jueves, 12 de junio de 2014

CAPITULO 232




Pedro 
 
Tengo su brazo alrededor de su cuello. Nada es más vergonzoso que asfixiarse a sí mismo en una pelea. Todo esto se está grabando y espero que lo persiga por el resto de su vida.


—Tu chica. —Se ríe Dom, su voz apenas audible. 

Le frunzo el ceño y estiró su brazo más fuerte. Trata de reírse y utiliza su mano libre para señalar algo fuera de la jaula. Por curiosidad, miro hacia arriba.


A través de la jaula de metal negro la veo. Mi sangre empieza a hervir por la forma en que la enorme bestia la sostiene. Lo reconozco de inmediato como uno de los grandes tipos que saltó sobre mí fuera de mi gimnasio hace un tiempo. Veo sus nudillos blancos y dedos mientras presiona en su carne. Es un hombre muerto.


De la nada, mi espalda golpea contra la lona mientras Dom se lanza a sí mismo contra mí. Trato de luchar contra él y salir de debajo de él. No se trata más de la lucha. No quiero patear a la mierda de Dom, al menos, no tanto como quiero matar al hombre con mi mujer. Dom envuelve una pierna por encima de mi pecho y da un tirón en mi brazo, enderezándolo hacia fuera sobre sus caderas y tirando
hacia abajo. Dolor dispara desde mi codo, que irradia a través de mi cuerpo y me hace temblar. Mierda. ¡Joder! ¡Él tiene mi brazo bloqueado, un jodido brazo bloqueado! 

No voy a rendirme. 

No ante Dom-jodido-Russell. 

Inclinó mi cabeza y miró a través de los cables de la jaula. El color ha desaparecido de la cara de Paula e incluso desde aquí puedo ver las lágrimas brotando de sus ojos.


Está llamándome, pero no puedo oírla bajo la protesta de la multitud. Siento dos chasquidos en mi codo y me estremezco mientras Dom endereza aún más. Mi corazón se cierra de golpe en mis pulmones y todo mi cuerpo se tensa, luchando contra la fuerza de Dom. No aparto mis ojos de Paula, que está pidiendo desesperadamente que me rinda. 


No puedo. 

No puedo rendirme... 

Estoy dispuesto a dejar que me rompa mi brazo. 

Entonces, veo la única cosa que nunca quiero volver a ver el flash sobre el rostro-la decepción de Paula. Mi corazón se sumerge, se desinfla en la nada como se revuelve el estómago. No puedo creer que esté a punto de hacer esto. 


No puedo creer que esté a punto de hacer lo que me dije que nunca haría. Aprieto los dientes en contra de mi orgullo y sin pensarlo dos veces me pego mi mano hacia abajo sobre la lona.


La campana suena.


Se alivia la presión en mi brazo. 

...Y he perdido la lucha con Dom Russell. 

Dom... jodido... Russell. 

Dom salta y empuja mis brazos en el aire.

No hay tiempo para dejar que el sentimiento de fracaso se asiente antes de brincar a mis pies y empujar más allá de una multitud tratando de hacer mi camino en la jaula para fotos y entrevistas.


—¡Dom planeó toda esta maldita cosa para arriba! —Chasqueo a Damian mientras le paso. 

Mis ojos están puestos en él, el hombre que tiene mi chica firmemente en sus manos. Empujo pasado un par de tipos con cámaras en la parte inferior de la escalera, empujando a uno un poco demasiado duro y haciéndolo caer de culo.


Desde mi periferia, veo a Luciano hablando conmigo, gritándome, pero no me detengo. El bruto la deja ir cuando me acerco y él inteligentemente se esconde detrás de Paula, sabiendo que son dos pequeñas filas para que llegue a él por hacerle daño.


—¿Vas a poner tus manos sobre mi chica? —gritaba y algunas personas sentadas huían de sus asientos. Paula corrió adelante y plantó sus manos en mi estómago en un esfuerzo por detenerme, pero continuamos caminando hacia él forcejeando.


—Pedro, no lo hagas. No vale la pena, no lo hagas —ruega, las lágrimas aún frescas en sus ojos.


Más de la multitud huye, con miedo a salir herido en el fuego cruzado.

El tipo grande da un paso atrás mientras guardias de seguridad lo rodean para protegerlo de mí. Ellos nos circundan, empujándonos hacia atrás y hacia las habitaciones. Paula se aferra a mí mientras empujo contra los guardias, pero hay demasiados de ellos. Mientras me asomo sobre uno de sus hombros veo a Luciano  oscilar duro y conectar con la cara del bruto imbécil. Se cae duro y Luciano es aplastado bajo los cadáveres de dos grandes guardias de seguridad. A través de los altavoces, oigo a Matt Somers introducir a Dom como un nuevo competidor en el MMAC. Después de eso, todo lo que veo es de color rojo. 

Los guardias de seguridad nos lanzan en mi vestuario y cierran la puerta. 

Todo mi equipo vibra discutiendo sobre la lucha y la forma en que el árbitro debería haber suspendido cuando estaba rompiendo a Dom con mis codos. No importa. No importa que Dom me tendiera una trampa. Yo jodidamente perdí. 


Por primera vez en mi vida, he perdido una maldita pelea y fue ante Dom Russell. Mis pensamientos se hunden en mi estómago como una piedra y gruñó mientras Paula corta mis guantes. Cuando mis manos están libres, me empujo desde el banquillo, agarró la silla más cercana, y la tiro al otro lado de la habitación. Todo el equipo se queda en silencio y cerca de mí oigo a Paula tragar.

—¡Fuera! —Exijo, porque no quiero ninguna mirada de simpatía de ellos. 

Me siento lo bastante mierda. Abren la puerta y los guardias de seguridad les dejan salir. Paula no los sigue, a pesar de que quería que lo haga.


—Si vas a mirarme de esa manera, puede irte, también —le digo, sintiendo mis ojos entrecerrados.


Ella aparta su mirada, dejándola caer al suelo y jugueteando nerviosamente con sus dedos.  


—No fue tu culpa, jugó contigo —me dice, cada vez más cerca. 

—Aún perdí. Sin importar nada, me distraje y perdí la pelea. 
Ahora, él está en la misma liga que yo. Ahora, lo veré en todas partes y él me mirará con esa cara de suficiencia y sólo puedo... ¡ughhh! —Azotó y golpeo la pared de ladrillo.

Dolor crepita a través de mi mano y me gusta. Toma la presión de mi pecho.

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