Antes de que saliéramos, Vanesa exigió que fuera a casa y me cambiara,lo que estaba bien para mí. No quería llevar el jersey, tanto como ella no quería verlo. Me vestí, arreglé mi cabello y maquillaje en tiempo récord, e inquietante tener a tanta gente que no conozco descansando en mi apartamento.
Esta noche, decido llevar un cuello halter blanco con escote bajo y una falda de tubo negro de talle alto. Me veía más como si fuera a una función de trabajo que a un club, pero me sentía cómoda, me sentía sexy y en control.
El Heaven’s es un club elegante. Seguro, un montón de escoria y zorras van allí, pero no puedes ganar la entrada a menos que luzcas con clase y me veo elegante. Hay una firme llamada a mi puerta mientras me deslizo en un par de zapatos de tacón negro.
―Entra ―grito, esperando el rostro de Vanesa, pero consiguiendo el de Pedro.
Sus ojos se desplazan descaradamente sobre mis piernas
completamente expuestas y atrapa el lado de su labio inferior entre los dientes antes de convertirse en una gloriosa sonrisa insinuante.
―¿Qué? ―dije, poniéndome aros de oro.
Tomó unos lentos pasos hacia mí a propósito, cada paso aparentaba medido pausado y deliberado. Aguanto la respiración mientras cierra la distancia entre nosotros.
―Estoy contemplando si debería dejarte ir al club y provocarme, o si debo tomarte ahora mismo.
Sus dedos rozaron mi mandíbula y cuello antes de seguir la tela de mi camisa hasta mis pechos. Bajo su toque, mi sangre hierve. En las proximidades, su colonia me rodea y mis rodillas se debilitan. Se da cuenta y se ríe entre dientes mientras sus fuertes manos me recorren. Ahueca mi trasero y me presiona firmemente contra él mientras inclina su cabeza,llevando sus labios a los míos. Me duele el corazón mientras choca contra mis costillas, mi interior se encoge y pulsa. Quiero su boca sobre mí y lo quiero ahora.
―Podemos quedarnos ―susurro mientras nuestros labios se rozan.
Con una sonrisa irónica, me libera y se aleja unos pasos.
Parpadeo un par de veces, confusa―. ¿Qué demonios?
Parpadeo un par de veces, confusa―. ¿Qué demonios?
―La frustración sexual que sientes, que estás experimentando en este momento es como vas a hacerme sentir toda la noche sólo con el uso de ese maldito traje.
Miro su ancha y bien formada espalda salir de mi habitación, dejándome mirándolo detrás de él. Paso mis manos sobre mi cara, tratando de recuperar la compostura. Sabe exactamente qué botones presionar y lo odio. Saco mi cabello de mi cola de caballo y corro un peine a través de él. Está contra mis hombros, enmarcando mi cara y lo bato un poco, dándole más volumen. Hago un poco de giro frente a mi espejo y salgo de mi habitación. Los silbidos y aplausos que estallan en la sala de estar me dicen que me veo tan bien como creo que lo hice.
―¿Vamos a tomar un taxi? ―le pregunto a Vanesa.
―Nah, Pedro se ofreció para ser el conductor designado.
Uno por uno salen de mi apartamento y nos encaminamos hacia el auto.
fundida porque él es la razón por la que voy a salir.
―No puedo, tengo una pelea por delante y no soy un gran bebedor, de todos modos.
―¿En serio? Te habría tomado por todo un fiestero.
Pedro se encoge de hombros y envuelve un brazo alrededor de mi cintura. Tira de mí a su lado mientras caminamos por las escaleras de mi apartamento. Dos de sus amigos nos miraban con curiosidad, como si nunca antes hubieran visto a Pedro con una chica y no puedo evitar preguntarme si hay más cosas en nuestra relación de la que pensaba. Los amigos,incluyendo a Vanesa, se apilan en la parte trasera del auto de Pedro, dejando los dos asientos delanteros para Pedro y para mí.
Cuando se cierra la puerta de atrás, me dirijo a Pedro.
―Antes de salir esta noche, quiero aclarar algunas cosas entre nosotros. ―Quita su mano de mi cintura y se apoya en el lado del pasajero de su auto―. Bien ―empiezo, frotando mis dedos en mi frente y rezando no avergonzarme a mí misma―. Bueno, tuvimos sexo…
Sonríe ampliamente, una que expone sus dientes blancos y mis mejillas se calientan.
―Soy muy consciente de eso.
―Pero ―continúo, haciendo caso omiso de su respuesta―, ¿Nosotros no estamos juntos?
―Así es. ―Su voz no suena certera, pero lo ignoro.
―Lo siento, es todo el toqueteo y agarrado de la cintura… que me está confundiendo. Sólo estoy aclarando nuestra posición, así nuestros sentimientos no saldrán lastimados esta noche.
Frunce el ceño hacia mí y mi corazón casi se rompe en mi pecho. He dicho algo malo.
―¿Vas a herir mis sentimientos? ―responde Pedro con un brillo audaz en sus ojos.
―No son tus sentimientos los que me preocupan―murmuré,sintiéndome estúpida por sólo decirlo.
Pedro, sin duda, tendrá admiradoras si vamos a salir esta noche, más específicamente, las admiradoras, del tipo que
Pedro, sin duda, tendrá admiradoras si vamos a salir esta noche, más específicamente, las admiradoras, del tipo que
harán y dirán cualquier cosa con tal de acercarse a él.
Inclina la cabeza hacia un lado, analizando mi cara.
―Tú confundes mi intención en nuestra inexistente relación novio/novia. ―Da un paso más cerca―. Podríamos no estar usando los títulos, pero aun así te reclamo como mía.
―¿Tuya?
Normalmente, no me gusta cuando la gente se refiere a los demás como una posesión, pero cuando Pedro lo dice hay algo muy sexy y seductor en eso.
―Estas malditamente en lo cierto. ―Agarra mis caderas, tirándome hacia él―. Eres mía y me aseguraré de que cada persona en el club lo sepa.
―Pero le dejaste bastante claro a Dom que no soy tuya…
―Eso es porque Dom y yo tenemos un montón de historia. Si le digo que eras mía, no te habría dejado salir.
Por supuesto que Pedro tiene historia con Dom. Parece que tiene historia con todo el mundo.
―Estas malditamente en lo cierto. ―Agarra mis caderas, tirándome hacia él―. Eres mía y me aseguraré de que cada persona en el club lo sepa.
―Pero le dejaste bastante claro a Dom que no soy tuya…
―Eso es porque Dom y yo tenemos un montón de historia. Si le digo que eras mía, no te habría dejado salir.
Por supuesto que Pedro tiene historia con Dom. Parece que tiene historia con todo el mundo.
―Déjame adivinar, ¿te has acostado con su novia?
La ventana trasera se baja y Luciano saca la cabeza. Su cabello tiene más productos que Vanesa y eso es mucho decir.
―¡Hey, tortolitos, cuando estén listos, nos gustaría ir al Heaven’s!
Chillidos y ovaciones siguen su demanda y Pedro abre la puerta del pasajero para mí.
―Nunca dije que fuera perfecto ―me dice él.
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