Me acercó a la parte trasera del auto y coloco la última maleta dentro. Las maletas de Paula y Vanesa ocupan casi todo el espacio, dejando apenas el espacio suficiente para las de los demás.
Afortunadamente, Luciano está en la silla delantera y Vanesa esta atrás. Juro por Dios que si tengo que escuchar otra sesión de besos o gemidos voy a quebrarme. Subo al asiento trasero y Paula inmediatamente se acurruca junto a mí. No la había visto desde la última vez que la llamé. He estado tan ocupado poniendo en orden el gimnasio para nuestro viaje y tratando con los abogados que no he tenido tiempo para prestarle atención.
En el lado bueno, mis abogados me dijeron que la MMAC está revisando los detalles del acuerdo. Se niegan a dejar ir a Dom, quieren arrastrarlo a algún punto y este pequeño… predicamento es lo único que los detiene.
Damian maneja hacia el aeropuerto. Envuelvo mi brazo alrededor del hombro de Paula, acercándola. Quiero tocarla, olerla. Necesito algo y todo de ella, para compensar su ausencia.
—Me sorprendes —balbucea Paula, su voz sólo lo suficientemente fuerte como para que yo la escuche por sobre la música. Miro hacia ella, capturando los nítidos ángulos de su rostro y sus amables ojos y sus jugosos,suaves labios.
—¿Yo?
Ella asiente sin darme una explicación y no la presiono.
Puedo sobrevivir sin esas palabras. Sus ojos no dejan los míos y sigo mirándola, esperando que desvíe su mirada. En vez de eso, siento un crecimiento eléctrico empezando en mi pecho e irradiando hacia el sur. Repentinamente, todo mi entorno se desvanece y ella tiene toda mi atención. Deslizo mi dedo arriba por su cuello y pasando por su mejilla hasta su labio inferior. Sus labios se separan, su lengua emerge, y veo como lame la punta de mi dedo, tan suave y húmeda.
No puedo evitar preguntarme como se sentiría esa lengua contra otras partes de mi anatomía y me muevo suavemente en mi silla, deseando que mis vaqueros se sientan menos… apretados. Mi boca se siente seca y si fuésemos solo nosotros, me habría desviado a la cuneta y habría humedecido mis labios con el sabor de ella.
Habría humedecido cada centímetro de tela en el auto con su deliciosa humedad.
Puedo sobrevivir sin esas palabras. Sus ojos no dejan los míos y sigo mirándola, esperando que desvíe su mirada. En vez de eso, siento un crecimiento eléctrico empezando en mi pecho e irradiando hacia el sur. Repentinamente, todo mi entorno se desvanece y ella tiene toda mi atención. Deslizo mi dedo arriba por su cuello y pasando por su mejilla hasta su labio inferior. Sus labios se separan, su lengua emerge, y veo como lame la punta de mi dedo, tan suave y húmeda.
No puedo evitar preguntarme como se sentiría esa lengua contra otras partes de mi anatomía y me muevo suavemente en mi silla, deseando que mis vaqueros se sientan menos… apretados. Mi boca se siente seca y si fuésemos solo nosotros, me habría desviado a la cuneta y habría humedecido mis labios con el sabor de ella.
Habría humedecido cada centímetro de tela en el auto con su deliciosa humedad.
Resbalo mi dedo de su boca, pero mantengo mi mirada clavada en sus labios. Ella endereza su espalda, trayendo su boca más cerca de la mía y me besa.
Es lento y tranquilo, no siendo notados por los otros tres.
Mis ojos se cierran y corro la parte de atrás de mi dedo por su mandíbula. Luego, me derrumbo bajo mis deseos y sujeto su mandíbula, forzando su boca más duro contra la mía.
Mis ojos se cierran y corro la parte de atrás de mi dedo por su mandíbula. Luego, me derrumbo bajo mis deseos y sujeto su mandíbula, forzando su boca más duro contra la mía.
Siento su aliento ser aspirado por sus pulmones y juro que puedo oír su corazón saltarse un latido y su coño volverse resbaladizo con necesidad.
—Tranquilos. —Oigo a Vanesa reír entre dientes—. Mi maquillaje no es a prueba de agua.
Paula se aleja de mí y descansa contra mi hombro. Oigo a Luciano reír en el asiento delantero y veo a Damian de perfil mientras sonríe.
—Tampoco mi teléfono.
Silencio cae en el auto por una fracción de segundo antes que sea roto por nuestra risa, todos reímos y pronto,estamos yendo a conversaciones sobre las Vegas y sobre lo que haremos allí. Damian es el primero en intervenir.
—Nosotros estaremos disponibles cinco horas al día, cada día,anticipándonos a la pelea. Serán dos horas en la mañana, cuatro a.m. a seis a.m.,Una hora durante el día, once a.m. a doce a.m., y luego cuatro p.m. a seis p.m. —
Se aclara la garganta—. Fuera de ese tiempo, son libres de hacer lo que quieran,excepto todas esas cosas que tienen prohibidas como beber, o hacer alguna estupidez que los ponga en riesgo.
—Los Club de desnudistas no son malos para ti. —Luciano alza la voz y siento que Paula se pone rígida contra mí.
Rastrillo mis dientes sobre su labio inferior, recordándole la última vez que estuvimos en un club de desnudistas. Fue un estúpido movimiento de mi parte.
Paula quería estar en casa, pero yo era el conductor designado y al obligué a venir con nosotros. Todos tomamos algunas malas decisiones esa noche y Paula sufrió la consecuencia de todas ellas.
—Nada de clubs de desnudistas —ordena Paula—. No saldré con desnudistas de nuevo. Hubo suficientes disturbios la primera vez.
Luciano aúlla de la risa y lo oigo palmear sus muslos.
—Jesucristo, eso fue tan divertido. Cada vez que recuerdo tu rostro cuando ella te besó, me río. Eras un como conejito encandilado.
—Sí. Ja. Ja. Ríete.
Acaricio el brazo de Paula con mi pulgar mientras Vanesa habla.
—Siempre he querido ir a un club de desnudistas en las Vegas. Tenemos que hacerlo.
—Ir a las Vegas y no visitar un club de desnudistas es como ir a Paris y no molestarse en ir a la Torre Eiffel. ¿Cuál es la idea? —alza la voz Luciano.
Vanesa está de acuerdo.
—Nadie los detiene de ir, pero no esperen que los siga a todas partes —declara Paula, bostezando.
El auto se llena con charla animada sobre todas las posibilidades en las Vegas y todo lo que puedo pensar es abrazarme con Paula en mi tiempo libre. Al diablo los casinos. Al diablo los clubs desnudistas. Quiero recostarme en una cama con mi chica y disfrutar cada segundo que pueda porque entre más se acerca mi primera pelea profesional, sé que me pondré más perturbado. Estaré
dos semanas fuera y ya estoy ansioso… mi primera pelea profesional… en las Vegas, Nevada, en el MGM Grand frente a miles de espectadores mientras soy trasmitido por las cadenas de deportes. Necesito mi cabeza en el juego, no en los senos de alguna desnudista o en una máquina de póker.
No estoy en las Vegas por placer. Es solo por negocios y así me comportaré.
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