sábado, 19 de abril de 2014

CAPITULO 54



Mi coche hace un ruido extraño de golpeteo cuando giro la llave. Es como si el motor quisiera girar, pero no puede.
―¡Genial! ―grito, golpeando mi cabeza contra el volante con fuerza―¿Cómo demonios se supone que voy a llegar al trabajo ahora?
Un sedán blanco se detiene frente a mi casa y no sé si es un regalo de Dios o del Diablo en sí mismo cuando Ramiro sale del auto y ajusta el cuello de su camisa de polo verde. Me descubre en mi auto y sonríe, destellando esos hoyuelos juveniles. No puedo dejar de sonreír cuando salgo de mi auto.
―Te ves bien.
Miro mi vestido color violeta oscuro. Es uno de mis favoritos. ―¿Estás a punto de ir a trabajar?
Cierro de un golpe la puerta de mi coche y me apoyo contra ella.
―Lo estaba, pero mi auto no enciende.
Sus zapatillas de deporte rozan el hormigón a medida que camina cerca de mí.
―Te puedo llevar, si quieres.
Muerdo mi labio inferior. No sé si ir con Ramiro es una buena idea, pero miro a mi alrededor, no creo que tengo opción en este momento. He hecho mucha mierda para Carlos en las últimas dos semanas y no puedo permitirme el lujo de no llegar a tiempo.
―Um...M ―me planteo la idea de conducir con Ramiro―. Me llevarás directamente a trabajar, ¿no?
―Lo prometo.
Deslizo mi teléfono en el bolsillo de mi vestido y camino hacia él.
―Está bien, pero tenemos que irnos ahora si quiero llegar a tiempo.
Es como una rutina. Ramiro y yo nos metemos en el auto e incluso bajo el freno de mano por él, como siempre lo hacía. Él lo nota también y me sonríe.
Es una sonrisa tan dulce y mi corazón se aprieta en mi pecho. No tenía ni idea de lo mucho que echaba de menos a Ramiro. Su aroma familiar llena mi nariz e inhalo. Esta es una estúpida idea. Todavía es Ramiro, me digo. Él te hizo daño.
―Tu madre me ha dicho que fuiste a una pelea anoche ―dice,haciendo charla trivial. Odio que él y mi mamá estén hablando―. Eso algo bastante grande para ti. Pedro debe ser un buen tipo.
―Lo es ―respondo automáticamente.
Miro mis dedos mientras los froto con nerviosismo. Entonces, la mano de Ramiro cubre la mía
―Te extraño, Paupy.
―Ramiro…
―Sólo escúchame. Estuvimos juntos durante seis años, Paupy, seis años.Eso es mucho tiempo.
Tiro mis manos de debajo de la suya, pero él deja la suya en mi regazo.
―Y los tiraste por la ventana por sexo, mucho sexo. Lo que has hecho no es algo que pueda ser olvidado o perdonado. ―Lo siento, la jodí.
―Dijiste eso después de la primera vez… y la segunda y la…
―Está bien lo arruiné un montón de veces, pero créeme cuando digo que he cambiado y no va a volver a ocurrir.
¿Cuántas veces he oído eso? Innumerables.
―No puedo… No te creo.
Retira su mano y la pasa a través de su cabello rubio.
―¿Cómo puedo probártelo? ¿Cómo puedo compensarte?
―No hay vuelta atrás, Ramiro. Te di todo y tú elegiste darlo por sentado.
―¿Así que eso es todo? ¿Seis años, tirados, así como así?
Mi pecho se contrae, llevando un bulto enorme a mi garganta.
―Sí. ―Me estremezco con la finalidad de mi voz.
―No voy a parar, Paupy. Te necesito.
Cierro los ojos por un momento, tratando de frenar mi corazón latiendo rápido.
―Lo dije en serio cuando dije que no te amo más ―digo cuando abro los ojos.
―Y lo llamo mierda. Sé que estás tratando de asustarme y está funcionando, pero te amo… nunca dejaré de amarte.
―No importa, estoy con Pedro ahora ―contesto, jugando la carta de Pedro de nuevo―. Él no hará nada para hacerme daño.
―Paula―Miro hacia él. Su tono grave me da náuseas―. Me encontré con él y Vanesa en Heaven’s anoche. Tenía la lengua tan adentro de la garganta de la chica morena que me sorprende que no hiciera arcadas, y sabes lo habladora que es Vanesa cuando está borracha. Me dijo lo mucho que me odia y que tú no estás realmente con Pedro. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario