Mi labio inferior cae un poco ante sus palabras, dejando mi boca ligeramente abierta. Si tenía alguna reserva sobre entrar en una relación con Pedro antes, esta se ha ido completamente ahora. Lo quiero, no, lo necesito en mi vida.
En el poco tiempo de conocerlo, él le ha dado vuelta a mi mundo,más de una vez. Puede hacerme enojar, entristecer y confundir todo en el mismo minuto, pero puede también hacerme más feliz de lo que alguna vez he sido. Estar alrededor de Pedro es apasionante y peligroso y me gusta esto… me gusta él. Nuestro reflejo se vuelve poco claro cuando el cristal se empaña otra vez y él cierra la ducha. Piel de gallina estalla sobre mi piel cuando empujo la puerta abriéndola y me paro sobre el suave felpudo, marrón.
Vapor flota de nuestra piel caliente mientras Pedro agarra dos toallas y me da una para mí. Nos secamos en silencio, pero de tanto en tanto él me sonríe con una perezosa, adorable sonrisa, haciéndome reír. Cuando regresamos al dormitorio, encontramos nuestra ropa y nos la ponemos.
Ahora, la cama doble extra grande me atrae. Mis párpados están pesados y todo lo que quiero es dormir.
―Déjame arroparte antes de que me vaya.
―¿Quieres arroparme? ―pregunto con incredulidad.
―Desde luego. Cuido de lo que es mío.
―Y yo soy tuya ―murmuro, retirando las sábanas y subiéndome.
Pedro se acerca a mi lado de la cama, sonriendo con una sonrisa orgullosa.
―Tú eres mía.
Él tira las pesadas mantas sobre mí y se inclina hacia abajo para besarme suavemente en los labios.
―Te veré mañana.
Asiento y sofoco un bostezo.
―Nos vemos.
Antes de que él incluso haya dejado la habitación, mis ojos se cierran.
Intentar abrirlos otra vez causa dolores innecesarios entonces no me molesto. Mi corazón se hincha. Esta noche no era sobre sexo. Él estaba tan tierno y atento… quería que viera cuánto se preocupaba por mí. No estoy segura de cuánto tiempo después de que él se fue me dormí, pero sé que cuando el sueño me llevó, tenía una amplia risa sobre mi rostro.
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