¿Lo hicimos? Quiero decir, él dijo que yo era suya, pero eso realmente no significa nada. Él podría ni preocuparse por los créditos, pero yo lo hago.
El sexo con Pedro es genial, más allá de genial, es absolutamente alucinante,pero eventualmente voy a querer una relación más profunda. Seguro, me dijo que su padre murió y que durmió con la esposa de Carlos, pero se niega a decir algo sobre su madre o su hermana, ni siquiera sé sus nombres.No habla sobre su tiempo en Seattle o algo.
No sé nada sobre él, aún él sabe mucho sobre mí. Conoce a Ramiro y a Vanesa. Ha conocido a mis padres y ha estado en mi casa.
Los hechos están contra sus palabras y tengo que jugar a lo seguro porque me preocupo por él. Me gusta, más que un amigo y necesito ser cuidadosa porque no parece como si fuera a estar en su vida mucho tiempo.
―Caí en la porción de “sobre la mierda que te preocupas”, lo sé,pero… ―Sacudo mi cabeza―. Mira, vayamos a Concord, divirtámonos y luego pongamos en orden las cosas cuando volvamos porque no puedo seguir jugando juegos. Es el momento de que ponga en orden mi vida.
Me puse nerviosa cuando su tensa cara estudia mis gestos. Sé que probablemente arruiné su viaje, pero le dije y ahora es demasiado tarde para retirarlo. Solo tengo que seguir recordándome que voy a Concord por papá,para mantener un ojo en él y sus niveles de presión sanguínea, no para meterme más profundo con Pedro.
―¿Dónde está papá? ―le pregunto, cambiando de tema y actuando como si la conversación que acabamos de tener no tuviera lugar.
―Vamos que se nos hace tarde!― grita Luciano desde el auto.
―Él es tu Vanesa ―afirmo, sonriéndole.
Él ríe bajo su respiración, devolviendo mi sonrisa con una de las suyas.
―No. Luciano me ayuda a mantener mi cabeza atornillada y clara,Vanesa te hace todo lo opuesto.
Me río porque es cierto. Vanesa vive muy despreocupada y la envidio.
Subo al asiento trasero con Vanesa. Ella me mira y casi me atraganto en una risa. Hay una línea adhesiva de brillo labial corriendo desde sus labios a la parte superior de su pómulo. Quiero preguntar cómo llegó tan lejos por su cara, pero decido lo contrario. No me preocupo por los detalles. Limpio mi pulgar a lo largo de mi mejilla, intentando mostrarle que hay algo en su cara,pero ella no comprende lo que estoy intentando decir. Después de tres intentos, me rindo.
―Hay brillo labial extendido a través de tu cara ―medio gimo, medio río.
El mismo sonrojo rosa que se extendió sobre su cutis en su dormitorio vuelve y usa la manga de su chaqueta para limpiarlo.
―Mejor ―le digo cuando su piel ya no está brillante.
―¿Cuánto tiempo vamos a estar conduciendo? ―pregunta Vanesa a Luciano quién parece disfrutar estando detrás del volante.
―Poco menos de dos horas, depende del tráfico.
Concord, New Hampshire no está lejos de Portlan, Maine, pero si alguien decide tener un accidente en la autovía, Dios sabe cuánto tiempo llevará.
Luciano alcanza el radio y lo sintoniza en una estación de rock. Tan pronto como los neumáticos golpean la autovía, los ojos de Vanesa se cierran y cae dormida. Yo descanso mi cabeza contra su hombro. Una siesta suena bien y estoy por caer dormida cuando la gentil música rock interrumpe y el nítido teléfono sonando se hace eco a través del coche.
Me enderezo,intentando averiguar qué infiernos es el ruido y veo “MAMÁ” escrito a través de la pequeña pantalla en el centro del salpicadero. Luciano mira de reojo a Pedro. El dedo de Pedro golpea su pierna cuando considera responderlo.Después de cinco o seis timbres, se inclina hacia delante y golpea ignorar.
Me enderezo,intentando averiguar qué infiernos es el ruido y veo “MAMÁ” escrito a través de la pequeña pantalla en el centro del salpicadero. Luciano mira de reojo a Pedro. El dedo de Pedro golpea su pierna cuando considera responderlo.Después de cinco o seis timbres, se inclina hacia delante y golpea ignorar.
La música comienza otra vez.
―¿No quieres hablar con tu madre? ―pregunto, incluso si sé que es mejor preocuparme de mis propios asuntos.
―Es una larga historia, Paula ―responde Luciano por él―. No necesita hablar con ella ahora mismo.
Por la manera que escupe “ella” me hace inclinarme más cerca.
―Quizá ella quiera desearle suerte.
Pedro ríe una vez y gira su atención a la ventanilla. La mandíbula de Luciano se aprieta y sus nudillos se vuelven blancos cuando aprieta el volante. He golpeado un tema irritante.
―Lo siento, me preocuparé por mis asuntos ―murmuro, sentándome de vuelta contra mi asiento.
Pedro apaga la música y habla sobre su hombro.
―Mi madre no quiere desearme suerte. No se preocupa por nadie excepto por ella misma. Dirá cualquier cosa que pueda para entrar en mi cabeza y no necesito tratar con su mierda ahora mismo.
Vuelve a encender la música, dejándome mirando el lateral de su cara.
Sabe que le estoy observando, puedo decirlo por la manera en la que los músculos de su mandíbula se flexionan incómodamente. De repente, estoy frustrada de que él parezca tan molesto por la llamada de teléfono de su
madre. No creo que sea tan simple como “ella es una bruja”. Hay más.
Mi necesidad por saber su actitud me come, pero sé que acercarme a Pedro con algunas preguntas sobre su familia le envían al modo enfado y no puedo enfadarle tan cerca de una pelea. Vuelvo a descansar mi cabeza contra el hombro de Vanesa y cierro mis ojos. Quiero despertarla para que
ella pueda aclarar la incómoda y frustrada tensión que flota alrededor del coche.
Sabe que le estoy observando, puedo decirlo por la manera en la que los músculos de su mandíbula se flexionan incómodamente. De repente, estoy frustrada de que él parezca tan molesto por la llamada de teléfono de su
madre. No creo que sea tan simple como “ella es una bruja”. Hay más.
Mi necesidad por saber su actitud me come, pero sé que acercarme a Pedro con algunas preguntas sobre su familia le envían al modo enfado y no puedo enfadarle tan cerca de una pelea. Vuelvo a descansar mi cabeza contra el hombro de Vanesa y cierro mis ojos. Quiero despertarla para que
ella pueda aclarar la incómoda y frustrada tensión que flota alrededor del coche.
Muy buenos los capitulos,segui subiendo.
ResponderEliminar