domingo, 27 de abril de 2014

CAPITULO 79



Nos detenemos fuera de un sofisticado hotel en Concord. Damian mi padre y otros dos ya están aquí.

Cuando ven nuestro coche, vienen directos. Papá abre mi puerta antes de que el coche llegue a una completa parada y me empuja a un abrazo.


―Sabía que vendrías. ―Él ríe y no puedo evitar sonreírle. 

Estar en este ambiente con Pedro y los otros le hacen más feliz de lo que le he visto nunca.Calienta mi corazón saber que está consiguiendo todo lo que quiere fuera de la vida.

Me libera cuando su teléfono suena―. Es tu madre. ―Gira sus ojos―. Mejor toma esta.

Él se aleja y puedo sentir a Pedro presionado ligeramente contra mi espalda. Mi cuerpo entero presta atención.

―Él es muy feliz ―suspiro.  
―Lo sé.  
Me giro alrededor y él está muy cerca de mí. Puedo oler su colonia y siento la calidez que irradia de él. Levanto la mirada y encuentro sus oscuros y seductores ojos.

―No le dije que estoy aquí para mantener un ojo sobre él. Estará más feliz si cree que estoy aquí solamente por ti ―le digo a Pedro.  

Esa es otra cosa que me mata. Si las cosas no funcionaran entre Pedro y yo, si decidimos terminar la diversión e ir por nuestros caminos separados, mi padre va a estar desconsolado. Papá mira a Pedro. Él representa todo lo que mi padre adora.

―No se lo diré, pero tienes que hacer algo por mí. ―Él rastrilla sus dientes a través de su labio inferior y luego recorre su lengua a lo largo, la misma lengua que corrió a lo largo de mi carne esta mañana. Tiemblo con el pensamiento y sus ojos brillan con placer.

―¿Qué quieres que haga? ―El pensamiento de su respuesta hace que mi interior se tense.  
―Bésame.
Él sonríe por mi expresión confusa y miro torpemente a nuestro alrededor.

―¿Ahora?

―Ahora es tan buen momento como siempre.

Sus manos abrazan mi cintura, empujándome incluso más cerca para que nuestros cuerpos estén presionado fuerte el uno contra el otro. No creo que actualmente me dé una elección. Su cabeza se angula hacia abajo, hacia la mía y precavidamente le abrazo el cuello con mis manos. Su piel está caliente y no se encoge por mis dedos fríos. Nuestros labios se tocan y siento una chispa que va a través de todo mi cuerpo, embarazosamente jadeo y me aparto. Miro a los ojos de Pedro preguntándome si él lo sintió también, pero 
todo lo que veo es ese mismo brillo engreído que tanto adoro. Lleva su boca a mi oreja y su cálida respiración envía calor entre mis piernas. 

―Te quiero desesperadamente. 
Intento sacudir mi cabeza, pero mi cuello no me deja. Le quería. Quiero hacer lo que hicimos el sábado y quiero hacerlo ahora. Él también lo sabe. 

Cuanto más le miro más engreída su sonrisa se convierte. Sus labios firmes,tocan mi mejilla y le deja ir. Cuando me vuelvo a girar hacia mi padre, él está hablando a otro grupo de chicos y reconozco al líder como Dom Russell. 
Los ojos de Dom están en Pedro y en mí y está mirando. Yo miro a Pedro 

―¿Ese es el por qué querías besarme? ¿Para que Dom pudiera verlo? 

―Él te ha estado mirando desde que salimos del coche. ―Él toma mi mano en la suya y la lleva a sus labios―. Solo estoy haciendo una declaración. 
―No, estás declarando sesión abierta sobre mí.

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