Estoy bien cuando les damos nuestras entradas a las chicas en los cortísimos shorts y bikinis y estoy bien cuando entramos en la habitación en la que Pedro estará peleando. Es enorme, casi como un estadio. La última vez que estuve aquí, fue para una feria del libro y estaba sosa y vacía, llena sólo de mesas y libros baratos. Ahora, tiene una grada temporal alrededor de toda la habitación, proporcionando un montón de asientos. El ruido atronador de la risa y la charla llena mis oídos y apenas puedo oír mis pensamientos. Siento la sangre drenarse de mi cara cuando mi mirada se posa en una jaula sin techo en el centro de la sala, es circular y cubierta de anuncios y logotipos de los patrocinadores. Vanesa engancha su codo a través del mío y me arrastra por el pasillo hacia el frente de la plataforma.
―¡Paula! ―Apenas distingo la voz de mi padre.
Dirijo mi atención hacia la izquierda y veo su cara feliz y sonrisa amplia. Sacude una mano hacia mí y nos apretujamos para pasar un par de hombres de traje. Los reconozco de la sala de entrenamiento en el gimnasio.
Detrás de mí, oigo a Vanesa reír y decir hola. Cuando me arrastro más cerca de papá, agarra mi muñeca y me jala el resto del camino. Él apenas puede contener su emoción. Lleva puesta una camiseta de color negro con “PEDRO” escrito en la frente y un par de pantalones de mezclilla, metidos dentro de un par de botas de trabajo de color marrón.
―Esto es lo más cerca que he estado en un ring de la MMA ―grita en mi oído.
Miro hacia la estructura intimidante. Aquí es donde Pedro luchará y yo estoy justo aquí. Estoy lo suficientemente cerca como para conseguir sangre y sudor sobre mí y no me gusta. Ni un poco.
El pulgar de papá corre sobre la parte superior de mi mano. ―Estoy muy orgulloso de ti.
―¿De mí? ¿Qué hice?
―Estás aquí y sé el gran problema que las peleas son para ti. ―Sus labios delgados se curvan en una sonrisa cálida―. Él debe ser muy especial para ti.
―Papá, Pedro y yo no somo…
Alguien me golpea ligeramente mi hombro y me giro para ver a Damian, el entrenador de Pedro. Hay una arruga tallada en su frente y sus labios llenos y oscuros se presionan firmemente juntos.
―Pedro quiere verte ―dice por encima de la charla de los espectadores.
Abro la boca para preguntar para qué, pero no me molesto. Las decisiones de Pedro no suelen venir con razones comprensibles.
―Voy a estar de vuelta ―le grito a papá y Vanesa.
muy buenos los capítulos,seguí subiendo!!!
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