domingo, 16 de noviembre de 2014

CAPITULO 281




PAULA



Damian y Luciano codean a Pedro, pero él se niega a moverse. En cambio, observa a la multitud entusiasta que grita su nombre. Me asomo por delante de él y veo a Dom esperando en la jaula. En el televisor a distancia se muestra su rostro, transmitiendo su mirada de disgusto por todo el escenario. Camina de lado a lado y rebota en sus pies. 


Nunca he visto a Dom parecer tan serio, está sediento de sangre. Pedro mira por encima de su hombro a Luciano y se saca su protector bucal.


―Mantenla a salvo ―ordena y Luciano envuelve un fuerte brazo alrededor de mi cintura, apretándome contra él.


Pedro comienza a ir hacia adelante y la multitud se vuelve loca. Mis tímpanos, mi estómago y mi corazón amenazan con rebelarse. Nunca me acostumbraré a esto. Nunca. Me tropiezo cuando Luciano tira de mí a su lado. Mantiene la cabeza gacha y me tira aún más cerca mientras las manos se estiran para tocarnos. Dedos rozan mi hombro y cabello mientras vamos por la pasarela y hacia la derecha de la jaula. Cuando estamos allí, el árbitro chequea detrás de los oídos de Pedro, dentro de su boca, y sus guantes, y él me sonríe al pasar el breve examen. Ni un segundo más tarde, va por las escaleras y entra en la jaula. Una vez dentro, ni Pedro ni Dom quitan sus ojos el uno al otro. Paso mis manos a lo largo del suelo. El grito de la muchedumbre causa que la jaula vibre y me pregunto si eso le hace cosquillas a la base de los pies de Pedro como lo hace en mis dedos. La vibración del suelo de la jaula corre a través de mi cuerpo, desde mis dedos hacia mi corazón. Mi corazón se acelera, cada célula vibrando a su propio ritmo. 


Nunca en mi vida he estado tan emocionada por una pelea. 


Nunca he estado tan emocionada o tan aterrorizada como en este mismo momento.


Me siento en la pequeña silla de metal proporcionada mientras el narrador se para en el medio del ring. Un micrófono cae lentamente desde el techo y lo agarra.


―Señoras y señores, la desgarradora lucha de esta noche está a punto de comenzar. ―Un escalofrío rueda por mi espina dorsal mientras presenta a los concursantes, tomando nota de dónde son y cuánto pesan. El locutor relata su pasado lleno de odio, y la audiencia alaba cada vez más hasta que están pidiendo sangre.


Con una última narración del árbitro, el micrófono se regresa hasta el techo, el hombre baja, y la puerta se cierra detrás de él. La multitud se sienta y yo agarro el borde de mi asiento. Me gustaría estar en la muchedumbre con Vanesa y me gustaría tener su hombro para enterrar mi cara ahí. Pedro y Dom mantienen sus cuerpos ansiosos... esperando por la campana. La espera se convierte en una pequeña eternidad y no estoy segura de sí el golpeteo fuerte en mis oídos es solo por mi corazón o por los corazones de todos en esta sala golpeando al tiempo de los demás.


Entonces la campana suena y todo el mundo salta sobre sus pies, incluyéndome. La parte delantera de la jaula es como un océano. Las corrientes te controlan, cada grito y aplauso me envía más cerca de la jaula hasta que estoy de pie junto a Luciano y Damian. Nunca he estado tan cerca...
Dom y Pedro giran en silencio, tratando de medir qué juego está llevando el otro. Don es el primero en moverse. Gruñe con impaciencia y se lanza hacia adelante, conduciendo a Pedro hacia atrás con los puños. Pedro mantiene sus manos en alto, bloqueando todo lo que vuela hacia su cara, solo uno o dos chocando contra sus costillas.


―¡Muévete! ―grito mientras Pedro da un paso lateral y Damian tropieza en la jaula.


―¡Vamos! ―grita Damian y Pedro se aprovecha del deslizamiento de Dom. Toma su cabeza y conduce hacia su rodilla derecha el centro de la cara de Dom―. ¡Sí! ¡Una vez más!


Pedro se alinea para un segundo rodillazo, pero Dom lo empuja, llevándolo hacia atrás hasta que se estrellan contra las rejas.


Bajo mis manos al suelo que tiembla, sacudiéndome con adrenalina mezclada. Ahora lo veo... veo por qué mi papá amaba tanto las luchas. Es vigorizante, poderoso... o al menos hasta que Dom toma la delantera de Pedro y le da un puñetazo en la boca. Mi sangre corre fría mientras Dom sonríe y tira su brazo hacia atrás para golpearlo de nuevo.


―¡Tus caderas! ―grita Luciano―. ¡Mueve tus putas caderas!


Pedro chasquea sus caderas, quitándose a Dom de encima y saltando rápidamente sobre sus pies. Dom se recupera rápidamente también, y se precipita hacia Pedro, balanceando su brazo con fuerza bruta. Por algún milagro, Pedro lo esquiva todo y se estira hacia abajo. Cierra sus puños en las costillas de Dom y oigo el aire que es expulsado de sus pulmones cada vez que los puños de Pedro golpean.


Mis propias costillas duelen mientras observo. Meto mis dedos en mi boca, mordiendo nerviosamente mis uñas. Pedro rebota sobre sus dedos de los pies, agachándose y esquivando todos los golpes repartidos por Dom. Buscando un descanso, Dom da un paso atrás para respirar y replantearse su juego. Pedro ha estado entrenando como loco esta vez y estudió a Dom. Quiere vengarse, y lo que Pedro Alfonso quiere, Pedro Alfonso lo consigue. Dom se lanza hacia adelante, buscando las piernas de Pedro. Con un ruido sordo, Pedro se pone de rodillas y golpea, luchando contra la toma baja. Dom cae de plano sobre su estómago. Pedro salta sobre su espalda y envuelve sus brazos gruesos, fuertes alrededor del cuello de Dom y tira. Inmediatamente, el rostro de Dom se oscurece a un rojo violento, pero se niega a rendirse. Me inclino aún más cerca de la jaula, hasta que puedo oler el vinilo caliente que inunda la jaula. Puedo oír mi propia respiración escapando de mis labios en montones pesados y rápidos. El árbitro se pone en la cara de Dom. Está hablando con él y Dom está sacudiendo la cabeza.


―¡Apriétalo! ―grita alguien detrás de mí―. ¡Aprieta como la mierda a ese imbécil!


―¡Vamos, vamos, vamos! ―grita Damian, pegando en la lona.


Suena la campana, levantando un peso que no sabía que tenía en mi pecho. El árbitro saca a Pedro de encima de Dom y él se pasea de nuevo hacia nosotros.


―¡Maldita sea! ―ladra Luciano, golpeando las rejas―. ¡Mierda!


Agarran un pequeño taburete azul y corren por la puerta de la jaula. Me quedo en este lado de la jaula mientras Pedro va a su taburete. Está cerca ahora. Tan
cerca que puedo ver la capa de transpiración en su piel. 


Incluso a través de los aplausos, puedo oír su respiración pesada. Mientras frotan más vaselina en él y le dan pequeñas cantidades de agua, mira por encima de su hombro. Veo el corte que divide su labio inferior. Está sangrado e hinchado. La vista me llena el estómago con preocupación. No me gusta verlo herido, especialmente en su rostro perfecto.


―¿Cómo estás? ―grita Pedro, sonriendo.


―No te preocupes por mí. ¿Cómo estás tú?


Alza una ceja y sonríe con confianza.


―Casi lo tenía.


―Casi ―repito, luchando contra mi propia sonrisa.


No tengo ninguna duda de que Pedro puede vencer a Dom... simplemente no quiero estar demasiado confiada demasiado pronto. Quién sabe lo que ha planeado Dom. El descanso termina rápidamente y antes de darme cuenta, Luciano y Damian están a mi lado y Pedro está de vuelta en sus pies.


Suena la campana y Pedro se mueve de forma inmediata, agachándose y esquivando las oscilaciones de Dom y sus puñetazos cada vez que puede. Después de recibir uno sin duda doloroso en su estómago, Dom lanza un puñetazo que va a dar un golpe rápido a la derecha. Mi corazón se detiene, tartamudea, y luego se pone en marcha de nuevo cuando Pedro esquiva el golpe, respondiendo con un golpe propio, seguido de un gancho derecho rápido hacia la mandíbula de Dom. Pedro está en la cima de su juego esta noche. Todos sus movimientos son previstos, precisos y devastadores, y no puedo esperar a ver a Dom caer a la lona. Intercambian golpe tras golpe, ninguno de los dos cansándose de lanzarlos hacia el otro. A un minuto en el ring, Pedro se zambulle hacia Dom y los dos se enredan en una bola que gira por ahí, tratando de hacer caer al otro.


―¡Mantén los hombros hacia arriba y los brazos separados! ―grita Luciano.


A medida que el round llega a su fin, Pedro tiene la ventaja. 


Se extiende a ambos lados de Dom, empujándolo hacia abajo en su pecho. Pedro deja caer un codazo en su cara y jadeo, sintiendo la sangre dejar mi propio rostro cuando el sonido de hueso duro contra hueso hace eco a través de mi cabeza. Pedro lo golpea una y otra vez, partiendo la frente de Dom aún más, hasta que la sangre está corriendo fuera de los bordes afilados de su cara. La multitud se vuelve loca al ver la sangre, desesperada por más. Dom levanta su brazo para empujar a Pedro y su equipo le grita que se mantenga abajo. Al ver la oportunidad de poner fin a la lucha, Pedro agarra el brazo de Dom y envuelve sus piernas alrededor de él, cayendo hacia atrás contra la lona, enderezando el brazo de Dom hacia afuera. El rostro de Dom se contorsiona por el dolor y veo sus dedos se contraerse hacia la lona. Hazlo. Hazlo. Hazlo. Le ruego.


Arrastro mi mirada de la cara de Dom a Pedro. Su rostro está vacío de cualquier emoción y su frente se arruga, como si estuviera tratando de decidir qué hacer. Sus ojos vuelan a los míos y me acerco a la jaula, atraída hacia él como un imán. Dom gime en dolor, el sonido hace que sienta un poco de pena por él.


Entonces, Pedro libera el brazo de Dom y salta a sus pies. 


Suspiro, Luciano y Damian suspiran, la entera multitud queda boquiabierta. ¿Qué demonios está haciendo? ¡Lo
tenía seguro!


Pedro espera, dando un tiempo para que un aturdido Dom se ponga de pie y entonces le grita, palabras que no puedo oír por encima del rugido de la multitud.


Todo el estadio tiembla bajo los pies pisando fuerte y me agarro del borde de la lona. Dom sacude sus brazos y los eleva a su cara antes de cargar a Pedro como un rinoceronte. Chocan y se estrellan a la tierra una vez más. 


Ninguno de los dos intenta hacer un espectáculo, en cambio, se golpean entre sí una y otra vez, golpe por golpe. 


No hay estilo en esta lucha ya, es solo una pelea callejera a la vieja escuela.


Luciano “anima” la pelea desde mi lado y me hace saltar. 


Miro a Damian, que tira de su cabello entre sus dedos con fuerza.


―Está ignorando el plan de juego ―me dice, su rostro mostrando su preocupación.


Miro de nuevo a la lucha, están sobre sus pies ahora, estilo de boxeo clásico, ninguno de ellos usando sus piernas. Dom se balancea con inquietud, con el rostro ensangrentado y abollado. La sangre gotea en sus ojos y la limpia, pero el árbitro no detiene la lucha. Cuando Dom lanza un fuerte puñetazo rápido, Pedro se agacha y cierra los puños en el estómago de Dom. Dom se encorva y lo veo en la cara de
Pedro, la sonrisa en sus labios, va a acabar con él. Tira su brazo hacia atrás y suena la campana. El árbitro salta, llenando el espacio entre Pedro y Dom.


Cuando Pedro se acerca a nosotros, Dom cae de rodillas. Al igual que antes, Luciano y Damian entran en la jaula con un pequeño taburete azul y Pedro cae sobre él. Ellos tratan de atenderlo, tratan de cubrirlo con más de vaselina y curar sus recortes, pero no está teniendo nada de eso. Él se da vuelta en su silla y se quita el protector bucal.


―¿Cómo te gustaría este round? ―dice entrecortadamente, alejando el cabello mojado de su frente.


―Lo tenías, ¿por qué te detuviste?


Se encoge de hombros.


―Porque quería lastimarlo más.


Me agarro del cable.


―No creo que pueda aguantar mucho más, Pedro.


―¿Quieres que lo termine?


Asiento y él sonríe, volviendo de nuevo a su equipo. Ellos ponen paños sobre él, bolsas de hielo, vaselina, y finalmente, el árbitro le ordena a los miembros del equipo que salgan. Miro alrededor de Pedro y otra vez a Dom. Se ve como la mierda... uno ojo está cerrado por la hinchazón. 


Una gran proporción de vaselina se sienta en su frente, evitando que más sangre se derrame en su ojo.


La campana resuena por última vez y Pedro rebota hacia adelante. Ambos están cansados, sus movimientos mucho más lentos que al comienzo de la pelea.


Sus rostros muestran su agotamiento y siento lástima por ambos. Pedro levanta sus manos a su cara cuando Dom lanza sus puños con fuerza y rapidez, decidido a vencer a Pedro en esta ronda final. Dom sabe que si esto va a los jueces, está perdido.


Está entrando en pánico, necesita desesperadamente noquear a Pedro. Observar eso, observarlo golpear implacablemente a Pedro hace hervir mi sangre. Pedro bloquea tantos como le es posible, pero un par se le escapan, lo que debilita su defensa.


―¡Vamos, Pedro! ―grita Damian―. ¡Salte de ahí!


Pedro planta un pie pesado y se agacha. Dom pierde el equilibrio y se tambalea en su movimiento. Eso es todo lo que Pedro necesita. Veo sus ojos entrecerrados y sus labios tiemblan justo antes de que golpee su puño en el estómago de Dom.


Dom se estremece, encorvándose ligeramente. Poniendo toda su fuerza en la mano derecha, Pedro retrocede y cierra el puño en el rostro de Dom. Dom se hecha a un lado, escupiendo sangre por toda la lona. Pedro lo golpea de nuevo, desde el lado opuesto. Más saliva. Más sangre. La multitud se vuelve loca cuando Dom se estrella a la lona y deja de moverse. El árbitro se acerca a Dom y agita sus manos hacia Pedro. La campana suena, anunciando con entusiasmo la victoria de Pedro.


Aplaudo hasta que mis palmas queman y luego aplaudo aún más duro. El orgullo surge a través de mi pecho mientras Pedro hace una vuelta sobreexcitado en la jaula, gritando y animando. La puerta se abre y se inunda con los miembros del equipo, médicos y cámaras. Finalmente dejo escapar el aliento que estoy segura de que he estado guardando todo este tiempo y me relajo contra la jaula.


Dos y media rondas agotadoras golpe tras golpe, y por último, Pedro llegó a la cima mediante la ejecución de un nocaut perfecto. El oír los gritos de la multitud envía un crepitar de electricidad a través de mi cuerpo y presiono mis dientes, luchando contra un estremecimiento que amenaza mi columna vertebral.

4 comentarios:

  1. Re intensos los 2 caps!!!! Buenísimos los 2.

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  2. Buenísimos los caps!! Se merecía ganar pepe!!! Espero ansiosa los prox, bsoo @GraciasxTodoPYP

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  3. Grande pedroooo genio ... ganoooo ! Ayyy estoy feliz ¡

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