Paula
A menos de seis días para las Vegas
Palmeo mis dedos a lo largo de mi brazo, esperando a que suene mi alarma.
He estado despierta por un tiempo, y si soy honesta, no creo que anoche haya dormido mucho. Desde el gimnasio con Pedro (más específicamente, las duchas), mi cerebro y mi cuerpo han estado conspirando contra mí. Mi cerebro se niega a dar algún pensamiento racional o respuesta, lo único en lo que he conseguido pensar es el duro cuerpo de Pedro y el duro... todo lo demás. En cuanto a mi cuerpo, no puedo mantenerme quieta. Constantemente me muevo y me retuerzo,trabajando con los pensamientos menos íntegros que se le ocurren a mi cerebro.
Mi alarma suena con su pitido molesto, me doy la vuelta y golpeo el botón para que deje de sonar.
¿Las chicas pueden tener bolas azules? Pongo los ojos en blanco a mí misma,allí voy de nuevo. Con un resoplido, me siento y empujo la manta fuera de mis piernas. Paso mis dedos por mi cabello y luego por encima de mi cara.Pedro me dijo que lo llamara si lo necesitaba (y vaya que lo necesito), pero no puedo, por el bien de Damian. Damian quiere una última oportunidad para entrenar a Pedro a su manera antes de que los funcionarios de la MMAC comiencen a dictar la manera en que él debe entrenar a Pedro. No quiero ser quien tome eso de él. Además, son solo tres semanas más hasta su pelea, luego Pedro y yo podremos hacer lo que sea que queramos el uno con el otro. Oh, las interminables posibilidades. Vívidamente en mi mente, recorro su pecho con mi lengua, sintiendo todos sus músculos temblando debajo de mi boca. Un suave golpe suena en la puerta de mi dormitorio, sorprendiéndome de mis pensamientos. Sacudo mi cabeza. Apenas logré dos segundos antes de comenzar a pensar en él de nuevo. Me deslizo de la cama y estirando mis manos hacia el techo, arqueo mi espalda como un gato.
—Adelante —bostezo, dejando caer mis brazos y tirando de mi pequeña camiseta hacia abajo.
No hace nada para realmente cubrir mi ombligo y si levanto mis brazos un poco más alto, estoy segura que la parte inferior de mis pechos se asomaría. La cara de mamá se asoma alrededor del borde de la puerta y me sonríe cálidamente.
—Hice el desayuno.
Cuando termina su oración, el delicioso olor de la mantequilla y pan tostado se filtra en mis fosas nasales, haciendo que mi estómago gruña. Sonrío hacia ella.
—No tenías que hacer eso.
Mamá está volviendo poco a poco a ser ella misma. Después de la inesperada muerte de mi padre hace ocho semanas, las cosas se pusieron bastante agitadas con mamá. Con cada día que pasaba comenzó a romperse, solo una astilla por vez, hasta que se rompió emocionalmente. Por ella, me mudé de nuevo.
La idea de que estuviera sola en la casa familiar con todas las fotos y los recuerdos de su difunto marido me aplastó. No todo es desinteresado, mudarme de nuevo también ayudó a Pedro a mantener sus manos fuera de mí, a pesar de que ha habido más de una ocasión en la que él se impuso en mí con mi madre en la habitación de al lado.
—Voy a hacer mi cama y saldré.
Con un gesto rápido, ella cierra la puerta. Tiro de mi cabello sobre un hombro y toco mi dedo índice en mi cadera desnuda mientras miro alrededor de la habitación. Tal vez hoy es el día en que saque todas mis cosas fuera de sus cajas. Todos mis grandes artículos, como mi nevera, cama y sofás están actualmente en un cobertizo de almacenamiento en algún lugar, pero todo lo demás está embalado en cajas, apiladas en esta habitación. No hay espacio para nada y no tengo ni idea de por dónde comenzar. Exhalo y me encojo de hombros.
Me encargaré de las cajas mañana, pienso por quinto día consecutivo.
Salgo de mi habitación, disfrutando de sentir las frías baldosas sobre la base de mis pies calientes cuando entro en el comedor y caigo en una silla. Mamá definitivamente se salió por la borda esta mañana: ensalada de frutas, yogur,tostadas con mantequilla derretida, panqueques y diversos cereales.
—¿Esperas compañía? —pregunto, alcanzando un plato.
—No, pero imaginé que podíamos tomarnos un tiempo y conversar, ya sabes, como solíamos hacerlo cuando eras más joven.
Aunque tengo cosas que hacer, tomo unas cucharadas de ensalada de frutas para ponerlas en mi plato de todos modos.
—Me parece bien.
Una amplia sonrisa se curva en sus labios, toma dos trozos de pan tostado con mantequilla y los coloca en su plato.
—Así que, ¿cómo van las cosas con el gimnasio?
Casi me estremezco. Mamá nunca habla sobre el gimnasio, de hecho cada vez que Pedro y yo hablamos sobre ello, ella sale de la habitación.
—Bien —digo con cautela—. Están poniendo los carteles sobre Pedro hoy.
—¿Y cómo van las cosas con él?
Pongo un trozo de manzana dulce y jugosa en mi boca.
—Genial. Está entrenando para su primera pelea profesional en Las Vegas.
Cuando termino mi oración, hay un golpe en la puerta delantera y mamá se levanta.
—Espero que sea el hombre de la entrega con el nuevo juego de cortinas que pedí en línea. Tenían que venir hace dos días.
Desaparece alrededor de la esquina y la escucho abrir la puerta principal. La profunda voz que retumba en la casa y se pega a mí como el aire húmedo en una calurosa noche de verano, definitivamente no es la voz de un hombre de entrega,sino la voz del hombre que me ha mantenido sexualmente frustrada durante las últimas semanas. Mamá regresa a la cocina y estoy lo suficientemente segura que Pedro viene detrás de ella. Abruptamente cierro los labios alrededor de un trozo de mango para evitar jadear en voz alta. Él todavía tiene ese efecto en mí... Pedro tiene una de esas caras que hacen que tu corazón tartamudee y se pare antes de coger velocidad a un ritmo errático. Su mirada cae sobre mí y luego sobre mi pequeña camisa. Voltea el fino palillo sobre su labio inferior antes de que se curve en una sonrisa torcida y yo sutilmente cruzo los brazos sobre mi pecho cuando mis pezones se endurecen. De repente, me siento muy expuesta en mi corta parte superior y minúsculos pantalones cortos de raso.
—Mira quien se nos ha unido para desayunar —dice mamá inexpresiva.
Ella nunca está feliz con las apariciones aleatorias de Pedro, incluso cuando le trae flores los sábados.
—No te preocupes por ella —le digo, riendo—. Simplemente está molesta porque no eres un par de cortinas.
Pedro se ríe mientras se sienta en el asiento de al lado.
—¿Tienes hambre,Pedro? —pregunta mamá—. He hecho comida más que suficiente.
Los ojos de Pedro escanean la mesa y sé que está luchando contra la tentación de responder con comentario obvio y listillo. En lugar de antagonizar a mi mamá tan temprano en la mañana, Pedro se quita el palillo de dientes y dice:
—Un poco más de fruta no hará daño.
Deslizo mi plato hacia Pedro y agarro otro, llenándolo de frutas para mí. La tetera suena en la cocina y mamá nos da la espalda para preparar café. En el momento en que su espalda se volvió, siento la áspera mano de Pedro en el interior de mi muslo deslizándose más y más alto hasta que las puntas de sus dedos acarician mi centro caliente. Candente excitación explota a través de mí y casi me ahogo con mi mango. Mamá mira por encima del hombro, pero Pedro no quita su mano mientras se lleva un vaso de agua a la boca y lo oigo reír en voz baja en su vaso.
—Mastica tu fruta, Paula —me dice ella, volviéndose a su café.
El dedo de Pedro se curva alrededor del borde de mis pantalones cortos y se detiene bruscamente cuando se da cuenta de que no estoy usando ropa interior. Él baja su vaso.
Mierda.
Las cajas en mi habitación han bloqueado el cajón de mi ropa interior y usé mi último par limpio disponible ayer. A decir verdad, cuando me decidí a saltar la ropa interior anoche después de mi ducha, no esperaba que Pedro apareciera en el desayuno y tratara de acariciarme mientras mi madre estuviera de espaldas. Echo un vistazo de reojo a Pedro y él está mirándome, sus ojos están apretados en ranuras lujuriosas. Su lengua sale para humedecer su labio inferior y me encuentro mirándola, observándola de cerca. Si tan solo pudiera sentir esa lengua entre mis piernas durante cinco minutos…
—¿Cuáles son tus planes para hoy? —me pregunta, sus ojos queman.
Miro sus ojos. Mierda. No pensaba ver a Pedro hoy hasta más tarde, así que hice planes para ir a la oficina de Carlos para recoger mi último cheque de pago de meses atrás.
—Uh... —Dejo caer la vista a mi plato y tomo una cucharada de fruta llevándola a mi boca. Pedro luce cansado mientras mastico y trago, ganado más tiempo—. Planeaba ir a la oficina de Mason para recoger alguna de mis cosas —le digo como si no fuera gran cosa.
Pedro frunce el ceño, sacando su mano de mí y me siento extrañamente desnuda sin sus dedos allí.
—¿Alguna de tus cosas?
Trago saliva, esperando que eso no traicione la sensación de ansiedad que tengo dentro.
—Sí, he estado ignorándolo por las últimas ocho semanas, como tú querías que lo hiciera, pero necesito mi último cheque de pago y hay una foto de mi papá que tenía en mi escritorio, la cual me gustaría tener de vuelta.
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