sábado, 7 de junio de 2014

CAPITULO 215



Me lleva fuera de la habitación, bajó las escaleras, y otra vez a la puerta principal. Él no pierde el tiempo abriendo la puerta y exponiendo a nuestros amigos glamorosos. Vanesa le echa un vistazo a mi vestido y se lanza hacia delante, tirando de mí en sus brazos.


—¡Oh Dios mío, Pau! —chilla—. Te ves increíble. 

 
El vestido de seda negro de Vanesa tiene Las Vegas escrito por todas partes.


Ella me suelta y se ajusta a uno de sus pequeños pendientes de perlas. Su cabello dorado está atado en un elegante moño en la parte superior de su cabeza con mechones estratégicos que se derraman. Admiro su vestido, que es un cuello top con un escote. Se adhiere a su cintura y se va fuera de la falda. Desde la mitad del muslo hasta el piso, hay una enorme hendidura, dejando al descubierto la mayor parte de su bronceada, delgada pierna.


 —Wow, mírate, la Sra. Angelina Jolie —digo, dando un paso atrás.



Creo que Vanesa incluso parecería increíble en una bolsa de plástico con dibujos de tartán. Se ve elegante, pero al mismo tiempo casual, y me pregunto si ella pasó la mitad de tiempo que yo use preparándome. ¿A quién estoy engañando? Probablemente ella pasó todo el día preparándose para la cena. 

—Así que, ¿esa chica era la hermana de Pedro? —me susurra Vanesa cuando Damian y Luciano tiran de Pedro a un lado y lo regañan en silencio por la noche anterior.  


Asiento con la cabeza y jugueteo con la fina pulsera de plata en la muñeca.  


—Sí, Maca. ¿Te lo dijo Luciano?  

—Síp. Apuesto a que nunca lo vio venir.


Me río una vez. 

 
—¿Has visto su reacción? Por supuesto que no lo vio venir.  

Ella se inclina unos centímetros más cerca de mí. 

 
—Damian tenía un limpiador viniendo hoy y limpio todos los vidrios. —Miro por encima de mi hombro. Toda la destrucción se ha ido. No hay rastro de lo que pasó anoche, cuando Pedro y yo llegamos a casa—. ¿Estás bien? 

  
—Estoy bien. ¿Cómo sabe Damian que él rompió las cosas?  
Se encoge de hombros. 

 
—Él sabe cómo es Pedro.  

Jesús. ¿Con qué frecuencia tiende a romper cosas? 

 
—Hay una cuenta grande que Pedro tiene que pagar cuando nos vayamos de aquí, sin embargo. El hotel no está impresionado e incluso se contactaron con la MMAC. Damian se disculpó en nombre de Pedro desde anoche. 

Niego con la cabeza. Supongo que eso es lo que Damian y Luciano están hablando con Pedro. Lo miro, tiene el más leve indicio de una sonrisa en los labios y Damian lo observa con exasperación. No hay manera a través de Pedro. Me encuentro a mí misma sonriéndole. Él hace lo que quiere y no se explica ante nadie, excepto a mí. Soy su excepción y supongo que en el fondo, me encanta discutir con él. Me
gusta irritarlo y verlo convertirse en agresivo y exigente. Por supuesto, no es elhobby del que estoy más orgullosa, pero sin duda es uno que me entusiasma sobre todos los demás. 


Con un gesto rápido de la cabeza, Pedro pasa a Damian y  
Luciano, centrando su mirada en mí. 

Debo estar todavía sonriéndole porque inclina su cabeza muy ligeramente,sus ojos queman un exceso de confianza. 


Siento una piscina de calor en mis mejillas e inundaciones en la parte posterior de mi garganta antes de establecerse
en lugares al azar, enviando olas de sofocos a través de mí. 


No me gusta que me atrape mirándolo. Él nunca me deja superar la vergüenza. Afortunadamente, no dice una palabra delante de los demás. No podría soportarlo si empezaban a señalarlo, también.


Sé que miro a Pedro mucho, pero ¡dame un descanso! Él es un poco difícil de ignorar y yo soy solo humana. No puedo ser considerada responsable de las decisiones que mis hormonas hacen mientras ellos tienen mi cerebro a punta de pistola. 

 
Vanesa, Damian y Luciano están de pie en la habitación y una vez más, Pedro extiende el codo para mí.  


—¿Estás lista, nena? —me pregunta con voz ronca.  


No tomo el codo de inmediato y no contesto porque esto no es sobre mí. Esto se trata de él. Solo estoy aquí para el apoyo moral.

  
—¿Estás tú listo? Porque esto es todo, todo por lo que has trabajado tan duro, ha llevado a este momento.


Sus ojos nunca dejan los míos mientras reflexiona sobre mis palabras.  

—Esta noche cambiará nuestras vidas. Necesito saber si estás lista para eso.Si no lo estás, cierro la puerta ahora mismo y podemos volver a la cama. Pero si estás lista... —Él mira hacia abajo al codo extendido—. Iremos.


Deslizo mis dedos alrededor de su gran brazo, sintiendo todo antes de conectar el codo en torno al suyo.  

—Estoy lista. —Exhalo con una respiración constante. 

 
Él sonríe ampliamente.  

—Yo también

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