sábado, 12 de abril de 2014

CAPITULO 32



Todas las miradas frustradas que recibo de las familias de cuatro integrantes están arruinando rápidamente mi noche. Estoy de acuerdo que la mesa de cuatro personas en la que estoy sentada junto a la gran ventana es un poco innecesaria, pero todas las mesas para dos están tomadas. No es mi culpa que el camarero me sentara aquí. Yo habría estado feliz en la barra.
La otra mitad de esta cita a ciegas no ha aparecido todavía y será mejor que lo haga, porque si soy plantada por un tipo que ni siquiera he conocido todavía, voy a estar enojada.
Un hombre rubio con los pantalones vaqueros de corte para botas y una camisa formal gris claro, se me acerca. Los dos primeros botones de su camisa están abiertos, exponiendo una pequeña cantidad de pelo en el pecho. Es muy guapo y tiene brillantes ojos azules. Rastrillo mis ojos por su cuerpo alto. No soy tan baja, pero este tipo me hace sentir como un hobbit.
Él es incluso más alto que Pedro y estimo que Pedro debe medir por lo menos un metro ochenta y cinco.
―¿Eres Vanesa?
Sonrío educadamente.
―No, Vanesa no pudo llegar. Soy su amiga, Paula.  
Su boca se extiende en una amplia sonrisa lobuna y como que me da escalofríos. Creo que quiere devorarme… y no en el buen sentido. Me siento incómoda cuando se desliza en el asiento junto a mí en lugar de sentarse frente a mí como lo haría una persona normal. Trato de no asumir que
quiere decir algo con eso. Esto es una cita… después de todo. Su mirada está apuñalando mi cuerpo, como pequeñas dagas afiladas pinchando cada centímetro de mi cuerpo y me siento…... expuesta. Incómoda. Asqueada.
―Soy Jose ―dice.
Esa mirada aguda y espeluznante suya deriva abiertamente a mis pechos antes de regresar a mi cara. Volviéndome dolorosamente consciente de la camiseta que estoy usando. Tiene un cuello redondo que se sumerge hacia bajo en la parte delantera. Cruzo el brazo sobre mi pecho y me apoyo
sobre mi codo, fingiendo que no me di cuenta.
―¿Has ordenado? ―pregunta.
―No, vamos a pedir ahora. ―Rápidamente chasqueo los dedos a un camarero que pasaba. Cuanto antes termine, mejor. Pido una ensalada de pollo y él ordena una carne y dos cervezas. Cuando las cervezas vienen, está claro que ordenó las dos para sí mismo. Mientras esperamos trata de
conversar conmigo y yo soy muy exigente con la información que comparto con él. Algo de ello lo invento. No ha hecho nada más para causarme rechazo, pero no me gusta la onda que está emitiendo. Me vuelvo consiente de mi apretada falda lápiz negro cuando su rodilla roza la mía y cruzo mis piernas para mantenerlas alejadas de él.
―Si no te importa que lo diga, eres muy hermosa.
Mi estómago se revuelve, pero me obligo a sonreír.
―Gracias.
Voy a matar a Vanesa cuando la vea después.

2 comentarios: