miércoles, 23 de abril de 2014

CAPITULO 67




En el interior, el auto es ruidoso y molesto. No puedo oír mis pensamientos y un pequeño dolor comienza a formarse detrás de mis ojos.

Apoyo la cabeza en el reposacabezas y cierro los ojos brevemente. Gran parte del brazo cálido de Pedro descansa sobre mi muslo mientras nos lleva al club nocturno.  

Nos detenemos en el estacionamiento del Heaven’s y caminamos hacia el frente. El grupo con el que estamos se adelanta.  

Están hablando sobre bebida, baile y chicas, todo lo que puedo imaginar es que me arrastro de vuelta a una agradable cama caliente,preferiblemente con Pedro. La cola en el club es larga, llena de borrachos,zorras y personas enojadas que sólo quieren una bebida. Mientras voy a pararme detrás de una pareja prácticamente teniendo sexo, Pedro agarra mi muñeca y me obliga a seguir caminando. Pasamos la larga fila de gente y todos ellos nos miran con curiosidad a medida que avanzamos hasta la puerta principal.

El guardia de seguridad se pasa la mano por la calva, sonriendo ampliamente.   

―¡Pedro, hombre, cuánto tiempo! ¿Cómo has estado, hermano?  

―Igual ―responde Pedro, deslizando su brazo alrededor de mi cintura.

Los ojos del guardia me observan de pies a cabeza.   

―Ya lo veo.

Frunzo el ceño. ¿Qué demonios significa eso? El guardia de seguridad se hace a un lado, dejando que todos entremos al club y detrás de nosotros,la multitud se vuelve loca.


En el interior, el club está en su apogeo y más o menos está lleno hasta el techo. No puedes fijarte por lo general en la hermosa decoración del club.

Todo está bloqueado y cubierto por los cuerpos, girando con la música alta del club. Me acerco más a Pedro y Vanesa me agarra del codo mientras nos arrastra a través de grandes multitudes, hasta la sala VIP. Los dos enormes guardias de seguridad de pie delante de la puerta consiguen una mirada de Pedro y dan un paso fuera del camino. Ellos sostienen la gran puerta azul abierta y subimos a un pequeño conjunto de escaleras antes de ser liberados al otro club de arriba. La sala VIP emite una vibración del Medio Oriente con las cortinas rojas y marrones que separan sofás y mesas de café bajas. Es mucho más fácil respirar arriba en comparación con el reducido espacio de la planta baja y sólo hay un máximo de doce personas, no incluyendo nuestro grupo. Eso ayuda a que el dolor de cabeza que llevo conmigo desaparezca. Luciano, Vanesa y el resto del grupo prácticamente saltan a la barra, mientras que Pedro y yo nos abrimos paso al cómodo sofá. 
 
―¿Cómo consigues todo esto? ―le pregunto―. Sólo eres un luchador amateur, pero tienes un buen auto y consigues el trato de la realeza.

Se recuesta en la silla y juega con las puntas de mi cabello, haciéndolo girar alrededor de su dedo índice.  
―Puedo estar compitiendo en el torneo amateur, pero he estado en el juego por un largo tiempo. La gente me conoce.  
El grupo vuelve con una gran cantidad de tragos y todos los colocan uniformemente a través de la mesa. Seis bebidas cada uno. Todos eran de diferentes colores, que van de claro a negro azabache.

Me dirijo a Pedro.  
 
―¿Estás seguro de que no vas a beber? 
 
―Absolutamente no. ―Se entromete Luciano, tendiéndole a Pedro una botella de agua―. Nos estamos llevando la competición de este año ―mira entre Pedro y yo―, sin riesgos.  

Siguiendo a los otros, inclino un trago de color claro a mi garganta y de inmediato se siente como si estuviera haciendo un agujero. Bajo mi vaso sobre la mesa, tomando un segundo para que el sabor áspero abandone mi boca.
  
Miro los vasos de todos los demás y han terminado de tomárselos. Me miran altamente divertidos, como si fuera incompetente y no merecedora de beber con ellos.

―No me importa cómo me miran. ―Me río, limpiando la palma de mi mano sobre mi boca―. No me voy a dar un envenenamiento por alcohol.  

Vanesa me guiña un ojo mientras bebo el segundo tequila. Ella sabe cómo soy con mis bebidas. No bebo para emborracharme, bebo para aligerarme y pasar un buen momento. Tantos tequilas no es buena idea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario