Salimos de la sala de duchas, nuestros dedos fuertemente entrelazados, y cuando entramos en la habitación principal, Damian nos da rápidamente un movimiento de cabeza una vez más. Los dedos de Paula aprietan los míos y le doy una mirada. Me mira brevemente, parpadeando una sonrisa avergonzada e inquieta. En respuesta, le doy mi mejor sonrisa de “no hicimos nada malo” y ella asiente levemente. A la mierda Damian por hacerla sentir tan incómoda.
—¿Pedro Alfonso?
Mi mirada cae sobre el tipo alto en traje que me llamó por mi nombre.
Rápidamente se mueve hacia nosotros, dándole a Paula una doble mirada que me hace apretar mi mandíbula. Me recuerda a Carlos, ojos azules, cabello de oro y claramente interesado en mi chica. El hombre extiende su mano hacia mí y de mala gana me desprendo de Paula para saludarlo.
—Soy Mauro Sullivan. Es bueno conocerte por fin, Pedro.
Cuando termina conmigo, se mueve hacia Paula.
—Usted debe ser la señorita Chaves —la saluda, tirando de su mano en la suya y dándole un saludo largo y lento.
Mis ojos chasquean a Damian, quién está dándome una clara advertencia con sus ojos y le frunzo el ceño. Necesita relajarse. No voy a hacerle daño a este tipo por estrechar la mano de Paula, pero si la mira así de nuevo, no puedo ofrecer ninguna garantía.
—Es un placer conocerte —dice, soltando su mano—. Quería hablar con ustedes acerca de tu campaña publicitaria. Ahora, sé que este gimnasio es el gimnasio oficial de Pedro Alfonso, pero el MMAC quiere que todo el mundo lo sepa.
Afuera, en la camioneta tengo una valla publicitaria, dos banderas, seis esculturas fotográficas de tamaño natural y cientos de volantes. Todo lo que necesito de ustedes dos es una firma y empezaremos a arreglarlo todo hoy.
—No creo que Pedro necesite grandes imágenes de sí mismo por todas partes. —Luciano sonríe disimuladamente, paseando a través de la sala de entrenamiento.
A mi lado,Paula se ríe una vez.
—Luciano está en lo correcto —dice, entrelazando sus dedos con los míos de nuevo—. El ego de Pedro es lo suficientemente grande.
Ruedo mis ojos mientras todo el mundo se ríe a mi costa. No tengo un ego grande. Solo soy confiado. Sé lo que quiero y cómo conseguirlo, eso es todo.
Demándenme. Mauro le da a Paula un portapapeles y un bolígrafo, y ella lo firma.
Hago lo mismo, y Mauro sale del gimnasio para decirles a los chicos que traigan los materiales.
Paula se vuelve hacia mí.
—Tengo que ir a ayudar a mamá con algunas cosas de la casa, pero, ¿te veo mañana?
Parece casi decepcionada y sonrió. Ella odia dejarme por noches enteras a la vez, pero tomamos la decisión de no dormir en las casas de los otros... maldito Damian.
—Por supuesto.
Ella mira de reojo a Damian y luego a mí antes de acercarse y darme un beso ¿Qué coño ha sido eso? Si no en la mejilla. Mis ojos se estrechan mientras se aleja. estoy viéndola hasta mañana no hay manera de que este saliendo con un maldito beso como ese. Si voy a estar lejos, necesito un beso que me mantendrá saciado.
Arranco hacia ella, mis dedos envolviendo su diminuto codo y forzándola hacia mí. No tuvo tiempo de reaccionar antes de que cerrara mi boca contra la de ella.
Al instante, se derrite en mi contra, pasando sus manos alrededor de mi cuello y en la base de mí cabello. Lamo su labio y con una pequeña sonrisa, abre su boca para mí. La sangre se eleva a mi cabeza mientras su lengua se desliza contra la mía, masajeándome con confianza, como si nadie estuviera mirando. Teniendo en cuenta que la gente está de hecho viendo, me aparto manteniendo el más pequeño contacto con su labio inferior y me inclino en su oído.
—Si me necesitas más adelante, llámame.
Sus manos se deslizan por mi cuello y sobre mi pecho antes de deslizarse arriba y abajo de mis brazos. Su toque me electriza... las cosas que haría en este momento si nadie estuviese mirando.
—Siempre te necesito —responde, su voz apenas un susurro—. Pero estamos haciendo esto por Damian.
Besa mi mejilla y se aparta de mí. Pongo mis manos en mis caderas y desvergonzadamente observo su espalda, su culo y sus piernas mientras se aleja.
Ella es mía... y ni siquiera puedo tenerla.
Mauro regresa a través de la puerta, mientras Paula sale y mira por encima del hombro a su culo un segundo de más. Nunca he sido celoso antes, pero no hay duda en mi mente de que la rabia posesiva torciendo en el fondo de mi pecho es exactamente eso. Doy un paso hacia adelante, pero la voz de Damian me detiene en seco.
—No lo hagas Pedro.
Mauro se acerca a mí, ajeno a mi postura agresiva y aprieto mi mandíbula.
Hay una pequeña sonrisa en sus labios y quiero rompérsela a través de su cráneo.
Me lo imagino golpeándolo un poco, hasta que él esté llorando y suplicando que lo deje en paz. Y entonces le pegaré un poco más.
—¿Te gusta boxear, Mauro? —le pregunto, mis dedos doblándose involuntariamente a mis costados.
A mi lado, oigo a Luciano reír y jurar por lo bajo.
Mauro mira torpemente alrededor del gimnasio y su nuez de Adán se mueve de arriba hacia abajo mientras traga saliva.
—Sí, claro. Cuando tengo tiempo.
Mis labios se contraen mientras me da la respuesta exacta que quiero.
—¿Quieres entrenar conmigo?
—Pedro —me advierte Damian de nuevo, pero finjo que no lo escucho. No hay nada malo en un poco de combate amistoso, ¿verdad?
Mauro mira su reloj.
—Umm, creo que tenemos un poco de tiempo.
Giro sobre mis talones y camino a través del ring, intentando con todas mis fuerzas no parecer demasiado ansioso por boxear al desgraciado en el suelo.
—Pedro, tienes aún medio entrenamiento que hacer y ya lo hemos discutido hoy —dice Damian, siguiéndome de cerca.
Lo ignoro de nuevo. Él no me va a hablar de esto. Solo le voy a pegar dos veces: una por las dos veces que miro a Paula justo en frente de mí y una vez por estar descaradamente mirando su culo, de nuevo justo en frente de mí.
Mauro arroja su chaqueta y Luciano le ayuda con un par de guantes. Agarro mis guantes y me deslizo en ellos mientras Damian se inclina hacia mí.
—Pedro, estás desperdiciando energía. A quién le importa si miró a tu chica,ella es hermosa, eso va a pasar —dice, en voz baja, así Mauro no escucha.
—Lo sé —le respondo—. Pero si alguien va a ver a mi chica mientras estoy sosteniendo su mano y él puede ver claramente que es mía, entonces hay consecuencias. —Para mí, la falta de respeto no viene más claramente.
—¿Te escuchas a ti mismo? Suenas como un loco.
Me río. A veces me pregunto si Damian me conoce en lo absoluto.
—Estoy loco, Damian. Ahora, o me dejas golpear a este tipo o me voy a casa con Paula a romper tu por seis veces seguidas.
Sus gruesas y oscuras cejas se levantan hasta su línea del cabello.
—¿Seis veces? ¿De verdad, Pedro? —Damian pellizca su nariz fina—. Eres un pedazo de trabajo, ¿lo sabías?
—Lo amas. —Sonrío, deslizándome en el ring.
—Dos golpes. Eso es todo.
Asiento con la cabeza y él me entrega mi equipo de la cabeza, pero no lo tomo. Este chico no conseguirá un golpe en mí.
—Viste tu equipo —demanda Damian, pero niego con la cabeza.
Me encojo de hombros.
—No lo necesito.
Jura en voz baja, dejando caer al frente de su cabeza el protector de la boca antes alejarse. Pobre Damian, siempre está poniéndose al día con mi mierda. Llevo mi atención hacia el ring y veo como Luciano mantiene abiertas las cuerdas mientras que Mauro sube. Él viste su equipo completo y sonrío porque definitivamente va a necesitarlo. Coloco mis puños hacia arriba y él hace lo mismo. Nunca he visto a un oponente menos intimidante en mi vida.
Con pasos lentos, cada vez me acerco más a él y analizó su rostro. Sus ojos azules se estrechan en mí, decididos a conseguir por lo menos un golpe. De repente, me lanzo hacia adelante, atrapándolo con la guardia baja y cerrando el puño enguantado en su estómago. Aire sale de sus pulmones y se encorva con un fuerte gruñido. Doy un paso hacia atrás, dándole tiempo para recuperar el aliento.
Su cara se pone roja mientras lucha por volver a llenar sus pulmones de aire y sonrío. De hecho, jodidamente sonrío ante su dolor.Luciano está en la línea de banda riéndose y golpeando el ring con las palmas de sus manos. A Luciano le encanta esto porque él haría exactamente lo mismo por Vanesa, infiernos, Luciano habría perforado los dientes de Mauro a través de su cabeza si sus ojos se detuvieran en el rostro de su chica un segundo de más. Él es protector, al límite del control y eso no es solo en general, pero cuando se trata de sexo lo es también.
He visto su dormitorio, las correas y cadenas extrañas y látigos... asusta a la mierda fuera de mí. Estoy a favor de tomar el control en el dormitorio y conseguir lo que quiero, pero Luciano... él lo necesita. Si él no está en control, no puede manejar la situación y no lo puede terminar.
Mauro endereza su postura y trae sus puños de nuevo a su cara.
—No me lo esperaba... —se queja.
Ese fue el punto. Sonrío, tambaleándome hacia delante de nuevo. Golpeo mi puño y se conecta con el lado de su cara. Con un gruñido, su cabeza se lanza a un lado y él se cae de culo. Bueno... eso fue más rápido de lo que esperaba. Me saco mis guantes y los lanzo a través del ring. A pesar de mi disgusto con Mauro, extiendo mi mano y lo ayudo a ponerse de pie. No soy un completo idiota. Se encoge,sacudiendo la cabeza y llevándose las manos a su estómago.
—Creo que esta es la razón por la que estoy en el lado promotor de la MMAC —bromea con una risita nerviosa.
—Sí. —Suelto su mano y me giro hacia él. Por un segundo, me gustaría que sea un luchador. Entonces podría ir en contra de él y lo castigaría con todo mi potencial. Tiene suerte de que lo golpeé con mis guantes puestos.
Me deslizo del ring, dejando a Mauro recoger su orgullo roto en paz. Entonces necesita volver al trabajo para que pueda terminar rápidamente y obtener el infierno fuera de mi gimnasio. No puedo prometer que no seré tan duro con él la próxima vez.
buenísimos,seguí subiendo!!!
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