sábado, 7 de junio de 2014

CAPITULO 214




Paula
 
La puerta del baño cruje mientras Pedro apoya su peso contra ella.


—Vamos a llegar tarde. —Suspira, tamborileando sus dedos contra la madera en un ritmo rápidamente lindo.


Ruedo los ojos y ajusto las correas de color púrpura con cuentas. ¿Cómo es que ya está vestido? Apenas he estado aquí cinco minutos. Y la cena es en la planta baja, en la sala de actos de la arena. Saco mi teléfono del mostrador y compruebo el tiempo. ¡Oh! Resulta que he estado aquí más de cuarenta minutos.  


No es mi culpa que me esté moviendo en cámara lenta. 


Pedro y yo fuimos a la cama en algún momento de esta mañana y solo se despertó hace dos horas. Yo no tomo café tampoco, por lo que ser un ser humano normal en la cena de esta noche es cada vez menos realista a cada minuto. Dormimos durante mucho tiempo en la tarde y cuando revisamos nuestros teléfonos, estaban llenos de mensajes y llamadas perdidas desde el resto de la tripulación. Pedro tenía un montón de llamadas de cosas que hacer una vez que se despertó y yo respondí a una infinidad de mensajes de texto exigentes de Vanesa. Ahora, nos estamos preparando para la cena. Nervios mastican su camino a través del revestimiento de mi estómago ante la idea de estar allí del brazo de Pedro. Es por eso que necesitaba el vestido perfecto, así no me veo tan fuera de lugar junto a su más allá hermoso rostro.  


Aliso mis manos sobre la tela de satén contra mis muslos. El vestido es perfecto, por decir lo menos, y mi cabello largo color chocolate lo he acurrucado en ondas sutiles y añadí un toque extra de elegancia. Me recuerda a una barra de chocolate Cadbury. Giro una vez, con cuidado de no pisar mi tobillo en estos ridículamente altos tacones y cuando estoy segura de que he terminado, puedo desbloquear la puerta del baño, encontrándome con Pedro, vestido con su traje negro. La tela es nítida y lineal, siguiendo el mismo tono de su cabello negro como el azabache. Se da la vuelta y visiblemente veo el aire cuando es expulsado de sus pulmones. Sus cejas se levantan y sus labios se separan, la reacción exacta que esperaba. Olvidándome de mí, asimilo toda su forma. La camisa blanca debajo de su chaqueta negro se aferra a su pecho y simplemente sé que hay un cuerpo asesino escondido debajo de ella. Corro con nerviosismo las puntas de mis dedos a lo largo de mi cuello. 


Me siento como si estuviera usando un collar y de repente me asfixia. Él me mira... no hay palabras. En el traje, se ve travieso. Al igual que está listo para ser indecente, cosas malas en un abrir y cerrar de ojos, y se esconden detrás de su traje elegante.


—Ahora me siento mal —dice, finalmente hablando y rastrillando los dedos por su cabello.


Instintivamente, paso hacia adelante, presionando mis manos contra su pecho y debajo de su lazo negro.  


—¿Por qué?  

Él llega a mi pecho y mantiene un solo grueso dedo por debajo de la correa de cuentas. Evita mis ojos, y milagrosamente, sale como indiferente. 

 
—Debido a que gastaste dinero en un vestido que solo voy a destruir. —Sus ojos de golpe van desde mi pecho a mis ojos para medir mi reacción—. Pero te prometo que voy a hacer que valga la pena cada dólar que gastaste.


Ya le había dado un beso de despedida al vestido. Sus manos ásperas, su lengua húmeda y su duro cuerpo se sienten mejor en mi piel de lo que cualquier tela jamás podría, incluso una tan cara como esta.


Llaman a la puerta y mi aliento se atrapa en la garganta. 

Nuestros amigos tienen una sincronización impecable. 


Supongo que aparezcan es una buena cosa.


Cinco segundos más y me habría roto el vestido yo misma.  

 —¿Lista? —Sonríe, extendiendo su codo para mí.


 —Hagámoslo.

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