haga un tatuaje―. Un día, mi padre y yo tuvimos una gran pelea acerca de la responsabilidad, o la falta de ella. Me enfurecí y siendo el idiota rencoroso que soy, fui y conseguí un tatuaje. Al principio,realmente no significaba nada, solo un montón de líneas de enojo... Me sentaría en la silla sin decir una palabra y el hombre tatuaría algo en mí, siguiendo estrictamente mi silencio. ―Su dedo sigue el tatuaje hasta en su hombro―. Con el tiempo, empezamos a hablar y comencé a abrirme a él acerca de mi padre y como él no se sorprendía de cualquier decisión que he tomado, incluso si era una buena.
El chico del tatuaje, Declan, era jodidamente brillante. Me ayudó a atravesar un montón de cosas.
Mi mirada sigue el dedo de Pedro mientras traza su tatuaje y luego lo veo. Lo del bíceps es un pájaro... solo sentado con las alas en sus lados, no se puede ver claramente, está hecho de formas y remolinos, no líneas concretas. Mientras el tatuaje progresa, hay otra ave que se extiende por encima del hombro y en el pecho, las alas extendidas y lleno de confianza. Ahora que los veo, no puedo dejar de verlos. Son tan claros como el día y no puedo creer que no los haya visto antes.
―Cuando mi papá murió, tenía el tatuaje terminado. ―Su dedo acaricia el pájaro confiado―. Puede ser que sea una cosa de mierda que decir, pero creo que soy una persona más feliz por ello.
Él me da una sonrisa tensa y deja caer sus manos para ajustar su toalla.
―No puedo creer que no me diera cuenta que las aves antes de... ―le digo,cambiando de tema. Sé cómo a Pedro no le gusta quedarse en temas sobre su padre por mucho tiempo, no sin enojarse, de todos modos.
―Eso es todo el punto. Sé que están ahí y lo que significan, pero para todos los demás, solo soy un idiota con un tatuaje tribal. Justo como a mí me gusta.
Me río, paseando cerca.
―Tienes un montón de secretos ocultos, ¿no es así?
―Experiencias, sí. Secretos, no.
Sus brazos me rodean y el aroma fresco y limpio de su piel se filtra por mis fosas nasales. Presiono mi lengua contra el paladar de mi boca para evitar lamerlo.
―Vamos. Vamos a ayudar a Luciano y luego a comer.
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