sábado, 26 de abril de 2014

CAPITULO 77



Vanesa empaqueta una pequeña bolsa de viaje con dos vaqueros, dos camisetas blancas, una chaqueta de punto beige y dos sudaderas. Una es de un azul claro bonito y la otra es un extraño tono de rosa. Encima de sus ropas tira un alisador de cabello y una bolsa de maquillaje más pequeña que la mía. Realmente está intentando hacer una declaración.

―Esperemos escaleras abajo ―dice después de cambiarse a un pants negro―. Si me quedo en esta habitación algo más voy a revertirlo.  

Agarro a Vanesa por la cintura y la arrastro de su habitación. Cuando nuestros pies tocan las baldosas de mármol en el vestíbulo un alto timbre se hace eco a través de la casa. 

Vanesa desliza su bolsa de mano en su brazo y mete sus manos en los bolsillos de sus pantalones. Puedo decir que llevar un pants fuera de la casa va a matarla. 

―Me siento como una idiota ―se queja.

―Relájate, te vez bien. 

Abro la puerta a Luciano y Pedro. Ellos se han cambiado sus ropas,también. Luciano lleva un pantalón de cordón sueltos y una camiseta. Se ve cómodo, pero Pedro se veía alucinante en su chaqueta con capucha negra y pantalones flojos. Eso no está abierto y exponiendo su abdomen como lo hacía cuando corríamos juntos hacia el Steakhouse, pero no obstante aún hacía que mi boca se aguara. Luciano mira a Vanesa curiosamente.

―¿Te sientes bien?

Pedro y yo hacemos contacto visual y él me da una tensa sonrisa. Aún está molesto por lo de esta mañana. Puedo verlo en sus ojos.

―No estoy enferma ―dice bruscamente Vanesa―. Estoy cómoda.

Luciano y yo nos mordemos nuestros labios contra una risa, incluso Pedro se ríe. Él ha conocido a Vanesa el tiempo suficiente para saber exactamente qué tipo de chica es. Se viste para impresionar, cualquier otra cosa está por debajo de ella. 
Ella golpea su largo cabello rubio sobre su hombro.

―Estoy llevando un pants, genial. Todos me están mirando como si fuera algún tipo de bicho raro con dos cabezas.

Ella empuja al pasar a Pedro y a Luciano y se marcha hacia el coche.

Luciano la sigue de cerca por detrás, apretando su trasero y ella le golpea antes de plantar un beso en su mejilla. Sonrío, hacen la pareja perfecta. Pedro se gira de mí, pero agarro su brazo, intento agarrar su brazo, pero es demasiado condenadamente grueso para entrar en mi mano.

―¿Estás bien?

―Estoy un poco cansado de entrenar, aparte de eso, estoy bien.

Cierro la alucinantemente enorme puerta de Vanesa detrás de mí y me giro otra vez hacia Pedro.  

―Solo pensaba que quizá estás enfadado conmigo o algo, lo cual comprendo totalmente. Sé que arruiné el desayuno porque Ramiro se presentó y todo eso, pero no sabía…

Pedro levanta una mano hacia mí y me empuja hacia él. Su boca desciende sobre la mía y él está demasiado caliente.
Solo quiero acurrucarme contra él y dormir. El aire frío acaricia mis labios cuando se aparta y parpadeo hacia él, completamente aturdida.

―¿Por qué fue eso?

Un mechón de mi cabello vuela a mi cara y sus dedos lo alejan.

―Porque te eché de menos.

―¿Me echaste de menos? ―No puedo evitar el tono escéptico de mi voz.

Él sonríe.

―¿Qué? Soy capaz de echar de menos a alguien, Paula. No estoy cerrado completamente a mis emociones. 
Sus brazos aún me sujetan contra él y la necesidad de tenerle tan cerca de mí que puedo arder muy profundo por dentro.

―Lo sé… solo que nunca esperaba oír palabras así viniendo de alguien como tú.

Sus manos se deslizan lejos de mí y su sonrisa se derrite en una línea recta e impasible.

―¿Alguien como yo?

Oh, mierda. Elección equivocada de palabras.

―Sabes lo que quiero decir. Tú eres tú y realmente no echas de menos a las chicas con las que duermes. 
―¿Creía que aclaramos que tú quieres más de mí que eso?

No hay comentarios:

Publicar un comentario