lunes, 2 de junio de 2014

CAPITULO 199




Sus ojos se afinan y el desafío viene con fuerza y claridad. 


Probándole,procedo a pasar por delante de él y apenas hago un paso por delante de su cuerpo antes de que su mano se dispare, plantándose en mi estómago. El calor de su mano hace que los músculos de mi estómago se aprieten. Le miro y sus ojos oscuros están en los míos. Me atraen hacia abajo a enfrentarle y vuelvo mi cuerpo hacia él, completamente hipnotizada por su intensidad.


—No te voy a detener —me dice—. Pero me voy a asegurar de recordarte exactamente con quien estas y exactamente con quien te vas a casa.


Como si pudiera olvidarlo. Viene hacia mí, agarrando mis caderas y obligándome a girarme. La parte de atrás de mis piernas golpean una mesa y me coloca sobre esta. Dejo caer mis manos a la superficie para estabilizarme a mi misma mientras Pedro aplasta su boca contra la mía. 


Calidez y placer barre a través de mí, mientras una de sus manos descansa sobre la mesa detrás de mí, la otra mano pesada saca mi vestido hasta mis caderas y se desliza directamente en mi ropa interior sin siquiera un por favor. Él ni siquiera revisa si estoy lista o no porque sabe que lo estoy, siempre estoy lista para él y desliza un dedo dentro de mí. Hundo mis dientes en mi labio inferior, mientras un escalofrío cae por mi espina dorsal. Un escalofrío de calor, placer pecaminoso tararea mi piel y desplazo mis caderas hacia adelante, con ganas de estar más cerca de él mientras mi paciencia saca lo mejor de mí. Estoy tan increíblemente húmeda y su dedo se desliza con facilidad dentro y fuera de mí.  



Levanto mis manos, colocándolas sobre sus duros bíceps y le siento temblar de lujuria. Él se encorva sobre mí con una exhalación áspera, añadiendo un segundo dedo y obligándome a doblarme con él, arqueando mi espalda.  


Sus dedos se deslizan dentro y salen rápidamente ahora, con el propósito y la intención. Baja su boca a mi oído y me estremezco, rodando mis caderas en su mano.  


—Toda la noche vas a sentir mis dedos dentro de ti.

Él curva sus dedos, rozando mi punto dulce, y aprieto sus brazos, jadeando sin vergüenza en su hombro. Bombea sus dedos más y más rápido, presionando en mí desde el interior. Mi mente queda en blanco y mi cuerpo se sacude mientras calor explota dentro de mí, dejándome sin aliento y flácida.  

Pedro saca sus dedos y los lleva a mi rostro antes de arrastrar uno por encima de mi labio inferior.


—Durante toda la noche vas a recordar lo duro que hice que te corrieras y vas a estar ansiosa por llegar a casa para que yo pueda hacértelo todo otra vez. — La forma en que llega a las tres últimas palabras me humedece inmediatamente—
. Cuando volvamos a casa, voy a golpear dentro de ti con tanta fuerza, que sentirás como si te fueras a romper.


—¿Quieres romperme?


Sus abrasadores ojos me dejaron en llamas.  


—Como jodida porcelana. Voy a recostarte en la cama, separar tus piernas, y joderte tan a fondo que la única palabra que recordaras mañana será mi nombre.


Recupero mi aliento.  


—Así de épico, ¿huh?


—No tienes ni idea.


Besa mi nariz y deambula hacia el armario. Observo, tratando de recuperar la compostura mientras saca una camisa de la mesilla de noche. Cuando está contento, se da la vuelta y se pasea hacia la puerta.


—Salgamos de aquí


Me deslizo fuera de la mesa y camino perezosamente detrás de Pedro mientras tira una bonita camiseta de color azul claro encima de su cabeza. ¿Eso es todo lo que le toma para vestirse? Yo pasó cuarenta minutos haciendo mi cabello y maquillaje. Pasa la mano por su cabello, lanza una camisa, y dice haber terminado, y de alguna manera todavía se ve perfecto, como si hubiera pasado una hora acicalándose. Si pudiera ser así de simple con todo lo que hago. 

 
Un silbido fuerte perfora mi oído y me estremezco, rompiendo la mirada a Vanesa.  

—Sabía que ese vestido se vería increíble en ti. 

Tomo un vistazo de su traje y de repente me siento un poco mal vestida.


Nunca, nunca, nunca en mi vida había visto a Vanesa vestida y lista para un club en nada más que tejidos de fábrica a medida. Sin embargo, aquí estoy, en un vestido corto y ella vestida de punta en blanco con clase en un par de pantalones negros ajustados, tacones altos negros y una hermosa, camisa perlada de satén con acentuado escote.  


—Vanesa… —le pregunto cautelosamente, bajando el resto de las escaleras y hacia la cocina—. ¿Dónde estamos?


Ella arquea una ceja y me mira con curiosidad.  


—Las Vegas.

En el fondo en algún lugar escucho la risita de Damian. 

—¿Y cuántos vestidos posees específicamente para Las Vegas?


Vanesa chasquea sus largos rizos rubios por encima del hombro, y ¿no se aliso el cabello? ¿Qué demonios? ¿El infierno en realidad se ha congelado? La miro,todavía en estado de shock cuando entra en la cocina. En el mostrador hay tres vasos de chupito ya confeccionados, llenos de desconocidos y, sin duda, potentes espíritus. Agarra uno y me lo da a mí. Lo miro por un segundo antes de tomarlo de ella.


—Necesitas relajarte. Tengo 3 semanas para usar vestidos cachondos. —Ella me guiña—. Tú saldrás 2 veces como máximo, entonces puedes usar este lindo vestido esta noche y el estúpido ciruela la próxima vez.


Siento a Pedro moverse detrás de mí. Se inclina sobre el mostrador a mi lado.  

—Y yo aquí pensando que Paula era una adulta capaz de tomar sus propias decisiones.


 Jesucristo. Tomo mi bebida de un trago y doy una palmada sobre el mostrador, apretando los dientes contra el ardiente alcohol.


—Está bien. Voy a usar el vestido, —le sonrío a Vanesa— pero solo porque conozco que te matara verme en uno mientras tú estás atascada en unos pantalones. —Empujo el vaso vacío, acercándoselo a ella—. Tu turno.


Ella se sonroja en un tono rosado que nunca había visto adornar sus mejillas antes mientras llena su vaso.  


—Ya estoy llena por esta noche, —me informa, arrastrando el vaso de vuelta.


Pedro y yo nos miramos entre nosotros y se ve igual de desconcertado que yo. .

Vanesa nunca se llena. Cuando se trata de alcohol, su estómago es un pozo sin fondo.  


Desde detrás de mí, Luciano se abalanza y envuelve sus labios llenos alrededor del vaso, depositándolo en su garganta. Echo un vistazo a Pedro de nuevo y se encoge de hombros con una pequeña sonrisa en los labios.  


Tengo el presentimiento de que Luciano tiene un montón de cosas para hacer con la conducta de Vanesa esta noche. 


Estoy feliz de que le está ayudando a dejar de fumar y beber, pero espero que no le esté presionando demasiado. 


Soy su mejor amiga y no pude siquiera lograr que me escuchara sobre los riesgos de ingerir demasiado alcohol. Siempre ha sido una persona asertiva con su propia personalidad en su propio derecho, y nadie ha sido capaz de decirle algo diferente… hasta ahora. No me mal interpretéis, no creo que Vanesa no esté bebiendo. Solo espero que sea su decisión y no la de Luciano.


Luciano desliza el vaso restante a través del mostrador para Pedro. Sin vacilar, lo empuja hacia la derecha de nuevo. 


Realmente nunca descubrí por qué Pedro decide no beber... mis suposiciones siempre comienzan y terminan con su madre,pero no creo que esa sea toda la historia. Veo el intercambio en silencio de miradas entre Luciano y Pedro. 


Luciano parece estar pasando el momento de su vida mientras muerde una sonrisa de regreso.Pedro, de todas maneras, trata de mantener su fachada calmada, pero incluso yo puedo ver la advertencia en sus ojos. Sea lo que sea que está pasando, me está haciendo sentir incomoda.


Mi estado de ánimo repentinamente se amortigua y salir se siente como que va a ser más una tarea que una aventura. 


No veo el punto de salir fuera si sólo Luciano y yo vamos a beber, y Damian también, donde diablos sea que esté. No
puedo ocultar mi puchero.


—Vosotros chicos estuvieseis todos antes en Las Vegas. Lo hicisteis todo,pero yo no. Quiero locura, dramatismo y excitación. Quiero música fuerte, juegos de azar y bebidas alcohólicas fuertes con nombres sexuales estúpidos… 
Quiero la experiencia de Las Vegas.


Que en realidad es estúpido. Odio salir, lo he odiado desde que puedo recordarlo, pero estoy en Las Vegas y no evitas los clubes en Las Vegas. ¿Estoy siendo egoísta? No puedo decirlo.  

Con una exhalación, Pedro llega al vaso y lo golpea hacia atrás con tal facilidad que uno pensaría que está disparando agua.  

—Quieres la experiencia de Las Vegas entonces te la daré a tu propio riesgo —me dice, deslizando el vaso a la mitad de la barra de mármol.


Luciano aplaude antes de verternos otra ronda de bebidas y Damian se desliza en la cocina de la sala de estar tan pronto como oye la tapa desenroscarse y se une a nosotros en la isla.  


—¿Mi propio riesgo? —me pregunto en voz alta.  


Él asiente.  


—Sip. ¿Quieres locura, dramatismo, y excitación? Es tuya, pero solo te la daré hasta que termine mi próximo trago de vuelta. Una vez que beba mi trago,estás en la montaña rusa de Las Vegas, su barra de seguridad está bloqueada, y no conseguirás bajar... —Sonríe y acaricia el dobladillo de mi vestido—. A menos que sea por mí, por supuesto.  


Siento inundadas de calor mis mejillas. Pedro va a decir cualquier cosa delante de cualquiera y, a veces, admiro su audacia. Otras veces, quiero atascar mis manos en su boca para impedirle hablar. Dejo caer mi vista a sus dedos y observo cómo se encrespan alrededor de la pequeña copa. 


Parece casi como una muñeca en su mano grande. Sigo a la copa hasta el final de sus labios. Traba sus ojos marrones con los míos y parece casi emocionado, como si osara dejarle beber. Pedro comienza a verter el líquido en su boca antes de inclinar todo el asunto por su garganta. Traga saliva y mi pulso comienza su rápido ascenso, de normal a toda marcha. Mierda. ¿En qué me he metido?


—¡Oh sí! —Luciano vitorea, vertiendo un trago y entregándoselo a Vanesa—Estamos dentro para comportarnos esta noche, señoritas y caballeros. ¡Pedro está aquí y está listo para la acción!


Pedro pone los ojos en blanco.

  
—Salgamos de aquí.


Luciano nos desliza un tiro entero a cada uno y lo tomamos. 


Por desgracia,soy la única que retrocede ante el sabor. Es entonces que me doy cuenta de que soy apenas capaz de aguantar con estos chicos, incluso Pedro, quien parece estar más familiarizado con el sabor del alcohol que yo, lo que realmente despierta mi curiosidad


—Bloqueado y cargado. ¡Vamos a volar el techo de esta perra! —grita Damian, ajustándose el botón negro hasta arriba de la camisa. Parece que ha estado bebiendo antes de tiempo y es probablemente un poco demasiado por encima del límite para conducir en los alrededores.  


—¿Quién va a conducir?


Vanesa se ríe sobre su hombro de mí mientras enfoco la puerta.   

—Estamos en Las Vegas Boulevard con Luxor, Bellagio, Mirage… 

—Está bien, lo capto. ¿Entonces qué?  

—Entonces, iremos caminando a todos lados esta noche. 
Querías la experiencia Las Vegas y eso significa que tienes que tropezar borracho en todos los lugares a los que vayas o coger un taxi.

Miro a Pedro y se encoje de hombros.


—¿Caminaron a todos lados cuando estuvieron en Las Vegas?


Todos asintieron, incluso Damian. 

—¿Y los casinos? ¿Son lo que te hacen creer en la TV? —pregunto mientras llegamos en frente de la puerta.  

—Ellos son todo lo que viste y más —dice Damian, mirándome por sobre su hombro—. Las luces. Los sonidos. La energía pulsante —sonríe—. No te preocupes, amarás cada segundo de esto, eso puedo garantizártelo.


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