sábado, 1 de noviembre de 2014

CAPITULO 247




Voy por el último sorbo de whisky y Coca-Cola mientras aprieto los dientes a través de la última estrofa de la canción. Me gusta el sonido de la mayoría de los géneros rap, rock, jazz, metal e incluso el pop pero no soporto la música que la banda de Brian hace. Olvida eso. Su banda toca bien, me gustan los tambores, las guitarras y el bajo, pero no me gusta su voz. Es profunda y ronca, fuerte e irritante. A juzgar por la multitud meciéndose, supongo que soy la excepción.


A mi lado, Paula rebota al ritmo, completamente hipnotizada por la banda, cuyo nombre es “Relentless 21”. No es que eso tenga algún sentido en absoluto. Iba en contra de mi semi seria sugerencia de ropa suelta, eligiendo una ajustada camiseta de cuello halter blanco con escote y ajustados pantalones cortos de mezclilla. Se ve jodidamente increíble, absolutamente comestible y no soy el único que lo piensa tampoco. Miradas fijas permanecen en ella desde todas las direcciones y no me gusta, pero trato de ser una mejor persona de lo que era antes, así que los ignoro. Para empeorar las cosas, tampoco lleva sujetador, y cada vez que Brian golpea una nota baja, veo que sus pezones se endurecen contra la tela.


The Cage está lleno hasta el punto de reventar por las costuras. Maca dice que tenemos suerte de conseguir un stand en la parte delantera, pero parece que ella y yo, tenemos percepciones muy diferentes de la palabra “suerte”.


La guitarra eléctrica rasguea el último acorde y termina la canción. Casi me desplomo en alivio. Maca y Paula vuelven de nuevo a las mesas, riendo como las niñas de la escuela.


―¡Son increíbles! ―dice Paula, inclinándose sobre la mesa de mi hermana.


―Te lo dije. ―Empuja un chupito en dirección de Paula, pero Paula lo desliza hacia mí.


―Y yo te dije que estoy extremadamente resacosa. Nada de alcohol para mí nunca más.


Mientras termina,Brian anuncia otra parte después de un descanso de cinco minutos y se baja del escenario antes de pasearse hacia nuestra dirección.


Aprovecho la oportunidad y tomo el chupito sin pensármelo dos veces. Si tengo que hablar con él, voy a necesitarlo. Paula se desliza más cerca de mí, enganchando uno de sus brazos alrededor mío.


―Tómalo con calma ―dice―. No soy lo suficientemente fuerte como para llevarte a casa.


Brian se desliza en la mesa de al lado de mi hermana, plantando un beso contundente en su boca. Cuando termina, sus ojos azules revolotean entre Paula y yo.


―Pedro ―dice, decidiéndose a comenzar primero conmigo―. Es bueno verte, hombre.


Lo observo, prolongando el silencio. Tiene un nuevo corte de cabello, corto y revoltoso... es ligeramente mejor que el largo flequillo rubio, pero aún es tan femenino. Paula me da un codazo sutilmente (pero fuerte) en las costillas.


―Es bueno verte, también ―contesto bruscamente.


Maca gira sus ojos y yo sacudo mi cabeza hacia ella. Ella sabe que no soy el tipo de joder. Si no me gustas, lo sabrías de inmediato. Simultáneamente, no me gusta Brian. No me gusta la manera en que se ve, la manera en que habla, o la manera en que actúa, y él sabe eso.


―¿Y esta es tu esposa?


Gira sus ojos azules hielo hacia Paula y ellos la rastrillan con obvia apreciación. Doy golpecitos con mi dedo índice en la abollada parte superior de la mesa.


―Sí.


―Soy Paula ―dice, interviniendo y extendiendo su mano hacia él.


Toma su mano en la suya y me encuentro mirándolo cuando se inclina hacia delante y besa la parte superior de su mano. Le sonríe, pareciendo perfectamente educado.


―No era consciente de que la gente besara la mano ya ―comienzo, sin molestarme en esconder mi malestar.


Paula me mira de reojo con una clara advertencia en sus ojos, pero lo ignoro.


Hay dos mitades para todo, buena y mala; yin y yang; policía bueno, policía malo.


Ella es la guapa, la alegre, que tiende a ser mucho más amable que yo. Es mejor para los saludos y siendo atenta con la gente. Yo soy una mierda con la primera impresión, incluso peor siendo amable cuando no quiero serlo. ¿Qué más quieres de una mitad mejor? Soy egoísta, consentido y arrogante. Es atenta, generosa, y considerada. Ellos son llamados “mitades buenas” por una razón, creo. No puedes tener una mitad que es peor que tú. Sería un desastre.


―Me alegro de conocerte finalmente. Tu banda es alucinante.


Sonríe, exponiendo sus blancos dientes. Muchos nuevos músicos son humildes e incluso se sonrojan un poco cuando les haces un cumplido. Brian no.


Toma los cumplidos como si se los mereciera.


―¿Lo somos, verdad? ―contesta, sus ojos rápidamente moviéndose hacia su pecho.


A mi hermana nunca le ha importado cuando Brian es atrapado comiéndose con los ojos a otras mujeres o flirteando. Reclama que solo lo hace para apoyar a su banda, pero yo lo sé bien. Lo veo en su cara. Es tan obvio que podría muy bien estar escrito con marcador permanente para que todos lo vean. Es de poca confianza y va a fastidiar a mi hermana pequeña algún día. Le he dicho un millón
de veces que conozco a los tipos como él, solía ser justo como él pero se niega a escuchar. Ciega por el amor. Es algo muy estúpido y aún todos caemos en él en un momento u otro. Brian me recuerda a Ramiro... quizás esa es otra razón para que mi desagrado por él haya aumentado en los últimos pocos meses.


―¿Casado ahora, eh? ―Mueve sus cejas hacia mí―. Lo hiciste muy bien por ti mismo.


Paula suelta una risa nerviosa y mis cejas se fruncen.


―Sé que lo hice.


―No seas vil. ―Ríe Maca, empujándole con su hombro―. Pedro te pateará el culo.


Brian lanza su brazo sobre la parte de atrás de la cabina y se relaja. Parece bastante contento. Parece creer que no le empujaré a través de la mesa y le romperé la cara.


―Pedro no patearía mi culo.


Arranco un cuarto de limón del cuenco en medio de la mesa. Necesito algo para mantener mis manos ocupadas.


―Cuidado ―advierto, arreglándomelas para sujetar un tono cansado en mi voz―. Podría.


Por supuesto, se ríe como si no fuera un gran trato, como si estuviera jugando algún tipo de juego. No juego... no fuera de mi dormitorio, de todas formas. Llevo el limón entre mis labios y chupo el zumo. Es amargo, muy amargo pero me las arreglo para mantener una cara lacia.


―Tengo que volver al escenario, pero estoy dispuesto a salir después de eso si ustedes también lo están. ―Planta un beso rápido en la frente de Maca, y se va antes de que Paula o yo podamos protestar.


―No vamos a ir ―le dijo a Maca y ella asiente, sabiendo que no debe tentar su suerte. Ya me ha conseguido aquí... debería estar contando sus estrellas afortunadas.

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