viernes, 16 de mayo de 2014

CAPITULO 142



PEDRO 
 
He estado golpeando mis puños en esta maldita bolsa durante la última hora, esperando que Paula termine de limpiar el gimnasio. No hay nadie más, las puertas están cerradas y las persianas bajadas, pero ella insiste en tener todo en la mejor forma para cuando se abre por la mañana.

No puedo decir que no disfruto viéndola caminar por el lugar con un pequeño mohín determinado en sus sexys labios rosados, porque lo hago.

Hace una ronda, recogiendo algunas toallas de aquí y allá. 

Me acuerdo del día en que dejé caer mi toalla y le exigí recogerla. Fue un movimiento estúpido, pero estaba tan enojado con mi madre y creyendo que iría al programa de alcohólicos. Estaba decepcionado, de nuevo.


La compra del gimnasio fue un buen movimiento de mi parte. Paso la mayor parte de mi tiempo aquí y me da la oportunidad de ver a Paula todo el día y aunque no puedo tocarla, ella es siempre agradable a la vista. Ella entra en la sección de boxeo del gimnasio y le hablo. Dejo que la toalla que tengo en mi mano caiga de mis dedos y sus gloriosos ojos verdes, la siguen todo el camino hasta el suelo. 
―Se te olvidó una ―digo, incapaz de contener mi sonrisa.
Ella chasquea su larga cola de caballo color chocolate por encima de su hombro y se acerca hacia mí con una pequeña sonrisa de suficiencia,dispuesta a jugar mi juego. 

Su lengua se dispara para humedecer su delicioso labio inferior y lucho contra el deseo de hacerlo yo mismo.

Presiona su dedo índice firmemente contra mi pecho sudoroso.

―Recoge tu maldita toalla ―declara, haciendo que mi polla dé un tirón.

Mi mirada cae a su pecho. Veo sus pezones presionando con fuerza contra su camiseta sin mangas de color rosa. Su sostén deportivo falla al ocultar su evidente excitación.

Agarro su cadera, acercándola más a mí y ella felizmente accede. Siempre pienso en lo que hubiera pasado entre nosotros si esa mujer rubia no hubiera aparecido. 
¿Me habría dejado tomarla? Me gusta pensar que sí.
En el principio, odiaba Portland, pero en el momento en que vi a Paula sabía que ella iba a cambiarme.

Verla una y otra vez me volvió loco y ella rápidamente se convirtió en una obsesión. Obligándome a mantener mis manos lejos de ella cuando estaba tan dispuesta a entregarse a mí fue, sin duda, una de las cosas más difíciles que he hecho, pero valió la pena. Ella es buena y yo estoy… bueno,estoy trabajando en ello.

Me sonríe a través de sus pestañas oscuras y trazo mi pulgar a lo largo de su mandíbula. Quiero pasar mi lengua a lo largo de ella y saborearla.

Quiero recostarla en la colchoneta debajo de mí y hacerla suspirar y gritar mi nombre, un sonido del que nunca me cansaré.

―¿Qué estás pensando? ―me pregunta, buscando mis ojos.

Si presiono más fuerte contra ella, será capaz de sentirme y sumar dos más dos. En su lugar, yo sonrío.
 
―No es muy PG , te diré eso.(parental guide)

Paula arrastra sus dientes sobre su labio inferior y la palma de su mano se aplana contra mi pecho.  

―Entonces deberíamos ducharnos y salir de aquí.

Mi piel bajo su mano se estremece cuando ella se aleja y la sigo a la sala de duchas.

Mantener los ojos delante de mí y no en su apretado trasero cubierto resulta ser difícil, hasta que llegamos a la sala de ducha. Tantas veces que he estado a solas con ella aquí y ni una sola vez la he tomado con fuerza contra la pared de cemento, a pesar de que he querido, desesperadamente.

Normalmente, Paula se baña en una casilla, al parecer es tímida. Dios sabe por qué, tiene el cuerpo más perfecto, desde las pantorrillas bien formadas hasta sus grandes pechos turgentes con sus grandes pezones rosa claro.

Pensándolo bien, tal vez es bueno que se bañe a puerta cerrada.

Odiaría que los ojos de alguien más la vieran como lo hago yo.

Cuando enciende la ducha, el vapor se acumula rápidamente. Ella se saca sus zapatillas de deporte y poco a poco se baja sus mallas. Permanezco quieto, mirando como revela su piel lechosa para mí, pieza por pieza, y sigo viendo hasta que está completamente desnuda y de pie bajo el flujo del agua. El agua rueda por su cara y labios carnosos.

Viaja sobre los picos de sus pechos y por su vientre plano.

Niego un poco. No puedo ayudar, pero verme envuelto en los pequeños detalles cuando estoy cerca de ella… ella
simplemente tiene ese efecto en mí.

Ella me afecta y me encanta. La amo. Cuando alguien te afecta tanto que no puedes dormir por la noche sin ellos, no puedes pensar con claridad cada vez que están en la habitación y lo has arriesgado todo por ellos, vas por ello. 

No tomas ningún riesgo. Paula sabe que la amo. Sabe que arriesgue todo mi futuro por ella, pero no sabe acerca de mis planes para hacerla mi esposa.

Paula Alfonso.

¿Tiene un bonito sonido? ¿No es así?

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